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Uruha, el acosador por Tsundere Chisamu-chan

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Notas del fanfic:

buajaaja pues vuelvo con otro Reiha (creo que incoscientemente me hice super fan de esa pareja) les contaré resumidamente. Resulta que un día de estos estaba escuchando música y encontré una de mi antiguo repertorio. "Please don´t leave me" de Pink y resultó que me encantó la idea de hacer un fanfic de algo así así que ya se imaginarán la carrera con la que lo hice. No quiero ni imaginar los errores catastróficos que tiene. y bueno... sé que más de uno se está preguntando, ¿que está haciendo escribiendo algo nuevo con aquel fanfic (adagio enamorado) a la mitad?" buenoooo pues resulta que me estoy haciendo la dificil y hasta que no me dejen mínimo un review no subiré la conty -.- buaaa soy muy malvada! saludos!

disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen. 

Notas del capitulo:

pus nada! no se les olvide opinar!

Lo sé, soy un idiota.

Y no hace falta que me lo restrieguen en la cara ya que por largo tiempo lo he hecho yo mismo. Todavía hay días en los que el enojo hacia mí mismo hace arder mi hígado, y me reprendo por ser un increíble imbécil que fue a tomar la decisión de entrar a la boca del lobo.

¿Cuál es mi defensa?, pues, estaba ebrio, si, muy ebrio, la siguiente es que no es lógico que estas cosas sucedan. Uno no puede adivinar lo que va a suceder en el futuro con las personas que coges. Y no miento cuando digo y recalco que en serio me arrepiento por haberme metido con Uruha aquella noche.

No por su desempeño, ya que en ese aspecto, Uruha es imparable, fue una noche fantástica. Aún puedo cerrar los ojos y recordar cada sensación increíble que el muy maldito me hizo sentir. Era talento puro. Y en aquel entonces yo pensé que no estaría mal repetirlo alguna vez en la vida, pero él no pensó igual.

Desde entonces no me ha dejado en paz. Empezó a escribirme al celular, al correo electrónico, me llama, me deja mensajes de voz, me envía cartas, ¿leyeron bien?, ¡cartas!, ¿Quién utiliza cartas hoy en día? ¡Mi departamento ni siquiera tiene buzón!, solamente las introducen por debajo de la puerta. Eso sin mencionar que el muy desgraciado anda esparciendo el rumor de que tenemos una relación formal y cuando estamos en ensayo o en reunión parece garrapata adherido a mí sin ningún reparo. Yo pude soportar eso por un tiempo, intentando ignorar todos aquellos actos cursis y empalagosos que tanto detestaba. Sin embargo llegó un punto donde me harté y le grité a los cuatro vientos que buscara una vida. Eso sucedió en pleno ensayo, frente a todos los compañeros que me reprendieron después de insensible por haber tratado a mi “novio” así.

-Ya les dije que no es mi novio- intenté explicarles cuando el susodicho había dejado el salón haciendo un soberano berrinche,

-Ah ¿cómo no Reita?, si están así de acaramelados por semanas, ahora nos vienes con eso…- me recalcó Ruki haciéndome enojar más,

-¡no lo somos!, él creyó que lo éramos pero no-

-pues claro que lo creyó, si tú te lo pediste- ese fue Kai que no me ayudaba en nada,

-¿yo?, ¡claro que no!, ni que fuera un idiota- reclamé realmente molesto,

-él nos lo contó, ya Reita, ¡no te hagas!- Ruki de nuevo,

-¡ya les dije que no!, ¡lo recordaría si hubiese pasado!-

-¿Cómo vas a recordarlo si estabas ebrio?- agregó el enano haciéndome sentir como una basura, ¡oh no!, eso también lo sabían, me encogí de la cólera y la vergüenza de pensar que Uruha había divulgado nuestra noche de desenfreno añadiéndole mínimos pero importantes detalles,

-¿Qué más les dijo?- susurré escondiendo mi sonrojo, y ellos estallaron a reír,

-Ya Reita, no te hagas el difícil, sabemos bien que estás enamorado de él- maldito Aoi que solo abría la boca para decir tremenda burrada.

-¡Por supuesto que no!- empecé a elevar la voz sin darme cuenta y mover las manos, sentía un hormigueo recorrerme los dedos con esa necesidad de quebrarle la cara a alguien,

-¿Qué no lo entienden?, ¡él está acosándome!, ¿Qué eso no es un delito?- y empezaron a reír de nuevo, se reían a carcajadas hasta que se les salieron las lágrimas como si yo fuese un jodido cirquero, así que para evitar hacerlos llorar pero de un golpe en la nariz tomé mis cosas y salí de ahí.

Caminé hasta el estacionamiento repitiéndome mentalmente que me calmara y que el problema era en realidad mucho más pequeño de lo que yo creía, es decir; solamente era Uruha, él no era un sujeto peligroso, ¿o sí?, ignorando lo explosivo y calculador, no era capaz de hacerme daño. Además de que era mi amigo desde hacía ya muchos años. ¡Vamos!, ¡yo podía manejar la situación!

Subí a mi auto ya más relajado cuestionándome cual era la forma más adecuada para deshacerme de aquel gran dilema que enfrentaba sin valerme de la ayuda de mis amigos ya que todos ellos me habían visto la cara de idiota. Conduje moderadamente rápido hacia mi departamento y salí del auto para entrar en mi casa. Lo único que quería era acostarme a dormir y que todo se solucionara por su cuenta. Yo no era la persona más capacitada para resolver problemas, detestaba tener que lidiar con algo así, por eso había decidido ignorarlo hasta ahora, creí que pasarlo por alto sería mejor que enfrentarlo, o talvez simplemente me dio flojera solucionarlo, pero al parecer eso había agravado la situación. Con pereza caminé hacia adentro de la casa y al abrir la puerta mi pesadilla parecía estar haciéndose realidad,

-Hola amor- me saludó el pendejo de Uruha mientras cocinaba semidesnudo, con un pequeñito short y un mandil color rojo, se encontraba sin camisa dejándome ver su esbelta silueta y el exquisito color canela de su espalda. Admiré que se encontraba un tono más oscuro que de costumbre, ¿acaso se había bronceado?… ¡No!.

Me abofetee mentalmente por haberme perdido en pensamientos morbosos, ya que por muy bueno que estuviera, no borraba el que fuese un maldito hostigador. Carraspee y hable lo más tranquilo que pude, no podía dejar que la desesperación me ganara,

-Uruha… ¿Qué haces aquí?- él me miró con una sonrisa perturbadora que me escalofrió la espalda,

-¿Uruha?, ¿Por qué eres tan frío?, y ¿Cómo es que no me besas al llegar?- caminó hasta mí, más rápido de lo que pude asimilar y me dio un pequeño beso en los labios para después abrazarme con una fuerza inesperada, no pude decir nada en el momento, sinceramente no sabía ni qué debía hacer, ¿acaso debía acostumbrarme a la asfixiante atención de Uruha y aprovechar por tener un novio tan sabroso?, era una opción, pero por muy tonto que fuese, mi ética me repetía que no era correcto, además de la voz lógica dentro de mi cabeza que me gritaba que una relación de esa manera sería altamente destructiva para ambos. Porqué sí, a pesar de todo estaba pensando en el bienestar de mi degenerado amigo de la infancia.

-Uruha…- dije sin ninguna convicción de lo que iba a decir,

-Sssshhhh, no digas nada, como noté que estabas un poco estresado he venido aquí y preparé un delicioso postre para ti- se separó, y cuando noté su mirada empecé a preocuparme por la salud mental de mi compañero, me tomó de la mano y me dirigió hasta la mesa para después correr a la cocina y continuar sus labores, cuando me dio la espalda puse mis ojos en blanco harto de su comportamiento,

-¿Cómo entraste?- pregunté de la forma más amable que pude, él detuvo sus movimientos pero no se giró para verme,

-es un secreto- lo sabía, ¡¡¡lo sabía!!!, ese tipo era un maniático y me escupía por ser tan idiota y no haberlo rechazado desde un principio, mientras me maldecía a mí mismo él se acercó con una bandeja y la dejó sobre la mesa, con un gesto seductor me miró por encima de sus gafas, -porque traía gafas- y se inclinó para sacar el postre de la bandeja, con esa postura dejaba a plena visión sus largas y espectaculares piernas, ¡Dios!, ¿por qué a mí?.

Con movimientos delicados y sugestivos sirvió el postre frío en dos platos y levantó de nuevo el gran plato de metal,

-está delicioso- susurró con la bandeja en sus manos, yo solo pensaba en cómo hacer para escaparme de allí, me rehusaba a tener que seguir soportando esto,

-mira Uruha- me levanté y él me miró alarmado, -lo único que quiero hacer en este momento es dormir… y- lo último que vi antes de caer inconsciente fue aquel resplandeciente color plateado justo frente a mis ojos, con una expresión tierna e infantil estrelló la charola metálica en mi cabeza concediéndome de manera instantánea mi deseo de dormir.

“¿Cómo me volví tan desagradable?
¿Qué pasa contigo que me haces actuar así?
Yo nunca he sido tan repugnante”

 

Me desperté extraviado, y apenas abrí los un dolor exagerado en mi cabeza me azotó,

-aaaaauuuch, maldita sea- susurré por lo bajo mientras intentaba incorporarme,

-deja de maldecir amor, es un hábito terrible- escuché su voz y abrí los ojos recordando de golpe el incidente que había ocasionado mi estado de inconsciencia, miré a Uruha sentado a un costado de la cama en la que yo estaba acostado, e intenté levantarme, pero… ¿Qué putas?, estaba inmovilizado, atado de manos y pies a los extremos de la cama, ¿Cómo no me había dado cuenta?, empecé a zarandearme sin temor a dislocarme algún hueso, el amarre no era fuerte, pero era lo suficientemente sólido para mantenerme estático.

-no hagas eso tontito, te lastimarás-

-Takashima, quítame eso- estaba enojado, esperen, ¿dije enojado?, enojado era poco, furioso, iba sin duda alguna a matar a Uruha apenas me soltara,

-¿estás molesto?- me preguntó con un gesto cínico,

-no estoy para bromas Uruha, hablo en serio- hablé fuerte intentando intimidar a aquel enfermo, más podría jurar que él lo estaba disfrutando,

-¿Quién está bromeando?- habló bajo mirándome fijamente con aquellos ojos aterradores, en silencio y de forma sigilosa empezó a acercarse a mí mientras yo me hundía en pánico y fue cuando me di cuenta de que estábamos en la casa de él, mi valentía se esfumó al cerciorarme de que estábamos en su habitación, y entonces me pregunté cómo me había llevado hasta allí,  lo miré de nuevo y él me miraba fijamente casi sin parpadear, con voz temblorosa volví a quejarme,

-Suéltame Uruha, no voy a repetirlo- me alarmaba estar allí, encerrado con mi mejor amigo endemoniado, sin ninguna ventaja para defenderme, él soltó una risa al escuchar mi voz,

-y si no lo hago, ¿qué vas a hacer?-

-te voy a partir la cara- respondí sin pensarlo, la furia volvía a hacer de las suyas, dejándome hablar sin pensar en las consecuencias de mis palabras, frecuentemente yo era así, él se volvió a reír y sin ninguna señal de respeto hacia mí, se subió sobre mi cuerpo y se sentó en mis caderas,

-te vez condenadamente sexy cuando te enojas- pronunció con voz ronca y seductora, mientras dirigía sus labios a los míos, me besó con fuerza y soberanía, y a pesar de que era excepcionalmente besando me hice el favor de girar mi rostro para demostrar mi desaprobación, me zafé ligeramente de sus labios y fue cuando tomó mi rostro con sus manos y me volvió a besar, lentamente y aprovechando que yo no me podía mover llevó su boca a mi cuello, y ahí se dio gusto saboreando, y no era que yo realmente lo estuviese disfrutando sin embargo tampoco era de piedra y empecé a excitarme, me sentí un enfermo sexual por estar teniendo esa clase de reacción en una situación como esa, porque yo no era un puto masoquista,

-¡maldición!, Uruha, detente- gruñí al sentir mi erección crecer a un punto sin retorno,

-ya te dije que dejes de maldecir- respondió sin mirarme, estaba muy concentrado lamiendo mis pezones, sin previo aviso llevó su mano a mi erección y empezó a masturbarme,

-mmmm- gemí suavemente y él aceleró el movimiento de su mano,

-¿te gusta amor?- preguntó el muy degenerado, y yo haciendo lo posible por resistirme a la delicia de su manoseo,

-¡No!, ¡no me gusta!, ¿Qué estás sordo?, ¡quiero que te detengas!- tener mis miembros atados no ayudaba en nada, no me podía mover ni reaccionar de ninguna forma, no me podía defender, estaba en contra de estar haciendo aquello, pero no podía impedirlo,

-Jaja- rio con burla, -¿Cómo dices esas cosas en este estado?, eres tan mentiroso- maldita sea, maldito Uruha, malditos todos, maldita noche de sexo desenfrenado que desató aquella bestia irreconocible, cuando me percaté Uruha había abierto mi pantalón para sacar mi erección y temí por mi integridad cuando lo vi sonreír de forma desequilibrada admirándola,

-Uru.. aaaaa- gemí fuerte al sentir la lengua de mi mejor amigo lamerme indecentemente, no puedo negar que hacía un gran trabajo, pero ¿por qué tenía que hacerlo de esta forma?, es decir si me hubiese dicho que se quería acostar de nuevo conmigo yo hubiese aceptado gustosamente, ¡pero no!, tenía que golpearme secuestrarme y atarme en la cama como un violador en serie.

-ahhhh ¡por Dios!- escuché su gemido mientras tenía mi pene en su boca y entonces me di cuenta de que se estaba masturbando mientras me la chupaba a mí, levanté un poco la cabeza, -lo más que la postura me permitía- para verlo con más claridad y vi su mano entre sus nalgas, se estaba dilatando a sí mismo, y entonces cerré mis ojos deseando que aquella pesadilla acabara,

-amor…- susurró agitado, -no puedo más- y lo sentí acomodarse abriendo sus piernas sobre mí, empezó a penetrarse despacio torturándome, ya ni siquiera sabía si lo estaba disfrutando o solo deseaba morirme de la impotencia, gemí sin poder evitarlo, no podía tampoco tapar mi boca o ahogar mis gemidos en ninguna parte, estaba a su disposición si ningún remedio.

Sin ningún cuidado empezó a cabalgar sobre mí, mirándome a los ojos, esa mirada fría y demencial me atrapó así que giré mi cara para evitarla, deseaba que se abriera un agujero en la tierra y nos tragara por completo.

Luego de unos minutos cuando sentí que me correría; bajó la velocidad y comenzó a hacer algo que antes no había hecho, estrechaba su interior de una forma pausada para hacerme perder el control, ¡y vaya que lo estaba consiguiendo!, pude sentir su perversa intención de que le gritara que fuera más rápido y me hiciera terminar,

-Uru… - apreté los parpados, mis manos estaban temblando, podía sentirlas a pesar de que estuviesen fuera de mi vista,

-¿si amor?- preguntó con una voz aterradora, no respondí ni dije nada, el aire se me estaba yendo, y Uruha casi se había detenido por completo, cuando abrí de nuevo mis ojos su rostro estaba a centímetros del mío y me asusté, -dímelo, no me moveré hasta que me lo digas- habló con voz resonante, podría jurar haber escuchado un gruñido como el de un animal salvaje.

-No juegues… conmigo- respondí sintiendo el temor recorrer mis venas. Y él presionó desde su interior de nuevo, mientras lamía mi labio inferior, era cruel, un demonio, la maldad personificada. –ahhhh- gemí de nuevo - Uru, por favor-

-Puedes suplicar mejor- pronunció con mofa aún inmóvil sobre mí,

-mmmjjmm- gruñí desesperado pensando en acceder por fin a su petición, -Por favor a…amor, continúa- dije con mi dignidad por los suelos, después de esto difícilmente podría volver a negarle algo en la vida, besó mis labios mientras empezaba con un frenético rebote sobre mi erección, fue un alivio volver a sentir la estimulación que necesitaba y su acelerada velocidad me otorgaba más placer del que debía sentir.

“Olvidé decir en voz alta cuan hermoso eres para mí
No puedo estar sin ti, eres mi perfecto pequeño saco de arena
Y te necesito, discúlpame.”

Fueron segundos, que disfruté lo mejor que pude intentando olvidarme por un momento lo bizarro que me sentía. Cerré los ojos cuando sentí el orgasmo azotarme, me corrí con una sensación de hormigueo y unos fuertes espasmos, aun dentro de él. Cuando abrí mis ojos y lo miré, pude admirar un gesto que me descolocó, cargado de ternura y amor… me besó de nuevo, probablemente fue el calor del momento, o el hecho de que me había resignado a aceptar su amor demente, y esperaba con todo mi ser que fuese la primera, pero le correspondí el beso de la manera más dulce que logré.

-Te amo- susurró en mi oído y fueron unos breves segundos cuando lo vi tomar el dragón de porcelana que tenía en su estante la par de la cama, y estampármelo en la cabeza. Me sonrió cuando mis ojos se cerraron de nuevo. –Maldito loco-

 “Por favor,
Por favor, no me dejes”

 

 

 


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