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4 de la mañana. por Riniita

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Notas del fanfic:

Nada más que decir, espero que os guste de verdad. 

Es un One Shot que escribí al llegar a casa una noche, nopregunten por qué (?) 

Leedme ;3

Notas del capitulo:

No tengo nada más que añadir xD

Pues amo esta pareja de Aoi x Ruki, es mi segunda pareja favorita, tras ReitaxRuki (*///*) 

Que, por cierto, ando escribiendo otro fic de Reituki pero dadme tiempo que entre todo no puedo >/< 

¡Disfrutadlo! <3

   Llegó a casa, eran más de las dos de la mañana. Esa noche había salido con el hombre al que amaba pero, claro, aquel hombre no conocía ese detalle. El pequeño odiaba su poca fuerza de voluntad para decirle a su amigo la verdad, que hacía meses que no le quería como amigo, sino como algo más.

   Dejó las llaves en el mueble de la entrada y miró el vacío pasillo adornado con diferentes cuatros, de su estilo. Su pequeño perrito se acercó a darle la bienvenida, normalmente siempre le conseguía sacar alguna sonrisa pero ésta vez no lo consiguió. Ruki se agachó y acarició la pequeña cabeza del animal dando un pequeño suspiro.

-Perdona, pequeño… Hoy no estoy de humor, ¿si? Ve a dormir -habló, como siempre hacia con aquel dulce animal, en un tono dulce y calmando mientras que le cogía y se lo llevaba a su cama.- Esta noche no dormirás conmigo, chiquitín -dijo colocándolo en su cama y cerró la puerta de la habitación en la que había dejado a Koron.

   Sin demorarse más se fue a la habitación tiró las zapatillas, se quitó los pantalones, los calcetines y la chaqueta tirándolos al suelo, desganado. Únicamente se quedó con la camisa negra a cuadros verdes con la que había salido y su ropa interior. Se tiró sobre la cama y cerró sus ojos mientras que hundía su rostro entre las sábanas. Pronto cayó en los brazos de Morfeo quedando profundamente dormido.

   Sonó el timbre, aquello hizo que abriera los ojos con mala cara, frunciendo el ceño. Miró el reloj que tenía en la mesita y se fijó que eran las cuatro de la mañana, ¿cuatro de la mañana? ¿Quién llamaba a las cuatro de la mañana? Lo que se le vino a la cabeza fue su vecino, cada vez que bebía hasta hartar llamaba a su timbre porque se pensaba que era su casa. Negó con la cabeza volviendo a cerrar los ojos, no quería ni verse él iba a ver a los vecinos… Ni hablar. Segundos después volvió a sonar el timbre.

-Joder… -maldijo sentándose en la cama y frotándose las sienes con los dedos, índice y corazón de ambas manos. Fue a paso lento, con movimientos lentos y perezosos. Cuando llegó a la puerta puso una de sus manos en puño y se frotó su ojo demostrando que le había así despertado, pero claro, aquello lo hacía inconscientemente. Abrió la puerta y miró al frente encontrándose con la persona de la que menos podía sospechar que estuviera, es decir, Aoi.- ¿A-aoi…? -preguntó dudoso.

   Aquel hombre con esos ojos tan oscuros, tan hermosos, los cuales simulaban la oscuridad de la noche pero que, a su vez, tenía ese brillo de las estrellas en el firmamento. Su oscuro cabello contrastaba con aquella blanca y hermosa piel. Llevaba una camiseta blanca que marcaba sus músculos bajo ésta, aquella camiseta estaba acompañada de un chaleco abierto negro.

   El menor, al contrario, tenía el cabello castaño y las puntas rubias. Los ojos verdes, aquellos que podías perderte en su mirada, en su viva mirada.

   Aoi, al ver cómo iba el menor sonrió ladino apoyando su hombro en el marco de la puerta del menor recorriéndole con la mirada.

-¿Y bien? -preguntó captando la atención del más bajo.- ¿No me dejarás entrar? Recuerda que soy un vampiro, necesito tu permiso para entrar -le guiñó el ojo sin borrar aquella sonrisa que hizo que el menor se sonrojara llevando sus manos a su camisa y, al colocarlas en sus bordes, la bajó con cuidado.

-¿Qu-qué? -preguntó saliendo de aquel embelesamiento que tenía por culpa de aquel hombre. Asintió formando una delicada y hermosa sonrisa apartándose, segundos después, de la puerta para pudiese entrar el mayor. Y así lo hizo.

   Ahora bien, había que plantearse preguntas como: ¿Qué hacía Aoi a las cuatro de la mañana su casa?, ¿Por qué había ido allí pudiendo ir a la de los demás? Negó con la cabeza y cerró la puerta de su casa para que nadie pudiera verle así, aunque a las cuatro de la mañana tampoco habían muchos que pudieran verle pero… Poca precaución es poca. Cuando se giró se encontró con la penetrante mirada del mayor y, inmediatamente, desvió la mirada para no tener que corresponderla.

-¿Qué pasa? -se atrevió a preguntar tras sentir ese incómodo silencio que le ponía tan nervioso. Se sentía tan desnudo en ese momento…

-Ruki -su voz le sacó de sus pensamientos volviendo a mirarle y notando que sus mejillas se estaban tintando de un suave color rojizo que hacía que aquel bello rostro tan angelical fuera más hermoso de lo que ya era.

-¿Ha pasado algo, Aoi? -preguntó con preocupación pues no decía nada y se estaba comportando de una manera extraña, quizás quería buscar consejo por un problema que sea grave.

-No, pequeño… -susurró en un tono de voz que jamás había escuchado de sus labios. El mayor le acorraló contra la pared poniendo sus manos a ambos lados de su cabeza y metiendo su pierna entre las desnudas piernas del menor. Este se sobresaltó abriendo los ojos como platos al no creerse en la situación que estaba, ¿qué se supone que estaba haciendo el mayor? Se negaba a creer que estuviera así. Sus pulsaciones se dispararon y casi empezó a temblar por aquella posición. Aoi le miraba de manera diferente, le estaba mirando fijamente, como si quiera comérselo, de ser un lobo.

-Yu-yuu… -susurró, cualquier otra palabra no habría salido de sus labios de seguir en esa posición  mucho más. No, no podía permitírselo, seguro que estaba ebrio pero… Parecía tan real.- ¿Qué haces? -preguntó tragando saliva y, como no respondía se atrevió a hablar más.- Yuu… ¿has bebido?, ¿qué te pasa…?

-Tengo un problema -reconoció juntando su frente con la de Ruki, de aquella manera le miraría mejor. Ruki seguía con aquella mirada confusa y no era para menos pues aquel hombre nunca se había comportado de aquella manera. Lo bueno era que había reconocido que tenía un problema, ¿no?

-¿Qué es? -preguntó el menor siguiendo, aunque costosamente, su mirada.

-Tú, tú eres mi problema -susurró acercándose peligrosamente a sus labios.- Eres un gran problema, enano, el problema que hace que cada día despierte pensando en verte, ese problema que me hace pensar en verme entre tus piernas, acariciar tu piel suave -se acercó a su oído susurrando aquellas palabras.- Quiero poseerte, quiero que seas mío, de nadie más… Una, otra y otra vez hasta que me canse, hasta que nos cansemos -lamió el lóbulo de la oreja del menor al concluir aquello. El menor suspiró, se había puesto rojo hasta las orejas, lo que le daba un aspecto realmente adorable, apetecible.

-¿Po-porqué? Ah… -sintió que una traviesa mano del mayor se deslizó hasta dar con su entrepierna y comenzó a acariciarla con movimientos lentos y placenteros. Ruki gimió bajito al sentirlo, subiendo una de sus piernas a la cadera del mayor mientras apoyaba las manos en el pecho ajeno. Aoi comenzó a besarle el cuello y dar pequeñas mordidas en él que sacaban pequeños suspiros de aquellos labios comestibles que tenía el menor, sin dejar de mover su mano notando ya que le estaba causando un problema al menor.

-¿Te gusta, Ruu-chan? -preguntó apretando, sin causar daño, la entrepierna del menor haciendo que gimiera de placer.

-S-sí… -susurró aferrando sus manos a la camiseta del mayor. Éste miró el bello rostro que tenía el menor y sonrió satisfecho. Se acercó acortando la distancia y besó, deteniendo su mano, los labios de él, aquellos labios que tantas noches había soñado besar. El menor correspondió aquel beso que pasó a ser suave y dulce pese a la situación en la que se encontraban, ambos cerraron los ojos para disfrutar de aquel hermoso beso.

   Cuando, por falta de oxígeno, se tuvieron que separar el mayor cogió al menor por las piernas haciendo que él enredase aquellas en su cadera y así hizo el recorrido que tantas veces había planeado hacer hasta que por fin lo estaba haciendo. Al llegar a la cama lo recortó en éste y sonrío de una manera irresistible mientras se acomodaba en las piernas de su pequeño.

-Por fin… -susurró quitándose el chaleco y tirándolo al suelo, donde estaban los pantalones de Ruki. También se quitó la camiseta dejando ver sus músculos tanto de sus brazos como de su torso ahora desnudo. El menor, como si una fuerza le llevara a ello, llevó sus manos al pecho de él y acarició su piel con las yemas de sus dedos, ¿era real? Tantas veces había soñado con ese día que no distinguía la verdad de la ficción, ¿acaso aquello podrías ser un sueño? No, quería ser feliz y alejar aquellos negativos pensamientos de su cabeza. Disfrutar de aquel momento.

-Yuu… -susurró el menor, con aquella voz que tan loco le volvía sin hacer nada.

-Pequeño… -susurró mirándole y acarició una de sus mejillas con su mano sonriéndole. Se inclinó y volvió a besar su cuello dejando una marca en su costado, la otra mano la dirigió a su pierna, acariciando su muslo con delicadeza, oh, tenía una piel tan suave aquel pequeño que lo enloqueció más. Suspiró volviendo la vista al menor, que le miraba con los ojos interrogantes.

-Yu-yuu…

-Pídemelo -dijo robándole un beso.- Pídeme que te haga mío -aquella frase la había dicho dándole un corto beso en los labios del menor a cada palabra, en total cinco besos. El menor estaba en una nube, lo deseaba más que nada. Estaba tan excitado de tenerle de aquella manera entre sus piernas que no se lo pensó dos veces.

-Ha-hazme tuyo…. Hazme tuyo, Aoi, por favor… -dijo mirándole a los ojos. Aquel control que tenía el mayor desapareció al escuchar suplicar de los labios de aquel pequeño diablillo con cara angelical.

-No me lo pedirás dos veces.

   Al decir eso comenzó a desabotonar los botones de su camisa dejando aquel torso de lechosa piel a su vista, nada más tenerlo a la vista comenzó a repartir besos por su pecho. Al llegar a uno de los rosados pezones del menor comenzó a pasar la lengua por ahí y, al endurecerse, le dio suaves mordidas que hizo que el menor echase la cabeza hacia atrás gimiendo con suavidad. Hizo lo mismo con el otro pezón hasta endurecerlo y fue bajando poco a poco por su tripa dando placenteros mordiscos que hacían que el menor se mordiera los labios para no gemir. Quitó, sin mucha delicadeza el bóxer del menor y los lanzó bien lejos relamiéndose los labios por lo que veía frente sus ojos: El miembro endurecido de aquel pequeño. Se irguió y miró al menor.

-Quítamelos -dijo, refiriéndose a sus pantalones. El menor, sonrojado se acercó a él y le desabrochó el cinturón quitándoselo de encima para después empezar a quitarle el pantalón. Con cuidado se los bajó hasta la rodilla y, el resto, lo hizo Aoi, quitándose los pantalones. Quitó la camiseta del menor y besó uno de sus hombros con cariño.- Creo que esto me servirá de algo -dijo formando una divertida sonrisa mientras cogía el cinturón.

-¿E-eh? -preguntó dudoso mirando aquel cinturón curioso, inocente más bien.

-Oh, sí -rió acostando al menor en la cama de nuevo y cogiendo sus muñecas y atándolas a la cama, dejando así al menor a su merced. Sonrió pasando un dedo por el costado de aquel pequeño que le miraba sonrojadito. Se acercó a él y le mordió una mejilla.- Me encantas… -susurró.

   Al hacer eso fue descendiendo hasta que, finalmente, llegó al miembro erecto del menor y pasó su lengua por toda su extensión sacando un gemido al menor. Ruki cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás estremeciéndose por la lengua ahí. Aoi lamió el glande del menor como si se tratara de un caramelo, le encantaba escuchar los suspiros y gemidos del menor porque era él el que se los producía. Metió el miembro entero en su boca y comenzó a moverse entrecerrando los ojos, apoyó sus manos en los muslos del menor para impulsarse, disfrutando de aquello y de los deliciosos gemidos que salían de la boca de su pequeño. Su miembro, oculto en su bóxer le dolía ya de lo excitado que estaba. En unos segundos más sacó su miembro de la boca y miró al menor mientras se quitaba la única prenda que le estaba impidiendo que aquel pequeño fuese suyo.

-Te voy a hacer mío, Ruu-chan, fuerte -susurró en un tono de voz excitado. El menor le miró también excitado pero hizo un lindo puchero por el cual Aoi tuvo que contenerse para no lanzarse a por él.- Oh, ¿mi pequeño no ha conocido ningún hombre? -preguntó en un tono divertido que hizo sentirse avergonzado al menor dando simplemente un asentimiento de cabeza.- Seré gentil -asintió y le dio otro beso en los labios, ahora sabía que nunca se cansaría de probar esos dulces labios. El menor asintió, confiaba en él.

   Aoi apoyó tres dedos en los labios del menor que le miró sin entender hasta que, tras unos segundos, comprendió lo que debía hacer con ello. Se los metió en la boca y empezó a lamerlos para ensalivarlos bien, el menor hacía ruidos al lamerlos y Aoi se vio obligado a acariciar su propio miembro con su mano libre porque se estaba muriendo por entrar dentro de él. Cuando lo creyó conveniente sacó los dedos de la boca del menor y los dirigió a esa entrada rosadita y apetecible. Introdujo el primer dedo comprobando que aquella zona estaba estrecha, muy estrecha y, nada más pensar que su miembro entraría ahí, se le hizo la boca agua. El menor cerró los ojos al sentir el primer dedo entrar en él, se sentía extraño… Pero no le desagradaba. Al introducir el segundo dedo el menor emitió un quejido porque le dolía, la mano con la que acariciaba su propio miembro la llevó al del menor y empezó a masturbarlo para que se le pasara. Cuando notó que se destensaba empezó a mover sus dedos en su interior, abriéndolos como si se trataran de tijeras y metiéndolos y sacándolos como embestidas. Cuando el menor empezó a soltar gemidos por ello introdujo el tercer dedo cuidadosamente para no hacerle daño. Se estaba muriendo porque quería penetrarlo ya, aquel pequeño cuerpo le llamaba tanto… Suspiró moviendo los tres dedos en forma de embestidas y así estuvo un rato más. Al ver que estaba lo suficientemente dilatado sacó sus dedos y se acomodó entre sus piernas.

-Ruki… -susurró apoyando su glande en la entrada del menor.- ¿Estás listo?

-S-sí… A-ah… -gimió al sentir el miembro del mayor hacerse paso en su interior.

   El mayor cogió las piernas del pequeño abriéndolas más y disfrutó de aquella sensación de estar dentro de ese niño que lo volvía loco. Esperó un poco para que el menor se acostumbrara y, hecho esto, empezó a embestirlo de manera lenta para empezar, soltando pequeños suspiros por ello. El menor se aferró al cinturón al sentir que se movía en su interior y enredó sus piernas en la cintura de él. De aquella forma el mayor pudo alcanzar aquel punto que hizo que el menor gimiera más alto de lo que anteriormente lo había hecho. Aoi lo supo, ese era su punto y sonrió empezando a dar estocadas fuertes y rápidas mientras se mordía el labio inferior de lo bien que se sentía en aquel momento. Al pasar un poco de tiempo el mayor salió de dentro del pequeño y Ruki le miró queriendo más, sin entender por qué había parado.

-Es aburrido siempre en la misma posición, mi bebé -sonrió mirándole pervertido y le dio la vuelta llevando cuidado con las manos atadas del menor. Lo dejó apoyado con las rodillas sobre la cama y el pecho. Lo cogió por la cintura y entró, sin avisar, en él de nuevo embistiéndole con fuerza, quería romperlo, hacerle gemir con tan fuerza que se quedara ronco al día siguiente. Los gemidos del menor inundaron la habitación cuando sus embestidas llegaron a su punto, eran tan buena melodía para los oídos de aquel pelinegro aquellos gemidos… El menor no pudo aguantar y se corrió. Sus pareces de su recto se estrecharon y hizo que el mayor se corriera también arañando, sin dejar marca, los glúteos de aquel pequeño. Salió del menor y le quitó las ataduras. Le dio la vuelta y lo besó entrando de nuevo en él mientras que el menor se aferraba a él haciendo que sus cuerpos se pegaran formando uno solo. Aquel beso, respecto a los demás, fue distinto, con pasión, con lengua y saliva mientras entraba una y otra vez en su interior el más mayor. Cuando se separó salió del interior del menor y se tumbó en la cama mirándole.

-Súbete encima -le ordenó el mayor a lo que Ruki obedeció y se sentó sobre él auto penetrándose. Aoi apoyó las manos en las caderas del menor y empezó a moverse de nuevo, embistiéndole.- Tócate -volvió a ordenarle al menor que le miró sonrojado, con las manos apoyadas en el pecho de él.

-Pero… -susurró avergonzado, le daba vergüenza hacerlo.

-Solo estamos tú y yo, precioso, déjate llevar -le sonrió y Ruki asintió llevando una mano a su propio miembro y empezando a masturbarse de manera lenta y tímida, aquello, aquella inocencia volvía loco al más alto que le comía con la mirada mientras el menor gemía por sus embestidas y por el placer que se estaba dando a sí mismo. Aumentó la velocidad de sus embestidas a la vez que el menor aumentaba el ritmo de su mano. Sabía que no aguantaría mucho pero…

-Yu-yuu, a-ah… -gimió el nombre del mayor. Desconectó, tumbó al menor en la cama y le penetró con fuerza dando en su punto, el menor se aferró a él gimiendo cerca de su oído. Así, en cuestión de un par de minutos ambos llegaron al clímax. El mayor en el interior del pequeño y el menor en la barriga de él.

   Aoi se dejó caer sobre el menor para ralentizar su respiración y sus pulsaciones. Ambos estaban demasiado acelerados. Aquello había sido una experiencia muy excitante. Aoi se levantó y cogió su ropa marchándose de la habitación. Ruki, que hasta el momento había estado casi dormido, se despertó y miró hacia la puerta por la que había salido Aoi. Eso significaba que solamente había sido un juego… Las lágrimas no tardaron en salir tapándose con sus sábanas, solo sexo, ¿no? Pero… Él le amaba, le amaba con todo su ser… Aunque Aoi estaba claro que no, se había ido sin decir adiós.

-Ruu -asomó la cabeza y le vio llorar sobresaltándose y acercándose a él.- Hey, pequeño, ¿por qué lloras?, ¿no te ha gustado? -preguntó el mayor limpiándole las lágrimas con sus dedos pulgares. El menor le miró como si se tratara de un fantasma salido de un cuento.

-Yuu… -susurró y le abrazó ocultando su carita en el hombro de él.- No te vayas… Por favor, no te vayas… Dime que todo esto no ha sido una noche, por favor… -Aoi, al escuchar aquello cogió al menor de las mejillas y hizo que le mirara a los ojos. Cuando lo hizo le miró y le sonrió para tranquilizarle.

-No llores, Ruu, no eres solo un chico de una noche, yo te quiero -le besó la frente y se quedó ahí apoyado, con sus labios besando su piel.- No, yo a ti te amo… -susurró con delicadeza para que el menor creyera en sus palabras. Ruki se sonrojó y se sintió feliz, aquella tristeza que amenazaba con apoderarse de su corazón se desvaneció por la felicidad.

-Yo también te amo, Yuu… -sonrió tierno alzando la mirada para verle y, cuando hizo eso, Aoi unió sus labios en un dulce y enternecedor beso.

-Solo estaba preparando un baño para los dos, ¿quieres bañarte conmigo? -preguntó acariciándole la mejilla con los nudillos de los dedos índice y corazón.

-Sí -asiente dedicándole una amplia sonrisa que hizo que Aoi se derritiera. El menor poseía una sonrisa perfecta, tierna, dulce, resplandeciente… Era la mejor, para él, del mundo entero.

-Oye… ¿quieres ser mi novio? -preguntó mirándole a los ojos. Ruki amaba esa actitud del mayor, sabía que era muy sensible pero también era de aquella manera que le estaba mostrando, al menor con él.

-Sí, claro que quiero -ríe suave mientras unía, esta vez, los labios de ambos él. Cuando acabó el beso Aoi le miró divertido.

-¿Sabes qué?

-¿Qué? -preguntó el menor curioso.

-Las cuatro de la mañana es una buena hora para empezar una relación -Ruki empezó a reírse y Aoi también.

 

   Aquel era el comienzo de una bonita relación entre Ruki y Aoi, que seguirían juntos por siempre por aquella bonita relación que comenzó un dichoso día a las cuatro de la mañana.

Notas finales:

¿Os ha gustado? 

¡Dejadme reviews, porfi! (>/<)/ 

Wiii ~~~ 


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