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¿Amor? No se que se siente. por Amber Masahito

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Notas del fanfic:

Hola chicas. Si, otra vez yo con nuevo fanfic.

Este es uno de los que hable en los reviews o una nota, no recuerdo bien pero este es uno. Van a notar que los personajes no son para nada usuales y eso es lo que mas me llevo a publicarlo antes de los demas. Ya saben que siempre me propongo salir de lo tipico con las personalidades de los chicos y creo que con esto mas o menos lo voy logrando.

Tengo en mente que el fic sea unicamente MINJUN. 

AHHH. Les gusta ¿Cierto?

Pero bueno siempre ando con mis rayes así que puede que meta una parejita, no lo se. Hasta donde lo tengo son de nuestra couple favorita unicamente. 

Espero que siga así para no apelotarme sola

Respecto a las actualizaciones puede que me tarde pues como ya saben ando con la facu y mis horarios son complicados ademas de que tengo "AMORES DE REVISTA" para seguir.

Eso es todo lo que digo del fic por el momento, es lo unico que me viene a la mente, si algo surge se los voy a decir.

Notas del capitulo:

¡Primer capitulo! YEAAHH~

Bueno, soy la unica que le pone onda xD

Les cuento...traigo este fic porque no termino el capitulo de "Amores de revista". Tengo la cuarta parte ue escribi hoy, me fije cuando fue la ultima vez que actualice y se me hizo como mucho para estar de desaparecida. Por eso decidi meter este nuevo. Ademas hoy también empece uno nuevo. TENGO TRES AHORA POR TERMINAR DE ESRIBIR. JAJA Me gusta joderme la vida ¿Ok? Es que me sale la inspiracion. 

Bueno disfruten de este nuevo comienzo

Dejando atrás la universidad y a las chicas que los esperaron con obsequios en las manos iban caminando lentamente, charlando de que tan aburridas habían sido sus clases mientras Jun husmeaba si entre las tantas bolsas que le habían dado podía encontrar algo para comer. Bingo. En una pequeña bolsa rosada adornada con corazones venían unos cups cakes y unos chupetines de chocolate.


 


- ¿Quieres? - pregunto a su mejor amigo mostrándole una de las paletas.


 


-No- dijo el chico más bajo y de cabello castaño.


 


 


Él solo subió los hombros dándole poca importancia y metió el chocolate en su boca. Tirando el envoltorio y la nota que venía con ella al suelo. Al igual que lo haría con cada una de las cartas que le habían entregado.


¿Qué sentido tenia? Por más que le gritaran su nombre y número telefónico y cuantas palabras de amor se les vinieran a la mente. Simplemente él no las llamaría.


Seguían el camino rumbo al departamento que compartían desde ya cuatro años, debatiéndose si estaría bien salir o no esa noche cuándo una mujer se les cruzo en frente.


 


Una mujer de unos cuarenta años más o menos, morena y de ojos verdes claros, cabellos largos envueltos en una pañoleta adornada con pequeñas monedas de bijouteri color roja. Una camisa azul y pollera larga color fucsia. Con una pequeña piedra pegada en su frente, en medio de ella llamando la atención fuertemente. Una gitana.


Tomó el brazo de Hyung Jun y bajo sosteniéndole la mano.


 


-¿Quieres que te lea la suerte, muchacho?


 


- No, gracias- Respondió él moviendo su mano con intención que la soltara.


 


 


El miedo se instaló en él cuando la mujer lo sujeto con más fuerza y volteo su mano dejando al descubierto su palma.


 


-En serio no quiero – Balbuceo  – Gracias-


 


De alguna forma, esa mujer lo había inhibido por completo e incluso lo intimidaba. Su mirada le causaba temor. Los segundos parecían haberse cambiado por horas. Eternas para él. Sus orbes adentraban en él sin permiso, rebuscando en lo más profundo produciéndole náuseas.


 


- Tus ojos...puedo verlo. Eres un joven muy codiciado, envidiado también. Pero se aproxima una desgracia. - decía viendo fijamente sus ojos marrones y aflojando su agarre.


 


- Por favor, suéltelo- Intervino su amigo tomando la muñeca de Hyung Jun al notar el trance en que se encontraba


 


-Lloraras. – Sentencio  - Derramaras lágrimas de sangre por cada vez que hiciste que mujeres y hombres lloraran por tu causa. - predijo finalmente soltando la mano del joven.


 


El más bajo tomo del brazo a Hyung Jun y lo arrastró prácticamente para que siguieran su camino dejando parada tras ellos a la gitana con una sonrisa macabra en el rostro. Como si se alegrara de haber desecho al muchacho en ese minuto.


 


-Los ojos de esa mujer...dan miedo- comento el pelinegro


 


-Ya déjate. No prestes atención-


 


- Lo sé, Young Saeng. Solo que eran muy tétricos- dijo simulando un escalofrió y volviendo a meter el chupetín a su boca saboreando su dulce sabor.


 


-Deberíamos comer algo por aquí ¿No crees?- cambió de tema el  de ojos pequeños y rasgados.


 


-Uhm- murmuraba el otro abriendo las demás bolsas en sus manos  -No. No hay comida- finalizó cuando entraban a un restaurante que había en esa cuadra.  -Pidamos para llevar- sugirió


 


-Noo. Va a enfriarse hasta que lleguemos- Se quejó


 


-Entendido. Entendido- finalizo agitando sus manos en señal de “Ok. Ganaste”


 


 


Entraron al lugar que tenía ese toque hogareño que por lo general tienen los restaurantes familiares. Fueron directamente a la mesa de siempre y esperaron a que los atendieran.


 


- ¿Que te dieron, Sangie? - cuestionó el más joven husmeando en los obsequios ajenos.


 


-No mucho- contesto haciendo un puchero


 


- Ay, ay, ay. Estas perdiendo el encanto- comentó sacudiendo sus pequeñas bolsas dulcemente adornadas por aquellas muchachas a las que el rostro de Hyung Jun les parecía hermoso e irresistible.


Las apoyo en la silla de al lado. Subió los codos a la mesa reposando su cabeza entre sus manos.


 


Estaba acostumbrado a ello. Cada viernes al finalizar su última clase siempre lo esperaban en la puerta de la universidad un grupete de muchachas, vestidas especialmente para él, maquilladas únicamente para él con el solo objetivo de llamar su atención, solo pedían una mirada y las más altaneras una sonrisa para ser feliz todo el fin de semana u porque no durante todo el mes. Pero ciertamente eran pocas las que conseguían acercarse realmente.


 


A Hyung Jun no le interesaban, no eran más que "pendejas" según él. Pero eso no quitaba que aceptara los regalos de ellas, con frecuencia recibía obsequios caros, como si con eso fueran a comprar su atención, por favor, ni siquiera leía las cartas que le enviaban. Solo sacaba el contenido y luego arrojaba la bolsa y los sobres al cesto de basura. Jamás se molestó en leer el nombre de quien las enviaba al menos.


 


A veces era Young Saeng quien los levantaba y leía junto a las de él mismo. Hablando de quienes se trataba y preguntando si quería responderles.  Pero siempre parecía que caía en saco roto.


 


 La respuesta era corta y contundente: No.


 


No era como si odiara a las mujeres. Nada de eso. Era igual de idiota con los hombres. Porque era claro que lo había y él tampoco se negaba a seguirles el jueguito. No le hacía asco a nada, después de todo solo buscaba divertirse.


 


Era joven, agradable, inteligente y muy guapo.


 


 


Alto, delgado, rostro bien definido, esos ojos marrones adornados por ese brillo especial que demostraba vileza, sus pequeños labios rosados como si fueran el más apetitosos de los dulces. Su espalda ancha y su pequeña cintura. Finalizando en sus extensas y bien formadas piernas.


 


Quien no lo viera presenciar todas las clases de arquitectura de hace ya tres años pensaría sin duda que era un modelo.


 


Nadie podría culparlo por esa confusión. Después de todo era algo inquietante que no se haya dedicado a sacar aún más provecho de su belleza.


 


Que ingrato con el mundo.


 


Eran pocas las muchachas que lo consideraban asqueroso por tener ese tipo de vida tan libertina y él una por una se encargó de hacerlas cerrar la boca. Las mujeres eran increíbles, un momento hablaban mal de él mirándolo con desprecio y cuando él se les acercaba lo único que pedían es que las llevase a su cama. Eso, era asqueroso.


 


Pero a él no le importaba que tanto le dijeran. El solo buscaba divertirse.


 


Así como le había enseñado su padre, su pobre progenitor cayó en desgracia desde que su madre había fallecido. Los había dejado a los pocos años del nacimiento de Hyung Jun, tan pronto que ni su propio hijo recordaba su rostro, solo se hacía una idea por las fotos que su padre ocultaba en su armario como si el dolor de la perdida del ser amado también pudiera ser encerrado en un lugar oscuro y así doliera menos. Fueron muchas las noches en que Jun encontró a su padre tirado sobre la alfombra de su habitación con un cuadro de su esposa entre los brazos, llorando en silencio por su abandono y pidiendo que lo lleve a su lado, que no sabe cómo seguir y menos con Jun a su cargo. Sin embargo fueron más las noches en las que vio llegar a su padre a casa con mujeres distintas del brazo, pasados en alcohol y tambaleándose por las escaleras. Creció entre ello y poco le importó o eso creía él.


Sin fijarse tal vez que él mismo se estaba convirtiendo en el reflejo de su padre, llevando personas distintas a su departamento cada vez que la ocasión se le presentase.


 


Atravesaba la mejor edad y la universidad era el lugar perfecto para encontrar gente que se le ofreciera sin siquiera proponérselo.


 


“No seré joven por siempre” Se decía y era cierto. Esa era la única respuesta cuando generalmente chicas le preguntaban porque se comportaba de esa forma, porque se deshacía de ellas al día siguiente como si no se conocieran incluso como si algunas de ellas no le hubieran entregado lo más importante que tenían.


 


¿Qué más podría decir?


 


Si nadie le enseño a ser de otra forma, nadie le dijo como se debía amar, nadie estuvo a su lado todas las noches procurando de su bienestar y tampoco pudo haberlo aprendido de su padre. De él menos que de nadie aprendió como mantenerse al lado de alguien por siempre. No comprendía eso.


No es como si quisiera culparlo por la vida que llevaba, por el contrario, en cierta forma le agradecía el enseñarle esa parte “placentera” de la vida.


 


Era feliz, no iba a negarlo, le encantaba su vida, la forma en la que la vivía y con quienes las vivía. No era fácil, ni pensarlo. Escogía muy bien con quien estar y con quién no. Incluso si en un principio la persona que elegía parecía pasar de él, jugaba con más fuerzas y terminaba consiguiendo tener a esa persona entre sus brazos. No desaprovechaba ninguna oportunidad de la vida. Ni un momento. Todo lo vivía al máximo e increíblemente con responsabilidad.


Tal vez eso fue lo único bueno que le enseño padre un día cuando empezaba a crecer: “Responsabilidad, hijo”. En esos momentos Hyung Jun supo que debía recordar eso, su padre era de pocas palabras y por algo se había sentado a comer ese medio día con él. Era importante ser responsable. Y lo era.


 


 


Era el tipo perfecto para muchos.


 


Pero solo había un pequeño detalle.


 


Kim Hyung Jun era un jugador. 

Notas finales:

¡A VER, A VER CHICAS! ¡HABLEMOS CON CALMA!

¡NO ME ODIEN POR NUESTRO HYUNG JUN!

Sabemos que es un caramelito en la vida real jajaja

Solo queria que no sea el mismo niño de siempre

¿Que les parecio? ¿Es un buen inicio?

Quedaria encantada si me contestan porque así se mas o menos que linea tomar, si debo modificar algo o le sigo a como lo tengo pensado.

Espero les haya agradado

Dejenme sus reviews que siempre son bien recibidos ademas de que siempre les respondo

Si tienen dudas también les respondo y si quieren charlar saben que no hay manera de callarme jajaja

Bueno, adios. Mis saludos a todas y todos (por si hay)

Besitos~ 


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