Todos necesitan un paraguas para cubrirse de la lluvia. Déjame ser el tuyo.
Jungkook caminaba decaído, con el bolso a cuesta del hombro. Esa era la mañana en la que lo habían dado de alta en el hospital.
Los doctores decían que había sufrido, además de la fractura de costillas, una contusión cerebral. ¿Qué mejor manera de mirar al mundo después de una experiencia cercana a la muerte?
Pasaron largos días que parecían interminables para que Jungkook pudiera volver a poner pie en el suelo por si sólo. Sonreía de vez en cuando, cada que alguna de las enfermeras soltaba algún chiste para mejorar los ánimos del joven cuando estaba acomodando sus pocas pertenencias en un bolso para alistarse e irse del hospital.
Joven que carece de familia; por eso le tienen lástima.
Cuando por fin llegó a la entrada de su casa, dejó caer sin ganas el bolso al piso, manteniendo la mirada fija en aquella puerta o bueno, más bien hacia la nada.
Reclamó con palabras que sólo podían ser escuchadas y entendidas por él mientras abría la puerta de su casa. Dejó el par de zapatos en un rincón y después de despojarse de la ropa que traía puesta -que por cierto, apestaba a hospital- se dejó caer en el pequeño sofá con las piernas extendidas por encima del apoya brazo.
Se quedó con la vista fija en el techo, sin ganas de hacer más que eso. Un ruido proveniente de la cocina hizo que inclinara la cabeza hacia su espalda, tratando de encontrar algo fuera de lo normal.
Se levantó con cuidado mientras se rascaba el muslo y entonces fue a la cocina, llevándose una sorpresa. Jungkook entreabrió los labios, que luego se curvaron con una sonrisa.
El pequeño gato que trató de acoger justo el día de su "casi" muerte, lo miraba desde el mesón de la cosina mientras sostenía un saltamontes con ambas patas.
-Woow, ¿Has cuidado la casa por mi, pequeñín?
El gato lo miraba a la cara, mientras volvía a poner su pata sobre el saltamontes moribundo; asegurándose de que no se le fuera a escapar. Jungkook rió y después de sobarse el mentón acarició sutil la cabeza del pequeño gato.
-Tranquilo viejo, es todo tuyo.
Volvió al sofá con la misma posición de antes, pero esta vez sintiéndose menos solitario.
El teléfono comenzó a sonar, sacando al joven de sus pensamientos. Era Jin, el compañero de habitación de su amigo Jimin.
-¡¿Jungkookie!? Por Dios ¡¿Sabes lo preocupado que estaba?! ¡Casi me da un infarto cuando Jimin me contó! Dios... Sólo me fui dos meses y esto ocurre... ¿Estás bien? ¿Tienes los medicamentos? ¿Has comido?
Jungkook movía los dedos contra el teléfono, escuchando incansables gritos y regaños del mayor.
-Estoy bien, tengo todos los medicamentos... Y si he comido. Tomalo con más calma hyung...
Al instante escuchó quejidos seguidos por un suspiro demasiado dramático para su gusto; pero así era Jin y así le quería.
-Jimin y yo estaremos en tu casa dentro de... Más o menos una hora. ¿Podemos quedarnos a dormir? No quiero que pases éstas noches sólo, Kookie.
Y Jungkook tragó saliva al escuchar aquellas palabras. Después del incidente, tenía miedo de que ellos pudiesen volver y aún peor, involucrar a sus amigos y no escapar con vida.
-Esto... Bue...
La voz de Jungkook fue interrumpida por una aguda y algo chillona. Jimin le había quitado el teléfono a Jin y hablaba muy rápido, antes de que Jin lo atrapara.
-¡Nos vemos allá Kookie! ¡Ah! Y no hagas cena. ¡Hyung y yo la llevamos!
Jimin colgó la llamada segundos después de haber terminado de hablar. Jungkook se sentó en el sofá, revolviendo su cabello.
El tiempo pareció pasar volando para el pelinegro, que seguía en la misma posición que cuando dejó de hablar con Jimin. De un momento a otro, dos jóvenes tocaban eufóricos la puerta y Jungkook fastidiado pero más que eso cansado; arrastró los pies hasta la entrada. No hizo falta preguntar antes de abrir ya que sólo sus amigos podían ser tan ruidosos un martes por la noche.
-¡Jungkookie! ¿Acaso estás más grande? -Jin saltó a los brazos del menor que trataban de aguantar su peso- ¡Oh, que torpe soy! -aguantó a Jungkook por los brazos- Seré más cuidadoso, Kookie. Se que acabas de llegar de rehabilitación y no puedo aplastarte como lo haría normalmente.
Jungkook rió y después de aclararle a Jin que él estaba completamente perfecto, ofreció ayuda a Jimin para llevar la comida que habían traído hasta la cocina pero Jin se movió más rápido que el pelinegro y en seguida fue directo a la cocina. Jungkook y Jimin rieron por la actitud del mayor y fueron a esperarlo en la sala.
-¿Y éste gato? -Jimin miró curioso al minino que le observaba desde la comodidad del segundo piso de la biblioteca. Jungkook levantó una ceja, divertido.
-Estaba en casa cuando volví -bajó los hombros-, pero es agradable tenerlo aquí. Así que...
-¡Un gatito! -Jin se abrió paso entre los chicos y fue directo a agarrar con suavidad las patitas del animal- ¡Es tan lindo! ¿Ya tiene nombre?
-Aún no -dijo pensativo-, pero ya me acostumbre a decirle Gatito.
-Es una bola de pelos-. Interrumpió Jimin, dando un fuerte estornudo.
-Es una linda bola de pelos-. Corrigió Jin, ya con el animal en brazos.
-¿Una? -Jungkook parecía confundido. ¿Acaso no era un él? Jin negó con la cabeza mientras alzaba al gato. Jungkook abrió ligeramente la boca, sintiéndose torpe y al mismo tiempo engañado. No era un él, era ella-. Woow Jin, tenías razón.
-¿Quieren dejar de hablar de la bola de pelos? ¡Tengo hambre!
-Ay Jimin... ¿Acaso no es linda? -Jin apretó a la gatita entre sus brazos y jimin hacia una mueca.
-Para nada. No me gustan los gatos.
Jimin cruzó los brazos y con las mismas se fue a la cocina. ¿Para qué seguir siendo ignorado por una bola de pelos? Buscó entre las bolsas que él mismo había llevado a casa de Jungkook y saco vegetales y varios paquetes de ramen. Sin pedir permiso ni mucho menos, del gabinete buscó un cuchillo y una bandeja, para comenzar a picar todo lo que había sacado para el ramen. Las voces de Jin y Jungkook lo distrajeron de lo que hacía y volteó algo exasperado. Jin todavía cargaba a la bola de pelos.
-¿Por qué no me esperaste?
Jin fingió dolor y Jimin lo ignoró, mientras que seguía moviendo el cuchillo con un compás pausado.
-No sé... ¿Porque tengo hambre? -respondió Jimin y después dió una mirada asesina al gato-. Sabes que los animales deben estar a fuera de la cocina. Anda, si quieres quédate en la sala con esa cosa.
Jin levantó las cejas y dejó al gato en el piso, que en seguida se fue por el pasillo.
-¿Feliz?
-Sí y mucho. -sonrió- Kookie ¿Quieres más cebollin en tú ramen?
Después de que Jimin termino de hacer la cena, los tres -aunque estaban apretados- se sentaron en el sofá a disfrutar de la comida mientras veían la película que Jin había elegido.
-No puedo creer que me voy por dos meses y esto es lo que ocurre -comenta Jin, sin levantar la vista de la pantalla-. Jungkook... ¿Realmente estas bien viviendo sólo? -por unos segundos lo vio. A veces desearía no conocer el corazón de las personas.
-Jin... Estoy bien, siempre lo estoy- responde apresurado, abrazando sus piernas mientras apoya la cabeza en las rodillas-, creo que Jimin se quedó dormido... Iré a por una cobija.
-¡Espera! -sostuvo el brazo de Jungkook para impedir que se moviera-, Jungkook ¿Quisieras venir a vivir con nosotros? Podríamos poner un colch...
-Basta, Jin.
Jungkook tenía la cabeza gacha y evitaba mirar a Jin.
-Pero... Jungkook, me preocupa que estés aquí sólo. Sabes que en estos tiempos es mejor seis ojos que sólo un par. -Jin veía firme a los ojos de Jungkook. A pesar de que la oscuridad de la sala no le permitía ver más allá que un simple trazo de su rostro; notaba que aquella mirada del menor estaba triste y decía a gritos que en realidad no estaba bien. Jungkook rodó la cara hacia la pantalla y sintió como pateaban su pierna... Definitivamente Jimin estaba teniendo un buen sueño.