Solo dime que puedo sobrevivir en este mundo tan frío. -Awakening.
Jungkook se despidió de su amigo y al salir del tren, caminó hacia las escaleras mientras esquivaba a las personas. Afuera las estrellas comenzaban a esconderse detrás de las nubes; Jungkook rogaba que por la noche el clima fuera mejor que en el día.
Pateando una que otra cosa que encontraba a sus pies, caminó por la acera. Al llegar a su destino, un particular ruido desvió la atención del pelinegro, que estaba a punto de insertar las llaves en el pomo de la puerta de su casa. Al voltearse vio que una pequeña sombra se movió hasta el fondo de la calle y Jungkook con curiosidad y a paso lento, buscó con cautela el causante del ruido. Al estar más cerca, pudo apreciar a un pequeño gato que se escondía detrás de un bote de basura. Al alumbrar con la linterna de su teléfono para tener una mejor vista, el minino asustado salió corriendo. Un gato así de pequeño no debía estar sólo e indefenso así que se apuro en la búsqueda, encontrando al gato en la esquina de un callejón sin salida. Fue más cuidadoso que antes.
- ¿Gatito?... -arrugó las cejas al recordar que el gato no le respondería- Puede que mi casa no sea tan grande como la calle... Pero si vienes, prometo que te cuidaré. -dijo sintiéndose un loco por hablar solo.
Al intentar agarrarlo, el pequeño le mordió la mano y después de muchos intentos fallidos, por fin pudo sostener al gato con ambas manos. Al principio no dejaba de moverse y arañar al chico. Después de varias caricias de parte del pelinegro, se calmó.
Jungkook podía sentir como el corazón del gato latía a mil por hora, se imagino que el pequeño debía estar más asustado de lo que pensaba.
-Listo... Ahora podemos ir a casa...-susurró mientras trataba de mantener al gato entre sus brazos. Se veía tan pequeño... Sonrió mientras caminaba hacia la salida del callejón. Eso, hasta que sonaron unos pasos que le hicieron detenerse y apretar los labios. Sintió una fuerte punzada en la cabeza, provocando que por reflejo llevara la mano a la frente.
- ¿¡Q-quién anda ahí!? -se reprendió a si mismo después de hablar. Había sido estúpido como los personajes de aquellas películas de terror que tanto le gustaban... Predecible. En momentos como ese, mataban al personaje ¡Y él no quería morir!... Al menos no en ese momento.
- ¡Es perfecto, perfecto! ¿Ven chicos? ¡Tenemos doble banquete! -dijo una voz proveniente de la entrada del callejón que para el susto de Jungkook, sonaba con demasiado entusiasmo sin ninguna razón.
El gato se erizo, clavando sus pequeñas pero afiladas garras en el brazo de Jungkook, que gruñó por sorpresa y separó de su cuerpo. Mordió los labios al ver que ahora tres hombres bloqueaban su regreso a casa. Apretó protector al gato contra su pecho, frunciendo el ceño y abriendo ligeramente la boca al ver a los sujetos de cerca. Relamió los temblorosos labios y después de apretarlos, tomó un último suspiro y miro con pesar al gato... Al menos uno de los dos saldría vivo.
Estaba él sólo y ni pensar en como pelar con dos de ellos...
-Parece que no tiene ninguna arma... Apúrate, Suga. No haré de nuevo el trabajo sucio. -dijo HoSeok cruzado de brazos. Los ojos rojizos de Suga brillaron como si de un niño viendo sus regalos de navidad se tratara.
El pelirrojo se movió tan rápido ante los ojos de Jungkook que antes de siquiera intentar huir, ya lo tenía a su espalda. Un gran Koukaku o "coraza brillante" con forma de taladro se formó desde el hombro hasta la mano y cubrió por completo ambos brazos de Suga. A pesar de que era de noche, el color durazno y rojo lo hacía resplandecer. Pasó sin esfuerzo el Koukaku por encima de la cabeza y a la altura de las costillas de Jungkook hasta que casi lo ahorca y rompe en dos.
Jungkook gritó horrorizado, estaba indefenso; sin escapatoria alguna. De repente su vista se nubló. Escuchó como aquellas personas hablaban, más no entendía ni una sola palabra y entonces cayó desplomado al suelo. No sintió cuando Suga atravesó con el Koukaku su costilla izquierda, mucho menos cuando su cuerpo cayó e impactó contra el suelo. Los expectantes veían la escena algo confusos.
-Se ha desmayado antes de que siquiera hicieras algo, Suga.
La voz de Namjoon hizo que ambos chicos voltearan hacia su espalda, mirando al peliblanco. Con tan sólo un poco de carne ya se veía completamente repuesto. Namjoon entrecerró los ojos, curioso de saber qué hacían sus compañeros. Pero mantuvo en secreto la familiaridad del olor que emanaba aquel muchacho que ahora se encontraba tumbado boca abajo en el suelo, con un charco de sangre bajo él que incrementaba con cada segundo que pasaba.
-¿Y qué? -dijo Suga de mala gana-. De igual manera es comida.
Jaló el cabello de Jungkook, mostrando la cara del pelinegro. Su sonrisa cínica se enanchó al notar que realmente estaba inconsciente. Entonces Namjoon sintió nauseas, como si hubiese comido alimentos de humanos. El peliblanco se rascó el cuello incómodo.
-Déjalo ahí. -sentenció mirando con asco a al joven moribundo- Será mejor buscar en otro lado.
Suga y HoSeok se miraron extrañados y luego volvieron sus rostros hacia Namjoon, quien giró sobre sus talones y se dio media vuelta. Nunca había rechazado una propuesta como esa. Pero al menos de esa manera no se sentiría culpable de la muerte de Jungkook.
-¿¡Estás loco!? ¡Si lo dejamos ahí vendrán otros y se lo comerán! -Suga estaba muy molesto. Su Koukaku que parecía tener vida propia; se movía al compás de las palabras del chico. HoSeok observaba en silencio... Namjoon y Suga diferían por todo-. De todas formas, no creas que todo es para ti. -afirmó mientras relamía sus labios y alzaba los brazos en posición de ataque. Si Namjoon estaba satisfecho, él todavía tenía un gran estómago que alimentar.
No le dio tiempo de hacer nada, ya que Namjoon se volteó agresivamente hacia él, y además también estaba usando su Kagune. Un Rinkaku o "Escama brillante" surgió desde la zona alrededor de los lumbares con una apariencia similar a tentáculos escamosos. Los ojos de Namjoon habían se habían tornado a los de un Ghoul; color rojo y negro. Namjoon miró desafiante a Suga, quién no se movió ni un milímetro de donde estaba.