JongWoon siempre se había mostrado ante los demás con una sonrisa pintada en sus labios, siempre con una vibra alegre rodeándole, siempre con esa sensación de que nada lo podía tirar, de que era más fuerte de lo que su delgada contextura dejaba entrever, pero siempre y desde que puede recordar se ha sentido solo, como si algo, o alguien, faltara en su vida para que estuviese completa.
Su rostro siempre parecía relajado, como si los problemas del día a día fueran solo cosas banales para él, pero era simplemente que su mente trabajaba más rápido que lo que su boca podía moverse, así que a pesar de tener tantas cosas que decir, casi nunca hablaba.
Su trabajo como cajero en el café de su familia le gustaba mucho, a pesar de su timidez natural y poca capacidad de sostener por largo tiempo una conversación más bien trivial, aquella tarde lluviosa de noviembre le gustó aún más, por la puerta había pasado un chico un tanto más alto que él, pálido como la nieve, con su cabello castaño claro algo húmedo y una mueca de fastidio que lo encantó, por más que quisiera apartar sus ojos de aquella silueta no podía, era demasiado atrayente.
-Un café americano-pidió con voz suave, grave y seductora, aunque eso más bien era una característica natural, no era como si él resultase tan relevante en aquel lugar lleno de hermosas chicas para ser notado y que le coqueteara, ¿cierto?
-Eres muy guapo-soltó de pronto, atrayendo por completo la atención del recién llegado, quien elevó una de sus cejas, al mismo tiempo que las mejillas redondas de JongWoon se coloreaban con fuerza- L-Lo siento-jadeó avergonzado, antes de desaparecer tras la pequeña puerta que llevaba a la cocina.
- ¿Estás bien hyung?-le preguntó preocupado JongJin, al verlo entrar con el rostro colorado y los ojos brillantes.
-Cambio de puestos-pidió comenzando a preparar el pedido del misterioso hombre guapo, que aun esperaba en la caja, tal vez y solo tal vez, aquel chico era la respuesta a su soledad, tal vez Dios si había escuchado sus plegarias, tal vez su hilo rojo al fin se había acortado lo suficiente como para que encontrara a su otra mitad predestinada.
El misterioso chico continuó yendo al menos tres veces por semana, siempre sonriéndole de forma coqueta a JongWoon, arrebatándole tiernos sonrojos y bobos tartamudeos, con el tiempo conoció su nombre, KyuHyun, un frío día de enero, por fin le pidió una cita.
- ¿A qué hora sales?-preguntó KyuHyun mientras esperaba su orden en la caja, había sido un día bastante tranquilo.
- ¿Eh?-murmuró sorprendido- A…a las ocho-dijo viendo a KyuHyun asentir antes de tomar su café y sentarse a esperar su salida, para eso faltaban dos horas más, pero no pareció importarle.
En aquella su primera cita, solo caminaron hasta el departamento de JongWoon hablando de cosas triviales, a la mañana siguiente, tuvieron otra cita, esta vez fueron a cenar a un puesto callejero, así continuaron las citas, donde JongWoon dejaba lentamente ver todo de sí, porque sin importar el resultado de todas esas citas, el sentía que KyuHyun era el indicado.
- ¿Qué pasa Cho, estás muy distraído?-se burló su jefe de área, el simplemente suspiró y se acomodó en la silla para continuar con la programación que estaba haciendo, pero a cada momento su mente se veía llena de imágenes de JongWoon, su raro y extrañamente encantador enamorado, y vaya que aceptar que estaba perdidamente enamorado del cajero había sido difícil, tal vez debió alejarse cuando su corazón empezó a saltar con fuerza cuando lo veía, o cuando su corazón se detenía al ver los tiernos sonrojos que llenaban las mejillas del mayor, tal vez ahora no estaría perdido en aquel pozo llamado amor.
Cuando le vio salir de su departamento para ir al teatro, su corazón se detuvo y olvidó como respirar, JongWoon se veía tan hermoso en aquel traje gris, que simplemente deseaba esconderlo de los demás, jamás se había sentido de aquella manera.
Incluso cuando estaba a punto de caer dormido, su cabeza no lo dejaba en paz, la risa del mayor se reproducía en su mente, su sonrisa alegre, la forma algo invasiva en que siempre le tocaba, sus ojos achicándose ante algo que le causaba gracia, su fragancia fresca y masculina.
No es como si hubiese esperado encontrar a su complemento en la vida, de hecho hasta hacia muy poco no había creído que existiera, pero JongWoon era exactamente eso, su complemento y ahora estaba ahí intentando escribirle una carta, tratando de expresar con palabras todos esos sentimientos y emociones que solo el mayor le causaba, pero simplemente nada era suficiente, ninguna palabra era capaz de llenar lo que significaba JongWoon en su vida.
Incluso habían llegado al punto de enviarse mensajes a cualquier hora del día, solo por saber que estaba haciendo el otro, a ese maravilloso punto habían llegado.
KyuHyun aspiró el dulce aroma que desprendía el mayor, era una tarde cálida de primavera, estaban frente al rio Han observando el atardecer, era ahora o nunca, se dijo así mismo.
-JongWoon-le llamó viendo el entrecejo fruncido el mayor por hablarse sin ningún respeto- Eres mi respuesta, eres mi todo y se, que aunque parezca tonto, que lo serás para siempre, incluso cuando mi corazón deje de latir, este sentimiento seguirá, quiero compartir mis días contigo, quiero ser tu soporte, quiero ser quien te consuele cuando no puedas más, quiero ser con quien compartas tus risas, quiero ser tu todo-dijo hundiéndose en los pozos sin fondo que tenía el mayor por ojos, ignorando el sonrojo violento que apañaba su rostro.
-Lo he pensado mucho tiempo KyuHyun, y solamente quiero estar a tu lado, quiero que seas mi todo-murmuró bajito, apenas un susurró antes de juntar sus labios en un cálido y tímido roce, un roce que llenó sus pechos de alegría.
-Te amo JongWoon-murmuró sobre los labios ajenos, sintiéndolos moverse hasta formar una sonrisa sincera y brillante.
-También te amo KyuHyun.