Sus párpados se abrieron lentamente....
Sus ojos claros hacían un esfuerzo por acostumbrarse a la luz directa del sol que se colaba por una ventana abierta, su cuerpo empezó a moverse con delicadeza, sin la mas mínima de brusquedad sus piernas empezaron a rosarse, uno de sus brazos dirigió a la mano a tocar su frente, levantando un poco el cuello y la espalda, ya en mejor posición y con la vista recobrada pudo observar alrededor.
Al notar que estaba acostada sobre una cama dentro de una habitación iluminada color rosado pastel con decoraciones de flores de Sakura pintadas en las paredes, llena de un olor dulce y penetrante que se le hizo familiar pero que no pudo reconocer, se sentó en la cama y frente a esta estaba un espejo que dejo que se viera ella misma, bajo la mirada y vio su cuerpo, su vestido manchado por la sangre de su víctima había sido cambiado por una camisa de pijama larga color blanco con rayas delgadas celestes y un short blanco, vio sus manos de frente y al reverso y en estas ya no había sangre. Respiró despacio hasta llenar sus pulmones de aire y se relajó soltándolo despacio por la boca.
Su mano bajo de la cabeza a su pecho en el lado del corazón, en busca de aquella herida proporcionada por la navaja de aquel hombre, si, esa misma navaja con la que ella extrajo sus ojos, pero en vez de la herida se encontró con una gasa sostenida con cinta adhesiva que protegía la herida.
Se quedó sentada un par de minutos, recordando lo que había pasado, su último recuerdo era aquella pequeña chica casi tan pelirroja como ella.
Al escuchar un ruido proveniente de afuera de la habitación, se puso en pie y con cuidado de no hacer ruido alguno salió y busco el lugar exacto de donde provenía aquel sonido, y así dio con la cocina del pequeño apartamento. El ruido era obra de una chica que preparaba una mezcla para waffles y al batir, el cucharon golpeaba el recipiente provocando el sonido.
Un desayuno que constaba de tostada con mantequilla, huevos revueltos, leche y café ya estaba servido en la pequeña mesa redonda para dos personas, un florero decoraba en el medio de esta con algunos tulipanes rosados en él.
Un ambiente tranquilo a las 10 de la mañana, como todos los días para esa chica, que fue roto al momento de girarse para buscar un poco más de leche en la nevera y en vez de encontrarse sola, se encontró con una pelirroja que apuntaba a su cuello con un cuchillo, el susto había provocado que ella soltara la mezcla y el cucharón con la que la preparaba.
Las miradas volvieron a encontrarse, mientras que la de ella se tranquilizó, la mirada de la chica que sostenía el cuchillo se mostraba fría.
"Buenos días" - Dijo la que estaba siendo amenazada.
"¿Que hago aquí?" - pregunto al momento de acercar más el cuchillo al cuello de la otra.
"Sanar" - respondió y bajo la vista, no tenía miedo pero no quería esa imagen en su mente, la imagen de estar siendo amenazada.
"¿Quién eres?" - su tono no dejaba de mostrase seco, sin mostrar compasión ni temor.
"Me llamo Angeline"
"¿Porque me ayudaste? " - no recibió respuesta alguna y al ser así hizo que el cuchillo tocara la piel de Angeline - ¡responde!
La más pequeña levanto la vista y detallo los ojos de la mas alta como en busca de algo.
"Aún no lo sé con exactitud, sólo lo hice"
"Me tengo que ir" - bajo el cuchillo y se giró para salir pero sintió como una mano delicada tomaba su muñeca.
"No lo hagas"
Ella se detuvo y un sonrojo se presentó en las mejillas de Angeline al reaccionar sobre lo que acababa de hacer. Ese sonrojo no paso por alto a los ojos de la otra chica que había fijado su vista en ella.
‘’¿Qué? – Pregunto extrañada.
Angeline soltó la muñeca de la mas alta y fijo su vista de forma nerviosa en el suelo como buscando las palabras que necesitaba expresar, al tenerlas ya en mente, se dio cuenta que eran simples…comunes, pero que le darían tiempo.
‘’Desayunemos antes’’ – dijo tranquilamente.
‘’No tengo tiempo para eso’’
‘’Hay tiempo para todo, para huir y para desayunar, pero es mejor desayunar primero’’
Luego de pensarlo un poco respondió…
‘’Bien’’