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Seres Encadenados por William Michaelis

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Notas del capitulo:

¡Muy buenas!


ME alegra ver que les gusto el fic, y que tomaron muy bien mi regreso, pues nada, les dejo el capitulo recien salido del horno.

La sonrisa del demonio se ensancho al escuchar las palabras de de su amor, ¿era verdad que los demonios podrían amar? El solo quería al joven ahora, después de todo lo que le había hecho pasar era necesario tenerle de esa manera.

Vivir bajo su dominio toda una eternidad, el tiempo que durase con vida.

Horas antes del suceso se veía al joven entrar y esperar con un hombre a su lado a su esposa.

-Mi señor, no debería precipitarse...- Dijo Sebastian que ahora mostraba un cuerpo diferente, solo para raptar a Ciel, los invitados se habían extrañado de que el fiel mayordomo no lo hubiese acompañado a su boda. Pero en realidad lo había hecho, presentando otra faceta que la de; el mayordomo de los Phantomhive.

El cantar de los violines hizo que todos los invitados se levantaran a recibir a la galante prometida del joven Phantomhive, lucía un vestido precioso, detallado en colores blancos por supuesto, Sebastian miro el rostro de preocupación de su amo, mas solamente tuvo que esbozar una sonrisa altanera, sería suyo y de eso estaba seguro.

La novia llego al lado del caballero y la boda comenzó haciendo que todos los presentes tomaran asiento de nuevo las damas de la novia tanto como el caballero del novio se apartaron, la ceremonia dio comienzo y Sebastian solo pudo sonreír, las palabras del matrimonio eran dichas al aire como quien recitara un poema, sabía que todo era una vil farsa, y quien fuera feliz contrayendo matrimonio seguro no sabía lo que le esperaba.

Sebastian se perdió en sus recuerdos antiguos, mientras a lo lejos escuchaba con detención la voz del padre de la iglesia. Solo se partía de risa por dentro al saber que estaba pisando suelo sagrado. Escucho como el novio pedía el anillo a este y miro el negro anillo de su mano, solo se lo dio sin saber muy bien que estaba haciendo, la cara del menor reflejaba angustia y la sonrisa que tenía era una bastante falsa. Escucho las palabras del padre al fin, y trataba de no morir de risa, alguien tan viejo como él, se preguntaba quien había dictaminado tal cosa en las bodas.

Ciel solo se puso nervioso, no era tan fácil el ser raptado. Su semblante cambio al sentir las manos de su verdadero prometido alrededor de su cintura.

"Ustedes que miran esta boda con satisfacción, sin embargo me place darles de que hablar en los siguientes días." El demonio sonrió ante la estupefacta mirada de los invitados, pese a que eran de mente cerrada y sin la capacidad de comprender que estaba pasando. El tiempo pasaba y los segundos se hicieron minutos hasta que Sebastian beso a Ciel enfrente de todos.

El  tiempo se detuvo para el joven, miro a su demonio a la cara y lo beso de nuevo, a Sebastian le satisfacía tal acto en un lugar sagrado como la iglesia.

Dos invitados intentaron separarlos, en especial el hermano de la novia, que de momento ya se había puesto a llorar, en verdad le hacía ilusión casarse con su primo y prometido.

Sebastian tomo en sus brazos al más joven y sonrió. "Mi señor, será mejor que nos retiremos. " Le sonrió con amor, y Ciel también lo hizo no advertido de lo que en verdad pasaría. La novia vio ese gesto en el rostro de ambos, entonces se querían.

Sebastian cargo al joven fuera de la iglesia hasta que tuvo que dejar al joven en el suelo. "¿Podría ser un hombre? Y dejar de seguirnos." Recibió un disparo en el hombro lo que lo hizo retroceder.

Era el padre de la novia, que tan pronto los alcanzo planeaba matar al conde Phantomhive para quedarse con su fortuna. Sebastian frunció el ceño y cambio su forma a la del mayordomo, le estaba molestando bastante que el padre de la chica los hubiera seguido.

"Muéstrale la hospitalidad de los Phantomhive"  Escucho las ordenes de su amo, quien al parecer había dejado de ser tan débil como se mostraba. "Como usted desee mi señor" El hombre disparo de nueva cuenta con el mayordomo lo que finalmente hizo que soltara el arma.

El hombre lo intento golpear sin razonar correctamente, sin embargo se fue en contra del joven Phantomhive, Sebastian lo detuvo y sintió una fría hoja atravesarle. "¡Sebastian!" El hermano de la señorita Middleford había hecho presencia solo para ayudar a su padre.

"Los humanos deberían aprender, que si un hombre no muere con un disparo, no es bueno intentar de nuevo." Rápidamente los dos hombres terminaron en el suelo sin poder hacerle daño alguno al conde. El mayordomo los había derribado con destreza, pero la espada ahora mismo le estaba molestando demasiado. Saco esta misma sintiendo dolor en el proceso, era bastante molesto tener tal cosa dentro.

"Mi señor, le sugeriría, partir ahora, antes de que sea tarde y usted y yo tengamos otro percance..." Sebastian sostenía la herida manchando el inmaculado guante en el proceso.  Fue forzado a ponerse de rodillas y cuando creía que era un castigo por no haber sido mejor, sintió los brazos de su amo.

"Arrástrame al infierno Sebastian." Le ordeno esperando que fuera mejor que cualquier cosa que hubo experimentado antes, nada le podía provocar temor ahora, más que perder a la única persona que tenía. A su demonio.

Al dejar todo atrás, y pasar al otro mundo con el demonio que creía conocer.

Todo fue diferente, ser el primer humano en pisar esa tierra de nadie y de todos, Sebastian miro con extrañeza al ver que el joven miraba todo, ¿maravillado?, no sabía que palabra utilizar para definirlo.

-Bienvenido a tu nuevo hogar Ciel...- Le dijo sonriente apegándolo a él. -Los humanos viven de mentiras, alimentados por la codicia y la lujuria. Y verás, que aún después de muertos... las cosas no cambian. - Lamió su oído con lujuria e hizo estremecer al chico.

-Sebastian... - Logro susurrar a duras penas su nombre estremeciéndose por tal contacto contra su ser. No se acostumbraba a tener tan cerca al demonio.

-Para ti, en este mundo desde ahora, Cimeries Carnivvean; príncipe de la Orden de los poderes, marques del imperio infernal y desde ahora tu dueño. Hijo primero de Gurson y de Justine,  un placer haber atendido tus deseos Ciel...- Sonrió con sorna tomando sin delicadeza alguna la mano del joven mirando el anillo, Ciel por su parte estaba atemorizado, el demonio del que se había enamorado era ese; veía una larga capa de color negro y dorado estar en el cuerpo de su amado sujetada por un holán rojo de hombro a hombro. Una coraza negra se presentaba ceñida a su pecho, tenía detalles rojos, mas en su pecho yacía un escudo bastante detallado, tenía varias decoraciones a su rededor. En sus piernas un pantalón de vestir, parecía de la más fina tela. Y más abajo aún una botas de suelo confeccionadas en piel y cercanas a parecer a las de un rey.

El joven seguía portando el mismo traje azulado de su boda, de monocromos colores haciendo fin con la blanca camisa que mostraba un poco de su pecho.

Ciel estaba en si ansioso por continuar su recorrido por el infierno, pero al ver la vista desde donde estaban no era más que una fría montaña, después de dejar de ver a su amado Sebastian se concentro en su entorno, todo era frío...

Las leyendas sobre el infierno eran falsas.

-¿Dónde estamos? - Se atrevió a preguntar, aunque sonase muy estúpido de por sí, pero tal vez habían pasajes donde tuviera algún nombre.

-Estamos en el Paramo Helado, al sur de la ciudadela, vivimos en el infierno de hielo mí querido Ciel, gobernamos la parte sur, y las otras tres familias son bastante amigables. No te alarmes, esto es una ciudad normal como cualquier cosa, solo, que los habitantes harían lo que fuera, por conseguir un alma o un perdón, hay otros, que disfrutamos nuestra vida como demonios.

Ciel escuchaba cada palabra de su prometido como si fuera música, en verdad no entendía que era lo que pasaba.

-Ven, te llevaré al castillo, a menos que quieras caminar y congelarte en el bosque o en las montañas...- Se rió un poco más el chico solo lo empujo.

-Bastardo, tú no tienes frío... ni lo sientes...  - Se aferro a él y entonces vio a un negro corcel, respondía a la mano de Sebastian y al nombre de Mars, sintió los brazos de Sebastian alrededor de su cintura y entonces lo subió al caballo enfrente de él.

-No es la forma de tratar a tu esposo Ciel. - Le sonrió y ambos compartieron un pequeño ósculo y el corcel comenzó a descender de la montaña Sebastian mantenía su vista en el camino, estaba preocupado pero no lo diría, Ciel le preocupaba, mil cosas podrían pasar, pero sabía que nadie se metería con él ni con su pareja. Pero estaba preocupado por algo mas, su padre, y su madre, ¿qué dirían si él estuviera enamorado de un humano? No era algo que no se viera, pero en la mayor parte de los casos el humano era mujer... Ciel lo saco de sus pensamientos.

-¿Sebastian? si voy a ser tu... tu pareja, supongo, ¿no debería saber más de ti? - Le pregunto con algo de inocencia en sus palabras, aunque claro no había alguna ahí, pero sentía que era necesario hablarle así, y ahora mismo, se sentía como un niño pequeño, sin saber nada del mundo que lo rodea.

-¿Que te interesa saber? Mi nombre te lo he dicho...- Intentaba escuchar las palabras del niño pese al galope del caballo.

-Todo sobre ti... ¿qué edad tienes? - Le pregunto a lo que Sebastian rió, no era necesario decirle eso pero aún así lo respondería.

-Soy tan viejo, como un vampiro que vivió ya hace muchas décadas, y estoy orgulloso de haberle conocido en alguno de mis viajes, sin embargo mi edad para ti no ha de ser relevante, así como la tuya para mí no significa mucho. - Le sonrió y miro al joven tiritar de frío, le cedió parte de la capa cubriendo esta a ambos.

-¿Tienes más familia? - Le pregunto, pero como dicen la curiosidad mato al gato, y así mismo era, la curiosidad mataba al joven en estos momentos.

-Mucha como entenderás, todos de mi misma sangre, cuatro hermanos y dos hermanas, por ser el primer varón de la familia, en mi cabeza descansara la corona del sur al fallecer mi padre. - Sebastian suspiro y miro a lo lejos como la estructura del castillo se presentaba, la nieve dificultaba la vista pero no era tan difícil ver las cúpulas de las torres y las defensas del castillo en la zona baja, pronto ambos amantes entraron al pueblo de los nobles, a las afueras del castillo.

Ciel quedo maravillado con lo que veía, todo estaba cubierto de hielo, o nieve, las casas de  los nobles eran grandes y modestas, todo parecía sacado de un sueño, hasta que tres guardias se les acercaron.

-Identifíquense. - Les dijo el más alto, que portaba una armadura negra y en los pliegues de esta parecía que corría la sangre del caballero.

- Cimeries Carnivvean; Príncipe de la Orden de los poderes. Hijo de Gurson y de Justine. Heredero al trono. - El caballero rápidamente se reverencio ante este y frunció el ceño.

-Ruego me perdone Príncipe, hemos ansiado su regreso desde hace ocho años, sepa usted, que trae consigo a un polizonte... un humano...

-Es mi pareja, y desde ahora residente  del infierno, así que tu vida también ha de servir para defenderle. - Sebastian frunció el ceño esperando que les abrieran el paso para acudir al castillo.

Ciel estaba nervioso, mas Sebastian lo repego  mas a su cuerpo, se sintió tranquilo en el calor corporal que emanaba el cuerpo de su amante.

-¿Podría decirnos su nombre? - Le llamaron la atención los guardias al peligris que en esos momentos encontró la forma de no verse atemorizado.

-Ciel Phantomhive... Esposado con el Príncipe Cimeries. -Su corazón latía con tal fuerza que sentía que en algún momento pararía de un instante a otro y moriría.

Sebastian sonrió y lo dejo ir.

-Abra el paso soldado, estoy cansado y anhelo regresar a mis aposentos.- El soldado lo volvió a reverenciar y se hizo a un lado dejando pasar a la pareja.  -Nadie te hará daño mientras estés conmigo...- El demonio le sonrió y lo abrazo de manera protectora. Se sentía seguro con él.

Ciel vio como entraban en la muralla del castillo después de pasar un puente, fabricado en hielo puro. Sebastian bajo del caballo y lo ayudo a este para después dejar al animal en el establo y continuar su camino a pie, al llegar a la entrada vio al demonio inseguro.

La fachada del castillo mostraba detalles de épocas antiguas a su actual, gruesos ladrillos de piedra conformaban la estructura, algunos dañados y algunos cubiertos de hielo. Al entrar por aquel portón de madera negra sintió un escalofrío.

El padre de Sebastian descansaba en un trono entonces abrió los ojos al sentir la llegada de su primogénito.

-¡Cimeries! - El príncipe corrió a abrazar al demonio rey, dejando de lado a su prometido.

-Padre... - Beso su mano y le hizo una reverencia. Ciel miraba la escena con algo de extrañeza, Sebastian parecía bastante feliz de regresar.

-¿Quienes el chico detrás tuya? ¿Trajiste la cena hijo? - Por otra parte Sebastian frunció el señor y miro a su padre a manera de reproche, pero  por dentro lo consumía la ira.

-Es mi prometido. - Remarco volviendo al lado de Ciel solo para traerlo al lado del demonio mayor entre sus brazos. - A si como mi madre era la esposa de Marco Aurelio y una humana, ruego que él sea mío, tal y como ya lo es.

Gurson se quedo estupefacto, las palabras de un hijo que planeaba casarse.

-¡Muy bien muchacho! - Le palmeo el hombro el demonio más viejo y entonces miro al joven dentro las telas de la capa de su amo. -¿Pero a este jovencito le comieron la lengua? - Pregunto con sorna para recibir la contestación de Ciel.

-Mi nombre es Ciel Phantomhive, Señor Gurson...- Dijo con sarcasmo esbozando una sonrisa un tanto altanera a con el mismo rey.

-Educado el muchachito... ¿de dónde lo sacaste Sebastian? - Pregunto tomando la barbilla del chico mirando cada rasgo de este. Más Sebastian solo se limito a gruñir un poco. Quería que se alejara de su pertenencia.

-De Inglaterra, y estaría muy agradecido tu no fueras tan liberal con mi niño. - Frunció el ceño alejando al rey de Ciel y próximo cargándolo en sus brazos.

-Está bien, me gusta que lo trates como tuyo... pero este joven tendrá que responder a tu nombre se le haya cometiendo un crimen. Estás advertido. - Ciel frunció el ceño y miro a Sebastian mientras se alejaban del trono del rey para subir una larga escalera que daba al ala izquierda del castillo y después de unas escaleras mas llegaron a los aposentos del príncipe luego de pasar una especie de biblioteca.

-Lamento eso...- Dijo Sebastian dejando a Ciel en el suelo después recibiendo una bofetada. Como cazador que acecha a su presa Sebastian lo aprisiono entre la cama y su cuerpo.

-¡No soy tuyo! - Le reclamo entonces sintió los labios de su demonio aprisionar los propios en un beso, que duro hasta que hubo calmado su ira.

-No lo eres aún, pero temo que alguien te lastime. - Le declaro dejándolo ir y sentándose en la cama viendo como el menor se mantenía en esa misma posición y entonces poso una mano en su estomago.

-Sebastian, si te llegan a ceder el trono... ¿a quién se lo dejarás tú? - Le pregunto pensando en su situación donde ambos eran hombres, y nada podía nacer de aquella relación.

-Es bueno tener hermanos...- Le declaro besando la delicada tez de su cuello. No le importaba tener hijos, y en verdad no quería tenerlos, solo eran un estorbo al final. Clamando como suyo lo que no les pertenecía, y prefería permanecer al lado de Ciel. Y retirarse dejando todo en buenas manos.

El joven asintió y los golpes en la puerta interrumpieron su habla, la reina había ido a hablar con ambos.

-¿Cimeries? - Aclamo la mujer detrás de la puerta entonces abriéndola viendo a la joven pareja ahí impartirse un pequeño beso.

Le recordaba a como el padre de Sebastian la había conquistado.

-Mi querido niño...- La madre sonrió y se sintió abrazada por los brazos de su hijo súbitamente haciéndolo a un lado a su madre le mostro al joven. - Vaya, este jovencito es el afortunado de tus caricias...

-¡Mamá! - El demonio sonrió y después de una charla amena no relevante, avergonzando un poco al hombre. Ambos amantes se quedaron solos, Ciel estaba tendido sobre la cama con Sebastian en su regazo, la paz que tanto había anhelado la había encontrado con su amado demonio.

Su mente empezó a divagar entonces contando los segundos el joven de cabellos grisáceos se levanto a besar al antiguo mayordomo y sonrió.

-¿Ciel? - El demonio estaba cansado y solo deseaba dormitar, aunque no lo necesitase los viajes entre mundo y mundo eran cansados y necesitaba de su energía. -Basta. - Le reclamo haciendo sus manos de lado y dejándolo otra vez tumbado en la cama, el demonio se quedo ahí por buen rato, incluso el joven se había parado para cambiarse de ropa.

Al rato el joven se poso encima de sus caderas y lo comenzó a besar.

-Te había dicho que basta...- Le reclamo de nuevo Sebastian quitándose al joven de encima.

-Pero hueles muy bien Sebastian...- Le dijo entonces el demonio comprendió que era lo que sucedía, pero aunque él lo quisiera. Eso significaría cerrar su matrimonio con Ciel.

-No. - Le volvió a negar su petición y frunció el ceño mirando al joven esta vez aprisionando su mano, escuchando el leve gimoteo del joven.

-Pero, Sebastian...- El joven hizo un pequeño puchero al recibir el regaño aquel, ni el mismo sabía que le pasaba en ese momento. Pero se sentía extasiado por el aroma de Sebastian.

-No es no Ciel. - Suspiro y finalmente vio como se había puesto el jovencito para él. Rodando los ojos con molestia, lo empujo a la cama, parecía gata en celo, masoquista a más no poder. -Queda en ti, porque estoy a unos segundos de ceder hacerte mío.

 

Notas finales:

Respondo reviews todos los sabados.

Y como siempre, ¡gracias por leer y estar aqui!

Sere malo y lo dejo en lemon, así que, el siguiente capitulo comenzara muy hardcore.


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