Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Despertando al corazón por Ann17

[Reviews - 134]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hooooooooolis!!^^

Os traigo el segundo capítulo, le he canviado el título, aprovechando el desastre que causé T-T

Aún sigo algo traumatizada, pero bueno, así volvéis a leerlo :3

 

 

Besiis^^

Capítulo 2

Nuevo destino

 

Parado frente a la puerta de mi habitación, contemplando a aquel hombre que acababa de aparecer sentí como el corazón latía desbordado. Como nunca antes lo había hecho. Los dos nos mirábamos fijamente. Su mirada, me ponía nervioso, tan firme e imponente. Sacó un cigarrillo y lo encendió, apartando la vista al fin de mí.
Me sentí liberado de golpe. Suspiré.
–Está prohibido fumar aquí dentro-Dije en un susurro.
Sí mi tía lo viese, aunque fuera un invitado, le echaría una buena bronca. El hombre me miró y dejó escapar el humo a través de aquellos perfectos labios.
– ¿Vives aquí? -Preguntó.
Voz firme y masculina.
–Sí.
–No te he visto en la fiesta -Dijo mirándome de arriba abajo -Aunque supongo que vestido así, no habrás asistido.
Enarqué una ceja.
Aunque parecía intimidante, tenía aquel toque de humor en sus palabras que odiaba.
–No me gustan ese tipo de fiestas, demasiada gente superficial y arrogante.
El hombre rio.
–Es una pena -Dijo apagando el cigarrillo en una de las macetas -Me hubiera encantado verte allí.
El hombre caminó hasta posicionarse a mi lado. Era muy alto, a pesar de que yo media más de uno setenta, él era enorme. De constitución fuerte aunque delgada. Le miré a los ojos de nuevo. Eran hipnóticos.
–Ya nos veremos -Dijo.
Siguió avanzando hasta las escaleras y las bajó. Hasta que no lo perdí de vista no entré en mi habitación. Cerré con pestillo y me tumbé en la cama. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas y vueltas, tenía una sensación extraña en mi cuerpo, y mi corazón seguía latiendo deprisa. Como si con la presencia de aquel hombre le afectara.
¿Quién era?
Al verme parecía sorprendido. Quizá porque no esperaba a nadie allí, o quizá porque había sentido lo mismo que yo... Pero... ¿Qué había sentido yo?
Cerré los ojos con fuerza y sacudí la cabeza.
Lo mejor era olvidar todo aquello. Meterme en la cama, dormir y mañana sería un nuevo día.

–Es una pena -Había dicho -Me hubiera encantado verte allí.

Esas palabras fueron repitiéndose una y otra vez en mi cabeza hasta que mis ojos se cerraron al fin, y me dejé llevar a los brazos de Morfeo.

 

Unos fuertes golpes me despertaron. Parpadeé confuso. Tenía la sensación de que había dormido apenas unas horas. Pero cuando miré el reloj me sorprendí. Las ocho de la mañana.
– ¡Arriba! Hora del desayuno.
Era Elise.
Salí de la cama, me vestí con mi habitual chándal de invierno y salí de la habitación con el ceño fruncido. Aún dormido.
–Menuda forma de bajar a prepararle el desayuno a tu familia -Dijo.
La fulminé con la mirada. No soportaba que dijera aquellas palabras. Ellos no eran mi familia, por mucho que dijeran. Solo eran arpías que ansiaban desesperadamente que cumpliera los dieciocho años para poder tener la herencia de mi madre.
–No me mires así -Dijo alzando la cabeza -Y date prisa. Jimmy está abajo esperando su comida.
–Pues que se la prepare él -Gruñí malhumorado.
Elise me golpeó en la cabeza, como cada vez que decía algo incorrecto o poco respetuoso.
–Un respeto a quienes te han acogido, niño.
Después se fue por uno de los pasillos y yo me encaminé hacia la cocina.
Tener que preparar las comidas y ayudar al escaso personal que había en aquella casa solo para agradecer lo que habían hecho por mí era una mierda. Yo no había pedido vivir con ellos, estaba mejor en el orfanato, con gente de mi edad, gente buena y amable, que me trataban mejor que todos los habitantes de esta casa.
Estaba siendo el peor año de mi vida y solo deseaba cumplir la mayoría de edad para irme lejos, bien lejos. Por supuesto no iba a permitir que esas aves carroñeras avasallaran con el dinero de mi madre. Ni hablar. Ese dinero era mío. Y prefería darlo a algún orfanato u ONG antes de que ellos lo malgastaran con sus caprichos.
Además, mi tía ya tenía mucho dinero. Herencia de su difunto dinero. No necesitaba el mío. Pero lo hacían para fastidiarme a mí, para hundirme. Estaba convencido que en cuando tuvieran la ocasión y el dinero en su poder, me echarían a patadas de aquella casa.
Entré en la cocina y encontré a Jim sentado en la mesa, leyendo el periódico de aquella mañana. Alzó la vista al escuchar la puerta y al verme sonrió.
–Por fin apareces, Tengo bastante prisa. Héctor me necesita en una hora en sus oficinas.
Héctor, Héctor, Héctor... Siempre hablando de su estúpido jefe. Aquel hombre me asqueaba. Un hombre joven pero con tanto dinero como cordura. De lo único que hablaba era del dineral que había logrado a lo largo de la semana y de un tal Oliver. Hablaba tanto de él, que sin conocerle, he llegado a sentir lástima por él.
–Si tanta prisa tienes háztelo tú el desayuno -Dije.
Encendí el fuego y me dispuse a hacer huevos revueltos con bacon y tostadas.
Jim se levantó y se acercó hasta mí, apoyándose en la encima, tan cerca de mí como pudo.
–Me encanta ese genio tuyo -Sonrió -Resulta incluso atrayente.
Acercó su mano a mi mejilla y la acarició con la yema de sus dedos. Yo dejé de hacer lo que estaba haciendo y lo aparté de un manotazo. Él sonrió aún más.
–No me toques -Dije mirándolo fijamente.
–No puedo evitarlo -Dijo mirando hacia la puerta -Me gustas mucho Jeremy.
Asqueroso.
No le importaba que fuera de su familia, ni que alguien pudiera entrar en aquel momento. A él lo único que le importaba era babosear a cualquiera que se le prestase. Pero conmigo lo llevaba claro.
Le puse la comida en un plato y se lo di bruscamente.
–Aquí tienes -Dije.
Me aparté dispuesto a largarme de allí lo más rápido posible, pero Jim me agarró con fuerza del brazo y dejó el plato sobre la encimera.
–Vamos, Jer... Sé que te gusto, no tienes por qué negarlo, que seamos familia no quiere decir nada... Podríamos irnos el fin de semana. Héctor me presta su casa de la montaña.
Acercó sus labios a los míos, pero logré frenarlo a tiempo, propinándole una patada en la espinilla. Él gimió y me soltó.
–Lo único que me produces es asco -Dije lleno de rabia -Y si vuelves a tocarme te juro que le enseño las fotografías a tu madre, ¿Ha quedado claro?
Jim alzó la vista y me miró furioso.
–Estoy harto de tus amenazas, niñato, algún día te arrepentirás de esto, pienso hacerte mío quieras o no, ¿Me oyes? Eres mío, Jeremy.
–Estás enfermo.
Salí de la cocina y corrí hasta mi habitación.
Estaba viviendo con una panda de locos. Quería irme de aquí, salir, escapar y no volver nunca más. No creía en las palabras de Jim, él siempre hablaba y hablaba pero jamás actuaba. Y no se arriesgaría a que su madre se enterase de lo que él y Emily hacían.
Me encerré en mi habitación y me tumbé en la cama de nuevo. A veces los días pasaban tan despacio... cerré los ojos y pensé en el deseo que había pedido la noche anterior. En aquellos momentos me había parecido un buen deseo, pero ahora, me parecía ridículo.
–Es ridículo, los deseos nunca se cumplen -Dije para mí mismo.

||

A media tarde salí un rato al jardín. Había estado nevando un poco la noche anterior, y aún quedaban restos de nieve. Me senté en un banco que había, donde habitualmente pasaba las horas de verano, cuando hacía buen tiempo y calor. Ahora apenas podía pasar allí más de media hora sin morirme de frío.
Pero me gustaba aquel lugar, junto a un árbol inmenso que había plantado allí mi difunto tío. Él si era bueno, no como su mujer y los idiotas de sus hijos. Habían permitido dejar aquel árbol en memoria suya. Era el único que permanecía intacto. Ni siquiera quitaban las hojas que caían en otoño.
Me senté en el banco y abrí el libro que estaba leyéndome por la página en la que me había quedado. Me fijé en un coche negro reluciente que recorría el camino hacia la casa. Probablemente algo relacionado con mi tía, la cual a aquellas horas permanecía en su despacho.
Me hice un ovillo y comencé a leer.
Minutos más tarde, cuando el frío comenzaba a calar en mis huesos, escuché unas pisadas que se acercaban. Me giré rápidamente, creyendo que se trataría de Jim o de alguna de las cocineras. Pero no. No era nadie que yo conociera.
–Vaya, ¿Te he asustado, pequeño?
Lo miré de arriba abajo, desconfiando de su tono amable.
Era un hombre de pelo canoso, de unos sesenta años, más o menos. Sus ojos eran marrones y sonreía amablemente mientras me miraba.
– ¿Te importa que te haga compañía? Aquellas dos mujeres de la cocina son un poco asfixiantes. No paran de preguntar y preguntar.
Sonreí.
Si aquel hombre no toleraba a Elise y Rose. Era bienvenido para compartir mi espacio.
–No me importa, siéntese -Dije amablemente.
Él hombre rio mientras se sentaba.
–Por favor, no me trates así muchacho, haces que me sienta viejo -Volvió a reír.
–Lo siento -Dije sonrojándome y volviendo a mí libro.
–Vaya... ¿Te gusta Shakespeare? -Preguntó mirando el libro. Yo se lo entregué.
–Más bien las historias trágicas.
El hombre me miró sorprendido.
– ¿Te sientes identificado?
Me encogí de hombros.
–Quizá.
El hombre sonrió y me devolvió el libro.
–Sabes muchacho, hace años conocí a un niño que dijo exactamente las mismas palabras.
– ¿Y qué le dijo?
–Qué algún día encontraría a alguien que pensara igual y entonces, sería la más hermosa de las tragedias.
– ¿Y encontró a alguien?
–Hasta ahora no -Sonrió -Dime muchacho, ¿Cómo te llamas?
–Jeremy.
–Ah, Jeremy... -Me tendió la mano, sonriendo -Es un honor conocerte, soy Louis.
Fruncí el ceño confundido. Parecía sorprendido de conocerme.
–Lo... Lo mismo digo, señor.
–Llámame Louis.
Miré hacia la casa.
– ¿Trabajas para mi tía?
–Oh, no, no -Rio -Dios me libre. He venido a traer al señor Hallen. Ha venido a hablar con tu tía sobre un asunto importante.
–No me suena ningún señor Hallen.
Louis sonrió.
–Tal vez tengas la ocasión de conocerle algún día, Jeremy -Se levantó.
– ¿Se va ya?
–Me temo que sí, muchacho, aquí hace demasiado frío y ya no soy tan fuerte como tú. Aunque... Deberías entrar ya. Hace demasiado frío aquí. Los jóvenes debéis manteneros sanos y fuertes, ya tendrás tiempo de enfermar cuando llegues a mi edad.
Se echó a reír y se fue hacia el interior de la casa.
Aquel hombre era raro, pero amable. Y me había dejado muchas incógnitas por resolver.
¿Pronto conocería a ese tal señor Hallen?
¿Por qué parecía sorprendido de conocerme?
Cerré el libro y caminé de nuevo hacia casa. El cielo iba oscureciéndose ya. Así que no podría seguir leyendo. Al entrar, vi el coche negro y a Louis entrando. Al verme, me saludó con la mano, yo le devolví el saludo. No pude ver a quien llevaba, porque los cristales estaban tintados. Pero sin duda, debía de ser alguien importante, si no, mi tía no se habría molestado en atenderlo.
Entré al calor del hogar y me encaminé hacia mi habitación.
–Jeremy.
Me giré, encontrándome con mi tía saliendo del despacho.
–Entra, tenemos que hablar.
–Iba a darme una ducha -Dije abriendo la puerta.
–Eso puede esperar.
Aquel tono tan... Amable y enigmático me hacía desconfiar.
Me encaminé hacia el despacho, sujetando con fuerza el libro de Romeo y Julieta. Había sido el preferido de mi madre, y siempre solía leérmelo por estas fechas. Era un milagro que lo tuviera aquí.
Entré y me senté en la ya tan habitual silla.
Mi tía cerró la puerta y echó el pestillo. La miré desconfiado.
–Es mejor así, no quiero interrupciones.
El corazón me iba muy deprisa. No sabía por qué estaba allí. ¿Le habría contado algo Jim? ¿Habría echado por tierra mi estrategia? Tragué saliva y esperé ansioso a que hablara.
–He llegado a la conclusión de que no es bueno para ti que pases tanto tiempo encerrado en casa, leyendo y mirando por la ventana. Aún eres joven, y necesitas dedicar tu tiempo a algo.
Alcé las cejas asombrado.
– ¿Significa que volveré al instituto? -Un brote de esperanza nació en mi interior -¿Volveré a ver a mis amigos?
–No -Dijo seriamente. El brote murió -Necesitas que alguien te enseñe modales, a ser un chico educado e inteligente, así que irás a pasar una temporada con el señor Hallen. Ha venido personalmente a preguntar por ti.
– ¿Por mí? ¿Por qué? No conozco a ningún Hallen, ¿Por qué he de irme con él? -Me levanté de la silla -¡No quiero ir! ¡No quiero!
– ¡Siéntate y cállate! -Gritó mi tía -Harás lo que yo te ordene. Es un hombre muy importante, no puedo permitirme negarme a él solo porque mi estúpido sobrino se niega. Estás aquí para obedecerme, Jeremy, así que te irás este viernes con él.
La miré incrédulo, ¿Por qué me hacía esto? ¿Para librarse de mí? Claro, así sería más fácil conseguir la herencia, solo tendría que ir a por mí el día de mi decimoctavo cumpleaños, firmar un papel y ya está. Herencia sustraída.
–Ve preparando tus cosas, mañana por la tarde vendrá a buscarte su chófer.
Ahora entendía las palabras de Louis... Y parecía tan amable, tan simpático...
–Esto lo haces por el dinero de mi madre, ¿Verdad? Me quitas de en medio hasta que pueda tener el dinero.
Mi tía se acercó y me propinó una bofetada.
–Espero que ese hombre sepa amansarte. No vales lo que ha pagado por ti.
Abrí los ojos.
¿Había pagado por mí?
Mi tía cruzó la estancia y cerró la puerta detrás de mí. Dejándome solo. Dejándome en manos de un desconocido capaz de comprar a cualquiera por unos cuantos billetes.

Notas finales:

Espero que os haya gustado!

Espero vuestros comentarios y vuestra opinión :3

 

¡Nos vemos le domingooo!

Besineeeeeeees^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).