Llegaron al negocio familiar, se trataba de un enorme edificio que la entrada era una pequeña recepción llena de juguetes de todo tipo y al lado de la recepción se encontraba una tienda llena de juguetes de la fábrica.
–Buenas tardes joven Jack, ¿viene a ver a su padre? –preguntó la recepcionista con alegría.
–No, sólo vine a traer a Hipo que deseaba conocer la juguetería –respondió Jack de forma muy seca, la recepcionista observó al pequeño joven que se encontraba al lado de Jack, se le hizo bastante lindo por la sonrisa de oreja a oreja que tenía.
–Ya veo, en ese caso, adelante espero se diviertan –sonrió la recepcionista, Hipo respondió con un gracias.
Ambos entraron a la pequeña tienda donde había gran cantidad de distintos juguetes, Hipo corrió de un lado a otro como niño chiquito observando todos los juguetes sin importar que fueran, los tomaba con cuidado lleno de felicidad, Jack por un momento creyó que se trataba de un pequeño atrapado en el cuerpo de un adolescente, Hipo tomó un peluche enorme de forma de león y lo abrazó.
–Es muy lindo, debe ser muy divertido tener a un padre que tenga una juguetería –sonrió Hipo.
–Lo sería si me gustaran los juguetes –respondió el peli blanco cortante.
–¿Jack?, no sabía que estabas aquí –llegó el señor Claus usando un traje color negro –. Y veo que trajiste un nuevo amigo.
–Mucho gusto señor, mi nombre es Hipo, su juguetería es hermosa, Jack tiene mucha suerte de tenerlo como padre –se presentó el chico.
–Gracias por tus palabras, no sabía que Jack tenía un amigo tan amable e inteligente –rió Claus al ver la cara de Jack de púdrete– Y dime ¿te gustó ese peluche?
–Sí, es muy lindo, una pregunta, ¿no tienen juguetes de dragones? Adoro los dragones –comentó el oji verde emocionado.
–Me temo que no, pero me has dado una muy buena idea, podremos hacer juguetes de dragones en un futuro.
–¡Sería grandioso! –exclamó el jovencito lleno de alegría.
–Bueno, me alegra ver que se lleven tan bien, Hipo, ¿no tienes que llegar a tu casa? –preguntó el peli blanco–. Seguramente te mueres de hambre.
–Sí, la verdad si ya tengo hambre –comentó el joven dejando el peluche en su sitio.
–En ese caso, vayan a comer a la casa, Jack pide algo para comer y lleva a tu amigo, aquí tienes dinero –sonrió Claus entregándole unos billetes a su hijo.
–Padre, no creo que Hipo quiera comer conmigo –mencionó Jack algo molesto.
–Claro que me gustaría, Jack es muy buena persona –sonrió Hipo.
–Está decidido, ahora vayan y espero verte pronto por aquí Hipo –se despidió el señor Claus.
Llegaron a casa de la familia Frost, Jack no estaba nada alegre con la idea de su padre pero Hipo al contrario se mostraba muy feliz, pidieron una pizza que llegó veinte minutos después, se sentaron en el comedor y empezaron a comer, Jack prefería que estuvieran en silencio pero Hipo siempre sacaba un tema de conversación, sí que era un parlanchín de primera.
–Escucha Hipo, eres un chico muy lindo, pero creo que estás malinterpretando las cosas, a mí me gusta estar solo y me gustaría seguir así –dijo Jack al fin.
–Lo sé, lo noté en tu actitud, pero sé que realmente no deseas estar solo, sé que algo te pasó que te afectó bastante y te ayudaré a seguir adelante, eres muy amable lo sé completamente, lo noto en tu mirada –mencionó Hipo–. Quiero ser tu amigo y ayudarte en todo lo que necesitas.
Hipo se levantó de la silla dejando mudo a Jack por esa respuesta.
–Sé que seremos grandes amigos, me retiro, gracias por todo Jack, eres muy lindo tú también.
Hipo se despidió del chico con un abrazo y de ahí salió de la casa, Jack no supo que pensar, esas palabras, ese abrazo, recordó el abrazo y medio sonrió por un momento por aquella acción inocente del castaño.