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La verdad del corazón. por Akudo

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La sensación de su peso, la forma de su cuerpecito dentro de sus brazos seguía fresca en la memoria de Himuro y se dio cuenta de cuánto extrañaba esa experiencia. Ahora estaba comiendo ansias apenas un día después.

Incluso le mandó un correo a Kagami dándole la buena noticia junto con la promesa de que la próxima vez le sacaría muchas fotos para que viera lo guapo que era. No habían vuelto a tener casi contacto más que por intervención de Alexandra que le avisaba a uno sobre el otro, sin embargo Himuro obtuvo un email de vuelta del mismo Taiga que se alivió un montón de que Nijimura conservara al bebé. Era alguien que no debía pagar ninguna culpa.

Kazunari lo abrazó muy fuerte deseándole felicidad a él y al pequeño al que le encantaría ver en persona, aunque entendía perfectamente que no tenía invitación para esa fiesta. De igual manera le guiñó el ojo para que no se diera por vencido con Shuuzou, debía aprovechar que de ahora en adelante iban a verse seguido.

Ahora, por más inquieto que estuviera y quisiera arrancar el auto e ir para allá debía darle espacio al otro para que analizara todo lo vivido en la primera visita y pensara bien qué es lo que quería hacer a continuación, cuánto dejaría acercarse a Tatsuya, cuánto poder le daría sobre ellos. Mientras tanto él también debía encargarse de sus propias emociones y decisiones; es verdad que lo primordial y principal era alimentar ese lazo con su hijo que apenas se acababa de formar y todavía carecía de intensidad, porque Shin necesitaba mucho más para reconocerlo como su padre… sin embargo debía encargarse primero de Shuu.

Si bien tenía en claro cómo proceder no sería lo mismo que con Takao, la dolencia de Nijimura era totalmente diferente, como la otra cara de una misma moneda. Éste lo aborrecía y no se lo permitiría tan fácilmente.

Fueron dos días siguientes a ese cuando Nijimura volvió a contactarlo a la misma hora cuando su madre debió irse al trabajo de medio tiempo que consiguió y Tatsuya ya iba preparado con una lista de todas las cosas que quería preguntar acerca del bebé. La primera fue su cumpleaños y cuando el mayor se lo dijo no pudo cerrar la boca de la impresión.

— Fue… ¿fue a propósito o algo?

— Claro que no. —Nijimura puso una cara de que sabía que el otro preguntaría eso pero que le seguía pareciendo ridículo— Gracias a los cuidados médicos superamos el riesgo de que fuera prematuro y todavía le faltaban quince días para salir pero…

El interior de Nijimura estaba resentido por la mala ubicación del bebé y si esperaban más sería él quien estaría en peligro, aun así aguantó todo el tiempo que pudo hasta que los médicos no pudieron dejarlo pasar del límite y ese día tuvieron que operar, exactamente esa mañana del 30 de octubre.

Una simple gran coincidencia que los volvió más unidos y Tatsuya moría por besarle los pies, totalmente orgulloso de su hazaña.

También trajo un montón de pañales y ropa, y aunque todavía era temprano para los juguetes no pudo resistirse con un par de enormes pollitos de peluche. Hubo muchas cosas que no notó la primera vez y una de ellas era que no había ninguna cuna en la habitación que Shuuzou ocupaba; preguntó al respecto y el mayor le dijo que Shin se estaba quedando en el cuarto de su madre ya que era más fácil para ella atenderlo si se despertaba en medio de la noche.

Se dio cuenta de la languidez en la voz de Shuu, lo impotente que era por tener privados tantos privilegios como “mamá”.

En el departamento que antes compartían tenían una habitación extra que habrían podido arreglar para el bebé, pero la imagen de ambos pintando y decorando las paredes, armando la cuna, colocando los muebles, teniendo allí la típica mecedora donde darle tetero y arrullarlo para que descansara feliz en su mundo mágico de sueños, todo eso resultaba imposible ahora.

Ni siquiera seguía viviendo ahí, se mudó definitivamente con Takao y Eve y no iba a ser tan descarado para decirle que se fuera con ellos. “Por favor, toma asiento en el sofá donde nos revolcamos y mira, hasta puedes colocar tu foto junto a la de Taiga, el otro cuernudo, mientras ves a diario la hija que no es tuya”.

Sus padres tenían allí su espacio también mientras se quedaban en Japón el tiempo que quisieran. Que por cierto, los viejos -con mucho cariño- casi se infartaron al conocer la existencia del nieto que creyeron perdido. A pesar de que al principio habían querido darle con la chancla a Tatsuya por ser tan irresponsable, esta noticia sólo era motivo de celebración y le pidieron que lo trajera a la casa para verlo.

Él se encargaría de que fuera posible pero no todavía.

— Bebe esto, por favor. Aún si no tienes apetito no puedes andar sin nada en el estómago.

— Te dije que no debías hacer nada por mí.

— ¿Cómo me pides que ignore el bienestar de…? —“de la persona que amo”— De quien dio a luz a mi hijo.

Nijimura no dijo nada más y continuó dándole la espalda, pellizcando el borde del sándwich que se había preparado con la esperanza de que el color de los ingredientes y el olor del pan le dieran algo de motivación, sin embargo seguía sin tener la menor gana de agarrarlo y llevárselo a la boca. El más alto le había traído unas botellas de suero y pensó que su semblante debía ser realmente deplorable para llegar a esto, mas no quería su piedad. ¿Por qué no lo acababa de entender?

¿Pero quién de los dos era el que se negaba a entender? Himuro no soportaba tampoco su falta de disposición. Ese no era nada del Shuu que conocía.

— Dijiste que sólo me ocupara de Shin pero ayudándote a ti lo estoy haciendo con él. También te necesita completo, no sólo una parte tan patética de ti. —el mayor apretó los puños sobre la encimera, susurrando un “cállate” demasiado bajo— ¿Me desprecias, te arde verme aquí? Pues si hubieses sido capaz desde un principio no tendrías que aguantarte mi presencia nunca más.

— Cierra el pico… ¿qué sabes tú? —apretó más fuerte, empezando a clavarse las uñas.

— ¿Qué sé? Lo único que sé es lo que veo, y lo que estoy viendo es a un tipo dejado que apenas y puede arrastrarse. ¿Cómo no van a sentir todos lástima de ti? No puedes cargar a Shin más que unos minutos, no puedes hacer nada por ti mismo, es por eso que estoy yo aquí, ¿o no?

— ¡Cállate! ¡Que te calles, ¿no me oíste?!

Empujó el plato con rabia, al que se le hizo una raja al caer de mala manera en el fregadero y el sándwich fue a parar a alguna parte. Se giró con los ojos inyectados en odio puro y Himuro le correspondió, pegándose tanto a él que lo dejó atrapado.

— Veamos, ¿quién será el siguiente al que acudas para que cuide de Shin? Quizás al de la leche, ya que ni siquiera puedes darle de la tuya.

Fue lo último que se aguantó y le dio una cachetada, harto de oír toda esa basura tan cierta. Tatsuya apenas sintió el golpe ya que el contrario no tenía energía ni para eso. Éste siguió descargándose contra él, lo que le partía el alma era escuchar esos gritos agobiados y empujó la cabeza de Shuuzou contra su hombro pidiéndole disculpas.

No quería ser tan duro pero no encontraba otra forma de hacerlo reaccionar, no consentiría que se echara a morir.

El llanto de Shin se propagó desde la habitación abierta hasta la cocina donde ellos estaban y Nijimura empujó al menor, apretándose las manos en el rostro para respirar hondo y recomponerse.

— Creo que ya es hora de que coma.

— … Sí.

Shuuzou se dirigió a la nevera sintiendo la mirada del otro sobre él hasta que finalmente lo dejó solo para ir por el niño. Se colocó una mano sobre el pectoral y la hizo puño arrugando la camisa; ese comentario tan hiriente lo había humillado por completo.

Sacó la leche para calentarla y estaba preparando el tetero cuando se le fueron las luces por un momento y se tambaleó; tuvo que agarrarse de la encimera sintiendo todo su cuerpo frío casi como si no estuviera dentro de él, y cuando volvió en sí el biberón estaba tirado en el piso y él todo empapado.

Himuro regresó tratando de calmar a Shin para que bajara un poco el volumen y cuando vio aquello preguntó qué rayos había pasado. Diciendo que no era nada Nijimura trató de inclinarse y recoger mas eso era algo que aún le resultaba dificultoso así que Himuro le pidió que no hiciera tonterías y lo alzó de un brazo.

— ¡Puedo hacerlo solo, maldición! Deja de estar encima.

— No, no puedes. Ve a sentarte. —éste no hizo caso y se zafó para volverlo a intentar, no obstante se mareó de nuevo y Tatsuya tuvo que arrastrarlo a una silla sosteniendo también al bebé que no paraba de llorar, ya que los gritos de ellos lo mortificaban.

Apoyó los codos en la mesa y se sostuvo la cabeza tratando de que el mareo se fuera; al menos la leche no había estado tan caliente como para quemarlo. Cuando volvió a escuchar la voz de Tatsuya le gritó que estaba bien y que lo dejara en paz, segundos después percibió un golpe sobre la mesa y vio que el del lunar puso frente a él uno de los sueros. Shuuzou lo hizo a un lado pero el otro se lo volvió a acercar y fue a preparar el alimento de Shin.

Shuuzou se mantuvo en su necedad y aún con todo el ruido que hacía el bebé pudo escuchar a Tatsuya.

— ¿Sabes? Si quieres que así vayan las cosas iré a la corte. Cualquier juez que te vea no dudará en darme la custodia del niño.

Abrió los ojos ipso facto y dejó de respirar, en medio del choque de pensamientos agresivos que tuvo en un instante. Aunque una parte admitiera que esa era una buena decisión su instinto no iba a permitir que le arrebataran a su hijo.

— Como si eso fuera a pasar.

— ¿Y qué harás? ¿Vas a correr donde Akashi para que te compre un prestigioso abogado? —ese fue un golpe bajo— Imagina lo que hubiese pasado si recién a quien tenías en las manos era a Shin. No sería el biberón lo que estuviese tirado en el suelo.

Lo sabía bien, no tenían que decírselo. El corazón aún le latía como loco por eso y ya cansado de que le restregara cosas tomó el envase con rabia, lo abrió y se tomó el suero a tragos casi imposibles para su garganta hasta terminarlo. Se puso una mano en la boca y apretó, cerrando los ojos mientras rogaba que se quedara todo adentro.

Cuando pudo volver a respirar sin temor de vomitarlo abrió los ojos y ahora lo que tenía en frente era el tetero de Shin. Miró a su lado y Tatsuya le estaba dando al niño así que lo tomó con cuidado y le habló en un tono apacible para que ya no llorara.

Himuro se sentó en otra silla sin indicios de participar esta vez y el miedo regresó al más bajo, miedo al rechazo del bebé. Tomó el biberón y se lo acercó insistiendo varias veces pero Shin no lo tomaba y aspiró sin perder la paciencia; trató de hacer lo mismo que Tatsuya y metió la mamila en su boca, no obstante no se prendió de ella y la alejó deprisa al ver la leche derramarse de sus labios para no atragantarlo.

Dirigió su mirada a Tatsuya implorándole en silencio mas no obtuvo ninguna respuesta, el otro ni siquiera se inmutó y se sintió perdido.

Trató de pensar en qué hacer, no debía dejarse llevar por sus temores, no debía tenerle miedo a su hijo. Le pidió que ya no llorara y lo sujetó a la altura de su pecho, bajando la cabeza para besar su frente, entonces recordó las palabras de Tatsuya, recordó que Shin se intoxicaba con su desidia y se obligó a serenarse. Se suponía que esto debía ser tan natural como estar vivo.

Calla mi vida, no hay que llorar,
duerme y sueña feliz.
Siempre tú debes mi arrullo llevar,
así yo estaré junto a ti.

Poco a poco empezó a escucharse el bajo sonido de la nana. Su voz se rompía por los nervios y sus párpados temblaban pero no quiso dejarse derrotar y cantó firme sobre el oído de Shin, casi como si lo hiciera para tranquilizarse a sí mismo. Antes de que se diera cuenta su corazón estaba relajado  y Himuro empujó suavemente su mano para que lo volviese a intentar; acercó la mamila y el niño la recibió gustoso sacándole una risita de felicidad.

Le susurró en secreto cuánto lo adoraba y lo vio comer hasta acabarse todo.

Su voz era poderosa y mágica para Shin, después de todo fue una de las primeras cosas que los unió desde que él estaba en su barriga.

— Déjame acompañarte al médico. Deben chequearte y darte algo para que comas bien.

Dejó el biberón a un lado para acomodar a la criatura y darle suaves palmaditas en la espalda. Aunque no lo mirara oía con atención sus palabras, esta vez con la mente más despejada.

No quería confesar que le daba pánico ir y que le dieran malas noticias, que le dijeran que estaba mal, que tenía algo que no podía arreglarse. Acunó a su hijo para que se durmiera y sabía que Tatsuya le estaba pidiendo que lo hiciera por este pequeño.

¿Cómo es que fue valiente durante ese embarazo tan difícil y ahora se comportaba tan miserablemente? Así que debía dejar de esconderse de una buena vez.

 

 

 

 

 

 

Esa tarde regresó a casa con la memoria de su celular llena de puras fotos y videos de Shin haciendo hasta el más mínimo movimiento, y podía pasarse horas viendo cada uno sin que se le cayera la sonrisa. También le hizo capturas a las ecografías y aunque Shuu le dijo que no era asunto suyo sabía que también existían fotos de cuando el mayor estaba en estado.

Ahora bien, con el tema de su salud física ya habían dado un paso hacia delante y sólo esperaba que no terminaran retrocediendo dos. Shuuzou era alguien sensato y estaba seguro de que tomaría la mejor decisión tanto para él como para el niño, no obstante si llegaba a darse el peor caso no le importaba si tenía que obligarlo.

No volvería a dejar las cosas para último minuto. Ya no.

En su siguiente visita no lo hostigó, se lo preguntó una sola vez y Nijimura dijo que cuando su madre pudiera iría con ella.

— Yo puedo acompañarte.

— No quiero ir contigo.

Bueno, esa era una pelea en la que no tenía ninguna ventaja así que no le quedó más remedio que ceder. De resto fue un rato más tranquilo que las veces anteriores, hasta que Shin se alteró de repente; no era su pañal, se negaba a coger el chupón que le dieron para que se acostumbrara a la mamila y tampoco quería comer.

Cada uno lo meció en sus brazos, le cantaron y lo cargaron en diferentes posiciones por si se trataba de algún cólico pero el bebé continuó llorando con una angustia insostenible y su carita estaba toda roja ya.

Le sacaron el traje enterito y toda su piel estaba caliente, entonces Nijimura le tomó la temperatura y se asustó por lo alta que estaba.

— ¿Tienes alguna medicina para la fiebre?

— Sí, pero… —el mayor se vio desconcertado cuando trajo los frascos y Himuro los vio, constatando que eran los mejores para un recién nacido— No lo entiendo, anoche también tuvo fiebre y le di las gotas indicadas… ¿por qué otra vez? ¿es normal?

Se preguntó si acaso lo había hecho mal, si lo empeoró en vez de mejorarlo.

Tatsuya no estaba del todo seguro pero volvió a administrarle el medicamento y le dieron un baño para ayudarlo a bajar la temperatura. Media hora después estuvo mejor y tomó una siesta antes de despertarse nuevamente para que le dieran el biberón, aunque no se lo tomó todo.

El tiempo que le sobraba se la pasó simplemente vigilando el sueño de su pequeño hasta que llegó el momento en que Nijimura lo tenía que echar. Quería quedarse un poco más, quería echarse con él y verlo despertar para asegurarse de que estuviera bien pero Shuuzou lucía agotado, como si hubiese hecho exactamente eso durante toda la noche para cuidar de Shin. No tenía por qué añadirle a sus preocupaciones un minuto de disgusto cuando a la final la respuesta sería el mismo No de cada vez.

Se despidió de su hijo con un beso en la cabeza deseándole que se pusiera mejor y al más bajo le pidió que le avisara cualquier cosa, ya fuese que el niño pasó la noche sin problemas o si tan siquiera daba señales de que le dolía un solo pelo.

— Cuídate tú también. Sería un caos si también te enfermas.

El otro sólo asintió y a la menor intención de Himuro le puso una mano en el pecho para hacerlo retroceder y cerró la puerta. No quería que lo volviera a tomar por sorpresa, no importaba si era un beso inocente, un apretón de manos o si nada más iba a quitarle una pelusa del hombro.

Regresó con Shin, ignorando la fuerte sensación en su palma que le dejaron los latidos de Tatsuya.

 

 

 

 

 

 

Cuando llegó y abrió la puerta sus ojos no enfocaron otra cosa que no fuese Shuuzou junto a su bebé. La señora Nijimura se levantó al instante con la boca abierta, primero sin saber por qué se había aparecido allí de pronto, preguntándose además cómo tenía semejante descaro de darles la cara ahora.

Claro que no iba a quedarse callada, sin embargo Himuro la tomó por los brazos haciéndola a un lado para llegar a la cuna donde estaba resguardado Shin. Le tenía respeto a la señora, se conocían desde América y ella estuvo más que encantada cuando se vino a vivir con Shuu; entendía perfectamente que ahora ni quisiera verlo vivo pero no estaba de humor para eso, había venido por su hijo.

— ¿Qué pasó? ¿Ya está bien?

— Sí. Él… vomitó y volvió a ponerse caliente así que lo traje enseguida.

— ¿Hace cuánto?

— Llegamos hace hora y media.

Himuro apretó el puño preguntándole por qué no le avisó antes, no obstante vio claramente la preocupación de sus ojos grises clavados en Shin mientras le acariciaba su manita. El nene estaba descansando y le tocó la mejilla viendo que no estaba con fiebre.

Seguramente vino corriendo con él y no iba a tener cabeza para acordarse del patán del papá, inclusive pudo no haberle dicho nada ya que no fue necesario esta vez y sin embargo Shuuzou se separó un minuto de su hijo para mandarle un mensaje.

Así que aflojó sus músculos y en cambio le dio las gracias por llamarlo.

— Shuuzou… ¿pero qué está pasando? ¿qué hace él aquí? —éste suspiró con una mano en la cabeza; no quería discutir ahora pero no era culpa de su madre, sino de él por no contarle nada— ¿Acaso le dijiste?

— Mamá, por favor…

— Volviste con él, ¿no es así? Santo cielo, no lo necesitas… el niño no lo necesita y no lo hará.

— Claro que lo necesita, es su padre. —ella estaba decidida a no dar su brazo a torcer, sin embargo Shuuzou le pidió de la manera más afable que podía en esos momentos que bajara la voz porque su hijo necesitaba recuperarse y que ya hablarían después, que Himuro estaba ahí por decisión suya y punto final.

No es que lo estuviera defendiendo pero Tatsuya no pudo evitar tener una sensación agradable ante ello. La mujer le soltó un “Te vas a arrepentir” antes de marcharse, de otra forma no iba a poder mantener el control.

Pasaron diez minutos en completo silencio simplemente observando la tranquila respiración del niño y Himuro revisó la hora recordando que no había podido coger la cena por venir a toda prisa. Le preguntó al mayor si quería algo de comer y esté negó, asegurando que había comido en casa aunque probablemente fuese mentira.

— Puedes marcharte. Cuando me digan que puedo llevármelo nos iremos a casa.

— Entonces yo los llevaré.

En respuesta Nijimura aspiró profundamente, porque si pensaba hacer eso con su madre a bordo era probable que no regresaran vivos.

Salió para conseguir alguna porquería de la máquina expendedora cuando se topó con alguien jodidamente alto que pretendía entrar a la habitación.

— ¿Liu?

Éste parpadeó varias veces y esa fue su máxima señal de asombro.

— Así que sí eras tú después de todo. —como asistente de la pediatra casualmente fue quien se encargó de Shin, esa adorable mini copia de Himuro. Había reconocido a Nijimura al instante mas no hizo ninguna pregunta que no viniera al caso y ahora confirmaba que el del lunar estaba tan involucrado como creía.

Tuvieron un momento algo incómodo, se llevaban bien pero nunca fueron los mejores amigos y eventualmente perdieron el contacto con todo lo sucedido en la vida de Tatsuya. El más bajo dejó eso de lado por ahora y cerrando la puerta tras de sí preguntó por la condición del bebé.

— Tiene las defensas muy bajas. Claro que las fórmulas que venden las farmacias le sirve, pero nada lo beneficiará más que ser amamantado. Es esencial para su sistema inmunológico.

Se mordió el labio. No es como si se dieran las mejores condiciones para que eso sucediera.

— Sé que es muy atrevido de mi parte, ¿pero puedo pedirte un favor?

Miró a Liu seriamente y éste enarcó las cejas achicando sus ojos rasgados.

— Dispara.

 

 

 

 

 

— Váyanse…

— Shuu, escúchame.

— ¡¡Que se larguen!! ¡Les estoy diciendo que desaparezcan de mi vista! —Himuro empujó la puerta evitando que los despachara y Nijimura dio algunos pasos hacia atrás apretando las manos en su rostro porque no quería seguir mirando— Cómo se atreven.

Escuchó los pasos de Tatsuya acercarse y colocó sus brazos de por medio exigiéndole que no se atreviera a tocarlo.

— No lo estoy haciendo a propósito para lastimarte. Sabes que Shin lo necesita.

— No.

Era más que obvio que no era bienvenido ahí y no le extrañó, de hecho lo discutió bastante con Tatsuya porque temía pasar por esto mismo. Se frotó el brazo mirando hacia cualquier parte, sin estar seguro de si debía marcharse ya, entrar o qué, y permaneció estático mientras el del lunar presionaba.

— El bebé necesita ser amamantado y tú no puedes. —Nijimura repitió que se callara, porque estaba a nada de salirse de sus cabales y el más alto tanteó dando un paso más— Sólo será temporal, hasta que te mejores.

— ¡¿Y por eso lo trajiste a él, ah?! ¡Justamente él!

Himuro terminó de acortar la distancia sin importarle las consecuencias y lo aferró cuando Shuuzou perdió el enfoque por el tirón en su abdomen y toda la presión que le estaba cayendo encima como un yunque ahora mismo.

Por supuesto que no fue bien recibido en los brazos de Shuu y tuvo que forcejear bastante y agarrarlo muy firmemente para que no le sacara un ojo o algo. Siendo vencido en fuerza no le quedó más que desquitarse soltando palabras venenosas de las que no se acordaría después, hasta que salió finalmente la razón más fiel a toda esa rabia.

“Ustedes están juntos, ¿verdad?”

El mayor agarró el collar de Tatsuya y éste puso su mano encima para frenarlo y que no terminara arrancándoselo, el mismo collar que Takao llevaba colgando de su cuello en ese instante y lucían tan bien haciendo juego.

— No estamos juntos.

Vivían en la misma casa, tenían una hija, se sostuvieron el uno al otro y por supuesto que mantenían una relación estrecha, pero no eran novios y le suplicó que le creyera. En ningún momento dejó de abrazarlo contra él y Nijimura vio por encima del hombro de Himuro al ojo de halcón con la vista gacha justo como esa vez en el hospital, mientras rozaba el borde del anillo que le caía sobre la clavícula.

— Es lo último que le queda de Taiga. No tiene nada que ver conmigo.

Dejó de temblar aunque la furia continuaba condensando sus pensamientos y apretó los dedos en la camisa de Himuro hasta hundirlos en sus costillas. ¿Quería empujarlo lejos o mantenerlo arraigado?

Lo apartó de él— No regreses aquí.

Su madre apareció en el pasillo con Shin en brazos que gimoteaba porque todo ese ruido lo había puesto nervioso. Shuuzou fue hacia ella y lo tomó para irse al cuarto con él.

— Ninguno de ustedes va a tocar a mi hijo.

No tenía ningún caso discutir con alguien que se negaba a comprender y Himuro suspiró en medio de un “carajo” bajito. No, Shuuzou comprendía bastante bien y esto era un berrinche más.

Estaba dentro de lo posible, por supuesto, sin embargo quiso creer que las cosas podrían darse de mejor manera.

Caminó a la salida sin necesidad de que la señora lo sacara a palos y le pidió disculpas a Kazunari por arrastrarlo a esta situación. La mujer los miró entre una mezcla de desprecio y dubitación, porque cuando miraba a Tatsuya aun veía a ese muchacho perfecto que enamoró a su hijo.

Le dijo que no volviera a molestar y antes de que cerrara la puerta el del lunar la agarró de la mano; ella lo miró recelosa hasta que el chico le puso un papel doblado dentro de la palma.

— Un amigo me consiguió una cita médica para mañana. Vaya con Shuu, insístale aunque no quiera.

— Él no lo hará porque tú lo digas.

— Estoy seguro de que sabe muy bien que no tiene que hacerlo por mí. Llevándome la contraria no está perjudicando a mi persona. —la miró tan solemne que la mujer estuvo a nada de desviar los ojos— Si llamo y me entero de que no fue no me van a importar sus pataletas, lo voy a arrastras hasta allá.

Se fue dejándola con las palabras atoradas. Antes que nada ella era madre y veía el estado de Shuuzou a diario, no era tonta ni podía ignorar eso, por lo mismo Himuro sabía que entendía cuál era el camino a tomar.

El día siguiente y el que le vino a ese fue paciente, dejó respirar a Shuuzou y cuando texteó a Liu éste le confirmó que Nijimura acudió a la cita. No lo había mandado a ver a un psicólogo ni nada de eso, estaba convencido de que un par de verdades con la pediatra le devolverían el juicio.

Ella apretaría la tuerca que más le duele a Shuu y no disfrutaba con eso, pero joder que era necesario. El tercer y cuarto día lo resistió entre trabajo, pasar tiempo con Eve y conformándose con ver a Shin en fotos.

Cuando pasó una semana estaba por volverse loco. Nijimura le dijo que ya no era bienvenido y no había retirado su palabra todavía aunque no pretendía obedecer a eso, sin embargo probablemente todavía no había sido suficiente para que el mayor volviera a llamarlo por su cuenta. Le envió un mensaje y cuando pasó un día sin respuesta lo llamó sin descanso. Fue la octava vez más o menos cuando una respiración le respondió al otro lado, dijo su nombre una y otra vez buscándole alguna palabra pero sólo escuchó la línea cortándose.

Estaba marcando nuevamente cuando le llegó un mensaje y lo abrió viendo que era del otro pelinegro, el cual decía “Sólo un poco más.”

Así que esperó otra semana.

Notas finales:

Más Nijidrama. ¿Pensaban que se iba a acabar?

Al menos Himuro se apretó los pantalones e hizo lo que tenía que hacer ojojo. ¡Niji, reacciona! Ya estoy desesperada yo.

Nos leemos~


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