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Mayordomo Negro: Cenizas Azules por Richie Ness

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Notas del capitulo:

Espero sea de su agrado. No olviden comentar.

Mayordomo Negro: Cenizas Azules

Capítulo Dos

–Ese mayordomo, es servicial–

 

    Poco se sabía de los Nasnarin, una familia poco importante en la nobleza de Inglaterra; de hecho, nunca iban más allá de Barones, Vizcondes era un sueño para ellos. Pero ahora los estaban cazando, algo inentendible para Ciel. El viaje fue callado y Sebastian cerraba los ojos con una sonrisa, Ciel lo miraba de vez en cuando para asegurarse si aún estaba despierto. Llegando un punto en el que incluso desvió la mirada con las mejillas sonrojadas. Sintió un pulso en el corazón y el calor ascendía hasta su cabeza. Sebastian, seguía calmo.

    –¿Pasa algo? My Lord.

    –Nada –. Ciel evitó mirarlo. ¿Desde cuándo Sebastian le parecía tan atractivo? Esa sonrisa suave y arrulladora, sus ojos rojizos y afilados, su largo cabello negro y esa actitud elegante. Encantador, ese era su mayordomo.

    –No sabía que los Nasnarin tuvieran relación con la Reyna –. Dijo Ciel para romper su incomodidad personal.

    –Según los documentos que dejó el Barón, hasta el momento han asesinado a Lady Fidelia, Barón Bennett y a su hijo Isaiah –. Sebastian hojeaba los papeles.

    –¿Qué relación hay entre ellos? –. Recargaba la cabeza sobre su puño.

    –Son Nasnarin.

    –Lo único que se me ocurre es el proyecto secreto de la Reyna –. Siguió, ignorando el comentario de su mayordomo.

    –Tarde o temprano acabaremos descubriéndolo.

    –¿Cómo estas tan seguro?

    –Secretos de la Reyna, asesinos contra una familia, el secuestro de la hija del Barón Jeptha. ¿Tienes sed de aventura? –. Nuevamente esa sonrisa coqueta.

    Ciel no contestó y miró a otro lado, sentía otra pulsación en el corazón.

 

    El suelo estaba frio y no podía ver nada, sus ojos estaban vendados. Las muñecas le mataban con un ardor de frotar piel contra el metal. Asustada y desorientada, podía sentir la humedad en el aire, olor a moho. Las voces llegaban apagadas, reconocía esas dos voces de varones, sus captores.

    –¿Por qué no la asesinaste? –. Gritó uno.

    –Nos podría ser de utilidad –. Respondió el otro.

    –¿Utilidad? Es una niña.

    –No deberías hablar de eso, no estás muy lejos de…

    –Dame una razón, solo una –.Subrayó la última palabra para enfatizar.

    –Es la hija del Barón Jeptha Nasnarin.

    –¿Y eso?

    –El Barón Jeptha está actualmente muy cerca de la Reyna.

    –Claro, es debido a que es de la constructora.

    –Si tenemos a su hija lo tenemos a él.

    Un silencio desgarró las acaloradas voces por un momento, solo interrumpido por la agitada respiración de ambos.

    –Planeaste esto.

    Silencio.

    –¡Planeaste esto! ¿No es así?

    –Si te decía, no ibas a aceptar.

    –Estamos juntos en esto, debes decirme todo.

    –¡No somos animales atacando sin sentido! Escuché que la Reyna le ordenó al Barón Jeptha pedir la ayuda de los Phantomhive.

    –El Phantomhive que queda es demasiado engreído para aceptar una tarea tan baja como intentar capturar a dos asesinos. Y ni hablar de esa imitación de Barón.

    –Es un perro, cuando la Reyna silba él mueve la cola. Cuando el Barón descubra que tenemos a su hija, hará todo lo posible por encontrarla.

    –¿Qué planeas?

    Las voces se comenzaron a perder a lo lejos, quedando en calma.

   

     Lo primero que harían era buscar hospedaje para los días de investigación. Sebastian conocía un lugar atendido por una anciana, una linda fonda con habitaciones simples pero acogedoras.

    El rechinido de una puerta de madera hizo que la anciana Orpha prestara atención a sus huéspedes. Un joven alto y atractivo, vestía de mayordomo. A su lado un niño vestido con un traje azul marino, parecía un muñeco.

    –Sebastian –. Exclamó la anciana con una sonrisa de oreja a oreja.

    –Lady Orpha –. Respondió él.

    –Que elegante, todos aquí me dicen Lulu.

    –¿Tiene habitaciones?

    –Para ti, siempre, querido –. La anciana avanzó con paso lento hasta la barra de bebidas.

    –Hay mucha diferencia entre Orpha y Lulu –. Observó Ciel cuando la anciana se hubo alejado lo suficiente.

    –De joven era una prostituta –. Dijo antes de seguir a Orpha.

    La habitación era pequeña de una sola cama, la ventana era rústica en paneles de cuatro, las cortinas sucias y delgadas separadas de par en par.

    –Este lugar es un asco, ¿Por qué venimos aquí? –. Ciel miraba la habitación con obvia repugnancia.

    –Lady Orpha es una importante mensajera de los Nasnarin.

    –¿Qué?

    –Cuando la conocí, estaba en sus veinte años. El Barón Luther Nasnarin tuvo un hijo con ella. Como es natural, para encubrirse, mandó lejos al niño y sacó de las calles a Lady Orpha para convertirla en masera de este local, actualmente es la dueña.

    Ciel suspiró y avanzó hasta la ventana.

    –Crees que la anciana puede ser de utilidad.

    –Podremos consultar con ella cualquier dato histórico de la familia Nasnarin de ser necesario, siempre mantuvo contacto con la familia.

    El niño extendió un papel esperando que su mayordomo lo tomara.

    –Ve que puedes averiguar de los bajos fondos de los Nasnarin, yo saldré con la policía para recaudar datos de los asesinatos, la información que nos facilitó el Barón Jeptha puede que no sea suficiente.

    –¿Esta seguro? Hay asesinos involucrados en el caso.

    –Sebastian, es una orden.

    –Yes, my Lord.

 

    Los casos de asesinatos aparecieron en los periódicos. Pocas personas le dieron importancia, el tiempo sigue. Por eso le fue fácil a Ciel entrar a los datos de la policía, eso y el nombre de Phantomhive. Su título como el “perro de la Reyna” era conocido por toda Inglaterra, algunos con desprecio y a otros les daba igual, pero cuando se trataba de imponer autoridad, no fallaba.

    Pasado las tres horas de comenzar, había avanzado realmente poco. Los datos de la autopsia revelaron poco, heridas de espada y orificios que las balas dejaron tras abrirse paso por la carne. El dato más relevante era de Isaiah, solo recibió un disparo limpio en la cabeza, a comparación de Lady Fidelia y el Barón Bennett que recibieron múltiples cortes y apuñaladas, parecía más un ataque de odio. ¿Por qué Isaiah solo recibió un disparo en la cabeza? Indoloro y piadoso.

    Pisadas cercanas sacaron de sus pensamientos a Ciel.

    –¿Qué es todo ese bulto de papeles? –. Preguntó al ver que Sebastian colocaba un dossier sobre la mesa.

    –Es la información que me encargo recaudar, my Lord.

    –¿Todo eso es de la anciana?

    –No, Lady Orpha mencionó nombres de personas que pudieran ser de utilidad.

    –Buscaste personas y las escuchaste relatar sus datos en tres horas –. Ciel miraba con rencor a Sebastian, este sonreía en un intento de parecer modesto.

    –¿Encontró algo de utilidad?

    –No, al parecer tuvieron más consideración con Isaiah. Estas son las fotos de Lady Fidelia y el Barón Bennett.

    Sebastian encono los ojos al mirar las fotos. Masas sangrientas carne, apenas reconocibles, tajos bruscos deformaron el cuerpo.

    –Esto parece obra de demonios.

    –Que parezca un acto inhumano no significa que lo hayan hechos demonios.

    –Aún quedan los shinigamis.

    –Será mejor repasar la información. ¿Qué es lo más importante?

    –Al parecer la familia Nasnarin consiguió una conexión con la Reyna debido a la constructora del Barón Jeptha.

    –Pudieron pedirle a los Phantomhive ese favor, o a otras docenas de constructoras, ¿por qué precisamente a los Nasnarin? –. Apuntó Ciel con dolencia.

    –Eso mismo pensé, y me tomé la libertad de investigar que tenía de especial. El Barón Jeptha contaba con la ayuda de una familia, Los Lioncourt.

    –¿Lioncourt? He escuchado de ellos antes, una antigua familia mercenaria.

    –Extinta hace poco sin dejar rastro.

    –Insinúas que  los Lioncourt desaparecieron gracias a los Nasnarin.

    –No todos, tal vez algunos pocos sobrevivieron para buscar venganza.

    –Es un buen indicio para comenzar. Salgamos de aquí, este lugar es deprimente –. Encargó a Sebastian regresar con los papeles a la habitación.

 

    La noche cayó y los encapuchados se aproximaban a la casa objetivo. Silenciosamente. Dos guardias resguardaban la entrada principal, pero optaron por pasar desapercibidos, subieron por la pared hasta alcanzar una ventana abierta. Entraron a un estudio, estantes con libros tapizaban las paredes, una mesa pequeña y un solo sillón eran la decoración. El encapuchado desnudo su espada y la empuñó con las dos manos. La puerta se abrió dando paso a un pasillo corto, las escaleras subían. La espada encabezaba la marcha y detrás, el puñal y la pistola. Estaba por pisar el primer escalón cuando escucharon pisadas en la parte de arriba, eran varios y bajarían las escaleras. El encapuchado que encabezaba miró atrás, su compañero negó con la cabeza.

    –… Pero la zorra no quiso aceptar el dinero.

    –Te lo digo, nadie querrá acostarse contigo, eres más feo que el hambre.

    –Sigue diciendo eso y te desfiguraré la cara mientras duermes.

    Las voces se iban apagando conforme se alejaban. Estando lo suficientemente lejos, salieron de las sombras que proporcionaba un recorte en la pared. Subieron las escaleras y el final del corredor, otros dos guardias protegiendo la puerta. Uno de ellos apenas se percató que su cabeza estaba separada del cuerpo, hasta que cayó al suelo con un ruido sordo. El otro, estaba desnudando el metal cuando algo le voló los dedos de la mano y un frio filo rebanó su cuello dando paso a una sensación de calor. Se desplomó en el suelo sujetando la herida.

    Uno reventó la perilla con la espada y acto seguido propino una patada, la puerta se abrió entre astillas y pedazos de madera esparcidos por todos lados. El hombre frente a ellos estaba sentado, tomando alcohol.

    –Solo debieron tocar la puerta, ¿Qué le diré a las familias de los asesinados?

    Los encapuchados guardaron sus armas, no representa peligro.

    –¿En dónde está el Phantomhive?

–Fin del capítulo Dos–

Notas finales:

Gracias por leer. Espero sus comentarios.


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