Recuerdo perfectamente que esa tarde, después de la comida, hacia un sol infernal, que aunque daba al entorno una apariencia divina y de edén, realmente quemaba la piel y segaba la vista. En el patio, lleno de flores diminutas y de color lila, parecía un jardín mágico de cuentos de hadas, pero solo era el diminuto espacio de hierba, mal cuidada, que estaba entre los dos coches de la familia, el más viejo, que ni siquiera usábamos, era como un muro, al patio trasero, en peores condiciones que el otro. Como refugio del sol, que calentaba demasiado mi cuero cabelludo, mi pierna y mis brazos, sin mencionar mi espalda, puesto que estaba sentado en el suelo ese momento, apareció una sombra sobre mí, lo agradecí internamente por un breve momento, pero luego, como todo ser humano, voltee a ver de quien o de que se trataba, tras mío, solo había eso, una sombra.
Grite.
Era como un cuerpo a contra luz, algo cuyo frente solo puedes ver opacamente por que tus ojos no se han acostumbrado a la potente luminosidad, pero realmente lo que estaba tras mío, era todo sombra.
Retrocedí bruscamente hasta chocar contra la primera pared que se interpuso en mi camino.
Quise preguntar que quería, llorar y huir, pero me tendió la mano, ayudándome a ponerme de pie, no como muchas veces habían hecho amigos o familia, cuando me caía o requería la situación, sino como alguien que con ese acto sabia, me salvaría de algo más grande, como si me ayudara de una manera más allá de lo que perecía a simple vista. Por mucho que ese hecho me reconfortase, algo que no llegaba a captar del todo, me atemorizaba y causaba escalofríos a lo largo de mi cuerpo.
Respondí al gesto y me puse de pie frente a esa sombra imperturbable.
No moví ni un musculo, no esperaba nada más que verla desaparecer, como seria natural, ver como los rayos del sol, se la comían y desgarraban como colmillos, como siempre pasaba en las películas, una sombra, que se perdía en el aire, como una nube de humo sobrenatural. Pero los minutos nos bañaron de sí mismos, decenas y decenas de ellos, sin que ninguno de los dos, pudiera comunicarse, tener algún tipo de acción frente al otro. Yo me sentía incomodo, pero la sombra parecía estar completamente entendida con la situación, como quien la provoca premeditadamente.
Por fin me hablo, sin labios ni boca, tal vez hasta sin sonido alguno, dio a entender que me había hablado, que era lo que deseaba.
Estuve quieto y frio, por un tiempo aun más largo, pero deseando esta vez, que ese instante jamás acabara, una combinación entre satisfacción, euforia, miedo y desesperación me invadía, antes de que las palabras salieran de mi boca, quería abrazar con todas mis fuerzas a ese ser, para que no se escapara antes de que pudiera hablar. Pensaba en mi vida, en mis sueños, en que había salido a ese jardín aburrido y solo, que estaba cansado de no tener nada en lo que aferrarme, que por alguna todo lo que tenia no me bastaba, que me sentía mal por ser tan codicioso, cuando tenía todo lo que alguien normal necesita para ser feliz, familia, amistad, amor, todo, pero aun así estaba vacío. También pensé en todas esas ocasiones en las que me había equivocado y quería regresar. La vez que deje ir a la chica que me gustaba, cuando se me había confesado y no pude responder, sus lágrimas cayeron al pedimento y no supe que hacer. La vez que perdí a mi mejor amigo, porque me declaro igualmente lo que sentía y reaccione mal, sin darme cuenta que también lo amaba, aun lo hago. Es más ahora que lo pienso, todos mis errores se relacionan a eso, tonterías que realice en el amor, de todas formas a mis diecinueve años, realmente no esperaría mas de mí, no había matado a nadie y mucho menos tomado decisiones importante, no había nada más de lo que pudiera arrepentirme ahora. Siempre fui un buen hijo, tal vez debería arrepentirme de no haber vivido al máximo siendo un rebelde, pero sé que de haberlo hecho, me diría que tal vez debería haber sido un mejor hijo.
Esa sombra me había dicho que lo que quería era concederme un deseo, nada más, por lo que no existía la opción de desear mas deseos, como todas las personas pensamos.
Supe cual debería ser mi deseo, no podía pedir cobardemente que me mandara al pasado a corregir mis errores, eso era caer muy bajo de mi parte, pero podía asegurarme de no volver a cometerlos. Solo había algo en mi mente capaz de hacerme cumplir ese objetivo.
Desee poder ver el hilo rojo del destino.
En ese instante sentí un peso raro en mi meñique, algo a su alrededor, cuando vi hacia abajo, estaba un hilo de lana roja, muy fina, muy suave, atada a su alrededor, con un nudo tan pequeño, tan firme, que nunca podría nadie deshacerlo, la sombra me advirtió que no lo cortara, porque ya nunca lo recuperaría, que no solo me quedaría sin destino, sino que le quitaría su destino a alguien más, me advirtió que si le cortaba el hilo a alguien más, un grupo de seres me casarían para darme muerte, nadie puede interponerse con el camino predeterminado de alguien más, de la misma manera que solo uno puede decidir seguir ese camino o no.
Respete sus condiciones y deshice el abrazo.
La sombra no se fue, pero yo ya tenía que entrar a casa, esta me siguió, me dijo que me acompañaría de ahora en adelante, no me molestaba, tener algo mío, que me siguiera a donde iba, se sentía confortable, al menos en mi punto de vista, tal vez suene aterrador, pero para mí no, dentro me encamine a mi propia habitación, la verdad estaba bastante incomodo con esa cuerda roja atada a mi dedo, por lo que ya una vez, en mi espacio, recostado en mi cama, me dispuse a observarlo con curiosidad, era simple y llanamente eso, un hilo, como cualquiera, así que me decidí a jugar un rato con la idea, tome un carrilete de hilo negro, me lo ate a la otra mano y tire el resto por la ventana, baje las escaleras y me fui a la cocina como siempre lo hacía, la persona que se cruzara conmigo era persona que no tardaba en preguntarme por el hilo, siempre preguntaba yo, haciéndome el desentendido, el hilo negro decían, nadie noto el del otro color, finalmente me deje de tonterías y volví a la habitación, me quite el falso filamento y volví a concentrarme en el real, este salía por la puerta y se extendía debajo de las escaleras, salía por la puerta de calle y corría por la calle colgando cómodamente, sin estar ni muy tenso ni muy flojo, en ese momento recordé que yo deseaba mas allá de poder ver ese estúpido trozo de cuerda, ver a la persona al otro extremo del mismo, baje corriendo las escaleras, con una mochila llena de cosas útiles y me precipite a llenarla con botellas de agua, había cumplido 18 hace un mes, si me perdía un par de días no podrían hacer ningún escándalo legal, por lo que no me moleste siquiera en contarles que iba a salir, pasaron mis padres entonces, y me fije con atención, ningún extremo del hilo de ninguno de los dos, los unía, al final me hacía sentir que esta familia era un error, ellos peleaban mucho, ellos jamás se amaron, pero como me tuvieron de jóvenes tienen que estar juntos por consideración conmigo, lo que no me desagrada, crecí en un hogar completo con padres atentos, pero la realidad llega cuando creces y ya no te tienen que esconder la verdad.
Esa tarde decidí salir a la calle a buscar el final de mi hilo.
En la calle no había muchas personas, pero veía esas extensiones rojas, ser arrastradas, algunas tensas, otras muy flojas, incluso vi una pareja de enamorados, unidos por el hilo, me alegre al verlo y sonreí. La sombra caminaba sin llamar sospecha debajo de mis pies, acomodándose a la posición del sol. Al poco tiempo de caminar siguiendo la cuerda que me mantenía unido a mi destino, me encontraba en una parte de la ciudad que casi nunca transitaba, la parte más rica y sinuosa, realmente bella pero muy poco conocida.
Ya no me importaba perderme.
Seguí hasta llegar hasta el final mismo de la ciudad que habitaba, era ya temprano en la madrugada, los pies me mataban y postraría que aunque sea delgado, un riachuelo de sangre empapaba mis calcetines, pero no pare, me llamaba, tener esa conexión en mi, era como un grito de mi nombre en el viento.
Ya no podía parar.
Pasaron días, cogí algunos autos, algunas personas se ofrecieron para ayudarme, pero solo me resigne a seguir el hilo, no quería parar, esperaba, veía cada vez el tenso del hilo aflojar, en las noches la sombra era la única que se dedicaba a hablarme, la única compañía que me mantenía cuerdo, si es que alguna vez lo estuve, la verdad, como todos, me he preguntado si es que estoy loco, si es que esta sombra no es alucinación mía, si es que no estoy más perdido que siguiendo un camino, pienso en cómo será mi vida después de que encuentre lo que busco o me dé cuenta de que solo estoy jodidamente loco, me pregunto si tendré que dar una vuelta al mundo por encontrar lo que quiero, pero es que hay tanto que me indica que me acerco. De la misma manera he visto cosas graciosas, lindas, tristes, cosas que me han hecho sentir vivo, aun cuando kilometro tras kilometro siento que arrastro pedazos de mi, que se quedan en el camino también. Un chica que se ve unida a un chico, no se hablan, están sentados lejos uno del otro en la banqueta, de la misma forma en que tras un rato, la chica le pide la hora, una pregunta tras otra, al final se van caminando a quien sabe dónde, juntos. Vi a dos chicos una vez, ambos echados en el césped en un lugar apartado en el cual yo estaba hablando con la sombra sin que me escuchasen, me sorprendió, mas aun al ver que eran gemelos, era muy interesante. Una pareja que discutía y luego se separaba, que estaban juntos ya por el destino, juraban que no era lo correcto. En cada caso solamente pensaba si solo supieran y me iba de allí, no se me permita interferir con el destino.
Fue cuando llegue a cierta ciudad, a varios miles de kilómetros de casa, unas semanas o meses después de salir.
Estaba en extremo cansado, me apoye en un muro desgastado de un barrio residencial para parar de caminar un rato, pues llevaba siguiendo el cordel desde la noche y daban las tres de la tarde, era impresionante como uno puede ganarse la vida allá afuera, el poco dinero que saque de casa se acabo hace tiempo ya, así que trabajaba en ocasiones como cuidador de algo por una noche o dos, como mesero por unos días, a veces solo por unos dólares para comer algo y seguir, había perdido peso eso que no se discuta, también había aprendido a caminar mucho sin cansarme, aunque correr no se me daba nada bien. Entonces sentí un tironcito del hilo, como si lo hubieran tomado y jalado de él con delicadeza, voltee.
Jamás espere toparme con alguien como él, era demasiado hermoso, demasiado. Detrás de este, un destello de luz, mágico verdaderamente, como si tuviera conciencia y estuviera parado ahí.
Mi sombra corrió con aquel destello, lo abrazo, se envolvían en una espiral de opuestos, jugaban, subían y bajaban como un mar que fluía en medio del aire, como su la noche y el día se dieran un cálido y avivado beso, como si siempre hubieran querido verse, pero yo no tenía tiempo para preguntar qué pasaba, no dejaba de ver los cortos centímetros a los que estaba reducido el hilo en mi meñique, cuyo otro extremo estaba unido al de él, había encontrado mi todo, mi destino, lo que tanto necesitaba.
Pero ahora la verdadera aventura estaba por comenzar. Encontrar a alguien es fácil, comparado con lo difícil que es llegar a estar cerca de esa persona.