Caigo al suelo, malherido por las puñaladas, sin ningún corte en mi piel, sin moratones, sin ninguna marca presente. Las heridas nunca son ni serán físicas. Una vez más, hazlo otra vez. Apártalos de tu camino e intenta ver la luz.
Pero la luz no está ahí, porque la luz se burla de mi casi inexistente valentía. Grito, pero ese grito se ahoga en mi garganta, quiero gritar, pero nunca puedo protestar. Ni siquiera hay lágrimas.
Inútil, ¿por qué no te unes? Conviértete en otro más. Acéptalo, ya no puedes cambiar nada.
Aparentemente, si que habían lágrimas. Intento evitarlas, pero qué demonios, soy débil. Levanto la mirada y la luz está justo delante de mis ojos, es tan brillante… Es la única llave que puede llevarte a la felicidad.
Pero mis piernas no se moverán, se están sumergiendo en la oscuridad, quiero alcanzar y sentir esa luz con la yema de mis dedos, pero no quiero, y quiero, aunque de todas formas, no puedo.
Diferenciarse de los demás y ser diferente… ¿Pero para qué te sirve ser diferente de todos modos?
Calla, cállate maldito trozo de basura, eso me gustaría responder, sin embargo, no puedo tan siquiera pronunciar una sola palabra.
Dirijo mis ojos hacia el suelo, es tan diferente de la luz, tan oscuro… Casi al punto de parecer negro. Y esa oscuridad me traga una vez más, siento como si mi garganta ardiera, sigo sin poder exclamar una sola palabra.
Quiero observar por más tiempo esa luz, aún no está decidido, ¿por qué no me dejas pensarlo? No quiero volver a esa jaula llamada vida real. Tan solo quiero permanecer aquí, ya sea temporalmente o de por vida.
Pero mírate, ¿por qué te quejas? Ni puedes evitarlo ni haces nada para conseguirlo.
Mentira, muchas veces es la mejor opción.
Te estás equivocando.
No me equivoco, estoy convencido de ello.
Por fin soy capaz de mover mis brazos, alzo uno de ellos, aunque inmediatamente lo bajo. ¿Por qué? ¿Qué clase de sentimiento contradictorio es este?
Hay varias opciones. Tienes que asumir todo para liberar tus alas.
No intentes confundirme. Asumirlo no es bueno para mí, yo no soy parte de esto, y no quiero serlo. No quiero causar dolor, no quiero hacerles daño, no quiero hacerle daño. Lo único que puedo conseguir con ello es perjudicarle y ser arrastrado otra vez a la soledad. Y la soledad es algo terrible.
Que hipócrita de tu parte, solo muestras desconfianza.
No, yo confío plenamente en esta persona, es mi único apoyo. No quiero que se aparte de mi lado, no quiero que huya de mí, no quiero ocultarle nada tampoco, aunque debo hacerlo por su bien, es lo único que puedo hacer.
Esto no es hipocresía ni desconfianza… ¿Verdad?
La oscuridad sigue tragándome y mis piernas siguen desapareciendo en ella. Por favor, tan solo unos segundos, ruego.
Pero sé que el tiempo no se puede detener, y que de todas maneras no hay marcha atrás.
Suspiro y cierro los ojos.
Allá vamos de nuevo.