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A shoulder to cry on por Kuroneko Heelsian

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Notas del capitulo:

Aquí está la primera parte del capítulo 1, disfrútenlo ^^

Mis párpados se abren, e instantáneamente mi cuerpo se mueve.

Jadeo y mi mano se dirige rápidamente a mi cuello para masajearlo, había dormido otra vez con una mala postura y el dolor en mi espalda era prueba de ello. Pero esta vez no había despertado en la oscuridad de mi habitación ni en una cálida cama, y el suelo estaba formado por baldosas.

Paseo mi mirada por el baño, a la vez que me levanto para verme en el espejo. Llevo exactamente la misma ropa que ayer, es como si mis pensamientos estuvieran nublados y mi cerebro no hubiese despertado, no puedo recordar en absoluto lo que pasó, y apenas había signos de que hubiese bebido o de una posible jaqueca, tampoco es que hubiese probado algo más que un poco de licor en mi vida, así que descarté el hecho de haber bebido la noche anterior.

Oigo un sonido vibratorio, y pronto me doy cuenta de que es mi teléfono, acababa de recibir un mensaje.

Me agaché para recoger mi móvil y observé que había recibido un mensaje.

-Hide…-Murmuré de una forma casi inaudible.-Seguramente querrá que le preste los apuntes de inglés.

Miré el título del mensaje: ¡Hazme caso de una vez!

¿Hacerle caso? Vi que había más mensajes aparte de este, como unos… ¿Diez? Me pregunto si siquiera sabrá que es el saldo.

Decidí abrir el último mensaje que me mandó hace unos minutos:

“Kaneeeekiiii, ¿qué te pasó? ¿Aún existes, o moriste por no ver la luz durante estos días? Lo prometo, la próxima vez que no me contestes cuando te visite pienso derrumbar la puerta. Me pregunto si tu cita salió bien, sé que es la primera vez que te has enamorado, pero que te rechacen no es escusa para pasar de mí, así que quiero verte hoy en la facultad, ¡o te arrepentirás!”

Al leer aquel mensaje, fue como si mi mente hubiera vuelto al mundo real, y sin darme cuenta, tiré el teléfono y me levanté para mirarme al espejo nuevamente.

Tan solo me había fijado en mi ropa, y lo que vi al fijarme en mi rostro, al ver aquel iris rojizo y globo ocular de color negro, sentí como si me hubieran pateado en el estómago. No era real, seguía sin serlo, quería convencerme a mí mismo de ello, pero la verdad, es que realmente era mi propio reflejo el que estaba frente a mí, y no podría ser cambiado nunca más, no había vuelta atrás.

Empecé a sollozar, y las lágrimas bajaban por mi rostro, no era consciente de cuantos días estuve encerrado en casa, no sabía si habían pasado dos o tan siquiera tres días, pero me sentía como si todas las mañanas fueran así, y como si momentos como estos fuesen infinitos, perdí la cuenta de cuantas veces al día lloraba por mi situación actual, no había manera de poder asimilarlo. Se sentía como si cada día fuera el día después de que me diesen el alta en el hospital, y estaba tan deprimido que ni siquiera quería salir a la calle y no sentía la necesidad de cambiar mi ropa, estaba sin fuerzas para nada. Y es más, me estaba muriendo de hambre.

Suspiré y aparté aquellas lágrimas con la manga de mi sudadera, y pasé a quitarme la ropa, era hora de volver a clases, aunque sabía que tan solo lo hacía por Hide, de todos modos, de alguna forma siempre conseguía que mi ánimo mejorase.

Con aquellos pensamientos en mente, fui a ducharme y finalmente me puse ropa distinta a los días anteriores.

Pasé a lo largo de mi dormitorio con andar lento, sin poder evitar mirar a los restos y las bolsas en las que la comida que me trajo Hide estaba envasada. También miré aquella bolsa de papel, que dentro tenía aquellos trozos de carne humana. Me había resignado a limpiar todo el desastre que causé aquel día y a tan solo probar un mordisco de aquella carne, como si de alguna manera aquello pudiese evitar que fuese un ghoul.

-Maldita sea.-Susurré. No había manera de que pudiese considerarme a mí mismo un ghoul.

La amargura y tristeza me invadía al considerar lo que era actualmente, así que aparté la mirada del suelo y me centré en buscar algo para ocultar lo que era evidente ahora.

Suspiré aliviado al encontrar un parche de color blanco en uno de los cajones de la mesita que se encontraba al lado de mi cama.

-¡Kaneki, Kaneki, Kanekiiiii!-Escuché a alguien exclamar mi nombre, e inmediatamente reconocí aquella voz.

Por unos momentos, en un intento de abrazo, sentí el peso de aquella persona sobre mi espalda, que al instante se encontraba en frente de mí, sacudiéndome una y otra vez como un muñeco de trapo.

-¡Eres malo! ¡Eres cruel!-Gritó Hide mientras me sacudía, al parecer intentando verse enfadado.-¡Sabes que no puedes faltar al colegio! ¡Estamos en primaria y no puedes bajar tus notas! ¡O de lo contrario cuando seamos mayores tendré que estar dándote limosna y verte dormir en una caseta de perro! ¡Y yo no quiero eso!

Parpadeé sorprendido por la velocidad con la que hablaba, puede que si estuviera un poco enojado al fin y al cabo.

-Oye, ¿y ese parche?

Se acercó a mi cara dejando tan solo unos centímetros de distancia, y me observó detenidamente, como si fuera lo más extraño que hubiera visto en su vida. Entonces vi que su expresión cambiaba a una mezcla entre culpa y nerviosismo.

-Oh…-Se apartó rápidamente, y rascó ligeramente su nuca.-Es verdad, te lancé sin querer aquella pelota de béisbol al ojo, creo que ya lo entiendo.

Infló sus mejillas como si tratara de pensar en alguna manera de disculparse, entonces, en su cara se dibujó una sonrisa y asintió varias veces, parecía haber dado con la idea.

De repente, se acercó a mi mejilla, y noté sus labios sobre ella.

-Las chicas hacen esto también, ¡así que supongo que esto me servirá a modo de disculpa!

Fue un simple y casto beso que apenas duró, aunque la verdad no creí haberme sonrojado más en toda mi vida.

Al recordar aquel momento de mi infancia con Hide, no pude contener una sonrisa, realmente seguía siendo igual de inocente, seguía siendo mi amigo Hide.

Sin dudarlo por más tiempo, tomé aquel parche y lo coloqué sobre mi ojo derecho, y me preparé para salir de casa.


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