En mi infancia estudie algo de karate, pero era una disciplina compleja que lleva años dominar; más que eso, para un doncel o mujer se debe desarrollar la agilidad para gritar, correr, clavar las uñas, dar puñetazos en la nariz, meter los dedos en los ojos, golpear la parte más vulnerable de los hombres y algunos otros actos que más que fuerza requieren maña y decisión. En este instante, mi sexto sentido me dice que si me resistía me mataría, pero mi autoestima se rebelaba a ser denigrado de esa forma.
Cruzo por mi mente la idea de morderlo, pero dude y se dio cuenta.
-No te atrevas.
- ¡¡Maldición!! – me dije internamente
Me abofeteo cuatro veces con la mano abierta, sentí que la cara me reventaba de ardor. Se puso de pie y al instante aproveche para levantarme a medias y correr, pero uno de sus amigos me atrapo del cabello.
-Ven acá.
Entre los tres, a tirones, me quitaron la ropa y comenzaron a arrojarme a los brazos de uno a los otros son dejar de reír.
Cuando se cansaron de empujarme, termine al frente de Connor, me agarro con sus manos en los hombros.
-Suéltame- le grite en la cara.
-No me da la gana.
Trate de zafarme de sus brazos, pero el agarre era tan fuerte que sus dedos se estaban marcando en la piel de mis hombros.
-Que me sueltes estúpido.
-Maldito hijo de perra… - rugió Connor indignado y de una cachetada me envio al suelo. Levante la cabeza, viéndolo con furia le dije:
-¡Eres un idiota! ¿Cómo pude salir contigo?
Connor me tomo del brazo y me obligo a levantarme, me zarandeo y me miro con furia.
-Eres una perra igual que la estúpida con que me case.
Lo mire como si estuviera loco, no pude articular palabra.
-Suéltame – le rogué, él se dio cuenta del ruego, porque sonrió de forma burlona.
-En su debido momento – me dijo y se lanzó con furia a mis labios.
Grite y aprovecho para introducir su lengua. Empecé a manotear y patalear intentando zafarme, pero el agarre no cedía. Entonces mordí con todas mis fuerzas su lengua, Connor grito y me soltó.
Intente escapar pero sus amigos me taparon el paso, uno de ellos alzo su mano en el aire y me dio una fuerte cachetada.
-AHHHHH SUELTAME – Connor me había agarrado del cabello, me lo halo con fuerza, mis ojos se humedecieron. Sentí como me arrastro hasta la vieja cabaña y me tiro al sofá sin ninguna delicadeza.
-Suéltame, mald… - empecé a gritar pero la fiereza de los labios de “él” me hicieron callar.
Connor separo mis piernas a pesar de mis inútiles forcejeos.
-¡LARGO DE AQUÍ! – le grito a sus amigos con furia, los dos salieron como *el alma que lleva el diablo*.
Vi cómo se ´´posiciono en mi entrada, empecé a temblar y me penetro de un golpe.
-¡AHHHHHHHHHH! DUELE…NOOOO… DETENTEEEEEE – grite con dolor y asombros, las lágrimas empezaron a caer de mis ojos.
Sentí que de mi entrada salía algo caliente, era sangre, por haber sido brutalmente profanada.
Connor me miro y vi que el suyo mostraba signos de arrepentimiento y con ganas de retroceder pero de un pronto a otro volvió a cambiar por la fiereza que antes tenía.
Empezó un vaivén desenfrenado, él estaba excitado y muy duro.
-S..S..SACALOOO, DUELE MUCHO, PARAAAA – gritaba tan fuerte que me dolía la garganta.
Él no me escucho y siguió son su fuerte vaivén hasta que se en mi interior.
-AHHHHHHH – sentí un terrible ardor cuando el espeso y cuantioso semen se derramo dentro de mí.
No me moví, pero mis lágrimas incontrolables seguían bajando por mi rostro.
Connor dio un fuerte suspiro, dejo caer su cabeza en el hueco de mi hombro. Segundos después salió de mi interior y se puso de pie, abotonándose los pantalones.
Me encogí en el piso de la cabaña, sin deseos de moverme.
-Levántate y vístete – me ordeno Connor con voz fuerte.
No podía replicarle nada, mi voz ya no salía.
-Muévete y sube al auto.
Los amigos de Connor se sentaron en el sillón tarsero y este condujo el coche de regreso a la ciudad.
-A todas las putas les gusta con un poco de fuerza – teorizo – les agrada provocar y cuando consiguen lo que buscan, estoy seguro que no pueden dejar de disfrutar también.
-JAJAJAJAJAJAJA – sus amigos y el empezaron a reír como locos.
-Oye putita, la próxima vez veamos una película los cuatro juntos para relajarnos y no tener que lastimarte cuando metamos nuestros palos en tu agujerito – dijo uno de sus amigos, mas especifico creo que era el que se llamaba tomas.
Mis ojos se aguaron pero hice todo lo posible por no soltar ningún sollozo y que se salieran con la suya.
Cuando llegamos a mi casa, baje rápido de ese auto y los vi irse rápido del lugar, abrí la reja de mi casa y di grandes pasos, pero en el jardín, antes de llegar a la puerta me detuve hecho pedazos.
Vi a través del cristal de la sala la silueta de mi padre que caminaba en el interior.
-¡Lo siento! ¡Lo siento tanto papá! No seguí tu concejo y mira lo que paso... Snif…snif – ya no pude callar más mis sollozos.