No importa si se me hielan los huesos, aun cuando estamos en completa oscuridad y soledad, puedo sentirme acompañado, puedo ver sus ojos y sentir el calor de su piel, que apenas y roza con la mía porque trata de mantener la cordura.
Buchou siempre fue maduro y con una gran capacidad de autocontrol, pero al verlo sonrojarse tanto y tratar de evitar que mis manos recorran lo que él no desea, siento que está a punto de salir corriendo para evitar algo que parece que no quiere aun.
-Ryoma, no sigas-
-¿Qué tiene de malo?, ¿acaso tu no lo deseas?-
-no es que no lo desee, es que… aún es muy pronto-
-no es muy pronto, si mañana nos tocará morir, desearía que fuera sin arrepentimientos de no haberme entregado a ti-
-pero…-
-deja ya eso, y déjame terminar de quitarte la ropa, que mis padres y prima llegan hasta mañana, hace rato me mandaron un mensaje-
No me reconozco, esta es la primera vez en mi vida que estoy tan impaciente, que deseo algo con todas mis fuerzas.
-¡no!, ¡Ryoma si vas a seguir con esto, es mejor que me vaya!-
No iba a dejar que se escapara, no esta vez, no iba a perder mi oportunidad esta vez.
-Kunimitsu, voltea-
Cuando volteo, le atrape ambas manos y lo jale, hasta la cama, lo ate un poco (exageradamente fuerte), y vendé sus ojos, no es que yo sea un pervertido, pero si lo dejo libre, seguro que tratará de irse nuevamente.
-no sabía que fueras tan decidido-
-no sabía que fueras tan cobarde-
-no soy ningún cobarde-
-pero huyes de mí, siempre lo haces, no me dices las cosas de frente, porque… dime que era lo que te molestaba realmente ¿Qué Fuji estuviese mucho tiempo conmigo o que tu no tuvieras el valor de decirme que querías pasar ese tiempo conmigo en lugar de él?-
Su silencio me dejó saber que la respuesta correcta era la segunda, adoro ese lado de él, adoro su forma reservada, conservadora, fría, penetrante, irascible y estoica de él.
Mientras no se quejaba, lo fui abrazando más y más hasta que mi propia decisión fue soltarlo, no soporto que no me abrace, que no disfrute conmigo.
-tú lo pediste Ryoma, ahora no hay vuelta atrás, no quieras arrepentirte, porque no hay escapatoria-
Él era pequeño y frágil, pero eso daba igual, que más importa si puedo tenerle a mi lado sólo para mí.
-relájate, deja que sea yo quien te guie-
Me mordió el lóbulo de la oreja, es un descarado, experto en avivar mis pasiones, enterró levemente sus uñas en mi espalda como insinuándome que mi ritmo era débil.
-sujétate fuerte a mi cuello-
No sé si fue el momento, pero todo en este niño era más de lo que imaginaba, si lo invadía de golpe, podía lastimarlo, así que fui con calma, paso a paso, retorciéndome de ansiedad de querer llegar hasta el final, aun cuando sabía que no debía.
-Kunimitsu, si lo vas a hacer, hazlo ya, que no voy a resistir mucho más-
-Ryoma, no lo digas tan suplicante, no quiero lastimarte-
-tú eres el único que no me lastima-
Su voz suave que dejaba salir vapor de su boca lentamente mientras trataba de contener sus pequeños quejidos, me volvieron loco hasta el éxtasis, éramos uno, no importaba lo que los demás pensarán, si era extraño que fuéramos dos hombres, si sus padres me odiaban por arrebatarles la infancia de Ryoma, si el mundo me odiaría por mi preferencia, pero lo cierto es que ninguna otra persona será capaz de darme más de lo que este niño me da.
-olvidalo todo-
-¿Qué quieres que olvide?-
-quiero que olvides lo que está afuera de esta habitación-
-Ryo…-
-sh, aquí sólo existimos tú y yo-
-aquí solo estamos los dos-