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Sangre Azul por Usami Minami

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Notas del fanfic:

Hola~ Pues nada(?

Ya, em... Publico mi primer fic yuri, quería compartirlo. De verdad deseo que cumpla sus expectativas.

Notas del capitulo:

Bueno, pues, es el primer yuri que escribo, también es de lo primero que hago con este tipo de trama, así de fantastico y demás.

Sólo espero que les guste~

 

La brisa soplaba cálidamente, como tenía que ser a comienzos de primavera. Había muchos Sakura, de seguro este parque era para disfrutar de un feliz hanami.
Las hojas verdes de los arboles de cerezos llenaban los pisos, mientras en el arbusto eran remplazados por hermosos pétalos rosados. Pronto, todo se tornaría de color rosa...  

Acababa de salir del instituto, y me dirigía a mi casa, pero algo hizo que me detuviera en este parque, ahora mismo, solitario.
Empecé a caminar por un estrecho camino cubierto de color verde, observando detenidamente toda la flora con la cual contaba el lugar.
Un árbol en particular llamó mi atención, parecía ser un cerezo milenario o algo así.
Me dirigí a este, divisando a su lado una fuente de un… ¿zorro? Eso parecía.
Y así era, específicamente un Kitsune de nueve colas, con unas marcas extrañas en su cara. Estaba sobre una especie de base en forma de una flor de Sakura, en donde caía el agua que salía de su boca entreabierta. ¿Por qué un zorro mágico?

Su parte trasera me intrigo, ya que aparentaba haber algo más.
Al rodear la fuente, una figura esbelta llenó mi campo de visión, sorprendiéndome. Llevaba una tacita, con lo que yo suponía, alcohol. La observé, preguntándome que hacia sola, sabiendo los peligros. Pero luego me retracté; conocía mi situación.
La mujer desconocida suspiró, y aún sin voltear a verme, dejo escapar su voz.
Un sonido agradable para ser simplemente el que producía un ser humano, y algo grotesco si perteneciera a un animal, o algo forastero.  

—Por fin llegas, Mei —fue lo que escuché salir de su boca.

—…¿Disculpa? —pregunté, atreviéndome entablar conversación.

—Si… Te estuve esperando, pero no pensé que vinieras —rió levemente.

—No entiendo. ¿Quién eres? —interrogué cada vez más confusa.

—Era inevitable nuestro encuentro… Dime, ¿no sentiste ese impulso? —giró un poco su rostro, dejando ver un perfil pálido-.   
 
Desperté con la respiración agitada y una fina capa de sudor cubriéndome…
¿Un sueño? ¿Pesadilla? Fue demasiado real, pero a la vez ficticio…
Bien, que importa. Sólo fue otro de mis sueños… Mire el reloj de mi mesa de noche marcando las seis de la mañana, aún faltaba una hora y media para el colegio…
Decidí levantarme y tomar un baño. El agua caliente relajando mis músculos se sentía genial, y era lo mejor para despertarme. Salí de la ducha y me sequé.
Me puse mi uniforme; una falda azul, camisa blanca y corbata roja. Apronte los cuadernos que usaría hoy, y fui a la cocina por el desayuno.

Soy Kirishima Mei, cabello hasta la mitad de la espalda de color negro, ojos grises claros, diecinueve años. Me gustan los mangas, aunque no tengo mucho tiempo para ello.
Al vivir sola, el cocinar se me ha hecho muy fácil y algo lindo de hacer, por lo tanto, cuando tengo tiempo, pruebo todo tipo de cosas. Amo escuchar música. Siempre llevo conmigo unos audífonos, primordiales...
Vivo sola en Kyoto, ya que mis padres se separaron y no quise ir con ninguno de ellos, por lo tanto, me ocupo de las tareas de la casa y sobrevivo el día a día con dos trabajos de medio tiempo.
Por la mañana me dedicaba al estudio, en la tarde, era moza de un café y restaurante, mientras que en la noche, era empleada en una gasolinera.

Aunque convivía con gente todo el tiempo, era tímida. Lo hacía porque era mi trabajo y necesitaba el dinero, pero si no fuera necesario, pasaría la vida encerrada. Bueno, exagero.
Miré el reloj una vez más, 6:40, me apresuré a tomar mi desayuno, aun quedaban cuarenta minutos, pero vivía lejos del instituto y tenía que ir caminando.

Después de desayunar, fui rumbo a lo que pronto sería mi prisión por siete horas.
Me tocaba Química a primer tiempo, y el profesor no era uno de los más agradables, al contrario. Suspiré, los cuarenta y cinco minutos en Química, eran más largos de lo que aparentaban. No había repasado nada, ojala y esté de buen humor.
Al llegar a mi salón, divisé mi banco al final de este, ubicado al lado de un ventanal que daba al patio. Fui hasta él y tome asiento, clavando mi mirada en la cancha de baloncesto todavía vacía. Era la típica chica antisocial que se sentaba en un rincón sin hacer caso omiso a nadie, excepto al encargado de la materia en la cual nos encontremos, a veces.

El murmullo de las chicas hablando de su ídolo, el chico que les gustaba y risas nerviosas impregnaban el ambiente del salón. Los chicos reían a carcajadas mientras contaban a cual de todas de la clase preferirían y cosa degeneradas que no estoy para contar. Solo esperen a que el profesor llegue; todo cambiará.
 
Cuando la campana que da inicio a las clases sonó, la puerta de mi salón se abrió, dejando ver a un hombre de unos cuarenta y tantos, pocas canas visibles, buen físico y con su cara de malhumorado que tenía todos los días. El encargado de Química.
El silenció reinó al verlo pasar por la puerta; no se sabe si es respeto o miedo.
Traía máximo diez carpetas de un grosor de 2cm cada una, las cuales causaron un gran estruendo al chocar fuertemente contra el escritorio. Todos se sobresaltaron y miraron fijamente al frente, siendo unos completos esclavos esperando una orden de su temeroso y nada vacilante amo. Creo que también me incluyo.

Era de esos profesores que, si se te caía el lápiz, y te dignabas a levantarlo, él te ponía un uno, observación y te sacaba del salón. Esta vez no exagero.
Así que nadie se atrevía a hacer algo que le molestara, simplemente lo que él diga y nada más. En esta situación, el dicho ‘es mejor prevenir que curar’ le viene como anillo al dedo. Sonreí y rodee mis ojos por mis pensamientos. Pero… a veces era divertido ver a todos actuar como momias frente a una persona de su misma especie.
 
Fije mi vista en la ventana una vez más, había dos chicos que se turnaban para tirar el balón hacia la canasta, fallando repetidas veces. De seguro practicaban para la prueba de entrada al equipo de baloncesto del colegio, el entrenador era muy estricto, igual que el capitán.
Una voz fuerte me sacó de mis pensamientos, era Aizawa-sensei.

—¡Kirishima, preste atención! —gritó y recién ahí le miré.

—Lo hago, sensei —contesté sin ganas.

—Entonces dígame quien postuló la teoría de la oxígeno-combustión —habló con su lapicero y libreta en mano, pronto para ponerme un uno en mi casillero.

—Por el científico francés, Antoine Lavoisier —respondí; si prestaba atención.

—Lo dejaré pasar por esta vez, Kirishima —dejo la libreta en su escritorio y se giró a seguir escribiendo quien-sabe-que en la pizarra.

Con desgana, comencé a copiar lo que él escribía. Saqué mi teléfono para mirar la hora y sólo habían pasado veinte minutos desde el comienzo de esta clase. Rodee mis ojos y suspire pesadamente, aún veinticinco minutos de martirio aquí dentro.
Luego tenía música, y amaba esa asignatura, así que todo bien.

Después de Química, todo pasó rápido, y nada anormal. El timbre que dio fin sonó.
Todos corrían desesperadamente hacia la salida, como si regalaran dinero o algo.
Yo, al contrario, esperé que se fueran, y salí civilizada mente, tomando rumbo hacia mi casa. Tenía tres horas antes de ir a trabajar en el café, y ahí estaría tres horas más.

Cuando llegué a mi casa, tomé otra ducha para ir presentable a trabajar.
Me dispuse a leer el maga de Tokyo Ghoul √A, mientras comía una manzana.
El manga está muy interesante, a pesar de que no soy aficionada del gore, me gusta.
Sólo leí unas cuantas páginas, ya que me tenía que aprontar para el trabajo.

Faltaba un poco más de media hora para que dieran las cinco de la tarde y que yo entrara a trabajar, pero voy caminando, así que tengo que salir un poco antes. No quedaba tan lejos como el colegio, pero no tengo algún otro medio de transporte, es lo que hay.
Una cuadra antes de entrar al café-restauran mi celular suena: era ella.

Notas finales:

Bien, sólo espero que les haya gustado.

¡Nos vemos!


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