LA CORONA DEL SABER
"Príncipe, esta es la corona del saber." Zorn el ex-consorte del ex-rey le indicaba una corona dentro de una pequeña cúpula de cristal.
Corona de oro, imitando ramas de un manzano. En la parte central había una gema verde ovalada (Véanse: La gema Peridoto).
Vegeta estaba indiferente a las explicaciones de Zorn.
"Dicen, dependiendo del portor, la corona puede ver cosas."
"Pero nunca duermas con ella puesta."
Vegeta estaba harto de los deberes de un príncipe. Era ejemplar. Se sentía recluido como un maniquí de escaparate ante la atenta mirada de todo el mundo.
Ya ni tan solo podía salir a tomar unas copas...
Flashback, una semana atrás:
“¡Escándalo! El Príncipe fue interceptado bebido en una de las calles de los barrios pobres.”
Fin del Flashback.
"Qué príncipe tan irresponsable eres, hijo." El ex-Rey regañaba a su hijo mayor.
"¡Ah, padre! Le detesto cuando se pone así. Ya ni se puede beber un poco más de la cuenta. Los chismes venden mucho."
El ex-Rey aumentaba su ira cada segundo. Golpeó la mesa asustando a los presentes.
"Me tienes harto. Te casarás con Eklo, hace muchos años que ustedes se comprometieron. A ver si así cesas de hacer el imbécil por allí."
Vegeta hizo cara de asco.
Zorn intervino:
"Señor, los gustos con el tiempo pueden variar."
Vegeta asintió.
"Ves padre, Zorn es el único listo aquí. A parte de yo, claro."
El padre emitió un gruñido de desaprobación.
"Creído." Gruño.
El príncipe se alzó. "Zorn creo que deberías irte con Eracira. Hace mucho tiempo que no ve a su padre. Siempre me pregunta por ti."
El aludido sonrió satisfecho.
"Muchas gracias, majestad. Mi hija estará muy contenta."
A continuación el ex-Rey llamó en presencia de Tarble.
"Hijo, cunado no esté... Cuida de tu hermano."
El menor de los Vegeta se limitó a asentir.
Barrios Pobres.
Todos conocían a Kakarotto, un gran guerrero. Amable pero amante de la lucha.
"Kakarotto, hijo vamos a entrenar. Tienes que estar en forma para la batalla, siempre."
Decía Bardock, el padre.
"Sí, sí ¡Qué emoción!"
Gine, la madre, sonreía al ver a Kakarotto tan grande pero actuando siempre como un niño.
"Mamá, sacó todo de ti."
Era Raditz, el hijo mayor de la pareja y hermano de Kakarotto.
La familia Bardock era modesta, no tenía lujos, la familia era totalmente trabajadora. Familia muy distinta a la Real.
En los barrios pobres corría el rumor de que existía un grupo de rebeldes que intentarían abolir la monarquía haciendo un golpe en el interior del palacio Real.
"Raditz hijo, ¿Podrías llevar estos trozos de carne a los vecinos?"
El hijo mayor cargo con la orden. Gine estaba orgullosa de él, era un chico responsable. En cambio Kakarotto, se comía las órdenes. Más de una vez lo tuvo que regañar, pese a sus 23 años de edad.
"¡Que hijo tan irresponsable eres! Ya deja de hacer idioteces."
Pero aun así quería a su hijo menor, había heredado su torpeza. No en batalla, en los quehaceres cotidianos.
Palacio Real.
"Mi padre me tiene harto. Es cansino. Parece que nunca fue joven alguna vez. ¿O la batalla con los Tsufurujin lo dejó traumado? Eklo es híbrida, no sé porque mi padre insiste tanto en ella..." Diálogos interiores de nuestro príncipe.
El joven y apuesto Vegeta caminaba por uno de los tantísimos y extensos pasillos de palacio. Oyó voces, curioso se detuvo a escuchar:
"Eracira, tu madre enfermó. No creo que sobreviva más tiempo." Era Zorn, abrazaba fuertemente a su hija intentando contener el llanto.
"No la olvides nunca, papá."
Vegeta no dijo nada. Continuó con su paso. Se dirigía hacia la biblioteca, lugar donde de recolectaban infinidad de escritos sobre la cultura y raza Sayiajin.
Cuando era un niño le encantaba ir y perderse en los grandes y extensos rollos de papel con infinidad de historias.
Normalmente iba acompañado por Tarble, pero ese día no. Debía concentrarse.
Barrios bajos. Tarde.
"Kakarotto vienes sí o sí, ¿entendiste?"
"Pero Raditz."
"No rehúses. Nos vamos y ya."
Palacio Real.
Unos extraños en plena noche entraron en de forma furtiva pero no ruidosa. Dejaron un hueco enorme por donde entraron.
"¡EH jefe! ¿Dónde dice que está esa corona visionaria?"
"Solo síganme y cállense, nos van a oír los viejos guardias."
"¡Hermano! Allá al fondo reluce algo, ¿Será eso?"
Kakarotto le indicaba hacia el fondo del pasillo por donde el grupito se coló.
"Cierto... Broly cárgate la puerta como tu tan solo sabes."
El aludido comenzó a reír de forma extraña.
"Hermano... Está re loco ese."
"Nacieron el mismo día."
"¿Y...?"
¡Boom! La puerta se desplomó enfrente de Broly. Con un sólo dedo la derribó.
"Debería ser el día de los locos mentales.... Kakaroteno." Raditz petó en risas.
"¡Argh! No me gusta que te burles así de mí. Yo no soy Broly."
"¿Es esta mierda dorada lo que andabas buscando, Raditz?"
Broly llegó entre manos tenía una corona, la corona del saber.
"¡Mierda! Fuiste rápido... ¿Pero no había seguridad alguna? Es linda."
Raditz la toqueteaba como si nunca hubiera visto oro.
"Nah, solo unos hilos rojos."
La tranquilidad de Broly dejaba atónito a Raditz. No pensaba que ese grandullón fuese tan descerebrado.
"¡Lásers!"
Cientos de pasos y gritos se aproximaban al grupito a una velocidad constante.
"¡¿Quién eres!?" Una mano se posó en el hombro del menor de los Bardock.
Raditz como instinto de supervivencia -la cobardía- le dio la corona a Kakarotto y se fugó junto con Broly.
"Allí te quedas, pringado."
La mano en su hombro no le permitía escapar.
"Como el príncipe que soy te ordeno a que me sigas, ladrón."
El joven maldecía internamente haber accedido a "ayudar" a su hermano. Que de hecho lo dejó allí tirado.
"Veo, por tus vestimentas mediocres, que perteneces a los barrios bajos. No era de extrañar, los barrios medios y altos ni se dignan robar la comida. Sígueme."
Los dos se fugaron en la obscuridad. Cuando los guardias llegaron tan solo encontraron un hueco y la puerta derrumbada.
"Tengo gustos muy peculiares... Ah! Antes de nada devuélveme la corona."
Kakarotto la entregó. Ambos seguían caminando por las penumbras de ese pasillo.
"Ven entra."
El príncipe abrió una puerta secreta. ¿A qué lugar conduciría esa entrada?