Minho gruño cuando sintió que alguien le tocaba levemente la espalda. Su cerebro aún se encontraba un tanto inactivo, haciendo que no pudiera razonar del todo lo que estaba pasando.
¿Quién lo tocaba? Hasta el último registro que su cerebro guardaba, no había nadie más en casa además de Taemin y él, y, a juzgar por el calor que sentía entre sus brazos, el menor no era quien lo estaba picando. ¿Quién quedaba?
—¡Ha-Neul! —Se sintió como si le hubiesen echado una cubetada de agua fría en la cabeza cuando recordó lo que había pasado.
Incorporándose de golpe, y casi tirando a Taemin de la cama en el proceso, movió sus grandes ojos hacia la niña que se encontraba a un lado de la cama, mirándolo atentamente, como preguntándose si había hecho algo mal.
—Mi niña, lo siento, me quedé dormido —le sonrió torpemente, estirando los brazos para cargarla—. ¿Tiene mucho que despertaste? ¿Tienes hambre?
—No —contestó, sonriéndole al momento en que la elevó en el aire.
—M-Minho hyung… —Es verdad, debía de cuidar de Taemin también.
—Taemin —la niña lo señaló, jalando su cuerpo hacia esa dirección, queriendo alcanzarlo.
El bailarín principal se encogió, sin atreverse a abrir los ojos. Escucharla aún significaba dolor, recordar a su hermano y esposa, recordar que se habían ido ya. Pero tampoco podía quedarse de esa manera, podía escuchar el cariño y confusión que la voz de la pequeña niña le transmitía, después de todo, su relación siempre había sido cercana —lo más que su trabajo le permitía—, creando así, múltiples memorias alegres. Por lo tanto, si él se alejaba de ella o mostraba reticencia a su contacto, le crearía la idea de que la culpaba de algo o peor, que no la quería.
—H-Ha-Neul —murmuró, girándose para mirarla y sonriéndole lo mejor que pudo—. ¿Cómo te va?
La niña sonrió más ampliamente y estiró los brazos hacia él. Minho sintió que se le hacía pequeño el estómago al ver cómo Taemin abrazaba con delicadeza a la menor, había algo en aquella imagen que le dibujaba un panorama que se le figuraba como una pequeña familia.
—¿Tienes hambre? Creo que aún tenemos algo de comer, ¿verdad hyung? —Preguntó, mirando a Minho.
—Sí, queda lo último que dejó Kibum —sonrió, levantándose de la cama para terminar de despejar el sueño que le quería volver a acomodarse en la cama a dormir—. Vamos Ha-Neul, dejemos que Taemin se prepare.
Los ojos de Taemin se cristalizaron levemente cuando la niña depositó un beso en su mejilla, le sonrió y ayudó a bajar de la cama, viéndola caminar con pasos cortos hacia Minho, quien le extendía la mano para sacarla de ahí.
Aquella semana fue difícil, Taemin tuvo varias recaídas emocionales cuando se encontraba a solas con Ha-Neul, por fortuna, Minho fue capaz de modificar la situación para distraerla y evitar así que se creara la idea de que Taemin no la quería. Gracias a que la niña era bastante adaptable y que más o menos conocía el dormitorio de sus visitas anteriores, le fue más fácil acostumbrarse a andar por las habitaciones, menos la de Kibum y Jonghyun, claro. Minho y, en algunas ocasiones, Taemin, podían entretenerla con varias cosas, apartando de su mente el tema de sus padres. El conseguirle comida y ropa adecuada fue difícil, por fortuna tenían unos vecinos que tenían hijos levemente más grandes que Ha-Neul y les apoyaron dándoles lo vital para sobrevivir un par de semanas.
Al menos hasta que llegó el funeral.
Dada su condición de ídolos, no les era posible salir del dormitorio tan fácilmente. Tenían a muchas personas al acecho de encontrar nuevas fotografías y novedades para colgar en todo lo largo y ancho del internet para que el mundo lo supiera. Si de alguna manera alguien veía salir a los dos con una niña, sería una total pesadilla que jamás tendría fin. Si ya era difícil mantener oculta la relación que tenían él y Minho, Jonghyun y Key Onew con Joon, no querían ni pensar cómo sería el explicar la súbita aparición de un infante en sus vidas.
Es por esto que, con todo el dolor de su corazón, Taemin notificó a sus padres que no podría asistir.
“Hijo, entendemos totalmente tu decisión, ¿cómo está Ha-Neul?”
—Bien, lo mejor que puede… ¿Cómo están ustedes?
“Tu madre no se encuentra bien, Taemin, esto la ha debilitado aún más. Ha estado en el hospital las últimas semanas, solo hoy saldrá para el funeral.”
—¿Qué fue lo que pasó, appa? ¿Cómo es que… cómo es que ocurrió?
“C-Cuidábamos de Ha-Neul y tu hermano tuvo que salir por algo de su trabajo, su esposa lo acompañó y cuando venían de vuelta, ocurrió.”
—Discúlpame por no estar ahí, quisiera hacerlo… —se le quebró la voz.
“Lo entendemos, Taemin, por favor, no te martirices demás… ¿Todo bien con Ha-Neul? Tu madre y yo pensamos que quizá te sea difícil, si no te es posible, intentaremos cuidar de ella.”
—Puedo hacerlo… Minho hyung está ayudándome y ella está bien, Taesun hyung la dejó a mi cargo, no pienso fallarle.
“Estoy orgulloso de ti, Taemin, ambos lo estamos. No dudes en pedirnos lo que necesites.”
—Gracias, cuida de umma, por favor.
Aquella conversación no solo había dolorosa por saber lo que había ocurrido, sino que también le había preocupado y perturbado el saber que su madre se encontraba delicada de salud. Parecía que su mundo estaba complicándose cada vez más, se sentía como si tuviese una cuerda atada alrededor de la cintura, con una roca jalándolo hacia una acantilado, representado todos los problemas que lo rodeaban, mientras que el otro extremo se encontraba sujeto para mantenerlo a salvo, Minho y los demás. Ese tira y afloja lo debilitaba demasiado.
Minho era el único pilar que mantenía a ambos, el rapero sentía que tenía el peso del mundo sobre los hombros. Recordaba aquel día del funeral, recordaba que Ha-Neul rompió en llanto en un punto y sin importar lo que hacía, no pudo calmarla, fue una completa pesadilla, Taemin le siguió al poco tiempo después. Prácticamente se desmayó aquella noche cuando logró que ambos conciliaran el sueño.
—Señor Choi —el abogado le saludó cuando entró al dormitorio.
—Abogado Kim —Minho le sonrió.
—He venido a terminar de entregar los papeles restantes —continuó, mirando con complacencia a Taemin que volvió con la niña en brazos—. Buen día señor Lee, buen día querida.
Taemin le respondió con una ligera sonrisa mientras que la menor venía más entretenida con un oso de peluche que Minho le había comprado en una escapada por leche de vainilla, que, oh milagro, Ha-Neul también tenía una ligera obsesión por la misma leche que su novio.
—Me alegra observar que todo marcha con tranquilidad —asintió, sentándose en la silla que Minho le ofrecía—. Estos son los documentos faltantes para mantener en orden la herencia y adopción.
—¡Minho appa! —La niña rio cuando este la recogió de los brazos de Taemin y empezó a aventarla al aire.
—¿Con esto todo queda bien ya? —Taemin sonrió, Minho parecía y era un buen padre.
—Sí, solo existe un pequeño punto más que deberán de cumplir —continuó, haciendo que Taemin tuviera cierto miedo a lo que seguía—. Dada su condición de trabajo, deberán de reportarse con una trabajadora social cada semana.
—¿Por qué? —Minho aguantó mientras la niña le pegaba con el oso, pidiéndole que continuara jugando con ella.
—Para asegurar que la menor se encuentre en la mejor condición, que tenga todo.
—¿Y cómo se supone que lo evaluará? —Taemin se llevó una mano a la cien y la masajeó levemente.
—El desarrollo de la niña, educación, integridad, condición de vida.
Era obvio que se habían propuesto darle lo mejor, empeñar todo lo que estuviera a su alcance para criarla de lo mejor, pero era delicado. Aquello quería decir que debían de mostrar un avance cada semana, aún con todas las cosas que tendrían que hacer…
—Es comprensible —Minho suspiró—. Contamos con que no habrá problema con ello…
—Deseo que así sea —el hombre sacó una hoja de un folder y se lo estiró a Taemin—. Esta es la dirección, de ser posible, hagan una cita con ella lo antes posible.
—Lo haremos, se lo agradecemos —el joven bailarín se levantó cuando él lo hizo, guiándolo hasta la salida.
—Que tengan un buen día, cualquier cosa estoy a su disposición.
—¿Crees que lo haremos bien, hyung? —Taemin preguntó, sin darle la cara.
—Por supuesto que sí, Minnie, todo estará bien, ya lo verás —el rapero caminó hacia él, colocándose justo detrás.
—Me aterra fallarle… Lo que menos quiero es defraudar lo que él pensaba de mí.
—No hables de esa manera, no pasará nada malo y saldremos adelante.
—Minho appa, ¿Taemin está enfermo? —La infantil voz hizo que Taemin la volteara a ver.
—Claro que no lo estoy, Ha-Neul, es solo que tiendo a pensar muchas cosas que no debería —rio cuando Minho asintió—. Por cierto, ¿por qué a ti te llama appa?
—Porque lo soy, soy la figura paterna aquí —Minho sonrió con arrogancia, empujando en contra de ese punto levemente delicado para Taemin.
—Y, ¿yo qué vendría siendo?
—¿Tú que piensas? ¿Quién falta?
—Yo no soy su umma… —Minho tenía un toque que le hacía desviarse de pensamientos pesimistas tan fácilmente, otra de las cualidades por cual lo amaba tanto.
—¿Tú qué dices Ha-Neul? ¿Suena mejor Minho appa o Taemin appa?
La niña intercambió la mirada entre ambos, echando a reír después de volver a mirar a Taemin—. ¡Minho appa!
—La jueza ha hablado —sonrió—. Apresúrate umma que hay que calentar la comida.
—¡H-Hyung!
La probabilidad de estar tan rojo como la pelota que había en el piso, era casi del cien por ciento.