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I'm sorry por Kamy Black M

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—Lo siento—susurró, y entonces sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras veía el rostro dormido de ella. Del amor de su vida. 

Dejó las lágrimas fluir mientras se sentaba en el suelo frío, y un viento gélido entró por la ventana, helándole los huesos. Enterró su cabeza entre sus piernas dobladas y lloró, a medida que sus manos apretaban su cuero cabelludo con fuerzas. Intentó no hacer demasiado ruido, mientras observaba su pacífico rostro. 

Ese rostro que un día la había mirado con amor. 

Y ahora… y ahora no había nada. Ni un “amor”, “cariño”… nada. Ya no habían diminutivos para ella, no había nada mas que la frialdad de su voz y sus miradas gélidas, sin nada. 

Cuando antes habían sido todo. Sus ojos eran cálidos y su voz suave, y la trataba… la trataba como si fuese lo más lindo del mundo. 

Pansy extrañó eso, mientras observaba a Hermione Granger dormir sobre su cama, pacífica. Fría. Inalcanzable. 

Ya estaba tan alejada de ella… 

Pansy se acercó un poco, sintiéndose más débil que nunca. Observó sus labios, extrañando su suavidad, tanto al hablarle… como al besarla. 
Extrañaba tanto sus labios tratándola tan bonito. Y ahora, nada más que frías palabras de desprecio salían de ellos. 

La miró con dolor, porque estaba allí pero a la vez estaba allá. Y no estaba en ningún lado. Al igual que Pansy. 

Acercó su boca a la de ella, y le dio un diminuto beso, saboreando el momento y cerrando los ojos. Una solitaria lágrima cayó por su rostro. 

Tanto tiempo… juntas, para que terminaran así. Tan separadas.
  
Tantas cosas compartidas y sin embargo ahora parecía que ni quería verla. —Maldita sangre sucia—susurró, apretando las sábanas de la cama con fuerzas, impotente. 

Hermione ya no la quería. Y antes decía amarla más que a nada. 

Pansy era demasiado mala, por eso Hermione dejó de quererla. Era una perra caprichosa, pero… pero realmente… había llegado a quererla. 

—Las perras como yo también nos enamoramos, aunque sea de una sangre sucia—Pansy acarició con un dedo su rostro y cerró los ojos. 

No vio cuando los ojos de Hermione se abrieron y la vio a su lado. Tampoco vio la lágrima que se secó de sus ojos. 

—¿Qué haces aquí?—su voz no sonaba tan fría, notó Pansy, abriendo los ojos, nada sorprendida de que estuviera despierta. 

—Solo necesitaba verte—suspiró, mirando hacia un lado. 

Hermione frunció el ceño, y Pansy sonrió. Era una sonrisa quebrada. 

—Creí haberte dicho que… 

—Lo sé. Lo sé. Me iré enseguida, no te preocupes—la observó con dolor en sus ojos, y a Hermione se le oprimió el pecho. 

—Lo haces más difícil. 

—Parezco ser perfecta en ello—soltó una risa irónica, bufando. —No hago nada más que idioteces—Pansy suspiró, mirándose las manos. 

—Tal vez—Hermione miró por la ventana la luna, intentando ignorar la presencia de la otra mujer. 

—¿Nunca me perdonarás?—la voz se le quebró involuntariamente. 

—Ya te he perdonado. Pero lo nuestro jamás será igual—Hermione la miró con amargura. 

—Sé que he hecho cosas terribles… pero te quiero, Hermione—la miró con dolor, intentando tomar su mano. Mano que la muchacha apartó con brusquedad. 

—Nunca lo entenderás. Y tampoco cambiarás. Vete, Pansy—la muchacha la miró a los ojos. Pansy se quebró. 

Asintió, sintiéndose débil. Se paró y caminó hacia la salida. Desde que la guerra había acabado, hace un año, era lo mismo. Todos los días recibía un rechazo nuevo. 

Pero esta vez lo sintió más que nunca. 

—Sea como sea, mi corazón siempre será tuyo—susurró antes de irse. 

—Y el mío también tuyo—Hermione la vio irse con una sonrisa triste en los labios. 

Era una lástima que no hubiese funcionado. 

Tres meses después, Pansy Parkinson observó en el Profeta la boda enorme que habían preparado los dos amigos del Niño que Vivió. 

Ron Weasley y Hermione Granger se habían casado. 

A pesar del tiempo sigo amándote. Cuando te dije que siempre estaría ahí, lo decía en serio. Sé feliz en tu matrimonio, sangre sucia. Espero ser madrina de uno de tus hijos algún día. 
Si dejas de odiarme… 
Por lo pronto, seguro ya has recibido mi regalo. Perteneció a mi familia por siglos, y nuestra tradición decía que debíamos dárselo al amor de nuestras vidas. Es la primera vez que el artefacto no está con alguien casado con uno de mi familia. 
Tal vez sí somos algo egocéntricos. 
Como sea. Espero seas feliz, Leona. 

Te amo, y siempre te amaré.
P.P.

En un paquete, un anillo con el símbolo de la familia Parkinson descansaba. Dentro, el grabado juraba “Por y para siempre”.

—¿Qué haces, Hermione? Se nos va el trasladador—Ron la apuró desde el cuarto. Hermione sonrió.

—Ya voy—anunció, guardando el anillo en el fondo de su baúl. Ese baúl de Hogwarts que aún guardaba. Nadie fue testigo de la lágrima de amargura que brotó de los ojos de Hermione.

Así como tampoco nadie vio la solitaria muchacha que la observaba desde lo lejos. Velando por ella. Protegiéndola.

Como lo había prometido.

Notas finales:

Bueno... jajaja cortito cortito, pero tenía ganas de escribirlo el otro día :) 
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