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Outsiders por gaemi

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Notas del fanfic:

Cada capítulo de este fanfic se encuentra dividido en tres secciones, cada una dedicada a una pareja en especial:

Big lion and little sheep (BBam)

Giant baby and tiny hyung (MarkGyeom)

Tom & Jerry (JinSon)

 

Notas del capitulo:

Aquí les traigo otra historia que vengo planeando desde hace poco más de un mes. Sé que tengo mi otro fic pendiente pero también quería dedicarle tiempo a este porque en lo personal me agrada la temática.

Espero y sea de su agrado<3

Big lion and little sheep

 

Llevaba más de un minuto trotando en el mismo sitio. Su objetivo, los balones de vóley, se hallaban al otro extremo de la cancha. Llegar ahí a través de las gradas resultaba imposible debido a que el acceso a estas se encontraba bloqueado, así que forzosamente tenía que pasar frente a una fila de bancas al costado opuesto, donde un grupo de chicos se había sentado a apoyar al equipo de futbol que se encontraba entrenando.

 

BamBam se armó de valor y corrió a toda prisa pasando frente a ellos, prácticamente contenía la respiración. Creyó que ninguno se percató de su presencia cuando se siguió de largo, hasta que de pronto sintió un tirón en su camiseta que casi lo tira de espaldas. Aterrado, giró el cuello lentamente para toparse con la sonrisa bobalicona de JaeBum.

 

— ¿A dónde con tanta prisa, Baby BamBam?

 

El sonrojó le cubrió hasta las orejas. Jackson, un amigo tanto de BamBam como de JaeBum, solía llamarlo así. Pero odiaba ese apodo salir de los sucios labios de JaeBum. Forcejeó y se soltó, enfurruñado.

 

—Déjame en paz, tengo prisa.

 

—Vas a la masculina práctica de vóley, seguramente.

 

BamBam se esforzó por hacer caso omiso e ir de una vez por los balones. Cuando iba de regreso, JaeBum le puso zancadilla y cayó de cara a sus pies, desperdigando todos los balones a su alrededor. Apretó los puños con frustración y enterró la cara en el piso, humillado y patético. Pudo escuchar las risas a su alrededor.

 

— ¿Qué sucede aquí? —una mano lo ayudó a pararse con brusquedad. Era YuGyeom, tenía el ceño fruncido y la otra mano en la cintura—. Ya te he advertido mil veces que no te metas con él—gruñó, acercando su rostro peligrosamente a JaeBum mientras lo fulminaba con la mirada.

 

—No te tengo miedo, mocoso gigante—JaeBum lo empujó por el pecho, riendo—. No eres nadie que pueda contra mí.

 

BamBam observaba la discusión de reojo mientras reunía las pelotas. Una vez estuvieron todas de vuelta en la red, sujetó la manga de la playera de YuGyeom y lo jaló de vuelta a su cancha.

 

—Vámonos, no vale la pena.

 

—Oh, no, claro que lo vale—hizo amago de golpear a JaeBum; éste solo ensanchó su sonrisa mientras miraba como BamBam lo jalaba consigo—. ¿Por qué no dejas que le meta una paliza? Siempre te está molestando.

 

—Tú sabes porque… —murmuró BamBam, sintiendo de vuelta el ardor en sus mejillas.

 

—Ah, sí. Eso. Patético. Yo también estaría loco por el tipo que me golpea. Espero que te siga gustando el día en que él te mate.

 

—Nunca me ha golpeado—respondió a la defensiva, inflando sus mejillas—. Y no va a matarme.

 

—Kunpimook, solo es cuestión de tiempo para que lo comience a hacer—habló con firmeza, intentándolo hacer entrar en razón.

 

—Nada, no lo entiendes.

 

—Por lo menos deberías acusarlo con el tutor.

 

—Se meterá en problemas.

 

—No más grandes de los que te mete a ti.

 

— ¿Y no da igual? No te hace nada a ti—se giró bruscamente, soltando al más alto. YuGyeom retrocedió, indignado.

 

—Yo solo quiero defenderte, pero veo que eres idiota. Has lo que quieras—ofendido, se adelantó a la cancha, dejando solo a BamBam.

 

El muchacho suspiro y echó un vistazo a la cancha de futbol, nostálgico. Alto, con el pelo negro y despeinado, los hombros amplios, las estrechas caderas y las largas piernas. En serio, ¿quién no se iba a enamorar de él? A pesar de ser gruñón y abusivo… no todo el tiempo se comportaba así. También había un chico dulce y amable en él, y BamBam lo había visto muchas veces. Más de lo que su mejor amigo se podía imaginar.

 

~

 

— ¿No te da miedo? Tan solo míralo— Jackson señalaba con sus palillos a JaeBum en la otra mesa, sentado entre JinYoung y YoungJae a la hora del descanso. Últimamente él junto a Mark se sentaba con BamBam y YuGyeom.

 

—No hables así de él, también es tu amigo—objetó BamBam, dándole un enorme bocado a un bollito.

 

—Sí, pero no me gust--

 

— ¡Chist! —BamBam, aterrado, le lanzó los palillos llenos de arroz a la cara, callándolo al instante. BamBam se giró rápidamente, volviendo a poner la atención en su almuerzo, mientras recogía distraídamente los palillos.

 

—Mocoso—lo miró resentido, pero no le duró mucho, porque con  Mark que se negaba a mencionar palabra enfrente de otra persona que no fuera Jackson y YuGyeom que parecía bastante concentrado con un video de su celular, se veía obligado a picar a BamBam para entretenerse—. Sin embargo, mantengo mi palabra. Si yo fuera tú, huiría de él, en vez de perseguirlo. JaeBum es un enorme león y tú eres una ovejita.

 

—Ja, ja, ja—rió BamBam sarcásticamente, amenazándolo con los palillos—. ¿Te gustaría que te sacara un ojo? Porque eso vas a provocar.

 

—Oh, no. Me gusta mi cara con dos ojos—se tanteó el rostro, buscando que todo estuviera en su lugar. De pronto, se giró preocupado hacia BamBam—. Porque me veo guapo con ambos, ¿no?

 

BamBam resopló.

 

—En caso de que te dijera que no, ¿me pedirías que te sacara un ojo?

 

—No lo sé…—frunció el ceño pensativo. Infló sus mejillas y comenzó a patalear, como un niño pequeño. BamBam lo miró frustrado y puso las manos sobre sus piernas para detenerlo—. No lo soporto—murmuró bajando la mirada, una vez se hubo calmado.

 

— ¿Qué cosa? —preguntó el menor curioso.

 

—Ellos—apuntó a Mark y a YuGyeom—. Mark solo habla enfrente de mí, no entiendo porque no le agrada nadie más, y es frustrante que si me quiero juntar con alguien más debe de ser a costa de su silencio mientras este contigo. Luego está YuGyeom, que anda más misterioso que un agente secreto desde hace unas semanas… —y se quedó callado abruptamente cuando JinYoung pasó frente a ellos para dejar su charola de comida vacía junto con las del resto. Lo observó maravillado, como si estuviese realizando la más importante proeza artística jamás vista

 

— ¿Por qué no simplemente vas y le hablas? —sugirió BamBam, mientras cogía una servilleta y hacía como si le limpiara la baba al mayor.

 

—Lo dices como si fuera lo más fácil del mundo—Jackson entrecerró los ojos—. Pero no es así. ¡Tan solo míralo! —Golpeó los puños contra la mesa, haciendo saltar los platos frente a él—. ¿Has visto a alguna vez a un chico con el rostro tan perfecto?

 

—Sí, lo veo cada mañana en el espejo—se rió BamBam, cruzando su brazos.

 

—Ególatra.

 

—Tú eres peor.

 

—Los seres humanos necesitamos de autoestima—afirmó.

 

—Tener autoestima no significa que te vas a comportar como un idiota—BamBam se jaló el parpado inferior, haciéndole una mueca burlona al mayor.

 

—No sé de qué hablas, yo nunca me comporto como idiota.

 

—Ya…

 

—No importa, no estábamos hablando de autoestima, estábamos hablando de amor—protestó el mayor, haciéndole cejitas. BamBam rodó los ojos en un gesto tan exagerado que incluso le dolieron.

 

—Yo no. Tu si.

 

—Igual vas a contestar—se encogió de hombros.

 

—Porque no tengo nada mejor que hacer.

 

—Bien, porque ahí viene JaeBum. Quita el plato.

 

Pero se quedó en palabras. JaeBum pasó detrás de ellos, tomando a BamBam por el cabello y enterrando su cabeza en el plato con arroz. JinYoung a su vez lo reprobó con la mirada, y Jackson soltó un suspiro cargado de ilusión cuando intercambiaron miradas una fracción de segundo. YuGyeom se levantó de golpe y se abalanzó sobre JaeBum.

 

— ¡¿Qué demonios te pasa?! —bramó, sujetando a JaeBum por el cuello de la camisa, levantándolo un par de centímetro del suelo. YuGyeom era muy alto y muy fuerte.

 

BamBam, al sentir la presión que ejercía JaeBum sobre su cabeza desaparecer, fue sacándola del plato lentamente, escupiendo los trozos de arroz a la mesa. Sintió sus ojos aguarse y parpadeó muchas veces para apartar las lágrimas, limpiándose la cara toscamente con la servilleta de Jackson. Éste ni se dio cuenta, puesto que ya se había levantado junto con Mark a detener la pelea que aún no llegaba a comenzar. BamBam ni siquiera volteó a ver que sucedía, aunque a juzgar por los gritos, YuGyeom seguía tratando de golpear a JaeBum.

 

— ¡No entiendo porque eres así con él!— espetó, lanzando una patada que nunca llegó a su destinatario. Jackson lo tenía fuertemente aferrado por la espalda, mientras Mark tenía una mano sobre el pecho de JaeBum para evitar que cayera en provocaciones—. ¡BamBam nunca te ha hecho nada malo!

 

No podía contradecirlo, YuGyeom tenía razón. ¿Qué sacaba JaeBum de molestarlo? Solo lastimarlo y que a pesar de todo día a día lo quisiera más a y más. De nuevo las lágrimas aparecieron, y esta vez una de ellas escapó, rodó por sus mejilla y se perdió sobre el arroz salpicado en la mesa. Se sentía un estúpido, tenía que parar aquello ya o ya.

 

El timbre sonó estridente. Jackson y Mark soltaron a sus respectivos, y el primero de ellos volvió junto con BamBam para ayudarlo a recoger sus cosas. Al mirar su rostro y notar sus ojos enrojecidos, arrugó la manga de su camisa y con mucho cuidado limpió otra lágrima que comenzaba a emanar, fijándose que ningún otro presente ahí los viera.

 

—No llores—murmuró Jackson—. No trae nada contra ti. Está molesto porque suspendió física, va a desquitarse con el primero que le de la oportunidad.

 

BamBam asintió y cerró su mochila bruscamente. Ni siquiera esperó a YuGyeom para que fueran juntos a la siguiente clase. Solo quería largarse de ahí.

 

~

 

—Te estas comportando como una basura— soltó Jackson a mitad de la clase. Estaba en el mismo grupo con JaeBum, y se sentaba a un costado suyo. Su voz fue lo suficiente alta como para que solo él lo escuchara.

 

— ¿De qué demonios hablas? —farfulló el otro.

 

—Con BamBam, él no se merece que lo trates así. Y no veo que molestes a nadie más, al menos no de manera tan persistente y cruel como lo haces con él.

 

— ¿Y eso a ti que te importa?

 

—Me importa y mucho, no puedo soportar ver cómo vas por ahí pisoteando a todo el mundo…

 

—Osea que al final de cuentas BamBam te importa un pepino y lo haces porque tienes una obsesión enferma con jugar el papel de héroe. El pobre no tiene ni siquiera a alguien que le tenga compasión.

 

—Cállate, no me dejas terminar. Mucho menos puedo permitir que trates mal a BamBam, él es como mi hermano pequeño y tú comienzas a pasarte de la raya. Lo tienes traumado. Todo el tiempo está alerta; si lo tocas, se asusta. Una vez me lo encontré temblando en una esquina, parecía que había visto un fantasma.

 

—Ha de tener problemas en su casa, no es mi culpa—repuso JaeBum, aunque en su pecho comenzaba a crecer una presión: culpabilidad.

 

—Nada de eso, en su casa BamBam está perfectamente, no quieras echarle la culpa a alguien más. Lo tienes aterrorizado, JaeBum. No es sano para él. Ni para ti.

 

—Va. Y qué propongas que haga—habló a regañadientes, aunque en parte si quería remediar las cosas. Tampoco quería traumar a BamBam.

 

—Primero que nada, discúlpate por lo de hoy.

 

— ¡Pero--!

 

—Pero nada, ¡JaeBum! —exclamó frustrado. El profesor se giró de repente y ambos chicos regresaron a sus apuntes como si nada—. Deja de lado tu maldito orgullo y has sentir bien a ese niño tan solo una vez—habló en voz muy baja cuando el hombre mayor regresó al pizarrón.

 

—Hey, que yo solo le llegaré a ofrecer una disculpa y hasta ahí. No pienso hacerlo sentir nada.

 

—Idiota—Jackson soltó una risilla mientras escribía en la libreta—. En cualquier caso, ya has aceptado disculparte con él—dijo, más para sí, dando por zanjada la conversación.

 

~

 

Cuando las clases finalizaron, el cielo estaba cubierto de nubes grises, contrario a la mañana soleada que les había ofrecido. YuGyeom se había desaparecido apenas sonó el timbre y Jackson tenía entrenamiento de baloncesto, así que BamBam tuvo que aceptar con resignación volver solo a casa y sin paraguas cuando las gotas comenzaron a caerle sobre la nariz. Aquel sí que había sido un día de mierda. Comenzó a avanzar en dirección a su casa cuando la voz que más le gustaba en el mundo llegó a sus oídos.

 

— ¡Kunpimook! —y además lo había llamado por su nombre. JaeBum nunca antes lo había llamado por su nombre. Se detuvo en seco y esperó a que el mayor lo alcanzara—. Qué bueno que te encuentro.

 

— ¿Necesitabas golpear a alguien a la salida? —preguntó con un dejo de rencor en la voz, aunque en realidad se moría de miedo de que JaeBum lo aventara a la carretera.

 

—No—JaeBum, sorprendido y herido, se pensó dos veces antes de seguir hablando, porque quizá BamBam ya lo odiaba tanto que no sería posible que lo perdonara—. En realidad quería pedirte una disculpa por lo de hace rato, venía molesto de clases y…

 

—Sí, Jackson me lo contó—lo interrumpió, formando con su mano una barrera entre ambos rostros.

 

—Ah, ¿sí? —JaeBum lo miró pensativo—. Está bien, ya lo sabes. Entonces, ¿me disculpas?

 

—Da igual—continuó caminando, encogiendo sus hombros. No quería seguir hablando con JaeBum, porque aunque debería odiarlo, solo sentía deseos de lanzarse a sus brazos. Necesitaba reprimir esos malditos sentimientos. La lluvia caía con más fuerza a cada paso.

 

—Hey, Baby BamBam, espera—el mayor alzó la voz, sacando un paraguas de su mochila—. Vas a mojarte, yo puedo acompañarte hasta donde vayas.

 

—No quiero tu lástima—murmuró en tono neutral, haciendo caso omiso de la manera en que lo había llamado. Conforme pasaban los segundos, se iba sintiendo cada vez más humillado.

 

Como si de verdad el mundo ese día estuviera en su contra, un automóvil pasó a toda velocidad frente a él, salpicándolo de cabeza a los pies con un charco que comenzaba a formarse. El menor maldijo por lo bajo y se dio la vuelta, esperando que se lo tragara la tierra o algo por el estilo.

 

—Mi sombrilla solo nos cubre de lo que venga de arriba. No te prometo que te cubrirá de otro auto así—bromeó JaeBum, pero no lo hacía con malas intenciones. Abrió el paraguas y caminó acompasado con BamBam, cubriéndolo también a él. Esta vez, el menor ya no puso objeción.

 

~

 

Giant baby and tiny hyung

 

YuGyeom observaba con desinterés al chico sentado a un costado suyo. Mark tenía cara de bebé, cuerpo menudo —aunque musculoso—, escasa estatura y por nada en el mundo le dirigía la palabra a los demás con la contada excepción de Jackson.

 

Mientras, frente a ellos, BamBam y Jackson platicaban animadamente de lo que de seguro serían cosas sin sentido. Aunque a YuGyeom le hubiera gustado unírseles, tampoco estaba de ánimos. Prácticamente estaba solo, rodeado de tres chicos, pero solo. Suspiró pesadamente. Le preocupaba lo que tendría que hacer a la salida del colegio, y aunque podría mencionárselo a BamBam, el muchacho hoy había tenido suficiente de molestias gracias a JaeBum. Lo que no recordaba YuGyeom es que JaeBum nunca tenía suficiente.

 

Mark estaba encorvado sobre la mesa, masticando una barrita integral con la mirada perdida. ¿Por qué no le hablaba? YuGyeom se consideraba un chico agradable y simpático. Supuso que para todo había una excepción.

 

— ¿M-mark? —le habló con inseguridad, sin esperar que volteara, pero lo hizo. Sus ojos enormes se clavaron sobre el más joven, haciéndolo estremecer. Con su expresión le cuestionaba que era lo quería, ladeando la cabeza con las cejas arqueadas. Sinceramente, daba mucho miedo. YuGyeom tragó con fuerza y sacudió la cabeza. En realidad no tenía planeado decirle nada porque no pensó que el otro le hiciera caso—. ¿Te vas a comer eso? —señaló el yogur destapado desde que comenzó el descanso pero sin probar. Qué idiota, no se le pudo ocurrir nada mejor.

 

Mark se encogió de hombros y se lo arrimó, volviendo a concentrarse en su barrita de cereal y en aquel vacío en la pared. YuGyeom se llevó la botellita a la boca, alcanzando a darle apenas un trago antes de que llegara el idiota de JaeBum y enterrara el rostro de su mejor amigo en un plato de arroz.

 

~

 

El timbre que anunciaba el final de las clases resonó por salones y pasillos y los alumnos se precipitaron en manada hacia afuera de sus aulas, ansiosos de ir a casa. Mark observaba por las ventanas del pasillo como afuera la neblina se encontraba bastante baja y las nubes amenazaban con lluvia. Suspiró pesadamente, quería ir a casa.

 

— ¿Te quedarás a ver el entrenamiento? Creo que hoy no durará mucho—le preguntó Jackson con una sonrisa.

 

—No, creo que paso.

 

—Oh, está bien. Adiós entonces—dijo el menor con resignación para luego tomar su mochila e ir en dirección al gimnasio. Por un momento Mark se sintió culpable, pero hoy no tenía ganas de que un montón de miradas curiosas se le clavaran encima como el único chico raro que se quedaba a ver el entrenamiento de baloncesto sin vitorear ni emocionarse.

 

De todos modos siempre tenía la oportunidad de ver a Jackson jugar. Dio media vuelta y salió de la escuela en conjunto con la peregrinación de adolescentes que iban de vuelta a sus hogares, cada cual con su respectivo grupo entre cuchicheos y pasos desesperantemente lentos para él. Se bajó de la banqueta para adelantar a toda la muchedumbre. Cuando estaba a punto de librarse de ella, una voz lo llamó a sus espaldas.

 

— ¡Mark! —no sonaba a Jackson,  se sintió incomodo tan solo de pensar que tendría que intercambiar palabras con alguien. Quiso asegurarse de que no lo llamara para entregarle algo que se le había caído o decirle que traía roto el pantalón, pero no pudo hacer nada más que seguir caminando a toda velocidad de tan cohibido que estaba— ¡Mark! —habló la voz con más insistencia. Ya se cansará—. ¡¡¡Mark!!!

 

— ¿Qué? —se giró e inquirió con voz seca. Era uno de sus compañeros de secundaria, hace mucho tiempo que no lo veía, pero tampoco le alegraba saludarlo.

 

—Hola—dijo simplemente el chico. Mark forzó una sonrisa antes de doblar en una esquina y salir corriendo. ¿Por qué era tan condenadamente difícil hablar con alguien sin que sintiera que lo atacarían en cualquier momento?

 

~

 

Con un cigarro entre sus labios, YuGyeom, vestido de negro de pies a cabeza, observaba a lo alto del edificio frente a él. ¿Acaso sería bueno subir? Parecía una mala idea, pero era algo que él realmente deseaba. Si pasaba esta prueba, pasaría a ser miembro oficial de la pandilla. Echó el cigarrillo al suelo y tras pisotearlo con énfasis, se alejó un par de metros del edificio y después corrió de vuelta a él, tomando impulso y brincando hasta el balcón de piedra que cerca el segundo piso encima de éste. El muchacho soltó un suspiro de alivio, porque hasta para él resultaba increíble haber logrado aquella proeza. Aún faltaba lo más difícil sin embargo,  y a lo lejos el resto de la pandilla lo evaluaba atentamente. Trepó por las tuberías oxidadas que comenzaban ahí, sintiendo sus piernas temblar cada que avanzaba. Una vez llegó hasta el séptimo piso saltó dentro y tras dar una voltereta aterrizó de rodillas frente a la casa que marcaba su objetivo.

 

Se sacó un pasador del bolsillo y forzó la cerradura. Las manos se le resbalaban de la chapa debido al sudor que el nerviosismo le producía. La puerta rechinó en cuanto la empujó con su hombro y casi muere ante el estridente sonido, pero al revisar, nadie se fijaba en él. Entró y echó un vistazo a la casa, humilde en apariencia. Nadie se imaginaría jamás el tesoro que contenía en ella. A YuGyeom no le parecía creíble que una estúpida cajita de música del tamaño de su palma pudiera tener tanto valor —tanto económico como sentimental—, pero si debía llevarla consigo para consumar la prueba, lo haría.

 

Divisó la caja, blanca con detalles en negro, rojo y dorado que evocaban a un dragón, en lo alto de una estantería a mitad de la sala. A juzgar por el descuido con el que estaba colocada, sus actuales dueños no tenían idea de lo importante que era. Sacudió la cabeza con resignación —aunque en su lugar a él tampoco le hubiera parecido la gran cosa— y se dispuso a guardar la caja en la mochila que traía sobre sus hombros.

 

— ¿YuGyeom? —oyó como una voz desconocida pronunciaba su nombre y se giró de inmediato. Sin embargo, al voltear, se topó con un rostro conocido, pero fue obvio porque no le sonaba su voz: era Mark.  Nunca antes le había dirigido la palabra.

 

—H-hola—tartamudeó, escondiendo la caja a sus espaldas. ¿Qué demonios sucedía aquí? ¿Aquella era la casa de Mark? Eso se sacaba por acceder a una misión si tener idea de lo que realmente hacía.

 

—Te sugiero que devuelvas la caja musical a su sitio. Es la favorita de mi madre y se molestará mucho si regresa y no la encuentra. Y de todos modos, está rota, no suena—su voz era pausada y grave, como si le costara hablar de tan poco que lo hacía.

 

—Te prometo que la devolveré—se sintió tonto apenas terminar aquellas palabras, porque tampoco sabía para que la pandilla la necesitaba ni qué harían con ella.

 

—Pero yo no te la estoy prestando—frío, sin tono. YuGyeom odió que le hablara así—. Devuélvela— extendió la mano, con expresión neutra, como si fuese muy obvio lo que el otro tenía que hacer.

 

—La necesito—YuGyeom se preguntó porque no salía corriendo de una vez por todas y saltando de edificio en edificio se reunía en el cuartel. No había razón alguna para temerle a aquel muchacho tan pequeño al que bien podría tumbar de una patada.

 

—Dámela de una maldita vez para que pueda volver a mi habitación y no verme en la necesidad de dirigirte la palabra nunca más—gruñó, asustando esta vez al más joven.

 

YuGyeom se armó de valor y corrió con la caja entre sus manos fuera del departamento, pero apenas puso un pie en el pasillo, dos tipos vestidos igual que él, solo que con el escudo de una de las pandillas enemigas grabado en la espalda, lo derrumbaron y se la arrebataron. Ambos desconocidos treparon por el balcón y saltaron al techado del edificio contiguo, un par de pisos más bajo.

 

—Oh, wow— expresó Mark con desinterés, saliendo a la puerta—. ¿Tan  importante es esa mierda que de repente todos la quieren?

 

YuGyeom se encogió de hombros porque tenía la misma impresión. Ni siquiera se despidió de Mark —no era necesario, no eran amigos— antes de saltar al otro edificio y seguir la ruta trazada por aquellos tipos. Debía de recuperar la caja musical a como diera de lugar.

 

~

 

Tom & Jerry

 

El entrenamiento había durado mucho más de lo que Jackson hubiera deseado, aunque al menos de ese modo no se vio obligado a volver a casa hasta que la lluvia hubo parado. Salió de los vestidores con el cabello despeinado y húmedo después de haberse dado una ducha rápida. Los pasillos de la escuela aún se encontraban llenos de todos los alumnos que se quedaban a actividades extracurriculares.

 

De la biblioteca salieron entonces JinYoung, sujetando la mano de YoungJae, quien como siempre, miraba con cierta cautela de un lado a otro. Jackson se apresuró a esconderse en una esquina, siguiendo a aquellos dos con la mirada. ¿Por qué se cogían de la mano? No eran niños de preescolar, tampoco eran hermanos y mucho menos… novios. Al mayor le hirvió la sangre tan solo de pensar en eso.

 

—Ey, loquito—un chico de lentes se asomó de pronto de la biblioteca, llevando en alto una libreta—. Se te olvida esto.

 

JinYoung se sobresaltó y se separó bruscamente de YoungJae para ir corriendo por la libreta y sin siquiera dar las gracias regresar hasta donde estaba su amigo. Jackson fruncía el ceño mientras presenciaba la escena. Si, admitía que aquel adorable chico a veces podía comportarse de una manera extraña para cualquier persona catalogada como normal, pero decirle “loquito” era pasarse de la raya. Sin embargo, JinYoung pareció no darle importancia. Tomó a YoungJae del brazo y dieron media vuelta para dirigirse a la salida del instituto. Jackson los siguió, curioso y entrometido como solo él podía ser.

 

— ¿Todo en orden? —preguntó YoungJae, observando de reojo la libreta. JinYoung asintió con una entusiasta cabezada, repasando las páginas rápidamente.

 

Era desesperante observarlos en silencio. Que daría por ser alguien más apto para JinYoung en esos momentos: agradable —Jackson también lo era, aunque también podía ser molesto y pesado, lo que le restaba puntos—, de lindo rostro —a veces los rasgos del chico podrían llegar a ser toscos— y alto—indiscutiblemente, su escasa estatura era su mayor problema—. De todos modos, no servía de nada recalcar sus defectos, porque eran una parte de él imposible de desvanecer y de todos modos tampoco los cambiaría. Eran su esencia, después de todo.

 

Una vez en la acera frente a la escuela, JinYoung se paró en seco y con rostro enfurruñado comenzó a buscar en su mochila, quizá se había olvidado de algo más. Jackson también se detuvo y aprovechó el momento para sacar sus audífonos, mostrándose ajeno ante aquella escena. A lo lejos, una silueta cobraba forma. Era un chico con el cabello castaño y un corte horrible que asimilaba un libro abierto, quien corría a toda velocidad en su dirección.

 

— ¿YuGyeom? ¿Ahora en que está metido ese mocoso? —preguntó para sí cuando vio que el más joven corría hacia él.

 

—¡¡Jackson!! —aquel grito no solo captó la atención del mencionado, sino también de YoungJae y JinYoung, quien giraron sus rostros hacia ellos con curiosidad. YuGyeom pasó corriendo frente a Jackson y la estampó una caja blanca con un extraño dragón pintado en los bordes—. ¡Rápido! ¡Escóndela y llévasela a BamBam! ¡¡No dejes que nadie te la quite!!

 

Tan rápido como vino se fue. Jackson lo miró con alejarse con expresión desencajada, para luego examinar el objeto que le había entregado con los ojos entrecerrados. De pronto, nuevas figuras vestidas totalmente de negro aparecieron en el horizonte, pero el chico no las vio. Antes de que pasaran a su lado, YoungJae se separó de JinYoung, corrió hasta él y lo abrazó, escondiendo entre sus cuerpos la caja. Los tipos pasaron de largo.

 

— ¿Qué ha sido todo eso? —preguntó Jackson cada vez más confundido, parándose de puntillas para seguir con la mirada a los hombres.

 

—YuGyeom te ha dicho que escondieras la caja, quizá esos tipos la querían—se excusó YoungJae mientras se sacudía los brazos, como si al haber abrazado a Jackson se hubiera puesto en peligro bacteriológico.

 

— ¿Pues qué demonios es esta caja? —quiso saber el mayor, y el otro se encogió de hombros sin dejar de mirarla.

 

— ¿Es una caja musical? —sugirió YoungJae.

 

Jackson pareció de acuerdo. Se dispuso a abrir la caja para descubrir su contenido. Antes de que la música comenzara a sonar, la delgada mano de JinYoung apresó su muñeca y le obligó a cerrarla de vuelta. Sin dirigirle la mirada y con un leve tartamudeo en la voz que no restó la gravedad de sus palabras, le dijo:

 

—Nunca abras la caja cuando estén dos personas juntas.

 

Jackson no supo si el cosquilleo en su estómago se debía a la intrigante caja o al mero tacto de aquel chico.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer.

¿Reviews? Me ayudan a mejorar y a saber si les gusta mi trabajo ~@.@~


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