Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Outsiders por gaemi

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

A todo esto, ¿por qué BamBam se había enamorado de JaeBum? Echando una mirada al pasado, aquel chico no siempre se comportaba de tan mala manera:

 

— ¿Necesitas ayuda? —BamBam alzó la mirada asustado, casi dejaba caer el pesado bote de basura que llevaba consigo.

 

Desgarbado, con la camisa de fuera y la corbata mal puesta, JaeBum pasaba a su lado, observándolo inquisitivo. Llevaba un pequeño libro abierto en una mano, y la otra la tenía metida en el bolsillo de su pantalón. Su pelo se mantenía aplastado, siendo las primeras horas de clase, sin darle tiempo todavía a tenerlo pincho y desgreñado.

 

—No. Puedo solo—respondió tajante, alzando el mentón con dignidad, aunque sentía que en cualquier momento se le iban a caer los brazos.

 

—Como quieras—el mayor se encogió de hombros y siguió su camino. BamBam se mordió el labio inferior, nervioso, y avanzo a trompicones, con el bote golpeando sus piernas a cada paso.

 

—Por favor. Esas piernas no aguantan ni tu propio peso—gruñó JaeBum, de nuevo a su lado. Se metió el libro bajo el brazo y le arrebató el bote, sin darle tiempo para decir ni pio. BamBam se quedó perplejo por unos instantes, para después reaccionar y seguirlo escaleras abajo, hasta la conserjería—. No entiendo quien tiene cabeza como para mandarte a ti esta tarea—se burló cuando iban de vuelta al salón del más bajo, cargando el bote sin esfuerzo.

 

—Soy el delegado—BamBam volvió a hablar con orgullo, aunque por dentro se sentía tonto e insignificante.

 

—Increíble. Dime, ¿fuiste el único candidato? —sonrió de lado con sorna.

 

—Muy gracioso JaeBum, pero no, yo le gané al resto.

 

—De todos modos me da igual—dejó caer el bote con un golpe seco en la entrada del salón. Sin previo aviso echó su espalda hacia atrás y estiró los brazos, cerrando sus ojos. BamBam contempló a su hyung como embobado, la manera en que se marcaban sus músculos al estirarlos, y el trozo de piel en su vientre que quedaba a la vista cuando con el movimiento se levantaba su camisa. Sintió deseos de besarlo ahí, probar que tan suave se sentía— ¿Qué me ves?

 

— ¡Ah! No, nada… —pegó un brinco hacia atrás, agitando las manos frente a él. Chocó contra la pared y rebotó encima de JaeBum, quien apenas si tuvo tiempo de mantener sus pies firmes para no caer con el impulso.

 

—Eres bien raro, por eso me caes mal—dijo el mayor, medio en broma, medio en serio. Le dio un coscorrón a BamBam antes de salir del salón para dirigirse a su clase.

 

El menor lo siguió con la mirada, dibujando un puchero en su rostro mientras se sobaba la cabeza. Cuando estaba a punto de doblar por el pasillo, gritó:

 

— ¡Gracias, JaeBum!

 

El otro no contesto, pero asintió con aquella media sonrisa, socarrona y atemorizante, pero para BamBam, también perfecta y hechizante. Él tenía razón, JaeBum no era totalmente mala persona, pensó, mientras el golpe le seguía zumbando en la nuca y el corazón le latía a mil por hora.

 

En algunas ocasiones, JaeBum casi podía pasar por una buena persona.

 

~

 

Tom & Jerry

 

Volviendo al presente de nuestra historia:

 

— ¿Qué tiene esta caja que la hace tan especial? —preguntó YoungJae, pues al parecer JinYoung lo sabía.

 

—No lo recuerdo—respondió como si nada, sacando de onda a los otros dos.

 

—Eso es molesto, JinYoung —gruñó YoungJae, tomando la caja entre sus manos.

 

— ¿Lo es? —observó de reojo que el mayor la abría, pero no emitió sonido alguno—. Creo que lo leí en uno de mis libros…

 

— ¿Ves? Ni siquiera sirve. Es inofensiva.

 

—Supongo que me equivocaba—se encogió de hombros y se acomodó un mechón travieso tras de la oreja. ¿Cómo podía verse tan condenadamente lindo?, pensó Jackson.

 

—Basta de palabrería—intervino Jackson, quitándole la caja y cerrándola bruscamente—. Me pidió que se la llevara a BamBam y eso es lo que haré. Adiós, supongo.

 

—Supones bien—le respondió JinYoung. Era notable que el altanero y fanfarrón deportista no le caía muy bien.

 

JinYoung lo observó alejarse con atención sin dejar de pensar en la caja, tratando de recordar porque había que tener cuidado con ella.

 

— ¿Vamos a casa? —lo sacudió YoungJae, acomodándose la mochila a la espalda.

 

JinYoung asintió y lo tomó de la mano para comenzar a caminar. 

 

~

 

Big lion and little sheep

 

A BamBam se le hizo de muy mala educación dejar que JaeBum fuera de vuelta a su casa que quedaba mucho más lejos con aquella lluvia torrencial que caía. Habían tardado bastante en llegar a pie a la suya debido a ella, aunque parecía que aminoraría pronto. JaeBum no merecería su amabilidad, pero de todos modos BamBam lo invitó a pasar.

 

—No necesito que te compadezcas de mí, traigo un paraguas. Estaré a salvo—insistió JaeBum, pero BamBam lo empujó dentro.

 

—Calla, si mueres de una pulmonía me sentiré culpable.

 

JaeBum caminó a regañadientes a interior de la casa, notando de inmediato la reconfortante calidez que relajaba sus músculos y le hacía sentir soñoliento. Se encaminó a la sala y tomó asiento sobre un sofá individual rojo.

 

— ¿Tienes hambre? —preguntó BamBam, parándose frente a él.

 

—No realmente—murmuró el mayor—. ¿No será mucha molestia que me invites de comer?

 

— ¿De aquí a cuando a ti te importa causarme un molestia? —el chico entornó los ojos.

 

—Desde hoy—afirmó tajante.

 

BamBam suspiró resignado y se dirigió a la cocina.

 

—No es molestia, de todos modos, no quiero comer solo. Me pagarías con tu compañía.

 

— ¿No hay nadie más en casa? —se levantó de golpe volteando de un lado a otro, notando apenas aquel detalle.

 

—No. Si hubiera alguien, ¿crees que te hubiera traído? —resopló.

 

—Pues no sé para qué me quieras.

 

—Idiota.

 

—Es que sonó mal.

 

—Ya. Pues olvídalo.

 

—Estás muy cortante—se quejó el mayor con tono herido, botándose en el sofá de nuevo, ahora con toda la comodidad del mundo.

 

—Lo siento—se disculpó, aunque no debería. JaeBum merecía que fuera cortante con él. Pero por otra parte, BamBam no podía hacerlo, no había malicia en su tierno corazón y mucho menos dedicada hacia la persona que tanto le gustaba.

 

— ¡BamBam! —vociferó alguien desde el jardín. Tanto el aludido como JaeBum corriendo a asomarse por la ventana corrediza que había en el comedor, topándose con Jackson pegado al cristal, sosteniendo una caja de cerámica blanca en una mano. BamBam corrió la ventana y el muchacho cayó de bruces a sus pies.

 

—Hola—lo saludo JaeBum con desinterés.

 

—Solo esto de paso—alegó incorporándose. Una vez de pie, dejó la caja sobre la mesa—. Es de YuGyeom, me pidió que te la trajera.

 

— ¿En serio? No sé para qué habría de querer yo esto—el más joven contempló la caja con una ceja arqueada.

 

—Ni yo. Deberías hablar con él, anda metido en cosas raras y esta caja es parte de ello—el muchacho apoyó las manos en sus rodillas, tratando de recuperar la respiración—. He venido corriendo hasta acá, todavía tengo cosas que hacer.

 

—Pues será mejor que comiences con ellas—JaeBum sujetó a su amigo por los hombros y lo empujó hasta la puerta, cerrando bruscamente tras él.

 

—Qué grosero eres—BamBam sacó un par de platos del microondas tras dedicarle una mirada cargada de odio.

 

—Uy, recalentado—olfateó como perro la comida—. Es que tenía hambre y el solo estaba interrumpiendo la hora del almuerzo.

 

—Lo que sea—BamBam rodó los ojos, ignorando sus comentarios ofensivos. Se sentó frente a JaeBum y se dispuso a probar bocado.

 

El silencio que se instaló entonces fue tan incómodo que BamBam se sentía morir. JaeBum jugaba con la comida, cortaba la carne con brusquedad y sorbía los espaguetis ruidosamente, mientras que el más joven daba bocados de pajarito a lo que tenía en el plato. De vez en cuando, ambos posaban su mirada sobre la caja, y al notar que ambos observaban el mismo punto, volvían de inmediato a sus platos.

 

—Y… ¿qué es eso? —preguntó el mayor cuando ya había devorado la mitad de su ración.

 

—Veamos—murmuró BamBam, limpiándose las manos con una servilleta. Se levantó y cogió la caja entre sus manos, dándole vueltas y girándola—. Es como esas cajas de música que tienen nuestras abuelas.

 

—A ver, ábrela.

 

BamBam acató la orden, y JB fue a pararse a su lado justo en el momento en que al abrir la caja, ambos se vieron reflejados en un espejo distorsionado mientras sonaba una melodía en tritono de algo que identificaron como un violonchelo. Fijándose detenidamente en su reflejo, poco a poco sus rostros comenzaban a fundirse, y por instante, JaeBum sintió como si él fuera BamBam y BamBam fuera él. Cerró los ojos con fuerza y sacudió la cabeza para apartar aquella visión.

 

—Suena horrible—dijo por fin BamBam, sin detener la desastrosa melodía.

 

—Bah, lo que pasa es que no sabes de música. Es un intervalo musical, el tritono, presente en el heavy metal—le explicó JaeBum.

 

—Diábolus in música (1), le llaman, ¿no es así? –Se quedó pensativo por un momento, escuchando aun la música—. Sin embargo, este suena más siniestro, más triste…

 

—Pues de tan vieja que está—el mayor decidió que ya había tenido suficiente y cerró la caja—. Quiero acabar mi comida.

 

Dejaron la caja a un lado y volvieron a acomodarse en la mesa. Estuvieron comiendo en silencio alrededor de cinco minutos más cuando se oyó el crujir de la puerta de entrada. Ambos alzaron la vista, sorprendidos, y BamBam palideció al ver a la mujer de vestido floreado con un bebé de meses entre sus brazos y al hombre en camisa y pantalón sastre.

 

—Son mis papás—le dijo al mayor en voz baja, agachando la cabeza de manera tan exagerada que casi la mete en el plato, sin necesidad de que JaeBum lo empujara.

 

—Creí que no iban a llegar pronto—el mayor arqueó las cejas e hizo ademán de levantarse por educación.

 

— ¡Shh! —siseó—. Baja la voz y siéntate, has como que no existes. De todos modos ellos…

 

Las carcajadas de sus padres opacaron su voz de manera descarada, y ambos pasaron a su lado sin prestarle atención a ninguno de los dos. Ambos sonreían enternecidos frente al bebé adormilado que la madre tenía entre sus brazos, quien le susurraba palabras de amor. El padre retiró la mano de la cintura de su mujer y besó su frente mientras se dirigía a la cocina para prepararles algo de comer. La madre sentó a la mesa con suma delicadeza, en el extremo más alejado a BamBam y a JaeBum.

 

—…Te ignoraran— finalizó la frase con la voz entrecortada—. ¿Terminaste? —le preguntó BamBam a JaeBum. El mayor bajó la mirada hacia su plato, que aún tenía un poco de pasta y ensalada, y sin embargo asintió. BamBam apiló los platos y se levantó para dirigirse a la cocina. JaeBum le echó un vistazo a la alegre mujer, pero parecía que ella ni siquiera se había percatado de su presencia. Por puro insisto se pasó las manos por el cuerpo, para verificar que estaba ahí, que no era un fantasma o se había vuelto invisible.

 

Al no hallarse en toda aquella situación optó por seguir a BamBam. Lo encontró lavando los platos, mientras su padre silbaba tranquilamente, esperando a que se calentara la comida. Tanta felicidad se le hacía enfermiza en aquellas personas, ¿por qué ni siquiera reparaban en su hijo mayor? JaeBum apartó suavemente a BamBam del fregadero, terminando la tarea por él. Dejó los trastes sobre una bandeja especial para que se secaran y se le quedó viendo al más joven, quien tenía la expresión vacía y los puños apretados a los costados.

 

— ¿Debería irme? —preguntó JaeBum tímidamente. Era la primera vez que le hablaba así y BamBam a pesar de la situación no pudo evitar sentir un extraño cosquilleo de emoción en la parte baja de su estómago. Asintió y sujetando la muñeca de JaeBum lo condujo hasta la puerta.

 

—Me hubiera gustado que no vieses esto. —le confesó una vez en el umbral, apretando los labios con fuerza para contener el temblor de su mandíbula.

 

—Lo siento, yo…

 

—Por favor, no te burles de mí ni le digas a nadie en la escuela.

 

— ¿Eh? No, por supuesto que no lo haría—se defendió JaeBum.

 

—No te hagas—el menor elevó hacia él sus ojos que comenzaban a aguarse—. Siempre aprovechas la menor oportunidad para burlarte de mí, ahora te lo estoy poniendo en bandeja de plata.

 

—No, no digas eso—murmuró con voz consoladora. El más bajo volvió a agachar la cabeza y JaeBum no supo qué fue lo que lo empujó a envolverlo entre sus brazos, pero sabía que el otro lo necesitaba—. Te prometo que no me aprovecharé de la situación en tu contra.

 

Sin embargo, BamBam ni siquiera escuchó su promesa. Lo que importaba es que, por primera vez en su vida, JaeBum lo estaba abrazando. Y supo que aquello era lo más bonito que le había sucedido en la vida.

 

~

 

Giant baby and tiny hyung

 

Cuando YuGyeom hubo logrado recuperar la caja, entregársela a Jackson y montar una huida épica de sus atacantes, el lapso que le habían dado para cumplir su misión hace mucho que ya había terminado. Suspiró con desanimo al mirar su reloj: definitivamente no podría formar parte de la exclusiva pandilla. Había entrenado tanto, preparándose para ese momento… y de repente se arruinó todo. Nunca previó que tipos de una pandilla enemiga que lo superaban en habilidades estuviera en busca de aquella condenada caja. Ni siquiera sabía que significaba.

 

Decidió que aun era temprano para rendirse, así que iría por la caja a casa de BamBam y la llevaría a la guarida de la pandilla. Quizá se tocarían en corazón —cosa poco probable con unos gamberros— y le perdonarían el límite de tiempo dejándolo ser parte de ellos. Tenía esperanza de que ello sucediera.

 

Llegó a casa de su mejor amigo cuando la noche había caído, encontrándolo notablemente desanimado. Sin más rodeos le pidió la caja, porque comprendía que si el viviera a diario la misma situación que BamBam también se sentiría destrozado en ocasiones. Aunque quisiera ayudar, el mayor ya le había dejado bien en claro que no se metiera en su peliaguda vida familiar.

 

BamBam le entregó la caja con el único comentario de que <<la música que producía era horrible>>. Tras darle las gracias se despidió y una vez estuvo varias cuadras lejos de la casa, en medio de las callejuelas solitarias y frías, se decidió por abrir la caja, pero ésta no emitió sonido alguno. ¿A qué se refería BamBam entonces? La cerró de golpe y se encaminó a la guarida.

 

—Necesito que me devuelvas esa caja—Mark le saltó de la nada. Su voz hacía que la piel se le pusiera chinita con tan solo escucharla.

 

— ¡¿Eres un ninja acaso?! —del brinco que pegó YuGyeom casi deja caer la caja.

 

—Tú tienes más pintas de uno—señaló al más alto todo vestido de negro, peor la verdad es que Mark iba todo del mismo color, sin mencionar que traía cuello de tortuga y ahora su cabeza se veía adornada por un gorrito de lana gris y un cubrebocas con motivos negros y blancos—. Y andas por ahí saltando de casa en casa y robándole sus objetos preciados a los demás.

 

—No creo que importe tanto esto—le lanzó una mirada de desprecio a la caja.

 

—No sabes—respondió tajante y extendió la mano, exigiendo que se la entregara—. No me hagas gastar más mi voz y dámela de una maldita vez.

 

—No voy a hacerlo, no tengo porque. Adiós—le dio la espalda bruscamente y continuó su camino.

 

Mark entornó los ojos y corrió hacia él. Lo sujetó con fuerza por el cabello y lo obligó a voltear.

 

—No me vuelvas a dar la espalda nunca más—gruñó por lo bajo. Su voz era tan baja pero a la vez tan severa que YuGyeom llegaba a creer que el otro no era humano.

 

—Suéltame—gimió YuGyeom, tomando la mano ajena entre la propia para apartarla de un tirón—. No nos comportemos como niños.

 

—Yo no me estoy comportando como un niño y tú, en cambio, eres un niño.

 

YuGyeom se quedó callado, odiaba que lo tratara de niño. Ni siquiera parecía de su edad, se veía más viejo, y eso lo irritaba. No podía ser un niño ni un adulto porque en ninguno de los términos llegaba a encajar.

 

—No me importa lo que me digas, simplemente no te voy a dar la puta caja y tú te puedes ir a la mierda—espetó, repitiendo la acción de darle la espalda al más bajo.

 

—YuGyeom, por lo que más quieras. Significa mucho para mí…—cambió de estrategia. La voz de Mark ahora sonaba afligida. Quizás si dejaba de lado su faceta dura el otro comprendería.

 

— ¿Cuánto puede significar esto? —lo miró con incredulidad mostrándole la caja.

 

—Se ve normal por fuera, ¿no? Podría decirse que hasta bonita. Pero no funciona, no emite música. No cumple con la misión para la que fue creada. Está rota por dentro, igual que yo… —calló abruptamente. Al ver que el otro lo miraba expectante y sin burla alguna en su expresión, continuó—. Es un regalo especial, ¿sabes? Me consuela saber que aunque no tenga remedio, porque la he llevado a reparar pero de nada ha servido, aún hay personas a las cuales les gusta. Puede que sea lo mismo conmigo…

 

Apenas acabar su frase se sintió patético. Había hablado frente a alguien que no comprendía ni sus sentimientos ni su dolor.

 

— ¿Hablas en serio? —el menor arqueó una ceja.

 

—No lo digo para que me compadezcas—su voz amenazaba con quebrarse. Se sentía demasiado vulnerable en aquel momento. Apretó los puños con fuerza a tal grado de que sus nudillos se tornaron blancos—. No te pido que sientas pena por mí. Solo dame esa caja, y después cada quien se irá por su lado, yo nunca te volveré a hablar y haremos como si esto nunca hubiera pasado.

 

YuGyeom sopesó la idea por unos minutos, con los labios fruncidos en una línea. Estaba bien, es decir, él y Mark ni era amigos. Pero le llamaba la atención que, a pesar de que haya sido en estas condiciones, pudiera conocer su voz en algo más que un “qué”, un “si” o un “no”. Lo hacía sentir de una manera especial, casi importante. Y además necesitaba la caja, lo recordó de pronto. El asunto era muy ajeno a Mark.

 

—No.

 

— ¿¡Qué?! —ahí estaba de nuevo esa palabra, pero con un timbre de voz tan alto que de seguro despertó a todos los vecinos de la cuadra. De inmediato se llevó la mano a la garganta con el rostro desencajado. El esfuerzo en sus cuerdas vocales había sido demasiado, y el dolor tan intenso que la vista se le nubló.

 

— ¿Está bien? —quiso acercarse a él, preocupado, pero Mark retrocedió con los ojos muy abiertos—. Mira, hagamos un trato, ¿te parece? —El mayor no contestó, aun con la mano sobre el cuello—. Te daré algo a cambio. Cualquier cosa, no existe un límite. Seré tu esclavo si me lo pides, podría pagarte, pero no tengo mucho dinero. No lo sé, lo que tú quieras.

 

—No—era un hueso duro de roer. YuGyeom gimió de frustración.

 

—Mark… tú no eres esta caja. No eres un objeto. Eres una persona, y tu situación es muy diferente. Lo que sea que tengas, la razón por la que te consideras tan simple e irrelevante como una… es algo que solo tú crees. No estás roto, no necesitas que te arreglen. Y tampoco es que nadie te acepte, es solo que tú no aceptas a los demás. Te cierras, te alejas. Y esa no es la solución. La caja no te ayudara a cambiar nada de ello.

 

El más bajo lo observó en silencio, los ojos velados y expresión de derrota.

 

— ¿Cualquier cosa? —preguntó con un hilo de voz.

 

—Cualquier cosa.

 

—Es un trato.

 

~

 

Tom & Jerry

 

<<Me mentiste>>

 

Aquel mensaje de JaeBum  llegó al teléfono de Jackson mientras jugaba con la consola a mitad de su habitación, pensando en JinYoung mientras combatía con guerreros de otros planetas.

 

<< ¿De qué hablas?>>

 

Ni siquiera tenía ganas de contestar, pero sabía que en caso de no hacerlo el otro chico le llenaría la bandeja con un mensaje cada cinco minutos.

 

<<BamBam. Dijiste que no tenía problemas en su casa>>

 

<< ¿Eh? Es que de verdad no los tiene>>

 

<<Entonces yo sé algo de él que tu no, y acabo de cagarla>>

 

<<Habla claro, hombre>>

 

<<Preferible hacerlo en persona>>

 

<< ¿Mañana en la escuela?>>

 

<<Es que… estoy afuera de tu casa>>

 

Jackson pausó el juego y se asomó a l ventana. En efecto, ahí se encontraba JaeBum. Tocó el cristal con fuerza para llamar su atención y con un gesto de la cabeza le indicó que subiera. La madre del más joven recibió a aquel chico y lo dejó pasar. Fue hasta la habitación de su amigo y entró sin tocar, echándose a su lado, con los brazos detrás de la cabeza y la mirada perdida en el techo.

 

—Hola—lo saludó el más joven quien continuaba con su batalla ficticia—. ¿Qué es lo que querías decirme?

 

—No debería de decir esto—JaeBum se golpeó la frente, sintiéndose un fracaso. Si le contaba a Jackson, estaba rompiendo la promesa que le hizo a BamBam. Sin embargo, aquel chico era su amigos y quizá podría ayudarlo—. La cosa está en que… BamBam sí tiene problemas. Me has dicho que no, pero él se encuentra en una situación nada grata con sus padres.

 

—Todos tenemos problemas con nuestros padres—respondió Jackson con cierta indiferencia—. De lo contrario, viviríamos con ellos toda nuestra vida, pero es lo que nos hace querer encontrar la independencia. Bueno, al menos en el caso de mi padre, porque no me molestaría demasiado vivir para siempre con mi mamá.

 

—Es que te mima demasiado.

 

—Se le llama amor.

 

—Aja.

 

—Estábamos hablando de BamBam, ¿no?

 

—Cierto—se sentó de golpe y suspiró—. No te puedo decir lo que le pasa, ¿estamos? Se lo prometí… y sé que te vas a reír, pero no quiero fallarle—en efecto, en aquel instante el más joven intentó disimular su risa—. Pero habla con él, seguro que confiará en ti. Eres su mejor amigo después de YuGyeom, ¿no es así?

 

—No me recuerdes que me ha dejado en segundo lugar—esbozó una sonrisa vacilona, pero asintió—. Hablaré con él, aunque sigo sin tener muy claro de qué me hablas.

 

—Perfecto, ahora debo de irme, que estoy a punto de romper el toque de queda—JaeBum se incorporó y se dirigió a la puerta.

 

— ¿No te quieres quedar a dormir? Ya es tarde—le ofreció Jackson, sin separar la mirada de la pantalla.

 

—Dudo que eso sea posible. Mis padres creerán que estoy por ahí asesinando gente y no durmiendo en casa de un amigo.

 

—Cierto, será mejor que te vayas, pequeño delincuente—bromeó el otro.

 

JaeBum forzó una sonrisa antes de irse a casa.

 

~

 

—Mamá, creo que tengo fiebre.

 

La mujer con el delantal que se encontraba cocinando en aquellos instantes volteó hacia JinYoung con actitud molesta en lugar de preocupada, como cabría esperar. Pero de todas maneras se acercó al chico y le palpó la frente con delicadeza.

 

—No tienes nada—resopló antes de volver a su tarea—. YoungJae, cariño, ¿puedes subir y decirle a tu padre que la cena estará lista en cinco minutos?

 

El mencionado, que se encontraba en la sala, asintió y corrió escaleras arriba en dirección al estudio. JinYoung, quien había fallado en su intento de hacerse el enfermo, subió tras él y giró en dirección  a la habitación que compartía con YoungJae. Sacó de su cajón un lápiz labial que le había quitado a su madre desde hacía ya mucho tiempo y se lo pasó suavemente por las mejillas, creando una especie de bigotes de gato que luego se frotó hasta desvanecerlos, obteniendo un intenso sonrojo. Se metió a la cama y se tapó con las cobijas hasta la nariz.

 

—JinYoung, ya está lista la cena—anunció YoungJae, entrando al cuarto. Arqueó una ceja al ver a su hermano así—. ¿Ahora que tienes?

 

—Me siento muy mal, creo que tengo fiebre—se señaló las mejillas rosadas, y el más joven pudo notar los restos de labial en las yemas de sus dedos. Rodó los ojos y soltó una risa.

 

—Está bien, le diré a mamá. Te traeré medicina en un rato.

 

—Ok—sonrió satisfecho, dándole la espalda. Se escuchó el clic de la puerta al cerrarse y JinYoung se acomodó mejor bajo las sabanas. Se quedó observando en silencio la luna en su ventana, quedándose dormido poco a poco.

 

La medicina nunca llegó.

 

~

 

Big lion and little sheep

 

BamBam se despertó por el sonido estridente de una alarma que sonaba como guitarra descompuesta. “Ese no es mi tono”, pensó extrañado antes de levantarse. Se talló los ojos y estiró sus extremidades para desperezarse. Al abrir bien los ojos, casi se va para atrás. Aquella habitación, pintada de un color claro pero cortinas y muebles tan oscuros que impedían que la luz natural se instalara ahí, no era la suya. En las paredes había colgados afiches de bandas y series, resaltando el personaje de Bart Simpson. El closet, con la puerta entreabierta, dejaba asomar prendas de tonos opacos acomodadas por colores y patrones.

 

Aquello lo confundió y asustó bastante. Alargó un brazo para alcanzar el despertador y callarlo. Bajó la mirada a su cuerpo, solo llevaba una camiseta holgada y unos shorts. Esa no era su pijama. Al fijarse en sus piernas, noto que éstas habían adquirido mayor volumen. BamBam siempre había sido muy delgado, y ahora de la nada, aunque continuaba siéndolo, también estaba lleno de músculo.

 

— ¿Qué diablos? —murmuró, notando lo mismo en sus brazos y abdomen. Siempre había tenido la ilusión de despertar un día estando bueno, pero ahora que había sucedido parecía más una pesadilla.

 

Salió de la habitación a un pasillo que nunca antes había visto. Estaba tan asustado que quería llorar. Corrió hasta la puerta del fondo, que se encontraba abierta. Era un baño. Ahí, sobre el lavabo, había un enorme espejo, pero no vio en él su reflejo: aquel era el rostro de JaeBum. Aterrado, estrelló su puño contra el espejo, rompiéndolo en pedazos y cortándose la piel de los nudillos.

 

¿Acaso era posible…? ¡¿Él estaba en el cuerpo de JaeBum?!

 

~

 

Una molesta vibración debajo de su cabeza lo despertó abruptamente de sus sueños. Gruñó, él no usaba la alarma del celular nunca, ¿se habría activado sola? Tanteó debajo de la almohada hasta encontrar el aparato en cuestión y callarlo.

 

Tenía que ir a la escuela, lo cual lo irritó aún más. Se arrastró fuera de la cama y rodó hasta donde se suponía que estaba la puerta, ¿acaso la habían cambiado de lugar? De la impresión se incorporó y descubrió que en efecto, la puerta de aquella habitación estaba al otro lado, y ni siquiera era la suya. El cuarto era alegre y brillante, de esos que te animaban solo con verlo. Había incluso algunos peluches. Confundido, salió de la habitación, descubriendo que estaba en un segundo piso. Al asomarse a las escaleras, vio algo que le congeló la sangre: la mujer del vestido floreado del día anterior, ahora con un traje sastre de color melocotón, y su bebé sentado en una sillita especial. Era la mamá y el hermano de BamBam.

 

¿Qué hacía en aquella casa? Anoche recordaba perfectamente que llegó a la suya y se fue directo a la cama. ¿Por qué amanecía ahí entonces? Y fue cuando alzó la vista y observó un reflejo en el cristal del ventanal del comedor. Era BamBam, pero estaba justo donde él se encontraba, e imitaba sus gestos. ¿Qué estaba haciendo ese payaso…? Oh, no. BamBam no lo estaba imitando, lo asumió al bajar hasta la mesa y observar al bebé, quien al verlo lo señaló riendo.

—Bam-bam—pronunció con dificultad, con la vocecita aguda y melosa propia de un bebé. Después volvió a reír.

 

Su madre volteó a verlo, entre sorprendida y asustada. Paseó su mirada del bebé a JaeBum y después regresó al bebé.

 

—BamBam, ¿tú hermano acaba de decir sus primeras palabras?

 

Le estaba hablando a él. Volvió a observarse en el cristal. Ya no le cabía la menor duda. Aquella era una terrible pesadilla. Un mal sueño en el cual se encontraba dentro del cuerpo de BamBam.

Notas finales:

(1) Diábolus in música (‘el Diablo en la música’), una manera peyorativa de referirse durante la Edad Media al término musical «tritono». Se cree que la iglesio primitiva prohibiía este intervalo, posiblemente debido a su entonación dificultosa y su sonido siniestro.

 

Muchas gracias por leer<3.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).