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Outsiders por gaemi

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Notas del capitulo:

Quizá creeron que estabamuerta pero no es así(?) Sé que he tardadoen subir algo (y en realidad este cap ya hace rato que lo tenía) pero nos es que los haya abandonado, lo que sucede es que a)esto en finales de semestre, mucho estudio, trabajo, tareas bleh, absorben mi tiempo y necesito concentrarme en ello; y b) se me descompuso medio teclado dela lap y me cuesta un horror escribir, así quemientras no lo arregle... ya saben, no puedo actualizar. Espero puedan comprender y no pierda lectores  por esto.

 

 

Big lion and little sheep

 

BamBam salió disparado fuera de la casa de JaeBum, con la ropa de dormir todavía puesta y la mano sangrándole profusamente. Los padres del mayor se hallaban en la cocina, e ignoró sus gritos y reclamos al verlo huir de aquella manera.  Él no era su hijo, deberían de entenderlo, no tenía razones para continuar en aquel lugar. Corría en dirección a su casa, con el corazón en la garganta y las lágrimas agolpándose en sus ojos. Quería creer que aquello era un horrible sueño del cual sería cuestión de minutos para despertar, sin embargo, las punzantes cortadas en sus nudillos gritaban que al pensar eso solo se estaba engañando. Por primera vez después de mucho tiempo deseó que su madre le abrazara. Aunque ya le había quedado claro que ella ni en un millón de años lo haría.

 

A unas manzanas de distancia de ahí, JaeBum observaba aterrado a la madre de BamBam, sacudiendo la cabeza de manera tan frenética que casi se rompe el cuello. El hermano de BamBam, del cual desconocía su nombre, comenzó a llorar al verlo tan alterado.

 

— ¡Cálmate! ¡Lo estás asustando! —gritó la mujer enfurecida, tomando al bebé en brazos y meciéndolo con dulzura para tranquilizarlo.

 

JaeBum se llevó las manos a los cabellos y soltó un grito desesperado antes de salir corriendo para la calle. Él también iba en dirección a su propia casa. Dirigiéndose cada uno al lugar de donde huía el otro, inevitablemente terminaron encontrándose. Se toparon a 10 metros de distancia, quedando de piedra en su sitio con expresión confundida y frustrada. BamBam lloriqueaba por los ojos de JaeBum, lo cual molestó al dueño de aquel cuerpo al ver una imagen tan débil de sí mismo que él nunca se atrevería a mostrar.

 

— ¡Deja de llorar, tarado! —le gritó, cuando sintió un líquido tibió y salado correr por su mejilla y resbalar hasta su labios. Se limpió esa lágrima con rabia, era solo cosa del momento y de la impresión.

 

— ¿Qué nos ha pasado? —gimió el de ahora mayor altura, ignorando el regaño de su propio cuerpo.

 

— ¿Cómo se supone que voy a saberlo? —caminó a zancadas hasta él, encarándolo—. ¿Qué nos has hecho? Tú eres el raro.

 

— ¿Por qué querría estar en el cuerpo de la persona que peor me trata en el mundo? —se defendió, sintiendo como la rabia contra el otro crecía en su interior.

 

BamBam realmente quería a JaeBum, juraba estar enamorado de él, a pesar de los malos tratos, de las burlas y de algunos cuantos golpes que nunca llegaban a hacerle verdadero daño. Pero no quería estar en su cuerpo, no quería comprenderlo. Su actitud, su personalidad, todo en él era un misterio. Y estaba bien así. Siendo gruñón y abusivo, pero también conociendo límites y guardando una nobleza increíble en su interior. Estaba bien no tener respuestas acerca de ello. Estaba bien no terminar de conocerlo del todo, porque al final nunca lo iba a querer como BamBam lo hacía.

 

Por su parte, JaeBum pensaba de la misma manera. No quería conocer a BamBam porque podría de esa manera llegar a sentir compasión hacia a él. A JaeBum le gustaba BamBam como te podrían gustar las papas fritas. Era un buen acompañamiento. Le divertía molestarlo porque sus reacciones eran graciosas y nunca se enojaba realmente. El muchacho le agradaba, pero no quería que fueran amigos. Su relación como hasta ahora estaba bien.

 

Entonces, ¿qué necesidad tenía el destino, los dioses, el cielo, lo que fuera que rigiera la vida de los humanos para jugarles la broma de un día despertar en el cuerpo del otro? Estando conscientes a estas alturas de que todo aquello era real, necesitaban respuestas. Mejor aún, necesitaban sus cuerpos de vuelta. Y lo necesitaban ahora mismo.

 

JaeBum se acercó a BamBam y lo apachurró contra sí, viendo si de esta manera podía regresar su alma al cuerpo correspondiente. BamBam le siguió la corriente y comenzó a frotarse contra él. Ninguno de los dos sentía pena de hacer eso en plenas calles vacías durante el amanecer porque la persona contraria eran ellos mismos y era imposible sentir vergüenza por toquetear tu propio cuerpo.

 

Sin embargo no sirvió de nada y terminaron separándose apenados —más que nada por el acto tan idiota— y tristemente derrotados.

 

— ¿Tienes idea de que nos pasó? —preguntó esta vez BamBam, pero JaeBum negó desanimado.

 

— ¿Y ahora qué hacemos? Tenemos que seguir con nuestras vidas normales.

 

—Estoy de acuerdo, ¿pero cómo?

 

—Fácil, tú juegas mi papel y yo el tuyo. Creo que sabemos más o menos de que va, ¿no? Como su esto fuera un juego de rol.

 

—Esto es la vida real—BamBam en el cuerpo de JaeBum se cruzó de brazos. El mayor nunca se había lanzado una mirada tan amenazadora a sí mismo.

 

—Se supone que en la vida real no pasan estas cosas, y mírame/mírate.

 

BamBam no lo pudo contradecir. Se limitó a encogerse de hombros.

 

—Qué más da. Lo intentaré, pero no te prometo ser tan abusivo como tú.

 

—Ni yo te prometo ser tan enclenque y marginado.

 

BamBam esbozó una sonrisa de sorna y le pegó un empujón al otro. Sinceramente, era muy fácil teniendo aquella estatura y esos músculos.

 

—No te las cobres—bromeó JaeBum—. Ahora, regresemos cada quien a casa. Tú a la mía y yo a la tuya—BamBam asintió y dio media vuelta—. Y una cosa más. Ignora si mis padres son muy estrictos o exagerados respecto a ciertas cosas. Solo has como que les haces caos y que eres un niño bueno, así lo tendrán contento.

 

—Lo haré. Tú… solo trata de pasar desapercibido.

 

—No sé si pueda hacerlo—rió, antes de apresurarse a volver.

 

~

 

Se encontraron en el portón de la escuela cinco minutos antes de que sonara el timbre de entrada. Ambos se veían notablemente tensos, pero no había manera de verle el lado positivo a su situación. Se sentaron bajo un árbol, mirando cada quien al vacío. Necesitaba idear una manera de volver a su cuerpo, pero a ninguno de los dos se les ocurría ni la razón ni la solución.

 

Ahora que habían asumido que estaban uno en el cuerpo del otro, todavía les costaba llegar a comprenderlo. JaeBum se pellizcaba constantemente, no para despertar sino más bien porque era extraño sentir el dolor de BamBam en su propia piel. Parecía un castigo por todas las que le había hecho al menor. Sin embargo, BamBam no le había hecho nada a él, y estaba sufriendo bajo el mismo “hechizo”.

 

—No es tan malo—le dijo JaeBum—. No para ti. Ahora eres guapo y masculino.

 

—Por favor, deberías de sentirte agradecido. Nunca encontraras mejor cuerpo que el mío—resopló BamBam, indignado.

 

—Sí, ahora volveré a vivir mi apasionante etapa de crecimiento.

 

—Estás en la flor de la juventud, no te quejes. Yo estoy por entrar a un asilo.

 

—Ni siquiera tenemos tanta diferencia de edad, exagerado—JaeBum le pegó un empujón a su cuerpo.

 

—De todos modos, pareces un anciano con esteroides. No, ¡ahora soy yo quien lo parece! —el menor gimió con pesar y comenzó a jalarse la piel del rostro. Entonces a lo lejos vieron como un chico altísimo de sonrisa enorme se dirigía hacia ellos.

 

—Ay, no—soltaron al unísono.

 

— ¡BamBam! ¡Lo logre! —YuGyeom se estaba tan alegre que ni siquiera notó la presencia de JaeBum. Tendió frente a los supuestos ojos de su mejor amigo una banda negra con un escudo en el centro—. Estoy dentro.

 

— ¿Qué? —JaeBum en el cuerpo de BamBam lo miro con cara de desconcierto. A su vez, el verdadero BamBam sintió su interior arder y le arrebató el trozo de tela, olvidándose por completo que para su mejor amigo, él era JaeBum.

 

— ¡Te dije que no lo hicieras! —bramó, estrujando la banda entre sus dedos.

 

— ¡¿A ti que te pasa?! —YuGyeom, molesto y confundido, recupero la banda y tomó a BamBam del brazo, arrastrándolo consigo hacia su salón—. ¿Por qué estabas con ese idiota? ¿Qué le pasa? No tiene derecho a meterse en mis asuntos… Se supone que él no tiene idea, ¿o sí? Por favor, BamBam, dime que no le contaste a tu amorcito sobre la pandilla.

 

—La verdad es que no tengo idea sobre que te refieres— JaeBum se soltó bruscamente. Intentaba procesar todas aquellas palabras, pero la verdad es que estaba corto de información. Y aún más importante, ¿por qué se había referido a él como “el amorcito de BamBam”?

 

El más joven observaba impotente como él mismo y su mejor amigo se alejaban. Soltó un suspiro, esperando que JaeBum pudiera interpretar bien su papel y a YuGyeom no se le fuera la lengua respecto a lo que sentía por el chico.

 

— ¿Por qué traes esa cara? ¿Sigues pensando en lo de BamBam? —al girar para ver a quien pertenecía esa voz, se encontró con Jackson sentado a su lado.

 

— ¡Demonios! —pegó un brinco, golpeándose la cabeza contra un árbol.

 

— ¿Qué pasa? Tú siempre te das cuenta cuando llego aunque no hable.

 

— ¿Qué cosa decías de BamBam? —quiso saber, pero el mayor distrajo su atención.

 

—Hablando de gente que no habla…—señaló al portón. Mark entraba  por él, con el uniforme mal colocado, sin planchar, el pelo despeinado y unas ojeras enormes—. Está de pena, el pobre. ¿Qué se traerá ahora? Voy a verlo, espera aquí.

 

Pero no lo hizo. En cuanto Jackson se levantó, él hizo lo mismo y fue a esconderse en alguna parte sin gente hasta que el timbre sonó. Fue hasta ese momento, en el patio trasero, donde se permitió quebrarse y soltarse a llorar en silencio, aterrado y confundido, lleno de dudas que era incapaz de disipar. ¿Por qué de todas las personas en el mundo había tenido que intercambiar su cuerpo con JaeBum? Parecía una mala broma. Lo amaba, pero él lo trataba con la punta del pie, y ahora estaba bajo su piel, tan cerca de él pero a la vez tan lejos. Ni siquiera de esta manera el mayor voltearía a mirarlo. Quizá así solo terminaría de odiarlo, y el solo pensarlo le rompió el corazón.

 

~

 

Tom & Jerry

 

—Aléjate—le advirtió Mark cuando se encontraba a un metro de distancia de él.

 

— ¿Pero que hice? —chilló Jackson, ofendido.

 

—Absolutamente nada, pero no estoy de humor—el mayor, encorvado y con cara de muerto viviente daba una apariencia aterradora. Cada que alguien pasaba a su lado se esforzaba de mantener el mayor espacio posible de él.

 

—Tu nunca estás de humor—rodó los ojos de manera tan exagerada que le dolieron.

 

—Nadie te obliga a hablarme—dijo a la defensiva, pero aquello realmente lastimó a Jackson. Mark alzó la vista hacía él aterrado, pero el más bajo sacudió la cabeza y se dio la vuelta—. Espera, Jack, lo siento… Vamos, Jackson… ¡Jackson!

 

Estaba harto. Mark estaba lastimado y había formado una barrera alrededor de él si fijarse que dentro de ella había enterrado a todas las personas a las que les importaba, Jackson incluido entre ellas. Era tan exhaustivo intentar ayudarlo…

 

El timbre sonó, al fin, y Jackson corrió entre la manada de estudiantes hasta su aula. En la puerta se topó con JaeBum, quien movía la cabeza de un lado a otro, desorientado.

 

— ¿Tú que tienes? —le preguntó toscamente, pero de inmediato se arrepintió. Su amigo no tenía la culpa de que estuviera disgustado.

 

—Esto te va a parecer muy tonto—comenzó. Parecía un cachorrito perdido—. Pero… ¿cuál es mi lugar?

 

Jackson no pudo evitar reír. ¿Qué le habían hecho al malhumorado e independiente JaeBum? Lo tomó por el brazo y lo guio hasta la butaca que quedaba a un costado de la suya.

 

—Aquí estamos. Bienvenido a tu asiento.

 

—Gracias—asintió un montón de veces antes de dejar sus cosas a un lado y tomar asiento.

 

El profesor entró y tras revisar su horario, JaeBum rebuscó entre su mochila las cosas de la materia como un mendigo que husmea entre la basura. “¿A éste qué mosco le picó? Hoy están todos tan raros” pensó. Abruptamente, YoungJae apareció en la puerta, con el pecho subiendo y bajando de manera frenética y el terror en la mirada.

 

— ¡JaeBum! ¡Tienes que venir conmigo! —el mencionado miró a YoungJae y después giró hacia a Jackson, como pidiéndole ayuda—. ¡Es JinYoung! ¡Está en la enfermería, es grave!

 

Jackson no fue de gran ayuda para JaeBum, porque lo sujetó con fuerza por la muñeca y corrió con él tras YoungJae. ¡¿Qué le había ocurrido a su JinYoung?!

 

~

 

JinYoung se preguntaba constantemente que sentido tenía estar ahí, sentado en aquella butaca observando a un anciano gruñón garabatear ecuaciones en pizarrón, si de todos modos solo esperaba que llegara la hora de salida para irse a casa, donde al final terminaría por aburrirse y deseoso de que la noche cayera para irse a la cama. Y el círculo se repetía a la mañana siguiente. Eso, hasta que muriera. JinYoung estaba convencido de que moriría pronto.

 

Golpeaba la hoja de la libreta con la goma de su lápiz. Echo un vistazo para verificar que todos —o al menos en su mayoría, que podía hacer, siempre había alguien armando desastre en el fondo del salón— estuvieran atentos a su trabajo, para pararse de golpe y soltar un grito de dolor. Simultáneamente, todos sus compañeros voltearon a verlo entre curiosos y asustados. El chico se llevó la mano al pecho y se dobló sobre su cuerpo, gimiendo con fuerza.

 

— ¡Mi corazón! ¡Mi corazón! —gritó. El compañero de al lado, aquel chico delgaducho y callado se limitó a mirarlo con los ojos desorbitados. Antes de que perdiera la atención de su público, se dejó caer inerte al suelo. Mark por fin reaccionó y corrió a sujetarlo, evitando que su cuerpo golpeara el piso. El profesor, aterrado, llegó hasta ellos y apartó al mayor de un empujón. Mark frunció los labios molesto y retrocedió. Eso se sacaba por intentar ayudar a alguien, siendo que era invisible.

 

El maestro entró en pánico y le pidió a la alumna que estaba más cercana a él que corriera a buscar al hermano de JinYoung. “Es su hermanastro”, murmuró la chica antes de salir corriendo, pero el profesor la ignoró. Mark supo que era el momento perfecto y huyó de ahí.

 

JinYoung tenía la interesante capacidad de bloquear todo lo que había a su alrededor. Dejó de escuchar, de sentir. Era como si realmente se hubiera desmayado. Aún podía percibir el jaleo que se había armado a su alrededor, pero era a través de una pantalla de mala calidad. Él no pertenecía a todo aquello.

 

Cuando volvió a abrir los ojos divisó aun grupo de 5 chicos rodeando su cama. Entre ellos, su hermano y su mejor amigo.

 

— ¡JinYoung! ¡Eres un idiota! —la mejilla le escoció apenas la mano de YoungJae estrelló contra esta—. ¡La enfermera se dio cuenta de que solo estabas fingiendo, y ya han llamado a la ambulancia! ¿Crees acaso que esa gente tiene  tiempo de distraerse en mentirosos como tú? ¡Alguien que se encontrara en verdadero peligro la pudo haber necesitado!

 

El rostro de YoungJae estaba rojo y por sus mejillas caía un torrente de lágrimas. Se fijó en el resto de los chicos que lo observaban con atención. A un costado de JaeBum se encontraba Jackson, quien era el único que aún mantenía expresión preocupada. Más allá estaban BamBam —extrañamente angustiado— junto con YuGyeom, quien tenía cara de pocos amigos.

 

— ¿Alguien como tú? —dijo sin pensar. Sus palabras detuvieron el llanto de YoungJae, quien se abalanzó encima de él y comenzó a golpear su pecho.

 

— ¡Sí! ¡Alguien como yo! ¡Alguien que de verdad estuviera enfermo! —gimió. BamBam lo tomó por la cintura y haciendo amago de sus inexistentes fuerzas lo separó de JinYoung, para luego intentar calmarlo y abrazarlo contra su pecho.

 

La enfermera, notablemente enfadad, apareció tras la cortina. Llevaba en su mano un reporte y se lo tendió al chico en la cama.

 

—Hemos llamado a tus padres. Estás suspendido tres días por armar esta clase de escándalos innecesarios en esta honorable institución. Debes saber que esto afectara tu historial académico.

 

JinYoung soltó una risa amarga mientras tomaba el papel. Siempre había sido un alumno modelo, exceptuando todas las veces en que había fingido estar enfermo para acabar en la enfermería. De niño parecían solo cosas de la edad, pero conforme creció a los profesores y a sus padres se les fue haciendo cada vez más molesto. Nunca había fingido algo tan grave como un paro cardiaco, hasta ahora, y creía que había sido la mejor de sus actuaciones. Pero los demás no parecían de acuerdo con ello.

 

Alzó la vista hacia el resto de los chicos y la enfermera, y esbozando una sonrisa macabra rompió el papel en pedacitos. Lo lanzó hacia ellos, se levantó de un salto y salió corriendo. Deseaba con todas su fuerzas desaparecer.

 

~

 

Giant baby and tiny hyung

 

YuGyeom sabía muy bien que BamBam estaba en contra de que estuviera metido en pandillas, pero hasta ahora no estaba enterado de que a JaeBum le importara. No le tenía un muy alto aprecio debido a todos los sinsabores que le hacía pasar a su mejor amigo, quien nunca se quejaba, pero por algo él estaba ahí para defenderlo. Solo que ahora su dichoso mejor amigo ni siquiera le dirigía la palabra, ¿acaso estaría enojado porque desobedeció su consejo y optó por unirse a la pandilla? Porque a lo largo de la primera clase BamBam ni siquiera lo volteó a ver. Era como si no se acordara de su existencia.

 

Echó un vistazo a la ventana que daba al pasillo solitario, sumido en un aburrimiento total. La profesora que encontraba dando la clase en aquellos instantes hablaba con voz tan pausada y titubeante que le perdía sentido a cada una de sus frases cuando iba a la mitad.  Su mente vagaba en otra parte, recordando al Mark lloroso de la noche anterior. El chico parecía de hielo, pero casi se suelta a llorar por una tonta caja. ¿Por qué todo el mundo parecía quererla? Tanto su pandilla como la enemiga. También recordó como BamBam se notaba ansioso por deshacerse de la caja cuando fue por ella a su casa. Por alguna razón, después de ello, sintió la caja más pesada que cuando la cargó la primera vez. Y la sensación de tenerla entre sus manos era inquietante. Delirios suyos, tal vez.

 

Una silueta que se asomaba a la distancia captó su atención. Dicha figura se materializo frente a la puerta de su salón y abrió sin pedir permiso.

 

—Profesora Jung, ¿podría permitirme a YoungJae? Su hermano se ha desmayado y está en la enfermería.

 

YoungJae era uno de los dos chicos que siempre andaba con JaeBum, además de su compañero de clases, así que el nombre le sonó más no mostró interés. Continuó anotando lo que la profesora iba a notando en el pizarrón con la misma lentitud con la que hablaba, cuando una voz se alzó al fondo del salón.

 

— ¡Profesora! ¿Puedo acompañarlo? —era BamBam, no podía estar equivocado. Tanto YuGyeom como YoungJae lo miraron sorprendidos, en especial por la angustia que se reflejaba en sus ojos. Estaba sinceramente preocupado, pero, ¿por qué?

 

—Sí, sí, vayan—respondió la profesora con indiferencia. Se ajustó los lentes y le echó un vistazo a sus apuntes antes de continuar con la clase.

 

—No vayas—YuGyeom lo sujetó por la manga cuando pasó a su lado—. Seguro que estará JaeBum ahí.

 

—Sí que lo estará—había una pizca de burla en su voz, la cual no pudo descifrar el más joven—. Porque voy a ir.

 

Se soltó bruscamente del agarre y salió por la puerta tras YoungJae y el compañero de clase de JinYoung.

 

—Profa, yo también voy—se paró de golpe, estrellando sus palmas contra la paleta de la butaca para perseguir a BamBam.

 

—Aja, pero no pierdan demasiado el tiempo—la falta de interés era palpable en su voz.

 

Alcanzó a los otros dos cuando iban bajando apresuradamente las escaleras. No tenía ganas de correr, no después de la carrera que había pegado el día anterior, pero las circunstancias —malditas sean— lo obligaban. Después de todo no le costó mucho llevarles el paso, sus largas piernas le aventajaban. Al doblar en la esquina que daba a la enfermería se toparon con Jackson arrastrando de la mano a un confundido JaeBum. En la cara se le notaba que lo que menos quería era estar ahí. YoungJae de tan preocupado que estaba ni lo notó. Fue el primero en entrar a la enfermería justo cuando acomodaban a su hermano sobre la única camilla de la habitación.

 

— ¿Qué le pasó a JinYoung?—se apresuró a preguntarle a la regordeta mujer vestida de blanco.

 

—Se llevó una mano al corazón gritando que le dolía y de pronto se desmayó. Nos asustó a todos, espero que no sea lo que creo—murmuró el chico que encontraba sentado al lado. El otro que los guio se acomodó a su lado. Eran compañeros de clase de JinYoung, pero a pesar de sus acciones y palabras, el grupo de recién llegados sabía muy bien que solo ayudaban para perder clase. A JinYoung nadie le tenía mucho aprecio. Como cerebrito de su grupo, constantemente estaba recibiendo burlas y siendo molestado por sus compañeros. JB se encargaba de defenderlo con uñas y dientes cada que pillaba a alguien metiéndose con él.

 

YoungJae contempló con ojos desmesurados a su hermano inconsciente, a punto de lanzarse hacia él. Jackson lo detuvo a tiempo, sujetándole por la muñeca. Aunque el chico le rogaba con la mirada que lo dejara libre para correr hacia JinYoung, el sacudió la cabeza con pesar. La enfermera, bastante alterada, se acercó a revisar por fin al chico. Comenzó a darle ordenes BamBam de que llenara un algodón con alcohol y se lo pasara cuando de pronto el semblante de la mujer cambió de preocupación a furia y arrugó entre sus manos la gasa que le había tendido BamBam.

 

— ¡Este chico está fingiendo! —Bramó, botando el trozo de tela al piso—. ¡Mi ayudante acaba de ir a llamar a la ambulancia! ¿Cómo va a quedar la escuela con semejante escandalo? —sujetó a JinYoung por los hombro si lo sacudió con una fuerza tal que si antes estaba ileso ahora por lo menos tendría una costilla fracturada—. ¡Despierta, mocoso!

 

JinYoung parpadeó lentamente, como quien despertara de una siesta, y le dedicó una sonrisa sarcástica a la mujer de blanco sin abrir los ojos por completo. La enfermera lo lanzó de vuelta a la camilla y salió en busca de su ayudante, esperando poder detenerlo. Mientras, el chico parecía tan tranquilo, como si no acabara de pegarle un susto de muerte a todos los presentes.

 

— ¡JinYoung! ¡Eres un idiota! —YoungJae se abalanzó sobre el hecho un manojo de nervios y lágrimas. Comenzó a reclamarle por lo que acababa de hacer, pero el otro ni se inmutaba. YuGyeom observó a todos los presentes. Jackson llamó especialmente su atención, pues en lugar de molesto parecía… ¿queriendo detener a YoungJae de que regañara a JinYoung? ¿Pero por qué? Se lo merecía. Todos los amigos de JaeBum eran unos idiotas.

 

Dejó de escuchar los chillidos de YoungJae de manera repentina, antes de que JinYoung saliera corriendo rumbo a las escaleras. El más joven se había quedado de piedra, con expresión dolida. ¿Qué le había dicho? Hasta entonces se lamentó de no haberle puesto atención a la disputa fraternal. La enfermara también había regresado. Su rostro era severo y aun parecía que le arrancaría la cabeza al primero que le dirigiera la palabra. Le entregó a JinYoung el reporte que llevaba consigo, sin embargo el muchacho no pareció darle la seriedad merecida al asunto, pues después de una mueca maliciosa lo rompió en pedacitos y lo lanzó como confeti hacia a ellos. Ninguno reaccionó a tiempo para evitar que saliera corriendo de la enfermería.

 

 

— ¿Qué no van a ir por él? —BamBam señaló la puerta en un gesto de impotencia, pero ninguno le hizo caso. Les lanzó un gruñido y salió tras JinYoung. A YuGyeom no le quedó de otra más que seguirlo, a done iba uno iba el otro. El resto no tardó en unírsele.

 

—No es la primera vez que hace esto, pero nunca había fingido algo como un infarto—YuGyeom alcanzó a escuchar aquellas palabras de YoungJae dirigidas a Jackson.

 

¿Así que por eso le llamaban “psicópata” al genio de los terceros grados? Por fingir enfermedades que no tenía. Más de una vez se lo había topado recostado en la enfermería cuando se pasaba por ahí entre algún cambio de clases que requería cambiarse de salón. Aquella clase de comportamiento tenía un nombre en específico, solo que YuGyeom no podía recordarlo en aquel momento. Se limitó a seguir los pasos del genio loco hasta la azotea.

 

Pero lo terminó de crisparle los nervios a todos no fue alguna acción que cometiera JinYoung en su intento de huir de su hermano y del castigo que él mismo se había provocado. No; fue la escalofriante visión de Mark de pie sobre el barandal de piedra, a punto de saltar.

 

~

 

El silencio siempre había estado bien para Mark. A diferencia de la mayoría de las personas, él se encontraba seguro y confortable en su burbuja de soledad. No había nadie que le molestase ni le hiciera daño. A veces, dejaba entrar en ella a una que otra persona; Jackson, por ejemplo. Pero YuGyeom nunca había estado entre la lista —muy corta, por cierto— de candidatos a acceder a su burbuja. Posiblemente, estaba entre la lista de personas indeseables a las cuales no hablarles en lo que queda de la eternidad.

 

Pero el mocoso horrible había entrado a su casa a arrebatarle aquella fina caja de porcelana. Había sido un regalo del dueño de la tienda de antigüedades del barrio chino en la que trabajaba como ayudante y conserje durante las vacaciones de verano cada año. Se la dio la primera vez que terminó sus servicios ahí, cuando no tendría más de 13 años. Al pequeño Mark le había parecido la cosa más bonita que sus ojos se habían topado jamás, con aquel dragón de vibrantes colores protegiéndola y a la vez envolviéndola con su fuego. El viejo, que se había encariñado sin proponérselo con él, terminó por regalársela Nadie la compraba, pues al parecer estaba rota. Muchas veces había intentado repararla, pero jamás lograba que sonara. Mark la fue probando constantemente de camino a casa pero esta jamás funcionó. Con el paso del tiempo, y ni aun después de haber sido manoseada por cada uno de sus hermanos, la caja jamás sonó y él se dio por vencido.

 

Así que no debería de importarle tanto haberla perdido, y sin embargo, ahí estaba, temblando de rabia ante su robo. Largó un suspiro, no valía la pena molestarse por banalidades, no valía la pena siquiera vivir.

 

El profesor pasó a su lado revisándole la tarea, pero por alguna razón desconocida, se lo saltó a él y pasó al chico a sus espaldas. Joder, ¿acaso era invisible? No, no lo era, pero nadie lo notaba.

 

—Profesor—murmuró muy a su pesar, tan bajo que ni él mismo se escuchó—. ¡Profesor Ahn! —farfulló, esta vez más alto. Ahora al menos él podía haberse escuchado—. ¡Profesor! No pasó a revisarme a mí—su voz sonó con un tono normal. El profesor reaccionó y tras reprenderlo por alzarle la voz, selló su trabajo.

 

Se escucharon risas y comentarios maliciosos hacia su persona como fondo. Mark se tragó las lágrimas que amenazaban con saltar de sus ojos. Sí, nadie se daba cuenta de su existencia más que para burlarse. Sí, era insignificante. No valía nada. Pero estaba bien, porque dentro de poco ya no iba a estar ahí. No es que lo hubiera planeado con mucha antelación, solo que se le presentó la oportunidad y no la supo desaprovechar.

 

Aquel nerd que se sentaba a un costado suyo en las clases cayó inconsciente al suelo en medio de un grito. Todo el mundo se alborotó apenas su espalda tocó la fría baldosa, y Mark le agradeció internamente por darle el momento ideal para escapar de ahí. No se preocupó por él, después de todo, supuso que estaba actuando como tantas otras veces.

 

En medio del ajetreo, sorteó a todos los chismoso que rodearon el cuerpo como en escena del crimen y fue a toda velocidad hacia la azotea del edificio. La puerta se encontraba cerrada, pero no tenía seguro. Era como si lo esperara con los brazos abiertos. Mark sonrió para sí. Tenía una sonrisa muy bonita, lástima que nunca la dejara ver.

 

Llegó hasta el bordo que cercaba la azotea y se trepó encima. Siempre había sido un chico muy ágil, solo que no cuando realmente lo necesitaba. Ahí, a cuatro pisos del suelo, el aire se le antojaba más puro, el cielo más cercano y la vida más libre. A lo lejos se divisaba la enorme ciudad de Seúl, con sus construcciones imponentes y la gente convertida en hormigas recorriendo las calles de manera ajetreada. Era una buena visión antes de morir. Aquel bordo representaba la línea entre todo lo malo que lo atormentaba en su vida y todo lo bueno que llegaría a ser si el muriera.

 

— ¡Mark! ¡¿Qué demonios haces trepado allá arriba?! —vocifero Jackson de pronto. Mark se giró sin cuidado, lo cual aterrorizó a Jackson, quien se apresuró a agitar las manos indicando que se detuviera.

 

No solo él estaba ahí, sino también JinYoung, con la mirada ensombrecido y la cabeza gacha. A su lado estaba YoungJae, con los labios formando una línea. También se encontraban BamBam y JaeBum, manteniendo entre ellos una extraña cercanía que nunca antes había visto, y por ultimo aquel maldito mocoso: YuGyeom. Sus enormes ojos oscuros se clavaban en él, y pudo notar en su rostro el arrepentimiento. ¿Acaso se sentía culpable por lo de la caja? De todos modos ya era demasiado tarde.

 

Mark les dedicó una sonrisa a los seis antes de caer de espaldas al vacío.

 

Notas finales:

Espero haya sido de su agrado y ojalá pueda estarde vuelta pronto.

Un abrazo<3


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