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Outsiders por gaemi

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Notas del capitulo:

Para que vean que no soy tan mala(?), aquí les traigo el siguiente capítulo.

Big lion and little sheep

 

Cuando los músculos de las piernas les ardieron tanto que ya ninguno de los cuatro pudo continuar corriendo, y habían acabado tan lejos de la escuela como de sus propias casas, se dejaron caer sobre el acera en peso muerto, todos al mismo tiempo. BamBam en el cuerpo de JaeBum respiraba agitadamente, con los ojos abiertos como platos y la boca formando una sonrisa más parecida una mueca.

 

—Eso fue… emocionante—dijo después de un rato largo, cuando el oxígeno hubo abastecido sus pulmones. Los otros tres lo miraron como si estuviera loco, pero él no le dio la más mínima importancia. Hasta ahora, lo más emocionante en la vida de BamBam consistía en ver a YuGyeom practicar parkour en el parque que quedaba más cercano a la casa de ambos, siempre entre semana, cuando los niños pequeños no acudían por tener que hacer la tarea.

 

En menos de 24 horas su vida había cambiado tan abruptamente que sentía por primera vez el corazón latiendo desbocado en su pecho golpeándole las costillas y la adrenalina recorriéndole las venas. Aunque por su expresión, a los otros les pareció que se había vuelto loco.

 

—Desde que ustedes dos empezaron a juntarse ayer han sucedido cosas muy raras— comentó Jackson, quien no parecía muy contentó. Logró levantarse pero de inmediato se recargó en la pared más cercana, cerrando los ojos pesadamente—. Hablo en serio.

 

BamBam y JaeBum intercambiaron una mirada burlona. Su amigo decía eso y ni siquiera estaba enterado de la parte más grave.

 

— ¿A qué te refieres por cosas raras? —indagó JaeBum.

 

—Empecemos por la caja musical rota de YuGyeom ayer. De pronto hoy ustedes dos se la han pasado pegados por alguna razón que desconozco, JinYoung finge un paro cardiaco —el mencionado lo fulminó con la mirada—, Mark se intenta lanzar de la azotea y ahora tiramos tres estantes llenos de libros en la biblioteca escolar. Todo en menos del transcurso de un día. Eso no pasa normalmente, ¿saben? —ninguno de los dos le respondió—. ¡Es como si se hubiese alterado el universo!

 

—Estás exagerando—lo cortó JinYoung con brusquedad. Se levantó con esfuerzos, se acomodó sus cosas y comenzó a caminar en sentido contrario al que habían llegado—. Yo me voy, ustedes pueden hacer especulaciones estúpidas. Adiós JaeBum—pasó al lado de su amigo y posó una mano sobre su hombro antes de girar en una esquina y desaparecer.

 

—No me quiere, ¿verdad? —preguntó Jackson con un puchero. A los otros dos les sorprendió la facilidad con la que dejó de lado el tema de las rarezas, más no dijeron nada.

 

—Ni a ti ni a BamBam—asintió JaeBum, sin darse cuenta que a ojos de Jackson, él era BamBam y estaba hablando de sí mismo en tercera persona. Jackson lo miró ligeramente confundido.

 

—Qué amargado— mencionó el más joven de los tres dando la misma impresión que el mayor. JaeBum no se expresaría así de su mejor amigo. El deportista creyó que le estaban jugando una mala broma.

 

—Creo que es hora de que yo también me vaya a casa. Cuando recuperen la noción de quien es quien, me avisan.

 

— ¿Se dio cuenta? —preguntó BamBam alarmado cuando el otro se hubo alejado lo suficiente.

 

—Pues es que metimos la pata—JaeBum se rascó la nuca y se encogió de hombros, porque ya no podían hacer nada—. Igual y se le olvida, es bien idiota.

 

—Qué bonito te expresas de tus amigos.

 

—Sí así fuera, entonces a Jackson no le hubiera extrañado que llamara amargado a JinYoung.

 

— ¿Por qué JinYoung y YoungJae resultan tan especiales? —JaeBum arqueó una ceja, no entendiendo su pregunta—. Me refiero a que son las únicas personas en el universo entero a las que les haces caso y las tratas bien.

 

—Son como mis hermanos menores—le restó importancia con un gesto de mano—. Siempre han estado ahí.

 

— ¿Los conoces desde hace mucho tiempo? —quiso saber BamBam. El otro asintió. Se sacó el movil del bolsillo del pantalón y palideció al ver la hora.

 

—Me van… quiero decir, te van a matar—soltó con voz queda.

 

— ¿De qué hablas? —gruñó confundido el menor.

 

—Estás violando el horario—JaeBum estaba alterado, de un modo diferente a como lo estaba en la mañana cuando descubrieron que habían intercambiado de cuerpos. Era un temor fuera de la razón—. Mis padres te van a matar.

 

— ¿Por qué habrían de hacerlo?

 

Pero JaeBum no le respondió. Se limitó a cambiar de mochilas con él para que cada uno pudiera hacer sus tareas correspondientes y después lo arrastró consigo hasta su casa. BamBam se dejó hacer entre quejas de molestia que el otro ignoraba por completo. Cuando lo dejo frente al portón, realmente parecía preocupado por él. BamBam no tenía un buen presentimiento acerca de todo esto.

 

~

 

Bastó con abrir la puerta y entrar para descubrir cuál era el temor de JaeBum. Su madre sostenía el teléfono contra su oreja, sollozando mientras marcaba frenéticamente a la estación de policía. Su padre, con la mirada ensombrecida, no dejaba de dar vueltas por toda la sala como león enjaulado.

 

— ¿H-hola? —saludó BamBam tímidamente, con ganas de darse la vuelta y salir corriendo lejos de esa casa de locos.

 

— ¡Jovencito! —Ladró el hombre mientras un dedo amenazante apuntaba al reloj—. ¿Qué horas son estas de llegar? —Bien, debía de admitirlo, se había atrasado. Por una maldita media hora—. ¿Acaso crees que te mandas solo? ¡No tendrás permiso de salir todo lo que resta de esta semana  la siguiente!

 

— ¡Y pensar que ayer confíe en ti y convencí a tu padre de que te dejara comer con ese amigo! ¡Nunca más te daré un permiso! —chilló la esposa, apretando el teléfono entre sus manos con tal fuerza que BamBam creyó que lo iba a romper—. ¡Es imposible tratar contigo!

 

—Lo siento—contestó con tono monótono. Le hacía gracia aquel regaño, tan solo de pensar como era que JaeBum pudiera ser tan intrépido y abusivo cuando en casa sus papás lo trataban como un delincuente con orden de restricción.

 

— ¡Ni siquiera te disculpes, mal hijo! ¡A tu habitación ahora mismo, si no quieres que pierda la paciencia! —gritó el padre histérico. Traía la corbata desarreglada y los pelos alborotados. A BamBam le dio tanto miedo que por un momento sintió a aquel hombre ajeno a JaeBum. Él hasta enojado lucía sexy.

 

—Voy, voy—habló con pesadez mientras subía hacia el cuarto de JaeBum. Una vez estuvo dentro de su cuarto, escuchó como alguien pasaba la llave por fuera. Se estremeció, odiaba estar encerrado.

 

Comenzó a golpear la puerta con todas sus fuerzas, en medio de un repentino ataque de pánico. Gritaba desesperado para que lo sacaran de ahí, pero nadie atendió su llamado. Pasó quizá un cuarto de hora más antes de que se calmara, agotado y humillado. ¿Con que clase de psicópatas vivía JaeBum? ¿Por qué esa excesiva sobreprotección? Ese no era el término correcto, pero al menos era una manera elegante de definir el comportamiento de los padres de JaeBum.

 

Se apresuró a marcar al muchacho, con el pulso temblándole y los ojos enrojecidos.

 

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —era su propia voz, inquieta, pero de algún modo le tranquilizó el corazón. El ritmo con el que hablaba JaeBum era especial, muy diferente al que solía utilizar BamBam, así que casi sintió como si estuviera hablando con JaeBum en circunstancias normales.

 

— ¿Qué demonios sucede en esta casa? —preguntó tan bajo que fue sorprendente que el otro lo escuchara—. ¿Por qué han hecho esto tus padres?

 

—Están… un poco paranoicos— parecía dudoso respecto a cómo explicarle—. Lamento no habértelo advertido antes.

 

—Ni siquiera me lo esperaba, esto es demasiado… —se cubrió el rostro con un brazo, dejándose caer al frio suelo de la habitación

 

—Por el contrario, a mi tus padres ni me han saludado al llegar—rió JaeBum, tratando de aligerar el ambiente. El gemido que se escuchó del otro lado de la línea le hizo ver que había fallado—. También resulta raro para mí, estoy acostumbrado a tenerlos encima.

 

—Pues yo prefiero que me ignoren a que me dejen aquí encerrado.

 

— ¿Seguro?

 

—Totalmente.

 

—Cambiaras de opinión más al rato.

 

—Lo dudo.

 

—Pues ya verás. Ahora debo irme—aquella despedida fue tan brusca que dejó a BamBam con ganas de seguir hablando con JaeBum; ni siquiera le dio tiempo de preguntar qué era lo que haría ahora cuando el timbre que finalizaba la llamada llenó sus oídos.

 

~

 

JaeBum había colgado repentinamente debido a que no quería que BamBam tratara de indagar más acerca de la actitud de sus padres. Eso era algo que preferiría  compartir con él menor más o menos… nunca. Se encontraba abatido mirando al techo como si este fuera lo más interesante del mundo, cuando un llanto lo sacó de sus pensamientos. Seguro era el bebé. ¿Por qué nadie corría a atenderlo? Si estaba claro que lo querían mucho más que a BamBam.

 

Dejó pasar unos cuantos minutos y los chillidos no cesaban, así que se levantó desganado y se dirigió a la habitación del pequeño. Era igual e incluso más bonita y alegre que la de BamBam, llena de peluches, juguetes varios que el niño tardaría un poco de tiempo en usarlos todos, y el techo estaba decorado por estrellas y una luna que brillaban en la oscuridad. JaeBum echó un vistazo al pasillo pero no divisó a su madre.

 

— ¿Habrá salido? —le preguntó al bebé, pero éste, obviamente, no le respondió.

 

Se acercó a él y lo cogió entre sus brazos, los cuales percibió debiluchos para su gusto. Quizá aprovecharía y le sacaría un poco de musculo a BamBam antes de devolverle su cuerpo. Lo arrulló de la manera más dulce que pudo, sintiéndose como un total idiota porque no estaba acostumbrado a tratar con tanto amor a nadie, menos a un pequeño humano que acaba de conocer. Pero valió la pena, porque después de un rato el niño ya estaba dormido recargado en su pecho, como si esta fuera la más cálida y esponjosa almohada.

 

Fue la primera vez que se sintió feliz por estar en el cuerpo de BamBam.

 

 Giant baby and tiny hyung

 

Todo el mundo parecía enfadado con él, incluso los que no habían presenciado su intento de quitarse la vida. Aunque YuGyeom, el mocoso gigante —como había empezado a llamarlo—, no estaba molesto, pero no lo volvió a ver en todo el día. JinYoung miraba de reojo hacia él de cuando en cuando pero no le dirigió la palabra. Para colmo de males, durante los descansos, Jackson se fue con sus amigos del equipo de baloncesto, pasando de largo frente a él.

 

Sin embargo, Mark no había saltado a propósito. La verdad es que se había tropezado. Sinceramente, no habría podido reunir el valor de lanzarse por su cuenta, pero la impresión de ver a sus amigos, si es que podía considerarlos como tales, le hizo retroceder y sin proponérselo realmente, caer. De todos modos era lo que quería, pero al final falló. Y eran patéticos todos y cada uno de sus intentos de quitarse la vida a lo largo de sus 18 años (2). Empezando por la sobredosis de pastillas para los cólicos menstruales de sus hermanas cuando tenía 14, la navaja que se rompió patéticamente al tocar sus muñeca cuando tenía 16 —aún seguía sin explicarse como pasó eso—, la vez en que se lanzó a la carretera en el justo instante que el semáforo cambio a rojo y quedó como un imbécil tirado en medio del paso peatonal.

 

Cada vez que fallaba, pasaba de la decepción al alivio. Había que aceptarlo, era demasiado cobarde como para matarse de verdad. Y en el hipotético caso de que alguno de sus intentos hubiera funcionado, al final hubiera terminado llorando como un bebé de brazos al sentir la muerte tocar a su puerta. De todos modos, aún no le encontraba sentido a la vida. Estaba claro que no servía para nada, y por eso siempre prefería mantenerse al margen. Callado, indiferente, sin responder a los saludos ni a las sonrisas. Hablaba con las personas cuando era estrictamente necesario, como en el caso de los profesores, pero con sus compañeros, como importaba poco si les dirigía la palabra o no, prefería evitarlo. El mismo Jackson seguía sorprendido aún después de casi 8 años de haber logrado ser su mejor amigo.

 

Ahora, en la tranquila soledad de su casa, mientras su padre continuaba en el trabajo, su madre salía a hacer las compras y su hermano menor con sus amigos, no podía disfrutar de la paz y el confort que aquello le producía puesto que la culpa lo carcomía. Quería hablar con Jackson, explicarle lo que había sucedido. Aunque ciertamente, solo quería que su mejor amigo se contentara con él. Supuso que no le creería nada de la verdad después de cómo se comportó cuando lo salvaron, tan altanero que aquel chico que siempre lo sobrellevaba terminó por mandarlo a la mierda.

 

Jackson no iba a estar mucho tiempo enojado con él, ¿verdad?

 

Tuvo ese pensamiento en la cabeza durante los siguientes cinco días, pero nada hizo cambiar la actitud que había tomado en contra de él.

 

~

 

La tinta escocía y formaba una figura imborrable sobre la piel de su cuello. Conforme el tatuador le daba forma, frente a los ojos de todos los miembros de la pandilla se iban apareciendo un par de majestuosas alas, que representaban al pequeño como uno más de ellos. Esta era, sin lugar a dudas, la parte que más odiaba del contrato. Se había convertido en una especie de ganado, marcado como un animal. Pero iba a hacer lo necesario para continuar ahí. Lo más atractivo para él de aquella banda era que por cada misión asignada que cumplías, se te entregaba una buena cantidad monetaria como recompensa. Y YuGyeom necesitaba aquel dinero urgentemente.

 

El tatuaje no fue lo peor de la novatada, contrario a lo que se esperaba. Una vez la zona de piel marcada estuvo envuelta en plástico, no tuvo tiempo ni de levantarse del sillón cuando los miembros del grupo se le vinieron encima sin previo aviso y comenzaron a golpearlo. Era cosa normal entre esta clase de pandillas callejeras, pero no por ello dejó de resultarle degradante. Aun cuando hubo terminado, y el ambiente cambió a uno cercano a lo amistoso, YuGyeom solo quería salir de ahí. El líder, un hombre robusto, alto y lleno de tatuajes, con el pelo teñido de rubio al que apodaban Lamassu (3). La hacía perfecto honor a su nombre: la fuerza del toro, la libertad del águila y la inteligencia del hombre, además de su insano interés por coleccionar objetos de gran valor en todos los aspectos. Era un hombre peligroso y por consecuencia, muy respetado por sus hombres. Se le acercó y lo abrazó fraternalmente, y YuGyeom se obligó a corresponder.

 

Cuando acabó la ceremonia, corrió de vuelta a casa con los ojos llenos de lágrimas que nadie pudo ver. Se metía por la ventana, como tenía acostumbrado para evitar despertar a sus tíos y ahorrarse una reprimenda. Era lo último que quería. Se lavó con mucho cuidado, comprobando los cardenales que le recorrían todo el cuerpo; esperaba que valieran la pena. También percibió como las alas en su cuello iban perdiendo el exceso de tinta. Una vez terminó, aplicó una pomada sobre el tatuaje para que cicatrizara exitosamente. Luego se dirigió a la cama y se hundió bajo las cobijas. Si estaba tan cerca de lograr aquello que tanto quería, ¿por qué de pronto se sentía completamente vacío?

 

~

 

A la mañana siguiente tenía que ir a la escuela, ¿había sido necesario que los hombres de Lamassu eligieran justamente la noche del domingo para hacerle la novatada? Se sentía hecho polvo al despertar, y al abrir los ojos los cerró de inmediato para contener las ganas de llorar. Los golpes dolían, el tatuaje dolía, el alma dolía. No se creía capaz de soportar todo eso durante mucho tiempo.

 

—Mamá…—gimió contra la almohada, pero no se dio el lujo de lamentarse por mucho tiempo. Se puso el uniforme y se aseguró de cubrir bajo las prendas la mayor cantidad de moretones. También se amarró una pañoleta alrededor del cuello, aunque no fuera para nada propio de su estilo, pero era necesario tanto para que no vieran su tatuaje como para cubrirlo del sol.

 

Se coló a la recamara de sus tíos para robar el maquillaje de ella. Se lo aplicó torpemente sobre los moretones de su rostro, peor consiguió difuminarlo exitosamente tras muchos esfuerzos. No pudo disimular las cortadas de su ceja y labios, así que las cubrió con parches. Sus amigos, que sabían que practica parkour, no se extrañarían por esa clase de heridas mínimas en comparación a las que llenaban el resto de su cuerpo.

 

Al llegar a la escuela, se topó con JaeBum y BamBam recargados sobre una ventana del pasillo principal. YuGyeom saludó a su mejor amigo, esperando que le ofreciera una respuesta. En su lugar, quien lo hizo fue JaeBum, que de inmediato recibió una patada en la espinilla por parte del más bajo.

 

—Idiota, ¡no me pegues! —gruñó, agarrándolo por los cabellos. BamBam lo empujó con saña, intentando apartarlo de él.

 

— ¡Pues fíjate en lo que haces!

 

Se alejaron discutiendo, dejando solo al menor. YuGyeom soltó un suspiro, preguntándose a que venía el repentino interés de JaeBum hacia él y por el contrario, la total indiferencia que le dedicaba BamBam.

 

— ¿Qué con la pañoleta? —Jackson apareció detrás de él y la jaloneó con fuerza. YuGyeom pegó un grito y se apartó a tiempo de evitar que se la arrancara.

 

— ¡¿Por qué siempre asustas a la gente?! —espetó, acomodándosela de nuevo.

 

— ¿Acaso no es una entrada épica? —el mayor realizó un baile de cejas, y el otro no pudo evitar reír, muy a su pesar.

 

—Me vas a terminar matando, hyung.

 

—Yo sería incapaz, te amo. ¿Acaso no lo sabes? —bromeó, pasándole un brazo por los hombros mientras se encaminaban a las escaleras. A YuGyeom le venía bien un amigo como Jackson en aquellos momentos.

 

—No más que a JinYoung—se burló, notando como el chico iba entrando por el portón con una expresión apática surcando su rostro. Menos mal que YuGyeom lo sujeta por los hombros, porque de otro modo no se habría contenido de correr hasta él.

 

~

 

Tom & Jerry

 

Habían pasado tres días ya de su suspensión, sin contar el fin de semana, y JinYoung estaba de vuelta. Tres días en los que todo se quedó como él lo dejó cuando abandono la escuela durante ese periodo: YoungJae continuaba sin tan siquiera dirigirle la mirada, aun cuando Vivian en la misma casa, JaeBum y BamBam mantenían su nueva cercanía mientras que YuGyeom había terminado por pasar su tiempo con Jackson, quien a su vez seguía enfadado con Mark por el intento de suicidio. ¿En serio estos chicos no podían resolver las cosas por si mismos? Bueno, el ya estaba ahí, e iba a traer todo de vuelta a la normalidad.

 

Porque él había descubierto lo que ninguno de aquellos chicos había hecho. No iba a quedarse tanto tiempo en su casa sin hacer nada, después de todo era un genio hiperactivo. Pero le gustaba observar desde lejos como las cosas se iban desarrollando, así que se limitó a sonreír misteriosamente cuando BamBam y JaeBum pasaron jaloneándose frente a él. El más alto pareció recordar algo al verlo: que tenía que saludarlo. Y eso hizo. Lo que a JinYoung pudo ofenderle, solo le mostro lo interesante que llegarían a ser las cosas. ¿Estaba haciendo mal al no decirles? No, lo mejor era que ellos mismos fueran descubriendo qué les había sucedido.

 

Se dirigió a los vestidores a ponerse el uniforme de deporte, la primera clase del día. Era normal para él estar solo cuando estaba con su grupo, porque nadie le toleraba. Tenía un humor de perros, solía ser algo rudo pero si lo conocías notabas que era amable, coqueto y agradable. Solo que, para su desgracia, los demás preferían quedarse con la imagen que daba y se alejaban de su persona como si fuera un leproso. Además de que los celos que provocaba en los demás su desmesurada inteligencia aumentaba el odio hacia su persona. Solo se acercaban a él para pedirle ayuda en los trabajos o que les pasara la tarea, los muy hipócritas; y, de vez en cuando, recibía propuestas indecorosas de algunos de sus compañeros varones que lo encontraban atractivo. De todos modos le venía importando muy poco todo eso.

 

Terminó en el mismo equipo que Mark durante la clase. El profesor los puso a jugar baloncesto y los dividió en dos, una suerte porque de lo contrario habría sido el último al que eligieran. El otro tenía una manera muy peculiar de moverse, con demasiado cuidado, como si no quisiera romperse algo. Un comportamiento que solo aparecía cuando estaba frente a las personas del grupo.

 

JinYoung se limitó a quedarse parado como idiota y hacer amago de que levantaba la mano cada que el balón pasaba volando dos metros por encima de su cabeza, y lo bueno de que nadie le hablara era que aunque se quejaran de él en voz alta, nunca le reclamaban a la cara, así que pudo hacer el tonto toda la clase.

 

Faltaba poco para que terminara la clase —y con ella el partido—, cuando uno de los del equipo contrario se abalanzó sobre Mark y lo lanzó de cara justo a un costado de donde se encontraba parado JinYoung. La camiseta de Mark se había levantado, dejando ver la mitad de su espalda. JinYoung se quedó pálido al observar una especie de escamas que rodeaban su piel, pero no se detuvo a analizarlas demasiado. Sabía que tenía que actuar. Ya.

 

Se dejó caer sobre Mark, el cual se limitó a soltar un gruñido y retorcerse debajo de él.

 

— ¿Qué diablos, JinYoung? —murmuró, mirándolo de reojo. El otro fingía haberse desmayado.

 

—Cúbrete la espalda—le dijo entre dientes cuando el profesor corrió hasta ellos.

 

Mark, con expresión aterrada, se apresuró a acomodarse la camiseta y salió corriendo en el momento en que el timbre sonó. Naturalmente, JinYoung acabó en la enfermería, y fue una suerte que la regordeta enfermera al mando no estuviera ahí porque seguro lo habría matado. El ayudante fue quien se dedicó a atenderlo, midiéndole la presión y pasándole un algodón con alcohol par que reaccionara.

 

— ¿Ahora qué demonios pasó? —gruñó YoungJae. Solo JinYoung podría hacerlo enojar tanto. Detrás de él, ya como era costumbre, traía a JaeBum y a Jackson.

 

— ¿Estás seguro de que no le pasó nada de verdad? —le preguntó JaeBum a YoungJae, notablemente confundido.

 

— ¿Hablas en serio?

 

— ¿Qué diría yo normalmente? —se giró el mayor a Jackson.

 

—Que está fingiendo—suspiró, cruzándose de brazos.

 

—Está fingiendo—repitió JaeBum. JinYoung rodó los ojos.

 

—Últimamente es como si necesitaras guía para ser tu—comentó Jackson, frunciendo el ceño.

 

—Es posible, ¿quién quiere escribir una para mí?

 

—No estamos para bromas, JaeBum—gruño YoungJae para luego dirigirle una mirada cargada de odio a su hermano—. Te suspendieron por esta clase de tonterías y ¿justo el primer día de tu regreso vuelves a la enfermería? —le echó en cara. JinYoung se sentó sobre la cama y se encogió de hombros.

 

—Está vez lo hice porque alguien lo necesitaba.

 

— ¿Cómo alguien habría de necesitar tus escenitas? —bramó. Apretó los puños con fuerza y empezó a respirar con fuerza. JinYoung cambió su semblante indiferente por uno preocupado, y extendió la mano hacia su hermano. YoungJae la apartó de golpe y salió hipando de la enfermería. JaeBum dudó un poco antes de seguirlo, y entonces solo se quedó ahí Jackson.

 

— ¿Cómo dices que alguien lo necesitó? —estaba realmente curioso. JinYoung sonrió.

 

—Mark—se limitó a decir.

 

— ¿Mark? —Jackson se alarmó de pronto. Seguía siendo su mejor amigo del que estaban hablando.

 

—Sí, Mark. No sabía que tenía una especie de escamas en la espalda. Me desmayé encima de él cuando lo tiraron al suelo y las dejaron a la vista, para que nadie se percatara de ellas.

 

 

Jackson se mordió el labio y lo miró como un pequeño cachorrito. JinYoung tuvo que reprimir las ganas de abrazarlo.

 

—No son escamas…—murmuró, echando un vistazo al enfermero, pero este ni siquiera les prestaba atención—. Solo… no le digas a nadie acerca de lo que viste.

 

—No lo haré—respondió como si nada.

 

—Y una cosa más—se acercó mucho a su rostro, analizándolo detenidamente—. ¿Seguro que estás bien?

 

JinYoung abrió mucho los ojos. ¿En serio aquel chico seguía cayendo en sus engaños? En cierto modo le conmovió. Aún tenía un fiel espectador de su acto.

 

—La verdad es que estoy un poco mareado—rió, y no era mentira. Seguro era porque desde que lo suspendieron comenzó a saltarse comidas para no cruzarse con  YoungJae en la casa e incomodarlo. Atrajo a Jackson hasta él y lo abrazó contra su pecho, soltando un suspiro—. Gracias por preocuparte por mí.

 

Jackson asintió levemente, enterrando el rostro en el espacio entre el cuello y el hombro de JinYoung. No pudo moverse más, temeroso de que en cualquier momento se desmoronaría. Se había olvidado por completo de cómo hablar.

Notas finales:

Y casi lo olvido:

(2): Los chicos tienen una diferencia de edad aquí (Mark 18; JB, Junior y Jackson 17; YoungJae, BamBam y YuGyeom 16). Quizá ya era notable pero tenía que explicarlo.

(3)Lamassu:En la mitología mesopotámica, el lamasu es un poderoso toro alado destinado a proteger templos y valiosos objetos sagrados. 
Se dice de esta formidable criatura que consigue combinar la fuerza del toro, la libertad del águila y la inteligencia del hombre, ya que posee el cuerpo y los cuernos de un toro gris, las alas de un águila gigante y la cabeza de un ser humano varón. 


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