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Outsiders por gaemi

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Notas del capitulo:

No gente, no me he muerto(?) Pero el 21 tuve una pequeña pero dolorosa cirugía ;; y la verdad con todo me era dificil concentrarme para escribir. Ya iré actuazlizando también mis otros fics, por si también los siguen.

Tom & Jerry

 

—Jackson… ¿quieres soltarme? —gruñó JinYoung después de lo que pareció una eternidad para ambos. Aunque el más joven comenzó el abrazo, el otro decidió prolongarlo de manera innecesaria.

 

Aun siendo tan astuto, JinYoung no sospechó nada de las verdaderas razones de Jackson para hacerlo. Supuso que se debía a su exagerada  y alegórica forma de ser. Y bueno, era cierto que aquel chico era bastante cariñoso. Soltó un suspiro de alivio cuando se separaron y  se levantó de la camilla, dispuesto a regresar a clases. El silencio incomodo que se hizo presente entonces sacaba de sus casillas al menor, lo cual era raro, porque normalmente le daba igual si una persona le dirigía la palabra o no.

 

— ¿Te vuelves a tú salón? —le preguntó el rubio, siendo el primero en reunir el valor para romper el silencio.

 

—Sí, y tú deberías hacer lo mismo. Los otros dos ya deben de estar en clase y será raro que tu no. Date prisa, o no te dejarán entrar—aunque era una especie de reprimenda, su voz era suave. Jackson asintió de prisa y se despidió agitando la mano antes de salir corriendo a mi salón—. Siguió mis palabras como si fueran órdenes—rió para sí.

 

JinYoung no estaba acostumbrado a ver personas como Jackson. Quizá le agradaba ahora. Solo un poco.

 

~

 

A Jackson le costó una calvario sobrevivir el resto de la jornada escolar. La culpa lo estaba matando, aunque en realidad no fuera toda suya. Estaba consciente de que todos los problemas de Mark, su mutismo selectivo y sus intentos de suicidio en especial, se debían a las dichosas “escamas” que había visto y JinYoung, y que de no ser  por él, todo su grupo también estaría al tanto de lo que Mark tenía en la espalda. De todos modos, un susto si se debió de haber llevado. Tenía que hablar con él, saber cómo estaba después de todo eso. Era fácil para Mark el elegir cerrarse, pero en un momento u otro tendría que explotar, y Jackson no  quería tener que recoger los destrozos que aquello dejara. Sería mejor solucionar las cosas antes.

                                                                                                                 

Aun cuando tuvo que saltarse el entrenamiento de baloncesto, esperó a Mark a la hora de la salida a un par de cuadras de distancia de la escuela, donde la multitud se dispersaba. Sabía que pasaría por ahí, conocía de memoria su ruta porque la habían recorrido un número incontable de veces juntos. Jackson sabía que si alguien se tenía que disculpar, eran ambos. En ocasiones, los suicidas piensan que no le deben cuentas a nadie a la hora de acabar con su vida, sin imaginarse el daño que le hacen a las personas que los quieren al matarse. Mark era de esa clase. En todos sus intentos, jamás dejó una nota. Inclusive, la vez que se lanzó a la carretera, estaba con Jackson. Era cruel de su parte, y por eso el menor creía justa una disculpa. Por su parte también la habría, por abandonarlo en vez de ayudarlo a deshacerse de aquellas ideas estúpidas que le comían la cabeza constantemente.

 

Cuando Mark llegó a aquella calle y divisó a Jackson de pie a unos pasos de él, optó  por bajar la cabeza y estrujar con fuerza las correas de su mochila. Aumentando la velocidad de su caminata, pasó de largo frente a Jackson, pero no iba a ser tan fácil librarse de él. El menor no estaba dispuesto a permitírselo.

 

—Mark Tuan, estoy aquí, por si no te has dado cuenta—habló con voz firme. El mencionado se detuvo en seco, pero no lo volteó a ver—. Tenemos que hablar, lo sabes, ¿no?

 

—Jackson, si me vas a seguir reclamando, no es necesario. Estoy dispuesto a dejar de molestarte—murmuró con voz entrecortada. Lo estaba haciendo llorar, y eso no era lo que quería. Hora de cambiar de estrategia.

 

—No digas tonterías—gimió, ligeramente exasperado. Lo alcanzó en un par de zancadas y lo sujetó por la muñeca—. Markie, no quiero reclamarte nada, solo quiero estar seguro de que dejaras de intentar cosas que atenten contra tu vida, no puedes seguir así…

 

— ¿Qué sabes? —se soltó con brusquedad. Su tono de voz seguía siendo tan bajo que de no ser porque Jackson estaba acostumbrado a ello, no distinguiría sus palabras—. Es muy difícil seguir aquí…

 

—También es muy difícil verte así—insistió. No iba a permitir que su mejor amigo se hundiera más.

 

—No tanto como estar en mi piel—por fin Mark se giró para encararlo con expresión feroz, pero la determinación de Jackson no flaqueó ni un instante. Llevó una mano hasta la espalda de Mark y acarició toda la extensión con la delicadeza con la que tocaría las frágiles alas de una mariposa.

 

—Sé lo que pasó hoy, JinYoung-hyung me lo dijo en la enfermería.

 

Los ojos de Mark casi saltaron de sus cuentas. Vaciló por un instante, no esperaba escuchar eso y se había quedado sin armas.

 

—No fue nada, nadie más me vio la cicatriz.

 

—Deberías de tener más cuidado.

 

— ¡Lo tengo! —apretó los puños, comenzando a temblar—. Pero me es imposible esconderla todo el tiempo. Parezco un criminal siempre cubriéndome las espaldas.

 

—Aunque no lo hicieras, hay otras razones que hacen pensar a los demás que eres un criminal—sonrió de lado. Mark le pegó un puñetazo en el pecho.

 

— ¡Jackson!

 

— ¿¡Qué!? Es la verdad, hermano.

 

—Soy incapaz de cambiar lo que soy—Mark bajó los hombros desanimado.

 

—Tú vida seguirá siendo tan miserable como la ves ahora si continuas con esa actitud. No te enfades, lo digo por tu bien. Respecto a la cicatriz no podemos hacer nada, más que taparla, pero el que no le hables a nadie y estés siempre a la defensiva…

 

—Ok, ok—lo interrumpió frustrado. Se pasó una mano por los cabellos y soltó un suspiro—. Entiendo tu punto, pero no sé cómo hacerlo. De todos modos, puedo eliminar algunas cosas pero jamás perderé mi esencia.

 

—Esto no es tu esencia, Mark—bufó el menor y lo sacudió por los hombros—. Tú verdadera esencia es la que no le permites ver a los demás. Todos tenemos algo que nos destroza, es cosa nuestra si decidimos recoger los pedazos y formar con ellos una nueva y mejorada versión de nosotros, o simplemente dejarlos botados y permitir que todo el mundo los pisotee.

 

— ¿Y tú que has elegido? —Mark enarcó una ceja, haciendo notable en su voz que se estaba dando por vencido.

 

—Lo mío no es tan grave—dibujó en su rostro una mueca de resignación—. Por eso vamos a centrarnos en ti, ¿de acuerdo?

 

—De acuerdo, Jackson.

 

—Bien, y una cosa más. Lamento haberte dejado de hablar casi una semana, no fue lo más inteligente de mi parte.

 

—Tampoco lo fue el querer tirarme de la azotea.

 

— ¿Solo querer?

 

—Me tropecé—soltó con voz de pito—. Fue por  la sorpresa que me dio verlos llegar. En el momento en que me giré para verlos, ya no pude frenar.

 

—Diablos, Mark—resopló.

 

—De todos modos si tenía la intención de matarme, así que lo siento.

 

—Ya, ya. Te disculpo, pero tienes que hacer algo por mí—le pasó un brazo por los hombros y sonrió con complicidad, reanudando su caminar.

 

Mark gimió con fuerza. A Jackson nunca se le ocurría nada que no supusiera poner en juego su dignidad.

 

~

 

YoungJae y JinYoung llegaron tarde a su trabajo de medio turno por culpa de este último. Sabía que fue muy estúpido de su parte hacer que se retrasaran cuando el otro ya tenía suficientes motivos para estar enfadado con él toda una vida. Sin embargo, podía poner como excusa que tuvo razones para hacerlo: desde que llegaron a casa de la escuela, se la pasó buscando entre sus libros acerca del tema del intercambio de almas. En este caso, la clave era la caja del dragón dorado y rojo, pero no le quedaba muy en claro en circunstancias se había dado eso y como revertirlo. La verdad es que la información que había encontrado seguía siendo limitada.

 

Quizá supiera algo al respecto YuGyeom más tarde, porque fue a él al primero que vio con la caja, pero en ese caso, el estaría al tanto de la situación de BamBam y JaeBum. Posiblemente, todo aquello no era de la incumbencia de JinYoung, pero ¿qué más daba? En parte, estaba probando que tan bueno era resolviendo estas “cosas espirituales”. Y por otro lado, estaba ayudando a un amigo, porque estaba seguro de que a JaeBum le desagradaba por completo estar en el cuerpo de BamBam. Y la verdad era que también lo extrañaba. Quería a su mejor amigo de vuelta, porque ahora apenas si le hablaba.

 

Los gruñidos de YoungJae lo sacaron abruptamente de sus cavilaciones. El chico,  ya dentro de la botarga de oso, señaló con un gesto la puerta y tras ponerse la cabeza enorme del traje, salió. Contrario a lo que podría parecer con su retorcida mente, JinYoung era bueno con los  niños, así que disfrutaba de aquel trabajo. Una vez terminó de ponerse la botarga, fue tras su hermano, y después de que cada uno tomara una enorme cantidad de lobos de helio entre sus manos, recorrieron el parque de diversiones a paso tranquilo. Los infantes iban llegando solos, trepándose sobre JinYoung e intentando arrebatarle los globos. Muchos ya lo conocían, y sabían que no se enfadaría. Al rato, llegaban las madres, pagaban los globos y se llevaban a su niño del brazo. Y así se pasaba la tarde. A JinYoung le gustaba, porque entonces YoungJae se ponía de buen humor, y cuando se quitaba la cabeza del traje por momentos para evitar sofocarse, volteaba hacia él y le sonreía.

 

Y ver a su hermano feliz era suficiente.

 

~

 

 

Big lion and little sheep

 

JaeBum le había enseñado a BamBam como convencer a su madre de que le permitiera salir estando castigado. Sabía de sobra como manejar a la mujer, aunque con su padre ya era otro cantar; por lo tanto, JaeBum tenía que estar de vuelta antes de que llegara de la oficina. Para BamBam le resultó un alivio poder salir, porque la casa de JaeBum no era muy grande ni tenía patio, y resultaba tan asfixiante como a JinYoung le podía resultar la botarga.

 

Fue entonces como, una vez BamBam le colgó el teléfono a la mamá de JaeBum, que ni siquiera se había dado cuenta del radical cambio de actitud que tuvo su hijo, ambos se dirigieron a casa de BamBam. Su hermano acudía a un maternal, y aquella tarde tendrían un evento en el parque de diversiones donde las profesoras montarían una obra de teatro. A JaeBum le parecía inútil, porque un niño de algo menos de dos años no le iba a entender una mierda, por no mencionar que tampoco le prestaría atención. Pero, lo peor, es que los padres no tendrían tiempo de llevarlo por asuntos de trabajo, y se lo habían encargado a JaeBum-en-el-cuerpo-de-BamBam.

 

Al mayor, por supuesto, no le hizo la más mínima gracia, por lo que dio uso de sus habilidades de manipulación antes mencionadas con su madre para lograr que BamBam por lo menos lo acompañara. No sabía que estaba de sobra tanta parafernalia, porque con solo habérselo preguntado, el rubio sin pensarlo dos veces le habría dicho que sí. Y aún con todo, le hacía ilusión. No importaba que fueran a ver una obra para niños de preescolar, ni que JaeBum ni él estuvieran en sus cuerpos correspondientes. Porque irían juntos a un parque de diversiones, y eso era lo más cercano a una cita que podría aspirar jamás.

 

Después de cambiarse de ropa y comer, salieron de casa con BamBam llevando al bebé en  brazos, y tomaron el autobús que los llevaría a su destino. Se sentaron juntos, cosa muy significativa para BamBam. Al principio, se sentía morir de nervios, pero JaeBum, totalmente ajeno a su estado, se limitaba a mirar por la ventana con aire distraído. A BamBam se le ocurrió que podrían pasar como una pareja que llevaba de paseo a su hijo, hasta que recordó que ambos eran hombres y a él le era imposible concebir. Se preguntó si a JaeBum le gustaría adoptar, pero entonces se dio cuenta de que ni siquiera le gustaría ser su pareja. Y aquello lo desanimó bastante.

 

Para cuando bajaron del autobús, BamBam ya había logrado manejar sus pensamientos y poner a raya sus emociones. JaeBum quiso cargar al bebé un rato, pero cuando el otro se lo tendió, cambió de opinión alardeando que con los brazos tan flacuchos que ahora tenía, no podría soportar el peso y terminaría tirándolo. A BamBam le molestó el comentario, aunque JaeBum  siempre dijera cosas así. Era solo que se encontraba más sensible de lo normal, y la coraza ante los insultos de JaeBum se había debilitado.

 

Entraron en el parque de diversiones, que era bastante amplio, con una zona de juegos dividida según las edades, otra de comida, un circo y un teatro. A este último se dirigían. Era entre semana y había poca venta. Frente a algunos puestos, tipos en botarga de animales vendían globos y algodón de azúcar. También había un payaso, al que pasaron rodeando para que no asustara al hermano de BamBam.

 

El teatro estaba atiborrado de madres con sus bebes en el regazo, o si estos eran un poco más grandes, les dejaban un asiento para ellos. La obra, para los dos adolescentes, era condenadamente aburrida. Algunos niños no paraban de berrear, otros se quejaban de que tenían hambre, y un par de señoras salieron a mitad de la obra para cambiar pañales. BamBam y JaeBum no dudaron en seguirlas.

 

Afuera atardecía. El cielo se encontraba teñido de un suave naranja, y el sol se escondía en el horizonte. Las nubes esponjosas se congregaban sobre sus cabezas. Corría el aire, refrescando los pulmones de los chicos.

 

—Deberíamos de irnos ya—dijo JaeBum, fijándose en la hora—. Papá no tardará mucho en volver a casa.

 

BamBam soltó un suspiro. La idea de estar de vuelta en el encierro era agobiante.

 

— ¿Nos queda tiempo para algo más? —preguntó, mirando con anhelo los juegos.

 

— ¿Qué quieres hacer? —inquirió bruscamente—. Mañana tenemos clases, tengo deberes que hacer y además traemos al bebé.

 

—Es que… no quiero volver a tu casa—admitió, afianzando su agarre en torno al bebé.

 

— ¿Prefieres la tuya, donde nadie te hace caso?

 

—Al menos ahí puedo hacer lo que me plazca, la mayoría del tiempo—JaeBum estuvo de acuerdo con ello. Pero de todos modos, no podían quedarse más tiempo.

 

Se detuvieron a unos pasos de la salida, cuando el bebé comenzó a señalar con énfasis a una de las botargas de oso. Su pelaje era oscuro, y llevaba un overol rojo y una margarita  de plástico adornando su cabeza. En una mano, sostenía un último globo solitario. A su lado, otro oso de un color más claro, casi como el de la arena, se sentaba una banca mientras sostenía un palo con algunos algodones de azúcar.

 

— ¿Lo quieres? —JaeBum habló con voz amorosa, algo que BamBam nunca antes había presenciado.

 

El pequeño asintió con entusiasmo, y tras tomarlo entre sus brazos, esta vez sin protestar, lo llevó hasta donde las botargas. El oso pareció retroceder al verlo, dejando escapar el globo de sus dedos peludos. BamBam corrió tras él y lo atrapó de un salto antes de que pudiera alejarse demasiado, y se lo tendió a su hermano. BamBam le dio un billete al oso, pero este parecía asustado ante ellos. El de color arena había girado la cabeza en su dirección, y fue quien cogió el billete.

 

— ¿A ti qué diablos te pasa? —le preguntó a su compañero, sacando el cambio.

 

— ¿YoungJae? —JaeBum-en-el-cuerpo-de-BamBam reconoció la voz de inmediato, volteando a verlo sorprendido.

 

El chico dentro de la botara rió alegremente y se sacó la cabeza de oso. La otra pareja lo contempló con la boca formando una o muy redonda. Luego, JaeBum se giró  con una sonrisa burlona al de color más oscuro, y arqueó una ceja suspicaz.

 

—JinYoung, de seguro.

 

El mencionado resopló y se deshizo de la cabeza del traje, sacudiendo sus cabellos exasperado.

 

—No sabía que trabajabas de esto—le dijo divertido

 

—No sabía que tenías un hijo con BamBam—aquellas palabras sorprendieron a todos por dos razones: la primera fue lo embarazoso que resultó para el aludido y JaeBum; la segunda, que se suponía que a quien se lo dijo fue a BamBam, y que nadie sabía lo de su intercambio de cuerpo.

 

— ¡Es su hermano, no nuestro hijo!—protestó BamBam-en-el-cuerpo-de-JaeBum. La sonrisa en  el rostro de JinYoung revelaba que sabía algo que ellos no.

 

—No tiene nada de malo aceptarlo, chicos. Yo no tengo problema con sus preferencias.

 

—Que es mi hermano, necio—gruño JaeBum.

 

— ¿Seguro? —pero esta vez no parecía decirlo por su broma, sino por algo más.

 

Un sonido venido de los arboles atrajo su atención. De pronto, de entre las ramas, saltó YuGyeom, llevando entre sus manos la caja de porcelana que había causado todos los problemas de JaeBum y BamBam. Los miró alarmado, para luego salir corriendo en dirección a la carpa del circo.

 

— ¿Qué mosca le picó a ese chico? —espetó JaeBum con mala cara.

 

Nadie le respondió, porque entonces JinYoung salió corriendo detrás de él. Todos parecían esconder algo.

 

~

 

 

Giant baby and tiny hyung

 

Mark bajó de la montaña rusa con el estómago en la boca. Corrió hasta el bote de basura más cercano para botar todo lo que había consumido aquella tarde, mientras Jackson, fresco como una lechuga, le palmeaba la espalda.

 

—Ha sido una buena ceremonia de reconciliación, ¿no crees? —No, no lo creía.

 

—No te vuelvo a hacer caso—gruñó, limpiándose la boca con un trozo de papel de baño que guardaba en su mochila.

 

—Oh, sí que lo harás.

 

Desde los arbustos, YuGyeom les observaba. Su ropa negra ocultaba la suciedad que lo impregnaba, pero el blanco tono de su piel no, mostrando que gran parte de su rostro estaba llena de tierra. Se había desecho del paliacate, dejando ver con un falso orgullo las alas en su cuello.

 

De nuevo, la caja musical del dragón estaba en sus manos. Lamassu ya tenía planeado su destino desde que el castaño la robara. Su misión ahora era entregársela a una mujer de nombre Sheera, que trabajaba dentro del circo. Ella ya había pagado de antemano, y esperaba su encargo con ansias. Ahí, sentado sobre el pasto, YuGyeom probó a abrirla intentando que funcionara, pero una vez más no emitió sonido alguno. Sin embargo, su silencio era estremecedor. La cerró de golpe, sintiendo un escalofrió recorrerle la columna vertebral.

 

Caminó escondido por la vegetación hasta llegar lo más cerca posible de la carpa. A esas horas y por ser entre semana, casi no había nadie en el parque. Saltó fuera del cobijo de los árboles, sin fijarse antes que frente a él estaban BamBam, JaeBum, JinYoung y YoungJae, estos dos últimos enfundados en trajes de oso. Estaba tan desconcertado de verlos como ellos, por inercia se llevó la caja al cuello, para tapar el tatuaje. JinYoung posó sus ojos en la caja, y sus pupilas se dilataron de manera que YuGyeom supo que no podía continuar más tiempo ahí.

 

Arrancó a correr con todas sus fuerzas, sintiendo sus músculos escocer y sin poder ver detenidamente su alrededor. En su carrera, todo se transformó en un manchón borroso. A unos metros de la carpa, embistió contra un menudo cuerpo que salió disparado hacia una banca. Su pálido cabello rubio, su delgadez extrema y su escasa estatura, le revelaron de inmediato que era Mark. Y donde está Mark, está Jackson. El otro rubio no tardó en aparecer, empujando violentamente a YuGyeom sin fijarse en que era él. Al darse cuenta, su rabia desapareció.

 

— ¿Gyeom? ¿Qué haces aquí? —el otro se quedó mudo.

 

Sin dar explicación alguna, desapareció tras la entrada del circo, que no ofrecía función en aquel instante. El resto de los chicos no tardó en alcanzarlos, respirando agitadamente, en especial los dos que estaban cubiertos de peluche. Jackson se encontraba levantando a Mark del suelo, como si fuera un niño pequeño. Le acomodó las ropas y le arregló el cabello. Luego, se pasó la lengua por el pulgar para desmanchar con él el polvo que se había impregnado en su mejilla. El mayor frunció la nariz ante aquella acción más no protestó.

 

— ¿Dónde está YuGyeom? —preguntó JinYoung con urgencia. Los rubios lo miraron con los ojos a punto de salirse de sus cuencas, sin creerse que aquel serio e inteligente muchacho estuviera metido en una botarga de oso—. Sí, sí, ya sé que me veo raro.

 

—Lo que le sigue—dijo Jackson, retrocediendo con Mark entre sus brazos.

 

—Déjalo ya. Necesito saber a dónde ha ido YuGyeom—Mark señaló la carpa. JinYoung agradeció con un gesto de cabeza y entró apresurado al lugar.

 

—Todos son unos raros—bufó JaeBum.

 

— ¿Tú crees? —BamBam arqueó una ceja burlón—. De todos, nosotros dos somos los más raros.

 

JaeBum no lo creía así, pero se encogió de hombros.

 

—Voy tras él—dijeron Jackson y YoungJae al unísono, el primero más feliz que el otro. Se dirigieron dentro de la carpa, seguidos a un metro por Mark.

 

BamBam y JaeBum intercambiaron miradas.

 

—Yo también voy—dijo BamBam. JaeBum sacudió la cabeza y lo sujetó de la muñeca.

 

—No, nosotros nos vamos a casa.

 

— ¡Es mi amigo! —Gritó, entrecerrando sus ojos—. ¡Se trata de mi mejor amigo, y ya que no he  podido estar con él porque ahora me odia, quiero saber por lo menos si está bien!

 

Se zafó del agarre de JaeBum y corrió tras el resto, con su hermanito en brazos. El mayor lo miró alejarse angustiado, sin saber realmente a que se debía su preocupación. Al final, se vio obligado a seguir por el mismo camino que los otros seis.

 

Habían llegado a la parte trasera, donde el elenco del circo tenía sus casas rodantes. Escondidos tras una especialmente grande, vieron como YuGyeom se metía dentro de otra carpa pequeña, de color oscuro y estampado de estrellas. Los cirquenses miraban de reojo lo que hacía, pero al verlo entrar ahí, rehuyeron la mirada, como asustados. Los chicos fueron ahí y se asomaron en la entrada, apartando ligeramente la cortina que la cubría.

 

Dentro, habían dos hombres enormes, aún más que el mismo YuGyeom, bastante músculos y amenazantes. Iban con el torso destapado, y  ropa que te recordaría a los genios de los cuentos. Tras una mesa donde había una baraja de cartas y una bola de cristal, estaba sentada una mujer de rasgos gitanos con la única excepción de tener los ojos verdes y profundamente rasgados. Su tez era morena, y era muy delgada. Llevaba una larguísima falda purpura, de cuyas puntas colgaban cuentas dorada y una blusa negra de encaje ajustada en la cintura y holgada de todo lo demás. La mitad de su rostro se encontraba escondida tras un cubrebocas rojo, y se enmarcaba por una larga cabellera negra y rizada. Sus ojos ardieron de deseo al posarse sobre la caja, y con señas de sus manos con uñas enormes y pintadas de negro, atrajo a YuGyeom hasta ella.

 

—Lamassu ha hecho un buen trabajo recuperando mi caja—siseó la mujer. YuGyeom se encogió, sintiéndose indefenso ante ella—. ¡Entrégamela!

 

La dejó de inmediato sobre la mesa.  Quiso salir corriendo de ahí, pero no debía. La mujer sonrió tétrica hacia el por un instante, y su enorme lengua de serpiente se asomó bajo el cubrebocas. Aquello detonó la alarma en los que se encontraban husmeando.

 

— ¡YuGyeom, no permitas que se la quede! —JinYoung irrumpió en la carpa, delatando consigo al resto. El castaño tomó de vuelta la caja, asustado.

 

Sheera se levantó de golpe, soltando un alarido, y sus palmas golpearon ferozmente contra la mesa. Uno de los guardias tomó a JinYoung por el cuello y le puso un cuchillo en la garganta. Jackson saltó sobre aquel hombre, que de la sorpresa lanzó al pelinegro contra el suelo. YoungJae corrió a auxiliarlo. Jackson continuaba batallando con el guardia, quien ahora lo tenía cogido a él. En medio de su forcejeo, el cuchillo hizo un corte en su rostro. La sangre salpicó sobre el bebé en brazos de BamBam, quien estalló en llanto. JaeBum intentó ayudar a Jackson a liberarse, pero estar en el cuerpo de BamBam no era de mucha ayuda. El guardia apuñaló a ciegas, abriendo esta vez una herida en el brazo de Jackson que sangró profusamente.

 

— ¡Por favor, suéltalo! —gimió Mark al borde del llanto. Su grito llamó la atención de todos, porque nunca hablaba, pero en especial de YuGyeom. El chico quiso ir a socorrerlos, pero la bruja extendió su mano hacia él y una fuerza invisible lo obligó a quedarse en su lugar, misma que le arrebató la caja y la llevó hasta las manos de la mujer.

 

— ¡Sácalos de aquí! —Le ordenó a uno de los guardias— ¡Y has que despidan a los dos que llevan las botargas! ¡No quiero que ninguno de ustedes vuelva a pisar este sitio jamás!

 

El lugar se había vuelto un infierno. El llanto del bebé y los gritos de los chicos era lo único que podía escucharse. Jackson apretaba su herida con fuerza, que no paraba de sangrar, y YoungJae parecía horrorizado ante lo que acababa de oír. Era imposible que perdiera su trabajo. BamBam apretaba con fuerza al pequeño entre sus brazos, mientras JaeBum y Mark intentaban encarar sin éxito a los guardias, siendo los dos menos corpulentos del grupo.

 

Los guardias arrastraron bruscamente a los chicos fuera, con el hermano de BamBam sin parar de llorar. Parecía que el otro pronto lo acompañaría. Cuando acabaron fuera de la carpa y uno de los guardias se llevó por la fuerza a YoungJae y a JinYoung, JaeBum corrió a abrazar a BamBam tratando de consolarlo, lo que solo lo alteró aún más. Mientras, Mark intentaba detener la hemorragia de Jackson, mirando de cuando en cuanto hacia la carpa, porque YuGyeom era el único que no había salido.

 

Todavía estaba en presencia de Sheera. La mujer disparaba veneno por sus ojos de serpiente, y tenía los dedos cernidos alrededor del cuello del castaño.

 

— ¿Quiénes eran esos mocosos? —rugió con voz de ultratumba. YuGyeom soltó un gemido y se retorció, llevando sus manos hasta las muñecas de la bruja.

 

— ¡No lo sé!

 

— ¡Mentira! ¿Por qué le hiciste caso entonces al que iba vestido de oso?

 

— ¡Mis amigos, son mis amigos! —admitió, dejando sus lágrimas correr.

 

—Le informaré de esto a Lamassu—sentenció, alejándose del chico con un tambaleante caminar.

 

— ¡No! ¡Todo menos eso! —el castaño cayó de rodillas frente a ella, implorando. Sheera se acercó a él y acarició su tatuaje con una larga uña.

 

—Ya llevas sus alas…—susurró para sí—. Está bien, de momento. Tápate los oídos.

 

YuGyeom siguió sus órdenes y la mujer caminó hasta la caja. La abrió y miró al espejo que traía la tapa por dentro con atención. Sus ojos se abrieron exageradamente, y se llevó las manos a la boca, notablemente contrariada.

 

—El rubio y el de los lunares en el parpado—siseó con malicia, y una sonrisa apareció en su rostro—. Es una lástima que, con la caja en mis manos, ellos jamás volverán a la normalidad.

 

YuGyeom la miraba, sin poder leer sus labios. La mujer volteó hacia él y le indicó con un gesto que se retirara. Salió como alma que lleva el  diablo, sin poder pasar un solo segundo más ahí dentro. Fuera, se encontró con  todos menos los hermanastros.

 

— ¿En qué estás metido? —BamBam-en-el-cuerpo-de-JaeBum lo sujetó por el brazo, con expresión destrozada. YuGyeom lo empujó violentamente, tirándolo al suelo, y el otro no hizo nada por evitarlo.

 

— ¡No le pegues! —gritó JaeBum-en-el-cuerpo-de-BamBam. YuGyeom lo miró con rabia.

 

— ¿Defiendes a la persona que peor te ha tratado y ni siquiera te preocupas por tu mejor amigo? Perfecto, Kunpimook. Ya nos vamos conociendo.

 

Todas las miradas se posaron en él, observando en silencio como se alejaba. Fue Mark quien se levantó y corrió hasta él, dejando a Jackson sentado en una banca. Una vez doblaron la esquina, quedando fuera del campo visual del resto, Mark abrazó a YuGyeom por la espalda. El castaño se quedó de piedra en su sitio, sin poder respirar siquiera. Cuando el más bajo se separó, giró para encararlo, pero Mark habló antes de que el otro tuviera oportunidad.

 

—Quiero el pago por la caja. Ahora.

Notas finales:

¿Les gustóóóó? Espero que sí. 

Por favor, comenten;; Así actualizo más rápido(?) -ajá- o al menos trato jajaja.

Gracias por leer<3


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