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Outsiders por gaemi

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Notas del capitulo:

He llegado puntual (quizá con un día de retraso, en realidad :v) con el siguiente capítulo. 

Iba a ser mucho más grande, pero lo tuve que cortar por la misma razón. 

Espero sea de su agrado y les siga causando peqeños paros cardiacos(?) Muchas gracias por leer y ya saben, si gustan puedes dejarm un review para conocer sus opiniones y/o sugerencias. 

Luv ya<3

 

 

Giant Baby and tiny hyung

 

— ¿Por qué demonios Mark no llega aún? Tiene un parcial hoy—graznó Jackson, parado junto al árbol que se había convertido en el punto de reunión de su grupo de amigos. A su lado se encontraban BamBam y YuGyeom. Este último tragó con fuerza al escuchar aquel nombre.

 

—Tal vez pasó al siguiente nivel antisocial y decidió recluirse en su casa—sugirió BamBam con una sonrisa burlona. Los otros dos arquearon una ceja y se miraron mutuamente. El veredero BamBam nunca haría un comentario así de ofensivo.

 

—Lo dudo mucho. Algo debió haberle pasado—insistió Jackson.

 

YuGyeom notaba el sudor escurrir por sus manos. ¿Acaso el golpe que le dio el día anterior había sido suficiente para dejarlo en cama por un par de días? O quizá las heridas eran demasiado vergonzosas de mostrar. Éstas convertirían a Mark en un foco de atención y eso era una de las cosas que el muchacho más odiaba.

 

YuGyeom se sintió un completo patán. Debía de disculparse, pero si lo hacía, aun tendría que hablar con Mark acerca del pago de su deuda. Aunque era probable que el mayor hubiera tomado su actitud como una negativa a la relación.

 

El timbre que anunciaba el comienzo de las clases retumbó por el establecimiento y cada quien se dirigió a su aula. YuGyeom se dejó llevar por la mano de BamBam, quien le cogió por la muñeca y lo guio por los pasillos. Era reconfortante, hace tanto que el otro ni le rozaba.

 

—No quiero ser un cobarde para siempre—murmuró, lo suficiente alto como para llamar la atención del rubio.

 

— ¿A qué te refieres? —su tono de voz era brusco, pero se notaba cierto deje de preocupación.

 

—Necesito un consejo—BamBam le miró expectante. No parecía sentirse el indicado para dárselo, y YuGyeom de todos modos no estaba pensando en él—. ¿Me acompañarías a ver a mi madre al final de clases?

 

BamBam asintió de inmediato. Pero claro, siendo el alma de JaeBum la que se encontraba envasada en su cuerpo, no tenía idea de lo que aquello significaba.

 

 

 

Mark estaba recostado en su cama, mirando fijamente al techo. Su cabeza le punzaba, de los golpes, de tanto pensar, de tanto llorar. No lloraba por lo que le había hecho YuGyeom, sino por no saber cómo lidiar con ello, con él, con la gente en general. Pudo haberle respondido el golpe, Jackson le había enseñado a pelear. Pudo haber dicho algo antes de irse, algo que hiciera sentir culpable al otro y no parecer patético a Mark. Pudo no haberse quebrado y no sentir pena por sí mismo.

 

Sin embargo, había hecho todo lo contrario y ya era demasiado tarde para cambiarlo.

 

Escuchó el pasador de su puerta botarse, permitiendo la entrada a aquel ruidoso rubio que reclamaba atención su sola existencia.

 

— ¡Mark! ¿Por qué no ha ido a la escuela hoy? Estuve terriblemente preocupado por ti—expresó con el tono excesivamente afectado que usaba casi para todo.

 

Inmediatamente, Mark se llevó las manos a su lado lastimado de la cara y rodó sobre el colchón para tirarse a suelo y arrastrarse debajo de la cama del lado contrario del recién llegado.

 

— ¡¿Quién carajo dejó pasar a Jackson?! —gritó el mayor.

 

— ¡Le abrí la puerta de la entrada y él se metió solo hasta tu cuarto! —respondió Joey desde la cocina.

 

Mark bufó. Casi siempre estaba él solo con su hermano menor. Sus padres trabajaban todo el día, y sus hermanas mayores ya tenían sus propias familias. Ninguno tenía tiempo para Mark, por más que quisieran. O tal vez solo fingían querer. De todos modos, al chico ya le importaba poco.

 

— ¡Estaba preocupado por ti! —repitió Jackson ofendido. Mark salió de debajo de la cama y se asomó para mirar al otro.

 

—No tienes porqué—respondió secamente. Jackson lo observó fijamente, Mark aun con la mano tapando sus heridas.

 

—Mark, enséñame tu rostro—ordenó el más bajo con voz severa. No había manera de resistirse a un Jackson serio.

 

—No—sin embargo, Mark hizo un esfuerzo.

 

—Carajo, es evidente que algo escondes—se cruzó de brazo y recargó en el marco de la puerta—. No me iré de aquí hasta que lo hagas.

 

Mark refunfuñó y fue bajando su mano lentamente hasta mostrar la gasa que se encontraba pegada a su sien y la piel entre morada, verde y blanquecina que rodeaba su ojo derecho. La zona se veía tan frágil como el papel, y Jackson pudo sentir por un instante la fuerza del golpe que su mejor amigo había recibido.

 

—Dime quien fue para que lo mate—como un gato, Jackson descruzó los brazos y se puso en guardia de un salto. Mark sacudió la cabeza, poniéndose de pie.

 

—No vale la pena.

 

—Si no me dices te mato yo a ti—con aquel tono severo y los ojos abierto de manera que le hacían parecer un psicópata, Mark casi que do convencido de que era capaz de hacer lo que decía. Casi.

 

De todos modos, habló. No tenía sentido guardar secretos a Jackson.

 

—YuGyeom.

 

—Yo lo mato.

 

Sin dar tiempo a que Mark protestara, Jackson se dio la vuelta y salió disparado fuera del pequeño departamento de los Tuan. Mark se revolvió frustrado antes de seguirlo a zancadas.

 

—Por favor olvídalo, no vale la pena—le dijo al tiempo que aceleraba el paso para seguir el ritmo con que el menor bajaba las escaleras.

 

Jackson se palpó los bolsillos de sus pantalones de mezclilla hasta hallar su celular. Marco repetidas veces el número de YuGyeom, pero no recibió respuesta.

 

— ¡Maldito cobarde! —farfulló, ignorando por completo a Mark. Normal, pero no por parte de él.

 

— ¡No importa! —porfió Mark, dando un pisotón.

 

—Claro que importa—Jackson se frenó en seco al llegar al final de las escaleras. Mark casi tropieza contra él—. No puedes permitir que nadie te haga daño. Y si tú no lo haces, me encargaré yo.

 

Jackson marcó otro número, quien no tardó ni un toque antes de contestar.

 

— ¿Jackson? —se escuchó la voz de BamBam al otro lado de la línea. Mark se llevó las manos al rostro desesperado.

 

—Ey, Baby BamBam—el mencionado gruñó al otro lado de la línea—. ¿Estás con YuGyeom?

 

—Sí, estoy justo a su lado.

 

—Perfecto. ¿Dónde se encuentran? Necesito verlo.

 

— ¿Con quién hablas? —terció una voz al otro lado de la línea. YuGyeom.

 

—En el  Goryeo Hospital —dijo BamBam desconociendo la magnitud de sus palabras. Se escuchó algo caer al suelo, y luego un golpe.

 

— ¡No se suponía que le contaras a nadie!— chilló YuGyeom. Jackson sonrió de lado.

 

—Estaré ahí antes de lo que canta un gallo.

 

El rubio no quería continuar escuchando la discusión que se formaba al otro lado. Colgó el teléfono y lo deslizó de vuelta a su bolsillo, para disponerse a llegar a la dirección dada lo más rápido posible.

 

—Jackson, detente—gimió Mark, esta vez sin tanta insistencia.

 

—Ven conmigo, porque no me voy a detener. Tal vez si estás presente no lo haga sufrir demasiado antes de matarlo.

 

Mark rodó los ojos, pero fue trotando tras de él. De todos modos, Jackson era demasiado noble para dañar a alguien a no ser que tuviera una verdaderamente buena razón. Solo que esta vez era así.

 

 

 

Jackson entró al hospital como si de su propia casa se tratara, subiendo rápidamente hasta el piso donde estaban los internos, sorteando con habilidad increíble a los enfermeros y doctores. Mark lo siguió sin esfuerzo, al fin de cuentas era invisible para el mundo.

 

Asomándose en cada habitación, Jackson hizo de tripas corazón para pararse enfrente de todos esos enfermos postrados en una cama sin sentir pena por ellos. Estaba lo suficiente furioso como para lograrlo. Mark solo miraba al suelo. Finalmente se toparon con BamBam y YuGyeom sentados en un par de sillas al lado de una mujer de mediana edad, pero con aspecto deteriorado debido a la enfermedad que minaba su salud. YuGyeom sostenía su mano.

 

El más joven levantó la vista al escuchar a los otros dos chicos llegar. Palideció mientras Jackson se le abalanzaba y lo sujetaba por el cuello de su camisa. YuGyeom rezó porque no le arrancara el pañuelo atado al cuello, rebelando en tatuaje enfrente de su madre.

 

— ¡¿Cómo es que te atreviste a ponerle una mano encima a Mark?! Creí que eras mucho mejor que eso, YuGyeom.

 

El pequeño le miraba con los ojos desorbitados, haciendo lo posible por zafarse del agarre sin recurrir a la violencia.

 

—Jackson, puedo explicarlo, por favor suéltame. Ayer no estaba bien, no sabía lo que hacía…—intento calmarlo colocando las manos sobre sus hombros, pero solo consiguió enfurecer más al otro. Jackson lo arrinconó violentamente contra la pared y continuó sacudiéndole bruscamente.

 

—Detente, estamos en un hospital—Mark sujetó a Jackson por un brazo, pero éste lo retorció para apartarlo.

 

—Por favor, no enfrente de mamá—murmuró YuGyeom con los ojos enrojecidos, sujetando esta vez las muñecas del más bajo. No fue hasta entonces que Jackson reaccionó.

 

La mujer era la madre de YuGyeom. Mark y Jackson posaron su vista sobre ella. Conectada a una maquina ruidosa, con los labios amoratados y la piel blanquecina, la mujer les miraba impasible. Parecía saber que su hijo se lo merecía. Alzó una mano hacia los chicos con grandes esfuerzos, pero no formuló frase alguna.

 

— ¿Qué le pasa? —Mark rompió el silencio, sin poder ocultar su curiosidad.

 

—Leucemia mieloide aguda— respondió YuGyeom con hilo de voz, al tiempo que las manos de Jackson se resbalaban de su cuello.

 

—Suena grave—atinó a comentar el más bajo. Pudo distinguir un atisbo de sonrisa en el rostro de la madre de YuGyeom ante su torpeza.

 

—Lo es—afirmó YuGyeom con tristeza.

 

— ¿Él…? —la mujer apuntó hacia Mark, al tiempo que miraba a su hijo a los ojos. YuGyeom asintió débilmente.

 

Él.

 

Jackson y Mark intercambiaron una mirada, y luego el más joven suspiró con resignación.

 

—Lamento mucho este altercado, señora—le dijo a la madre de YuGyeom. Luego le lanzó una mirada cargada de veneno a este último—. Tú madre te ha salvado, pero esto no termina aquí. Discúlpate con él.

 

Señaló con un movimiento de cabeza a Mark a sus espaldas. YuGyeom observó lo que su ira había dejado a su paso en el rostro de Mark. Ahora si se sentía un monstruo. Quiso correr a abrazar el frágil cuerpo del mayor. Aquel que no tenía la culpa de nada había recibido todas las consecuencias. Sin embargo, ahora YuGyeom se encontraba expuesto ante él, con su mayor secreto revelado a la luz. Su mayor debilidad, aquello que lo hacía endeble y lo había orillado a pertenecer a una pandilla. Lo que fuera para conseguir el dinero del tratamiento pronto.

 

—Lo siento—su disculpa fue la más sencilla el mundo, pero no tenía cabeza para pensar.

 

Mark le miró con pena. YuGyeom odiaba que se compadecieran de él. Quería hacerse un ovillo y desaparecer. El más bajo se acercó con pasos ligeros y titubeantes hasta él, para inclinarse y dejar un beso en su mejilla.

 

A estas alturas las palabras ya no eran necesarias.

 

Mark y Jackson se marcharon entonces, solo que ahora YuGyeom tuvo que contenerse para no pedirle al mayor que se quedara.

 

 

 

Big lion and Little sheep

 

El tono de espera del teléfono sonó por última vez antes de que BamBam se desesperara y lo lanzará contra el suelo. Daba igual si se rompía, porque era de JaeBum, quien de pronto había decidido que no quería saber nada de él y mandó precisamente a YuGyeom, a quien se suponía odiaba, para decírselo.

 

JaeBum había sido tan bueno con él hacía apenas un día, cuando le confesó la razón por la cual sus padres lo ignoraban. Si el hecho de que fuera un homicida imprudencial no lograba repeler al otro, entonces se había enterado de algo realmente fuerte para reaccionar como lo hacía. Si se había hecho amigo de YuGyeom, quien conocía todos los secretos de BamBam, y éste se había ido de lengua, entonces estaba metido en un problema muy gordo.

 

El rechazo de JaeBum era algo normal antes del intercambio de cuerpo. El anhelo y no la realidad de tenerlo cerca eran algo de todos los días. La soledad y el sentimiento de vacío. Todo lo malo estaba antes de aquel suceso, y se dio cuenta de cómo le había beneficiado en realidad. Con JaeBum se había sincerado de una manera seria, real, sin tapujos.

 

Solo había una cosa que jamás se atrevería a contarle.

 

Y la angustia de que hubiese sido YuGyeom quien se lo dijese le carcomía por dentro.

 

Entonces tuvo una idea. Recuperó su teléfono, y en esta ocasión no marcó al número donde respondería JaeBum, sino al de Jackson. El chino no tardó en responder su llamada.

 

—JaeBum—su voz cantarina lo hacía parecer ajeno de toda desgracia—. Hola, ¿qué sucede?

 

—Necesito hablar con BamBam—no estaba con ánimos de ser amable.

 

— ¿Qué no lo puedes llamar a su propio teléfono? Se me ocurre.

 

—No me contesta.

 

—Pues no ha de querer hablar contigo.

 

—Me está evitando.

 

— ¿Y qué quieres que haga?

 

—Que le des el puto teléfono sin decirle que soy yo—gruñó BamBam, utilizando el tono amenazante de JaeBum. Jackson dejó escapar un suspiro exagerado.

 

—De acuerdo. Dame un segundo.

 

BamBam esperó, sintiendo alivio al escuchar la voz de JaeBum —su propia voz, en realidad— al otro lado de la línea.

 

— ¿Quién habla?

 

—Yo—obviamente JaeBum reconocería su voz. Por si acaso, agregó—. No cuelgues, por favor, necesitamos hablar.

 

—No quiero hablar contigo.

 

— ¿Por qué?

 

—Si vamos a estar en el cuerpo del otro, tenemos que ser sinceros mutuamente para no cometer errores. Y tú… no has hecho eso.

 

— ¿Qué quieres decir? —BamBam frunció el ceño. No tenía ningún secreto que pudiera hacer que JaeBum actuase de esa manera.

 

—Será mejor que de ahora en adelante investiguemos por separado como solucionar esto, ¿de acuerdo? De verdad, no tengo ganas de seguir pasando la mayor parte de mi tiempo contigo.

 

Antes de que BamBam pudiera protestar, JaeBum colgó. Resignado, BamBam lanzó el teléfono sobre la cama y se le quedó viendo por un rato, totalmente desconcertado y con un enorme vacío en el pecho. Sabía que su amistad con JaeBum no duraría demasiado porque ellos eran incompatibles. Mantenerse juntos era desafiar todas las leyes del universo y poner al mundo de cabeza.

 

Bajó las escaleras apesumbrado, sin saber que hacer o a donde dirigirse para encontrar consuelo. Al llegar a la planta baja, divisó en la cocina a la madre de JaeBum, preparándose un té. Al escuchar sus pasos, la mujer alzó la vista y le sonrió con dulzura.

 

—JaeBummie, ¿quieres un poco? —se ofreció mientras sacaba otra taza de la alacena. BamBam asintió sin medir palabra y ocupó asiento frente a ella en la mesa—. Te ves decaído, ¿sucedió algo malo?

 

Aunque no fuera el alma de su hijo quien estaba frente a ella, sí que lo era el cuerpo, y la mujer lo conocía de toda la vida. Era imposible esconderle algo. Su compañía resultaba agradable, sobre todo cuando el padre de JaeBum salía un par de días por un viaje de negocios, como en esta ocasión, y la mujer parecía mucho menos tensa y más amable. El que era más estricto con los horarios de JaeBum era el padre, por supuesto. BamBam aun desconocía la razón.

 

—Creo que me han roto el corazón—confesó, recargando su cabeza en la mesa.

 

—No puedo creer lo que escucho—la madre realmente lucia sorprendida—. Creí que a ti no te iba eso de enamorarte.

 

—Pues ahora resulta que sí.

 

— ¿Cómo se llama ella?

 

Ella.

 

Frente  a la mujer, debía referirse a la persona que amaba como ella, porque por supuesto, JaeBum no era gay, al manos hasta donde sabia, y no podía darle una imagen falsa a sus padres.

 

—Le dicen BomBom—se sintió estúpido por su carencia de imaginación, pero al menos ese apodo sonaba femenino.

 

— ¿Y ella es linda?

 

—Más que eso, mamá.

 

—Lo suficiente para romperte el corazón—agregó ella. BamBam se incorporó para darle un sorbo a la taza de té con cuidado para no quemarse. De pronto, la mano ajena se posó sobre su mejilla: le retiraba una lágrima. Ni siquiera se percató en que momento había comenzado a llorar—. Creo que necesitas algo mucho más fuerte que un té. ¿Por qué no sales a despejarte con tus amigos? Te doy permiso de regresar antes de las diez.

 

BamBam le echó un vistazo al reloj; indicaba las ocho de la noche. Dos horas no serían suficiente para olvidar a JaeBum. La eternidad no sería suficiente para olvidar a JaeBum.

 

De todos modos, le tomó la palabra.

 

 

 

 

Apenas colgarle el teléfono a BamBam, JaeBum recibió otra llamada. No habría atendido de no ser porque se leía la palabra “CASA” en la pantalla. Descolgó.

 

— ¿BamBam? Soy papá—escuchó al otro lado de la línea. A JaeBum se le fue el color del rostro, no tenía idea de cómo lidiar con esa situación.

 

— ¿Q-qué es lo que quieres? No tienen que preocuparse, no regresaré a… a nada—Estuvo a punto de decir algo como “a matar a otro de sus hijos”, pero seguro eso lo habría metido en problemas, además de ser impropio de BamBam. Como todo de JaeBum, básicamente.

 

—No. Tú tienes que regresar—afirmó el hombre. JaeBum rodó los ojos.

 

—Debo decirte que tu esposa me corrió.

 

—Sí, lo sé. Mira, tu madre realmente está muy afectada—“aun después de 12 años”, quiso agregar JaeBum—, realmente no sabe cómo lidiar contigo. Se niega a confiar en ti. Pero ya estoy cansado de esta situación. A tu hermano no le pasó nada, lo sé porque mamá me hizo llevarlo al médico y… La sangre no era de él. Lo lamento mucho, no merecías lo que te hizo. Debes volver a casa.

 

—No—respondió inmediatamente. El padre de BamBam era un imbécil.

 

—Deberías hablar más seriamente, no por teléfono. ¿Puedo verte en algún sitio ahora? Sí, cierto, ¿dónde te estás quedando?

 

—En casa de Jackson.

 

—Oh, ya. Claro, la estrella de baloncesto. Ya lo ubico. No tenía idea de que eran amigos—el hombre sonaba realmente sorprendido, lo que causó una enorme indignación en JaeBum. ¿Acaso conocía algo acerca de BamBam?

 

Era probable que si lo veía frente a frente, le iba a soltar un buen puñetazo.

 

—De acuerdo. Hay una cafetería a una manzana de aquí. Nos vemos ahí en 10 minutos.

 

No le importaba si el hombre no podía llegar tan rápido. No era digno de tenerle consideración.

 

 

 

BamBam se encontraba afuera del centro nocturno gay al que había acudido, sin tener el valor para entrar de una vez. Veía a los hombres entrar y salir del sitio, ajenos a él, ningún rostro afable que le aportara seguridad. Había cometido un error y JaeBum le mataría apenas se enterase. Bueno, y después de que recuperaran sus cuerpos.

 

Fue entonces cuando sintió una mirada clavada en su espalda. Un escalofrió le recorrió la espina dorsal antes de girarse para ver quién era. Un hombre de unos treinta y tantos años, vestido de manera elegante pero cómoda, el cabello peinado hacia atrás, pero esponjado tras el ajetreo de un día entero, con una sonrisa ladeada, de esas que tanto le encantaban a BamBam, y una posición un tanto vacilona para su porte, lo observaba fijamente desde su grupo de amigos.

 

BamBam no estaba en condiciones de razonar. Se dejó llevar por el atractivo de aquel tipo y la seguridad momentánea que le ofrecía. Como imán, fue atraído hasta él, y bastaron un par de palabras y unas cuantas copas para que aceptase ir a un hotel. No quería pensar en lo endemoniadamente mal que estaban las cosas en ese momento. Mientras las manos ajenas iban recorriendo su cuerpo y sus labios se pegaban a los propios con hambre y deseo, BamBam pensó en que de seguro ya eran más de las diez de la noche, lo cual solo le excitó aún más.

 

Se estaba vengando.

 

JaeBum iba a pagar muy caro por haberle tratado así.

 

BamBam se separó del hombre para que éste solicitara una habitación en la decepción, y no volvieron a tocarse hasta estar en la habitación. Ahí, ninguno de los dos se contuvo. BamBam le permitió hacer o que gustase con su cuerpo, dándose el tiempo de experimentar cada una de las sensaciones que el sexo traía consigo, aunque no fuera con la persona que deseaba. En cierto modo si lo era, puesto que estaba en el cuerpo de JaeBum. Quizá con ello era suficiente.

 

Aceptó ser él quien recibiera, a pesar de que estaba consciente de lo mucho que eso humillaría a JaeBum, pero en ese instante poco le importó. Sintió sus músculos tensarse, y una sensación desgarradora recorrer su cuerpo cuando le hombre le penetró sin cuidado, desconociendo que era su primera vez. BamBam apenas si se quejó, sabiendo que el dolor pasaría, que el placer lo seguiría, pronto se ahogó en un mar de sensaciones que bloquearon cualquier pensamiento y solo le dio la oportunidad de gemir sin control. El timbre de su voz, la voz de JaeBum, emitiendo esos sonidos, era posiblemente la cosa que más le excitaba.

 

El orgasmo lo golpeó bruscamente, elevándolo hasta el cielo los segundos eternos que duró. El hombre, del cual ni su nombre recordaba, no tardó mucho en venirse en su interior. Y una vez el placer se desvaneció y el tipo cayó dormido a su lado, la realidad atravesó a BamBam como una espada.

 

Acababa de perder la virginidad, ni siquiera con su cuerpo ni con la persona amada. Sintió rabia, tristeza, miedo. Se desconoció por completo. Se había perdido. JaeBum lo había hecho perderse.

 

Se levantó sigilosamente de la cama para no despertar al otro hombre. No le importó estar sudado y con hilillo de semen bajando por sus piernas, se vistió de manera rápida y salió del hotel. Por su actitud tensa y su aspecto descuidado, era evidente que se acababa de acostar con alguien. Una vez fuera del edificio, corrió de vuelta a casa de JaeBum. Solo había pasado una hora tras el toque de queda que le dio su madre, y fue esta misma quien le abrió la puerta.

 

—JaeBum… ¿qué ha pasado contigo? –la mujer le miro estupefacta. El estado de su hijo era vergonzoso, y jamás le había visto tan devastado y venable. Justo por eso se salvó de la riña que le tenía preparada de antemano.

 

—Mamá, mamá—gimió, sintiendo las lágrimas agolparse en sus ojos. Se abrazaba a sí mismo, conteniendo los temblores que lo recorrían. La madre de JaeBum seguro ya adivinaba lo que estuvo haciendo apenas unos minutos atrás—. Lo siento, lo siento mucho.

 

La mujer lo atrajo al interior de la casa, envolviéndolo en sus brazos. BamBam se había extraviado en alguna parte de sí mismo, arrastrado a JaeBum consigo.

 

 

 

 

JaeBum estaba echando humo. Había tenido una discusión terrible con el padre de BamBam, la que solo le había servido para comprobar el pedazo de basura que eran tanto él como su esposa. No podía permitir que BamBam regresara a aquella casa nunca más. Mañana mismo iría a traer todas sus cosas y juntos encontrarían una mejor opción donde el menor pudiera vivir.

 

Sin embargo, aquella conversación le sirvió para aclarar su mente y reconocer que realmente quería a BamBam, no de la manera en que él lo hacía, pero si lo suficiente para sacarlo de aquel infierno que no merecía.

 

Los padres de BamBam no le podían pedir que simplemente hiciera borrón y cuenta nueva de dolorosos 12 años de su vida, en los que había pasado a no ser más que un adorno en su propia casa. BamBam merecía mucho más que el eterno rencor y desprecio de su madre y la cobardía e inepto de su padre, que había preferido de culpar a su propio hijo del accidente que su imprudencia causó. Esa fue a la conclusión a la que llegó cuando, al analizar entre líneas las palabras del hombre, este admitió que no había sido culpa de BamBam la muerte de su hermana, sino suya.

 

Le contaría a BamBam toda la verdad. De seguro el estaría de acuerdo. Ignoraría el hecho del que el menor estuviese enamorado de él, encontrarían juntos una manera para recuperar sus cuerpos y formarían una vida lejos de ahí. JaeBum siempre había querido vivir en otro país. Quizá Japón, Estados Unidos o Alemania. Le podría pedir a BamBam que lo acompañase.

 

Y él diría que sí.

 

Pero, tan pronto reparar en dos personas besándose apasionadamente en la acera de enfrente, la ilusión se rompió.

 

JaeBum observó su propio cuerpo entrar a un hotel envuelto en los brazos de otro hombre.

 

 

 

Tom & Jerry

 

Aquel día, JinYoung se sintió completamente en su salón de clases. Solía tener a Mark a su lado todo el tiempo, literalmente, solo que no fue hasta que éste se ausentó que lo notó. Su asiento a la izquierda vacío, y no tener con quien hacer pareja durante la clase de educación física. Ambos eran las parias del grupo, lo que los había orillado a juntarse. No eran cercanos, pero había algo similar al apoyo moral entre ellos.

 

De todos modos, JinYoung podía soportar eso sabiendo que durante el descanso podría ver a su hermano. En su salón no tenía a nadie, pero sabía que fuera de él, había alguien que era suyo.

 

Solo que no por hoy.

 

—Lo siento, hyung. Unos amigos me han invitado a comer con ellos y… respecto a lo de ayer, creo que deberíamos convivir con más gente, ¿no crees? Siempre somos tú y yo, y a veces JaeBum, pero no siempre será así… Algún día, espero no pronto, nos tendremos que separar, y creo que deberíamos prepararnos.

 

JinYoung se limitó a asentir, incapaz de externar sus emociones. La verdad era que aquellas palabras le habían dejado hecho polvo. No sabía cómo vivir sin YoungJae. Se había dedicado desde su niñez a cuidar de él, a protegerlo, a dejarse de lado para siempre beneficiarlo. Inclusive había tratado de absorber parte de su enfermedad, obviamente sin éxito alguno.

 

Era como si estuvieran cosidos con un hilo irrompible. JinYoung nunca había tenido intenciones de cortarlo, pero por su propio bien, el de ambos, YoungJae había decido tensarlo ligeramente. Solo lo suficiente para poder considerarse una persona autónoma. Era absolutamente necesario.

 

Sin embargo, JinYoung no sabía cómo lidiar con ello. Su mente había sido programada para complacer a YoungJae todo el tiempo. Ahora que le dejaba rienda suelta, no sabía cómo ver por sí mismo. Sabía defenderse, sabía ignorar todas las cosas malas que decían de él, porque siempre podía ir a los brazos de su hermano y olvidar todo aquello. YoungJae le daba fuerzas. Dependía de él. Y ahora, aunque fueran tan solo por una ocasión, sin él se sentía perdido.

 

Hasta que Jackson apareció.

 

— ¡JinYoung! —el rubio lo sobresaltó levantando una mano frente a su rostro para hacerle chocar los cincos. JinYoung le respondió con desgana—. ¿Qué tal? ¿Dónde está YoungJae?

 

—Se fue con unos amigos—se encogió de hombros.

 

—Vaya, creí que siempre estaba contigo en el almuerzo—Jackson arqueó las cejas.

 

—Parece que ya no será así-suspiró el más alto.

 

—Eso es bueno, ¿no? —Retrocedió ante la mirada fulminante de JinYoung—. Quiero decir, es un paso para superar el sin--

 

— ¡Ni te atrevas a mencionarlo! —siseó. Jackson calló abruptamente.

 

—Lo lamento. De todos modos, creo que es así. Eres demasiado codependiente de él, posiblemente tú el que más. La distancia podría ayudarlos.

 

—No—los ojos ajenos se enrojecieron, y el rubio supo que lo había arruinado—. No me conoces, no sabes lo que necesito. Hasta hace unos días ni siquiera hablaba contigo. Si crees que por besarme puedes decirme lo que se te venga en gana, estás muy equivocado. Fue cosa del momento.

 

—Nunca pensé algo como eso, JinYoung—replicó crispado—. Debo decirte que tú tampoco me conoces lo suficiente, así que no actúes como si pudieras leer mi mente. No trato de aprovecharme de ti o hacerte sentir mal. Solo quiero ayudarte. Vine aquí para ofrecerte almorzar con nosotros—señaló a YuGyeom y BamBam, de espaldas a un par de metros tras él—, pero no creo que te importe, ¿o sí?

 

—Tienes razón, Jackson. No me importa—soltó antes de girarse bruscamente y comenzar a alejarse a zancadas.

 

Si se marchaba, quizá Jackson ya no tendría manera de recuperarlo después. Sin saber de dónde había salido todo ese valor, habló:

 

—Eres todo para YoungJae, le has entregado tu vida y sientes que no tienes nada más que él, pero no es así. Necesitas a alguien que esté ahí cuando no puedas soportar el peso sobre tus hombros. Alguien tuyo.  Bien, quiero ser esa persona para ti, JinYoung.

 

Pero el pelinegro no volteó.

 

 


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