Kim Jongin frunció el ceño mientras conducía su Ferrari una noche fría de marzo. La lluvia golpeaba en el parabrisas, lo que empeoraba su mal humor.
Ir a aquel sitio de Gloucestershire no era un plato de gusto precisamente. Había demasiados malos recuerdos. Pero no había excusa posible para evitar aquello.
Quería demasiado a Taeyeon como para rechazar su invitación a pasar el fin de semana y mostrarle su nueva casa. El problema era que su prima Taeyeon y su esposo, Guy, acababan de trasladarse desde Londres a una mansión reformada en un condado cuyo solo nombre le daba escalofríos.
«¡Por el amor de Dios!», se dijo. «¡Supéralo de una vez!». Después de todo, aunque la experiencia hubiera sido dolorosa había aprendido una lección, ¿no? Jogin había sido bastante escéptico en cuanto a los hombres y mujeres desde que había entrado en la adolescencia y se había dado cuenta de que su riqueza era un imán para ellos.
Y no podía creer que hubiera pensado que podía existir alguien diferente, en quien podía confiar, a pesar de sus prejuicios. Una persona en quien pudiera confiar ciegamente Y a quien pudiera amar hasta el fin de sus días. Su dulce Kyungsoo ...
Su boca se torció cínicamente.
¡Se había comportado como un ingenuo adolescente en lugar de como un hombre mundano de treinta y cuatro años! Kyungsoo había resultado ser tan malo como los demas que habían puesto la mira en su fortuna personal.
Y peor incluso. Fingiendo, ¡oh, qué bien había fingido!, que no tenía idea de quién era él, fingiendo creer que él era un muchacho normal, que trabajaba a tiempo parcial de guía turístico y aceptando trabajos temporales cuando los encontraba.
El había llegado a aquella conclusión a partir de ciertos comentarios que él le había hecho.
Y aunque él no le había mentido, no lo había sacado de su error, ya que estaba encantado de haber encontrado a alguien a quien amar Y que, al parecer, lo amaba a él, no a su cuenta corriente.
Jongin resopló y se dirigió hacia el pueblo donde vivía su prima, el mismo donde vivía el codicioso D.O. Kyungsoo...
El nombre de la casa de el había quedado grabado en su memoria. Y no pudo evitar recordar la última vez que él había hecho aquel viaje.
- Le diré a mi familia que vendrás y que te hagan una cama, te quedarás a dormir, ¿verdad?
Le había dicho Kyungsoo cuando se había enterado de que él iría a verlo a su casa. Había parecido excitado cuando él había llamado desde Londres para decide que iba rumbo a Rylands.
- Es una pena, pero no volveré hasta las diez. Esta tarde trabajo y no puedo cancelar el compromiso -se había lamentado Kyungsoo -
¡No puedo fallarles! ¡No sabes cuánto me gustaría no tener que ir a trabajar! ¡Oh, Jongin! ¡No veo la hora de verte!
Él había colgado el teléfono de su lujosa oficina sonriendo pícaramente. Él ya había cancelado tres reuniones de trabajo por estar con el. Pero a el no se le había ocurrido que podía haberlo hecho era normal Kyungsoo no sabía que él era el dueño de un imperio económico que tenía oficinas en Roma, Bruselas, Nueva York y Sydney.
Había llamado a su ayudante personal por el teléfono interno y le había dicho que se marchaba. No le había dicho que en el bolsillo de la chaqueta llevaba un anillo para su príncipe adecuado, ni una proposición de matrimonio en la punta de la lengua.
Ir a verlo, aunque le llevara unas horas, le daría la oportunidad de conocer a sus padres, su padre lo estaba esperando. Bajó las escaleras, excitado, sin darle tiempo a echar una ojeada al viejo edificio del siglo diecisiete en el que vivía su familia.
-¿Así que tú eres el chico de mi niño? -su padre le dio la mano- ¡Bienvenido al ancestral hogar! ¡Soo nos lo ha contado todo acerca de ti!
Lo hizo pasar a un vestíbulo vacío, a excepción de una solitaria y triste silla,y luego a una sala pequeña recubierta de madera, con unos sofás gastados y una vieja mesa de pino. Y lo sometió al más despiadado discurso publicitario que jamás había escuchado.
-Quiero comentarte esto antes de que aparezca mi mujer. Ya sabes cómo son estas cosas, hijo... Las mujeres no comprenden los negocios... Tengo una idea fantástica... ¡Es una oportunidad que no te puedes perder! ¡Una inversión ideal para un hombre como tú! ¡Serías tonto si la rechazaras! Y por lo que he leído sobre ti, ¡tonto no eres!
Al margen de su disparatado negocio, algo relacionado con animales salvajes, un safari park o algo así, él se había sentido traicionado por Kyungsoo.
Se había puesto furioso.
¿Así que Kyungsoo le había contado «todo sobre su chico»?, había pensado, furioso. Pues a él le había tomado el pelo... No le extrañaba que el se hubiera puesto contentísimo cuando él le había dicho que iría a verlo.
¡Debía de estar celebrando que había podido cazarlo! ¿Lo de que el tuviera que estar trabajando hasta tarde habría sido verdad, o habría sido simplemente una excusa para que su padre tuviera tiempo de proponerle un negocio y pudiera sacarle algo de dinero?
Con tono cortante, él había interrumpido a su padre y le había dicho: -Nunca me han pedido dinero de forma tan chapucera.
Luego le había pedido un papel y había dejado una nota para el «Dulce Soo». Y se había marchado. Despreciándose, Odiando a Kyungsoo
Odiándolo porque lo había puesto en ridículo haciendo que se dejara guiar por el corazón y no por la cabeza, como lo hacía siempre. Él, que era un hombre calculador y cerebral, y que poseía un sexto sentido para detectar personas ambiciosas e interesadas sólo en el dinero. Se había sentido absolutamente avergonzado de sí mismo.
Dobló a la izquierda e intentó olvidarse de aquel episodio. Y deseó que Taeyon, una celestina innata, no le hubiera reservado alguna candidata para el fin de semana. No tenía interés en el sexo opuesto.
D.O. Kyungsoo miró sus tobillos hinchados. Era una consecuencia de estar embarazado de siete meses. Se tocó el vientre, cubierto de un peto de trabajo. A pesar de su incomodidad, amaba profundamente al bebé que iba a nacer. No había hecho caso a la sugerencia de un par de amigos de que interrumpiese el embarazo, ni a las presiones de sus padres de su derecho a ponerse en contacto con el padre para pedirle ayuda económica. Aquél era su bebé, y lo amaba incondicionalmente.
Se arreglaría sin ayuda del padre. ¡Él era un indeseable! Sería muy atractivo, y rico, al parecer, ¡pero igualmente un sinvergüenza!
Se quitó un mechón de la cara, enfadado consigo mismo por pensar en él a pesar de haberse prometido no hacerlo nunca más, y se dispuso a preparar la cena para cuatro.
Había apartado los ingredientes en una tartera y los había puesto en el frigorífico, y la pierna de cordero aderezada con ajo y perejil, para el segundo plato, estaba haciéndose al horno.
Un menú italiano, como era lo estipulado. Al parecer, su cliente, Kim Taeyeon, era coreana, aunque casada con un banquero italiano. Así que tendría que aguantarse que la señora de la casa hubiera pedido un menú italiano. El era un chef profesional, y le iba bien en su negocio de catering.
Mejor que bien, aunque le hubiera venido bien que su amiga Krystal la hubiera ayudado aquella noche.
Pero Krystal tenía una cita, y desde el principio le había dejado claro que sólo lo ayudaría de vez en cuando, hasta que conociera al hombre de su vida. Pero le habían venido bien los contactos de Krystal, su familia tenía muchos, y eso le había proporcionado clientes, como el de aquella noche.
El no dejaría que Rylands, su hogar familiar desde hacía más de trescientos años, fuera arrebatado de sus manos. Porque sabía que la pérdida de la casa familiar rompería el ya maltrecho corazón de su madre. Y pensar en algo tan doloroso le haría mal a su bebé. Así que no se permitiría pensar en todo aquello.
-Los invitados acaban de llegar -dijo la señora Kim cuando entró en la cocina. Se alegró de que alguien lo hiciera volver a concentrarse en su trabajo. La cocina estaba en la parte de atrás de la mansión, así que no había oído el motor de los coches o el ruido de las ruedas en la grava de la entrada.
-¿Qué tenemos? -preguntó Kim Taeyeon
Era una mujer de treinta y pocos años, morena, muy elegante.
-Cazuela de patatas con mozzarella de entrante, seguido de kebabs de pez espada, y cordero al estilo toscano, cortado en finas lonchas con verduras mediterráneas a la plancha, y para terminar, tarta de naranjas al caramelo. Y además he conseguido esas galletas venecianas tan especiales.
-Excelente- asintió con la cabeza-
Comeremos dentro de media hora -frunció el ceño al ver la figura embarazada de Kyungsoo -
¿Estás solo? ¿Puedes arreglarte, en tu estado? Podría haber venido alguien para ayudarte a servir la mesa...
Alguien delgado y atractivo, que no echara para atrás a los invitados, pensó Kyungsoo que era lo que Taeyeon quería decir. Bueno, haría todo lo posible por permanecer en el fondo de la escena. Sus curvas habrían quedado estupendas en un chico alto, pero a su juicio, con su escasa altura, la hacían redondo.
Taeyeon se marchó.
Kyungsoo sacó los ingredientes de las tarteras que había en el frigorífico y terminó de cocinarlos. Media hora más tarde colocó en una bandeja las patatas calientes con mozzarella gratinada encima. El resto de la comida estaba prácticamente lista también, y se sintió satisfecho de que todo fuera como esperaba.
Con suerte, los Kim y sus invitados estarían tan contentos con la comida, que no se fijarían en su aspecto, y no se sentirían incómodos.
Pero su seguridad se derrumbó cuando entró en el salón y lo descubrió a él. La bandeja casi se le cayó al suelo, al igual que la confianza en sí mismo,se aferró a ella con fuerza para que no se cayera y sintió que la cara se le incendiaba.
Él lo miró con dureza, achicando los ojos. La última vez que lo había visto había notado deseo en ellos.
Kyungsoo tragó saliva, bajó la vista y deseó que el color abandonase su cara. Y sirvió los platos con manos temblorosas. Salió del salón nuevamente rumbo a la cocina, el corazón se le salía del pecho. Se apoyó de espaldas en la puerta e intentó serenarse.
Verlo allí había sido un shock. A su mente habían acudido las palabras que Jongin había escrito en la nota que le había dejado:
Ha sido un buen intento. Pero he cambiado de parecer. Tú tienes mucho que ofrecer, pero nada que no pueda conseguir en cualquier parte , Sexo Se refería al sexo.
Sintió náuseas al pensarlo, su padre debía de haber leído la nota. Era lo único que podía explicar su cara de cordero degollado cuando se la había dado a el, balbuceando que su nuevo chico sólo se había quedado diez minutos y se había marchado. Así que su padre se había enterado de que lo había dejado, y eso la había hecho sentir peor todavía. Al principio el había pensado que Jongin creía que el era rico.
¿Acaso no habían estado Krystal y el en aquel carísimo hotel frecuentado por gente rica?
Él habría imaginado que estaba detrás de un buen partido. Hasta que había visto la realidad de Rylands, despojado de todo lo que había valido la pena vender, absolutamente descuidada y estropeada.
Unas semanas más tarde Krystal le había dado una de las revistas que tanto gustaban a su madre, en las que aparecían los personajes famosos de la alta sociedad, y le había señalado una foto.
-Éste es el muchacho con el que estuviste en Ischi, me resultó una cara conocida, pero no me sabía de dónde lo conocía. Debió de estar de incógnito, ¡ni un coche lujoso ni un lujoso yate a la vista! Sale siempre en la columna de cotilleos. Es millonario, ¡has tenido suerte! ¿Sigues en contacto con él?
-No -
¡Una pena! Si lo cazas, ¡no tendrás de qué preocuparte en toda tu vida! Pero, para serte sincera, ¡estas aventuras de vacaciones no duran nada! Y el hombre tiene una fama de mujeriego terrible!
El se había dado la vuelta, encogiéndose de hombros, sin mirar apenas la foto de Kim Jongin vestido con un esmoquin blanco que contrastaba tanto con aquel atractivo moreno de aspecto latino. Se había quedado helado Jongin no había ido tras el dinero inexistente de el y de su familia, como había pensado al principio, Sólo le había interesado el sexo.
Pero al parecer, al volver a Londres había conocido a alguien que lo había satisfecho más sexualmente, alguien más sofisticado, probablemente.
¡Un desgraciado! ¡Cómo odiaba a los hombres que usaban a las personas para su placer y luego las dejaban como a juguetes viejos! Entonces, ¿qué derecho tenía él a mirarlo con desprecio? Se apartó de la puerta y se dijo que si alguien merecía desprecio era él, y corrió a encender el grill.
El era una profesional, y haría el trabajo para el que la habían contratado. Lo ignoraría, y cuando terminase la noche, se lo quitaría de la cabeza nuevamente, no le tiraría la copa de vino «accidentalmente», ni le rompería un plato a la cabeza. No podía permitirse ese tipo de satisfacción.
Si se ganaba fama de maleducado , nunca más conseguiría trabajo. ¡Pero si él la volvía a mirar con aquel desprecio, se sentiría seriamente tentado de hacerlo!
¡El estaba embarazado! ¿Sería suyo? Jongin tuvo que hacer un esfuerzo para comer y para ignorar a D.O. Kyungsoo mientras el servía la comida.
Apenas pudo pronunciar monosílabos en la comida, dirigidos a el pelirrojo que su prima había llevado para él, pero él no estaba interesado en el.
Kyungsoo había sido virgen y él no había usado preservativo la primera vez.Había estado demasiado extasiado como para pensar en ello. Había estado perdido en aquella tormenta salvaje de emoción y deseo. Había sido una experiencia tan nueva y vital, que le había parecido que su vida entera hasta aquel momento no había sido sino un teatro de sombras.
Aquel niño que Kyungsoo llevaba en su vientre podía ser suyo. A no ser... Se echó hacia atrás en la silla y, apoyando la mano en el respaldo, dijo:
- El chico del catering... ¿Sabes de cuánto tiempo está embarazado? Sus compañeros de mesa lo miraron, sorprendidos.
Pero fue Taeyeon quien le preguntó:
-¿Por qué quieres saberlo? «Porque es posible que yo sea el padre y no lo sepa», hubiera querido decir.
Pero respondió: -Por si tuviéramos que hacer de matronas en un momento dado... el pelirrojo se rió con una risa irritante.
Guy miró a su esposa y Taeyeon contestó:
-De siete meses, según Krystal Jung es una especie de socia de Kyungsoo en el negocio del catering, normalmente es la que se ocupa de servir la mesa, pero hoy no ha podido venir, al parecer, Guy, querido, nuestras copas están vacías...
Mientras su marido servía una segunda botella de Valpolicella, Taeyeon agregó:
Personalmente, pienso que un chico en su estado debería estar descansando, no haciendo este tipo de trabajo. Pero no tiene un marido que lo mantenga, y su madre está un poco delicada, no tiene buena salud, según me han dicho. Supongo que necesitan el dinero. El padre es un caso perdido, hace tiempo tenían una buena posición en la zona. Pero él despilfarró lo que tenían, o lo perdió...
-Hizo malas inversiones, según tengo entendido -agregó Guy mientras se volvía a sentar.
-Pareces saber mucho acerca de ellos –comentó Jongin.
Reflexionó que el niño podría ser suyo, si estaba embarazado de siete meses. A no ser que Kyungsoo se hubiera acostado con alguien inmediatamente después de volver de vacaciones. Pero eso no era muy posible, dado que en aquel momento el estaba concentrado en cazarlo.
El había esperado que Jongin lo siguiera a Inglaterra, así que no habría querido que hubiera nadie más rondándolo, y que le estropeara el plan, pensó Jongin.
Jongin hizo un gran esfuerzo para no fruncir el ceño y correr a la cocina para saber la verdad.
-Cuando llegamos aquí, era necesario que nos presentásemos a las mejores familias para que pudieran darnos referencias de gente honesta y fiable del lugar , la semana que viene tendremos un ama de llaves permanentemente en la casa pero necesitamos otra gente... -tomó un sorbo de café y levantó una ceja hacia su primo-Fontaneros, electricistas, un jardinero, cocineros... Este chico embarazado nos la han recomendado muy especialmente –comentó Taeyeon.
Cuando terminaron de comer, Taeyeon propuso: -¿Por qué no vamos al salón mientras el chico recoge la mesa? ¿Una Grapa? Luego Guy y yo iremos arriba y os dejaremos que os relajéis frente al fuego y que os conozcáis -sonrió Taeyeon a Jongin mientras se ponía de pie- Sé que Taemin quiere hablarte de un baile de recaudación de fondos que puede interesarte.
Jongin resopló internamente, no tenía interés en el pelirrojo y tendría que hacérselo saber a el. Al día siguiente a primera hora iría a Rylands y exigiría saber si el niño era suyo.
El lavaplatos terminó de hacer su tarea.Kyungsoo guardó la vajilla en el enorme armario Victoriano. Le dolía la espalda.
Media hora antes la señora Taeyeon había pagado mientras el recogía sus cosas.
- La comida ha sido perfecta -le había dicho-
¿Has terminado, o todavía te queda algo que hacer?
-Terminaré en media hora más o menos. estoy esperando que termine el lavaplatos, ¿O prefiere que me vaya ahora? -preguntó Kyungsoo, no veía la hora de marcharse de allí.
- No hay prisa. Sólo he venido a decirte que mi marido y yo vamos a acostamos, pero mi primo y su chico se quedarán en el salón, y no quiero que los molesten así que, márchate sin interrumpirlos y ahora que lo pienso, ¿podrías hacer el servicio de catering de la comida del domingo? Los invitados se marcharán a Londres por la tarde, así que sería mejor preparar una comida ligera...
Kyungsoo no había pensado decir que sí.
Lo siento -respondió Kyungsoo reprimiéndose las ganas de frotarse la dolorida espalda- No puedo.
Después de una última mirada a la inmaculada cocina, Kyungsoo se puso su vieja gabardina, se acomodo el pelo y salió.
Estaba demasiado cansado como para darse prisa. Había sido una pesadilla aquella noche. Pero ya había terminado, se dijo, aliviado. Se subió a su coche pensando que no volvería a ver a Jongin, y eso lo tranquilizó.
Había sido horrible ver cómo aquel pelirroja se le echaba casi encima a él. Y saber que él había notado su embarazo. Seguramente se habría dado cuenta de que podía ser suyo. Pero probablemente no se daría por enterado. Lo que había sucedido en Ischi era una cosa más en una larga lista de sucesos destinados al olvido. Seguramente él pensaría que si Kyungsoo había quedado embarazado era por su propia culpa.
Kyungsoo quiso poner el motor en marcha, pero éste no le respondió. Después del Cuarto intento tuvo que admitir que no tenía batería.
Buscó su teléfono móvil. Era culpa suya, Chanyeol le había advertido que tenía que cambiar la batería. Pero como siempre le faltaba dinero parar pagar las facturas de Rylands y para llenar el frigorífico...
No encontró el móvil. Debía de habérselo dejado en su casa, se maldijo por ello. No le quedaría más remedio que golpear la puerta y molestarlos. La idea de saber que se refería a Jongin y a su chico, casi lo mató.
Había doce kilómetros hasta Rylands, y encima llovía. Si no hubiera estado embarazado, habría caminado hasta allí. Pero lo estaba.
Cuando el pelirrojo se marchó, Jongin se sirvió una Grappa, estaba de mal humor. Normalmente sabía cómo deshacerse de las personas con elegancia. Pero aquella noche no había podido hacerlo. Había sido frío, seco, descortés. Las entradas al baile para recaudar fondos que le había ofrecido el pelirrojo no le habían interesado. Ni volver a verlo para almorzar cuando volvieran a la ciudad, como le había propuesto el.
Así l que el amigo de su prima se había ido a la cama, solo ahora podía relajarse, pero no lo conseguía. Sentía que faltaba mucho tiempo hasta la mañana siguiente en que pudiera enfrentarse a Kyungsoo.
Kyungsoo tocó el timbre con el corazón galopando en su pecho. Tenía el pelo mojado por la lluvia. Estaba muy nervioso, pero tenía que ponerse en contacto con Chanyeol pedirle que fuera a recogerlo allí, y eso significaba enfrentarse a Jongin para pedirle usar el teléfono.
Cuando se abrió la puerta, el se puso rígido.
- Mi camioneta no arranca ¿Puedo usar el teléfono?
Él le respondió con un silencio. Lo miró con sus ojos grises de acero y le contestó con dureza:
-Dime la verdad, por una vez en la vida, ¿es mío el bebé?