La chica sonrió, se acercó a Amanda…. Y la besó pasionalmente.
Fue un beso apasionado pero carente de sentimientos. ¿Qué rayos pasaba aquí? Las preguntas me envolvían hasta que la locura me alcanzaba.
-¡Ya basta!
Grité furiosa y con ganas de llorar.
-Hey, muñeca, no te pongas celosa.
Las lágrimas empezaban a salir, escapaban una por una de mis ojos. ¿Acaso estaba pagando por algo?
-Déjenme salir, por favor. ¿Quieren dinero? ¡Pídanle a mi madre! Pero por favor, ya sáquenme de esta miseria.
Amanda empezó a reír, su risa era malditamente angelical pero ella era el diablo mismo.
-El dinero no es problema para nosotras, querida, no nos interesa.- Ella se alzó de hombros y lentamente se acercó a mí, mirándome con sus hermosos ojos. Se detuvo a dos pasos de mí y me sonrió sínicamente- Yo sólo quiero que sufras.
-¿Por qué?
Pregunté confusa y llena de ira, mi paciencia se estaba yendo a la mierda.
-¿Acaso crees que eres la única que Camila ha ayudado? Bueno- Se agachó, tomó un mechón de mi cabello y lo puso detrás de mi oreja- yo estoy aquí para erradicar eso. Considérate- Hizo ademan pensativo- perdida, sí ésa es la palabra.
Las chicas detrás de ella rieron y se acercaron a mí con aires de superioridad.
-Aléjense, ¡Putas!
Nadia me tomó de mis cabellos y los torció, arrancando algunos de ellos.
-Aquí, tú serás la puta, querida, en menos de lo que crees.
***
-¡Por favor, basta!
Supliqué llorando, provocando que mi pecho subiera y bajara violentamente. El piso debajo de mí era frío e incómodo, la única ventana ubicada unos metros arriba dejaba entrar la luz que me deba directamente en los ojos.
-No, querida, esto apenas está empezando. ¿Te gusta cortarte, no? Te daré motivos para hacerlo.
-¡Aaah!
Solté un grito ahogado de dolor cuando sentí el puño de Nadia en mi estómago, ¿Qué ha pasado? Me han torturado, han hecho querer que mi intento de suicidio se hubiera realizado.
-¡Ya basta!
Gritó Amanda desde el fondo de la habitación, se acercó a mí lentamente y preguntó.
-Ahora me dirás la verdadera- habló, resaltando la ‘r’ exageradamente- por la cual te intentaste suicidar.
-Yo…. No lo sé, sólo quería morir.
Ellas no podían saber, no. Si ni siquiera a Camila le dije el por qué, con ellas mis razones son nulas. Era algo que nadie debía saber.
-Ay, cariño. ¿Aún no has aprendido la lección? ¿Es que no entiendes? Camila no está aquí para salvarte, nadie vendrá a ayudarte, ¿Por qué? Porque estás sola y sólo la verdad te puede salvar.
-No-o te lo diré.
La expresión de Amanda cambió a una enojada, sus ojos mostraban cansancio pero ella no se detenía.
-Llévenla a su habitación.
***
Los orbes azules me miraban, cada movimiento era un error para ella, con cada error ella reía, cada que mentía ella sonreía; yo era su marioneta y no podía hacer nada para cambiarlo. Recuerdo la sangre que emanaba de mis cortadas; yo negaba con la cabeza y ella cortaba más profundo. Todo lo que soy y todo lo que era se terminó derrumbando y lo peor era que nada me podía regresar. Era tiempo de decir adiós. Las pastillas pasaban a mi garganta en poco tiempo, cada que tomaba una la tormenta seguía subiendo y la luz de mis ojos se extinguía lentamente. Entonces lo tuve que aceptar: lentamente y con pocas fuerzas caminé hacia el cuchillo.
-Todo estará bien, lo prometo. Del otro lado todo es mejor.
Sus delgados brazos recorrieron los míos suavemente y susurrando un ‘adiós’ tomó mis manos que envolvían al cuchillo y rápidamente lo adentró en mí.
Caí al suelo con sus risas de fondo; había caído otra vez en su juego.
***
-¡Despierta!
Chorros de agua helada me cayeron encima haciéndome sobresaltar y temblar del frío. Abrí pesadamente mis ojos, Amanda estaba ahí mirándome pesadamente.
-Levántate ya, Jennifer.
Asentí lentamente y me puse de pie.
-Espero que hoy sí nos digas la razón.
-No lo hice ayer y no lo haré hoy, no lo haré nunca.
Ella sonrió cínicamente.
-Eso lo veremos , con lo que tengo preparado para ti sé que me dirás todo.