Sonó la campana que indicaba que la primera clase había acabado. Todos los alumnos comenzaron a hablar en voz alta cuando el profesor salió por la puerta, todos menos Haruhi. Estaba pensativo, inclinado levemente hacia atrás sobre su silla, mientras miraba por la ventana; una suave brisa alborotó sus castaños cabellos, cerró sus ojos y sólo disfrutó de aquel agradable viento.
-Ey..
Haruhi sintió cómo una mano se posaba sobre su hombro; al instante se puso nervioso con tan sólo pensar quién podría ser. Abrió los ojos y se encontró con un rostro de facciones finas y muy femeninas. Su compañera del consejo estudiantil, Nana, lo observaba confundida.
-Estás muy raro hoy.- Dijo la muchacha preocupada, sosteniendo una planilla.
-¿Yo?
-Sí, a ti te hablo. ¿Qué te pasa?
-Nada, nada.- Sonrió con falsedad.- Vamos.
Los dos salieron del aula y se dirigieron a la sala de reuniones del consejo, debían planificar y organizar ciertas cosas respecto al próximo festival que se acercaba. Al entrar, otros pocos estudiantes que estaban allí sentados se pusieron de pie y saludaron a Haruhi. Éste les devolvió el saludo, algo desanimado. Todos se quedaron en silencio, expectantes por las palabras de su presidente.
-Bien, eh…- Comenzó a decir.
-Perdón.
Un joven se disculpó, levantando su mano tímidamente interrumpiendo a Haruhi. Éste lo miró desinteresado dándole la palabra.
-Gracias…- Dijo nervioso.- Yo quisiera hablarles de algo que creo que es más importante que planificar el festival.
-¿De qué hablas?- Nana hizo un puchero, bastante molesta.
-Dinos.- Lo apresuró otro.
-Bueno…es que están corriendo rumores sobre cosas que pasan en la noche.
Haruhi al escuchar aquello agudizó su oído; él no había escuchado ningún tipo de rumor sobre eso. La noche anterior había sido advertido, asique quizá escuchar lo que decían los rumores le parecía interesante.
-¿Qué rumores?- Preguntó Haruhi sentándose adecuadamente en su silla.
-Son tonterías Haruhi, ¿podemos seguir con lo del festival?
-No. Yo quiero saber.
Todos se miraron entre sí; el que decidía ahí era Haruhi, asique debían hacer caso de lo que dijera aunque no les interesara. El joven que había pedido la palabra, se puso algo nervioso al ver que todas las miradas iban hacia él, sobretodo la del presidente.
-Bueno, supuestamente dicen que hay un grupo de alumnos que entra en la noche.
-¿Y…?
-Y ellos hacen negocios sucios.
Ante sus palabras, otros dos jóvenes que estaban junto a él comenzaron a reírse descaradamente; el chico se puso rojo, ya le había costado demasiado pedir la palabra como para que aquellos dos nabos se estuvieran burlando de lo que decía. Haruhi mantuvo su rostro serio, posiblemente aquello podía ser cierto. En cambio Nana, se veía algo preocupada, acaso ¿sabía algo?
-Dejen de reírse.- Dijo Haruhi lanzándoles una mirada cortante.
-Perdón.- Dijeron a la vez.
-Si eso que dices, llega a ser cierto, es algo muy grave.
La reunión terminó, después de hablar de aquellos rumores, Haruhi decidió tratar de buscar alguna solución, quizá estaba dentro de sus posibilidades espiar, pero era algo un poco arriesgado si se trataba de un asunto tan serio, asique simplemente les dijo a sus compañeros que pensaría en algo para verificar si los rumores eran ciertos. Todos salieron del aula de reunión menos Nana, otro estudiante y él. La muchacha se acercó hacia Haruhi, que estaba a punto de salir.
-¿Crees en los rumores?- Le preguntó ella.
-No, por eso hay que verificarlos.
Los dos se quedaron un momento pensativos, cuando de pronto Kurui pasó en frente de ellos. El joven de ojos azules volteó su mirada hacia Haruhi y le regaló una leve sonrisa que éste le devolvió al instante y, después, siguió su camino. El otro joven que estaba por salir, vio las sonrisas entre ellos y se sorprendió.
-Wow… ¿Él te sonrió?
-¿Qué pasa con eso…?- Se volteó a ver al otro chico.
-No sé, es que… él es tan raro. Nunca lo veo hablar con nadie, por eso es extraño verlo sonreír.
-Ah que tonto eres. Kirui sólo habla con Haruhi.- Dijo Nana, metiéndose en la conversación.
-¿Y eso por qué?- preguntó curioso.
Nana se acomodó el montón de libros que llevaba consigo y se puso seria y dispuesta a contarle una pequeña historia a aquel chico. Haruhi en cambio, prefería que su compañera se callara la boca, era muy impulsiva, demasiado metida y habladora.
-Verás.- Comenzó.- Cuando Kirui llegó a esta escuela, el único que le brindó ayuda y apoyo fue Haruhi, asi que él le tiene mucho afecto. Creo inclusive que Haruhi es la única persona con la que tiene algún tipo de “amistad”.- Hizo un gesto con sus dedos insinuando las comillas.
-Era mi deber como presidente del consejo…- Dijo Haruhi avergonzado.
-Ah, sí claro, que yo sepa sólo fuiste así de amable con él.
-Ah, ya veo por donde vas Nana-chan.- Sonrió perversamente el otro chico.
-¡Oye!- Dijo Haruhi molesto, ¿qué estaba pensando aquel tipo?
Nana soltó una sonrisita y arrugó su nariz, le parecía muy tierno cuando Haruhi se sonrojaba y enojaba.
-Nos vemos presidente!
Los dos se alejaron mientras iban hablando y sonriendo. Definitivamente Nana hablaba demasiado…
La campana para entrar a la segunda clase había sonado, pero Haruhi no tenía ganas de asistir. El aula estaba algo vacía, parecía que a nadie le gustaba llegar temprano a química. Había dos chicas sentadas juntas, jugando con sus teléfonos y un chico en el fondo del aula apoyando su cabeza sobre una mochila, claramente estaba dormido. Haruhi tomó sus libros y se sentó en la primera fila, como en todas sus clases. Unos segundos después vio entrar a Kirui, con su rostro serio y cabeza gacha. Éste alzó la mirada y se chocó con las pupilas de Haruhi, quien lo observaba con una leve sonrisa. Se sentó junto a él y sacó sus libros.
-¿Cómo estás hoy?- Preguntó el moreno sonriendo amablemente.
-B-bien.- Se sobresaltó.- ¿Y tú?
Kirui sólo volvió a sonreir, pero no le contestó; siguió sacando cosas de su mochila hasta que se detuvo y, antes de sacar otra cosa que no debía, volvió a guardarla. Haruhi lo miró de reojo, en ese momento su rostro se había puesto serio.
-Lo siento, ocupé todo tu espacio.- Dijo Kirui queriendo apartar sus cosas.
-No, yo también puse todo en el medio, perdón.
Los dos quisieron apartar sus cosas y evitar ocupar el espacio del otro y, entre libro por allá, cuaderno por acá, sus manos se rozaron, el corazón de Haruhi comenzó a palpitar, se puso nervioso y desvió su mirada.
-Lo siento.- Dijo avergonzado.
-Tienes las manos frías.
Kirui lo miró a los ojos y el otro sintió algo pesaba la mirada que tenía sobre él, aquel chico lo ponía muy nervioso y lo peor es que no podía evitar sonrojarse y aunque no tuviera un espejo para poder verse, sabía que estaba totalmente rojo. Era demasiada presión, tanta que se sentía confundido por sus propias reacciones.
Unos pocos alumnos terminaron de entrar al aula y el profesor comenzó a dictar su clase. Las horas se pasaban tan lentas que Haruhi no veía la hora de marcharse de allí; durante toda la hora no pudo evitar mirar de vez en cuando a su compañero y sentía también que éste le devolvía la mirada. No quería pensar que se había dado cuenta de que lo estaba mirando, sino se sentiría torpemente avergonzado. Era la primera vez en su vida que había mirado por tanto tiempo a un compañero.
-Deja de mirarlo…- Murmuró para sí mismo.
La clase había terminado, los pocos alumnos que habían asistido hoy a química estaban abandonando el aula, sólo quedaron ellos dos junto al profesor que pasaba las hojas de su libreta desinteresadamente. Haruhi comenzó a guardar sus cosas y al echar un vistazo hacia afuera, pudo notar un rostro que se le hacía conocido. Estaba parado cerca de la puerta, cruzado de brazos mirando hacia dentro del aula. Haruhi reconoció de inmediato aquella cara cuadrada y esas cejas gruesas fruncidas, la había visto la noche anterior. Hato hizo una seña con la cabeza a Kirui, quien recogió sus cosas con rapidez y salió del aula para ir hacia donde estaba el grandullón, sólo caminó sin despedirse ni decir una palabra a Haruhi, éste lo observaba curioso y algo molesto por la forma en la que se marchó. Los dos jóvenes intercambiaron unas pocas palabras y después se marcharon, pero Hato se detuvo por un momento, giró su cabeza y le lanzó un guiño a Haruhi. ¿Qué significaba ese gesto? ¿Se estaba burlando de él? Lo único que el joven castaño pensó en ese momento fue que aquel tipo era un idiota.