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Unidos por los problemas. por PinketDiana

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Notas del capitulo:

¡Tachán! Tal y como dije, estas vacaciones me han servido para escribir mucho, así que cuenten conque esta historia ya la tengo casi completamente terminada y voy a ir subiéndola mucho más a menudo si veo que les gusta y quieren que la continué. ¡Gracias por leer! ^_^

Ironía.

Sasuke.

"Cuesta admitirlo" Piensa, caminando aminorando su paso. Es verdad, y es que nunca ha tenido interés en nadie antes, no desde que su padre abandonó el hogar de un día para otro, sin más, y Gaara volvió a Inglaterra; todo pasando tan seguido que no supo cómo afrontar tanta pérdida en tan corto periodo de tiempo, no sin recluirse en sí mismo y encontrar el alivio en objetos punzantes con los que encontraba una falsa tranquilidad. Dos pérdidas en menos de tres meses. Tres si cuenta a su madre. Cuatro si... ¿debe contar a su hermano? ¿tiene qué? Él sabe que Itachi está, está a ratos, cuando no está perdido en dentro de su mundo, encerrándose entre grandes paredes que suenan a "Universidad" y a "Irme de casa" y a "Debo seguir adelante". Sacude su cabeza y vuelve a concentrarse en el hilo de pensamientos que se ha ido distorsionando mientras rodeaba esquinas y esquivaba a una anciana con un pequeño carrito de la compra. "Pero... estoy..." No puede definirlo como contento, definitivamente, y mucho menos como 'feliz'. Pero sí está emocionado. Emocionado por ir a la casa de Naruto Uzumaki, aunque sea con la excusa de hacer el trabajo que ambos tienen que entregar en dos semanas. Tiene ganas de correr y llegar cuanto antes, incluso a pesar del mal día o del cansancio que recayó sobre él nada más llegar a casa. Y es entonces, cuando camina aún más rápido que antes, que se pregunta cuánto ha echado de menos tener alguien con quien hablar, alguien a quien escuchar, alguien con quien pasar el rato y olvidarse de la parte oscura de su vida.

Más aún podía escuchar los gemidos en su mente, haciéndolo sentir más odio por sí mismo, y más repulsión sobre su propia vida.

Llega al fin, con la cabeza baja y su suéter entre sus puños. Nervioso e incómodo por tener que llamar a la puerta. Sin poder quitar del fondo de su mente el pensamiento de que quizás está molestando a Naruto y que este es demasiado amable para rechazar su presencia. Pero aún así, llega. Y antes de que pueda arrepentirse de nada, llama al timbre y espera, balanceándose de un píe a otro, esperando que alguien abra.

Es Naruto quien abre. Naruto, con sus ojos azules, su cabello rubio -pero de alguna manera se ve sin mucho brillo, como si lo hubiese teñido muchas veces y estuviese perdiendo fuerza-, su sonrisa vacía y una extraña mirada ilusionada.

—¡Hola, teme!— Sasuke no puede sino sonreír ante el apodo, porque se siente cálido a pesar de todo.— Te has dado prisa, ¿tan nervioso estabas por el proyecto?— Asiente, incluso cuando hay algo en el ambiente que grita "mentira, mentira, no es por el proyecto". Y cuando cree que Naruto está por preguntar, este se da la vuelta y pregunta, sin embargo:

—¿Quieres café, te o algo de tomar?— Sasuke niega, mirando a la cocina. Es amplia, y parece hogareña, el típico hogar donde todos cocinan juntos y hay sonrisas por todas partes, gritos y bromas. Vuelve a negar con la cabeza cuando Naruto pregunta, de nuevo, si está seguro.

—Solo agua, entonces.— Cede, y cuando se quiere dar cuenta, ambos están en la habitación del rubio, que sin esperarlo, está llena de posters por todas partes, libros en una estantería gigante, un armario bastante espacioso y un pequeño escritorio con un portátil encima. También hay una puerta al otro lado del dormitorio, y Sasuke deduce que debe ser el baño. El color de las paredes, sin embargo, es algo que no combina bien con el ambiente de la propia habitación, tan apagadas y monótonas que se sienten incompletas, fuera de lugar.— Me gusta tu poster de Kuroshitsuji.— Es todo lo que dice.

—Es uno de mis animes favoritos.

—Mío también.— Y después, todo se queda en un extraño e incómodo silencio que se siente pesado.

—Así que...— No había notado que la mano de Naruto estaba estirada hasta que habló, sosteniendo su vaso de agua entre las manos.

—Así que...—Repite Sasuke, cogiendo el vaso y dando un sorbo, esperando que todo fuese algo más agradable dentro de poco. Esto era nuevo para él, y no era difícil de suponer que para Naruto también. Ellos no estaban acostumbrados a socializar, y de hecho, era su primer proyecto en parejas después de mucho tiempo, y es que ambos solían hablar con el profesor después de clases para solicitar hacerlo en solitario. Esto era distinto. Y ambos saben que seguramente tomará tiempo. Y está bien.

—El trabajo...— Naruto empieza, poniéndose en pie y caminando hasta la silla del escritorio, donde estaba el ordenador. Lo enciende y espera hasta que este inicie para después introducir la clave. Cuando Sasuke está por levantarse -aún después de tantos años sigue teniendo esa extraña costumbre de no permitirse ver contraseñas de nadie por miedo a que si pasa algo, la culpa recaiga en él-, la puerta se abre sin previo aviso.

Una muchacha morena, de pelo largo, con ojos saltones, una gran sonrisa con hoyuelos, ojos esmeralda, parecidos a los del rubio, pero algo más claros -si es que eso era posible- y demasiado hiperactiva aparece por la puerta. Hermosa, es todo lo que Sasuke podía pensar. Sabía que era la hermana de Naruto sin necesidad de preguntar, eran prácticamente iguales, salvo que la piel de la chica era algo más blanca que la de su ¿amigo? Sí, de alguna manera, ella tenía algo más de vida en sus ojos y en su sonrisa que su hermano, pero aún así, prácticamente idénticos.

—¡Naruto!— Ambos se giraron rápidamente ante el llamado de la chica, Naruto suspirando al darse cuenta de la presencia de su hermana.

—¿Qué sucede?— Contestó, girando la silla para estar cara a cara.

—Oh— Y no fue hasta ese momento que Kyuuby no había recaído en la presencia de Sasuke, totalmente quieto e incluso con su respiración contenida. Su expresión, de estar totalmente sorprendida, como si el hecho de haber alguien en la habitación de su hermano fuese algo inaudito -quizás lo era, realmente-, pasó a ser una sonrisa de nuevo, acercándose al chico, sin más, y abrazándolo como si lo conociese desde hace años.

Sasuke tuvo que controlarse para no estremecerse, cuando sintió punzadas en sus muñecas, pero no devolvió el abrazo pues, dudoso, no sabía si debía hacerlo. ¡Él nunca abrazaba a nadie! Habían pasado años desde la última vez y probablemente ni recuerda como hacerlo. ¿Puedes olvidar como abrazar a alguien? ¿Es como besar o montar en bicicleta? ¿O si llevas mucho tiempo sin dar un abrazo dejas de tener esa habilidad y haces que todo sea incómodo?

—¡Kyu, suéltalo! Vas a hacer que salga corriendo o algo, por favor.— Ella se alejó de inmediato, susurrando un lo siento para después sonreír algo avergonzada. Los hoyuelos se mostraron de nuevo y Sasuke se preguntó cómo luciría Naruto con esa sonrisa sincera y amplia.—Sasuke ella es Kyuuby... Kyu él es Sasuke, mi... él es Sasuke.—Volvió a decir, sin saber cómo terminar la frase. ¿Él es mi qué? ¿Amigo? ¿Compañero de clase? ¿Compañero de trabajo? ¿Compañero de institución mental, donde al parecer, ambos estamos tan jodidos que tenemos que ir? Sí, definitivamente no podía decir eso.

—Puedo presentarme sola, muchas gracias.— A pesar de que intentaba sonar con rabia, con la sonrisa que mostraba era increíble. Además, de alguna manera, aquel pantalón corto de color azul con flores blancas y su camisa holgada a juego, no imponían para nada. Ella era algo más como adorable. Ese tipo de personas que debes mirar dos veces para saber si están intentando serlo o lo son sin intentarlo, e incluso después de solo algunos segundos, Sasuke pudo asegurar, que al igual que su hermano, esta chica era adorable por naturaleza. Pensó en Naruto y en su forma de morderse el labio cuando estaba pensativo frente a Tomoha, o cuando arrugaba la nariz en clase porque no conseguía entender lo que el profesor explicaba -en esas raras ocasiones en las que atendía- o cuando le pidió ser compañeros de pupitres en el baño, con su mano tendida y su rostro sonrojado. Sí, ellos eran de naturaleza adorable.

—Lo siento, es que parecías demasiado embobada con su rostro como para decir algo.—Seguían discutiendo los hermanos, como si él no estuviese ahí en ese momento. Pero de alguna manera no se sentía invisible, era todo lo contrario. Era cálido y la incomodidad que había en la habitación ni siquiera se percibía ahora mismo.

Cuando volvió a mirar a la chica, de nuevo estaba sonrojada por las palabras de Naruto. Sasuke no se consideraba lindo, para nada, pero de alguna manera, escuchar esas palabras le hacían sentir estúpido y nervioso. No estaba acostumbrado a escucharlas, ni siquiera de su madre o hermano, y aunque fuese mentira, y tal vez era por eso, seguían repitiéndose en su cabeza y tocando su mas profundo ser.

—¡No digas eso, idiota! Lo siento, Sasuke, es que mi hermano no es bueno en eso de tratar con gente.— Sonrió de nuevo, y Sasuke se preguntó si esa chica jamás perdía su resplandeciente sonrisa. Él también sonrió de vuelta, para después ver como Naruto fulminaba a Kyuuby con la mirada, mientras esta volvía por donde había venido.

—Disculpala.— Dijo Naruto en cuanto la puerta se cerró.— Es demasiado extrovertida a veces.

Seguidamente, el rubio se levantó a por su mochila y empezó a buscar algo en su interior. Y Sasuke tenía cien por ciento seguro que no era solo para buscar los materiales, sino que quería evitar el contacto visual a toda costa.

—Bueno, entonces...— Naruto, ahora con un estuche y una libreta en la mano, comenzó a hablar. Pero el desbloqueo de la puerta nuevamente, hizo que los dos levantaran el rostro, esta vez mirando al frente.—Genial...— Murmuró Naruto en un susurro por lo bajo, cargado de puro sarcasmo sin intención de ser escuchado, pero fue claro a los oídos del mayor.

Una mujer que aparentaba no tener mucho más de treinta y pocos años, apareció por la puerta, con una cara de cansancio, unas ojeras algo notables, con un pantalón vaquero que resaltaba demasiado y una camisa blanca. Era bonita, con su largo pelo rojo peinado en un cogido, sus facciones parecidas sutilmente a las de Naruto, y por un momento Sasuke se preguntó si Naruto se parecería más a su padre, antes de recordar que Naruto había dicho que había fallecido. El rostro de la señora pareció brillar cuando su mirada se cruzó con la suya, y por unos segundos, su expresión de sorpresa le recordó a la hermana del rubio, demostrando que Naruto no traía gente a casa habitualmente, algo que por otro lado, no sorprendió a Sasuke. Rápidamente, recayó en que la mujer no tenía hoyuelos, pero sí en que sus mejillas resaltaban más cuando sonreía.

—¡Hola!—Comentó de forma enérgica la mujer.—Soy Kushina, la madre de Naruto.— Se apresuró a presentarse la mujer, mientras se agachaba con delicadeza para besar su mejilla. "Son todos cariñosos" se aseguró Sasuke, mientras veía como la madre abrazaba -apretujaba, mejor dicho- a su hijo entre sus brazos y besaba su mejilla con mimo.— No me dijiste que traerías a alguien a casa, cariño, o habría hecho algo de comer.

—Soy Sasuke.— Dijo el mayor, de la nada, sintiéndose estúpido por no haber correspondido la presentación de la mujer.— Y no se preocupe, ya he almorzado en el colegio.— Era mentira, por desgracia. No le había dado tiempo a almorzar nada, y no es que él se saltase las comidas -salvo cuando Routsa se unía a ellos en la cena-, pero hoy se le había hecho tarde y no había podido almorzar. Y cuando llegó a casa, se encontró con la situación de su madre y su hambre se había ido.

—¿Tú almorzaste también, cielo?— Naruto asintió y Sasuke se preguntó si había visto a Naruto comer. Aseguraría que no, pero tampoco puede estar seguro.

De alguna manera, mirando aquella escena familiar desde lejos, Sasuke sentía en la parte alta de su estómago un nudo bastante pesado. Quizás eran celos, quizás era pena al ver lo distinta que su familia -¿se podía llamar así?- era de la de Naruto, tan cálida en comparación a la suya, recordándole todo lo que él no tenía.

—¿De verdad que no quieren té o pastel? ¿Pastel? ¡Definitivamente prepararé pastel.— Y ni siquiera dio tiempo a objeciones, cuando ya estaba cerrando la puerta y bajando las escaleras a la planta principal.

Naruto bufó, con una tristeza y algo más que el mayor no pudo identificar, y a pesar de que a él no le gustaba el pastel, por un momento quiso ir y zarandear al rubio, para después gritarle que su madre lo estaba haciendo por ellos y que era un gesto demasiado preciado como para que se quejara. Pero no dijo nada, por supuesto, pues no tenían tal confianza y además eso sería demasiado irrespetuoso para Sasuke.

No hablaron de cómo había sido su mañana, tampoco de cómo de tedioso era el grupo de apoyo o cómo odiaban que las secciones cambiasen de martes a jueves, o de mañana también pasarían la tarde juntos.

Simplemente volvieron al trabajo escolar.

(...)

El pastel estaba demasiado dulce para Sasuke, definitivamente, pero porque a él no le agradaba demasiado eso. Pero aún así era agradable el regusto de este en su camino a casa, como burlándose de él sin intentarlo demasiado, recordándole que su madre jamás haría eso por él, que la madre de Naruto era una mujer maravillosa y que sentía envidia por Naruto.

Cuando llegó a casa, la realidad golpeó su rostro sin mostrar piedad ninguna. En cuanto abrió la puerta, cuarenta y dos minutos más tarde, su madre le gritó que dónde había estado, pues llegaba dos horas tarde, e ignoró el dolor en el pecho y como las voces empezaban en su cabeza. No le gritó de vuelta, porque no quería hacerla sentir mal. Incluso se había preocupado por él y eso era un avance comparado con los meses primeros. Se preguntó si Kushina le gritaría a Naruto de esta manera y si le diría cosas como "A veces me pregunto qué habré hecho para merecer un calvario de hijo como tú". Algo le dice que no.

Siguió su camino hasta llegar a su cuarto, donde aún sin intención, dio un fuerte portazo, cerrando con llave detrás de él, en caso de que su madre subiese para seguir gritándole y discutiendo. Corrió hasta el segundo cajón del armario del cuarto de baño, donde se desvistió con rapidez y llenó la bañera con agua.

La cuchilla, una de ellas, no estaba donde siempre, en el segundo cajón del armario del baño, y se puso a revolver con furio los otros cajones y estantes del armario, incluso los de su propia habitación, mientras la buscaba por todas partes. Alzó las manos hasta su cabello donde empezó a tirar de este, hasta que recordó que esta tarde la había usado y la había dejado debajo de la almohada cuando salió de casa para ver a Naruto. Volvió al baño, donde la bañera ya se había llenado bastante, y se deslizó con cuidado de no resbalarse dentro de esta hasta quedar con la espalda recostada en la fría pared. Sacó su brazo izquierdo fuera de esta y con la mano derecha comenzó a ejercer presión con la cuchilla en la muñeca, donde nuevas marcas aparecieron, líquido espeso deslizándose de estas. El nudo en su garganta no se fue, sin embargo.

Al igual que el pensamiento de que su familia estaba rota y su madre jamás estaría de vuelta, siendo su madre. La madre que lo amaba y cuidaba.

(...)

Naruto.

La culpa golpeaba su cuerpo como si se tratase de otra persona real que le estaba golpeando físicamente. Con aún el sabor del pastel de manzana en el fondo del paladar, como si se estuviese burlando de él y recordándole que no había podido resistirse a la mirada de súplica de su madre, que había comido de todas formas a pesar de prometerse anoche de que hoy su dieta se basaría en agua, y como las calorías bailaban en su estómago.

Enviadaba a Sasuke. Lo envidiaba por ser delgado, por ser atractivo, por su bonito rostro, porque era todo lo que Naruto quería ser y no podía. Porque podía comer sin culpa alguna, sin el pensamiento de cuánto estará engordando o de cuánto debe esperar para vomitar, sin el temor de que los otros lo descubriesen.

A veces, a pesar de todo, una voz en su cabeza, se quejaba de su madre, por obligarlo a comer, por mirarlo con sus ojos llenos de ilusión al haber preparado una receta nueva -él sabía que cocinar ayudaba a su madre a dejar de pensar en todo-. Le molestaba. Le molestaba que ella, a pesar de estar poco en casa, su presencia le hacía sentir culpable por no valorarla como madre.

¿Tanto le costaba dejarlo destrozar su vida en paz? ¿Tanto le costaba dejar que llegase a su meta y por fin estar delgado?

Le molestaba verla con su sonrisa esperanzada, cuando Sasuke salió por la puerta, y como lo abrazó y le susurró que estaba orgullosa de que hubiese hecho un amigo. Él no dijo nada, porque Sasuke quizás no era su amigo, y tampoco dijo nada cuando ella empezó a hablar y a hablar sobre como esto le ayudaría a mejorar y a olvidar por un momento de su padre. Sin embargo, él pensaba en la culpa, en como quería correr al baño y sacar todo de su estómago.

Y fue lo que hizo quince minutos después, frente al inodoro, con su dedos en la garganta, se deshizo del pastel, cambiándolo por un sabor ácido que quemaba su garganta por completo, una sensación familiar.

Envidaba tanto a Sasuke...

Notas finales:

¡Tachán! Tal y como dije, estas vacaciones me han servido para escribir mucho, así que cuenten conque esta historia ya la tengo casi completamente terminada y voy a ir subiéndola mucho más a menudo si veo que les gusta y quieren que la continué. ¡Gracias por leer! ^_^

(Aviso de que tengo el ordenador roto y tardarán en arreglarlo una semana, por lo que aunque tengo algunos capítulos en Drive, necesitan edición y no puedo hacerlo más que con la tablet, así que si hay alguna falta de ortografía o alguna cosa extraña, lo lamento muchísimo, pero es por eso mismo) Gracias por entender~ <3


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