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Unidos por los problemas. por PinketDiana

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Notas del capitulo:

¡¡Nuevo capítulo al fin!!!. Le he cogido el ordenador a mi prima y he escrito el capítulo más largo hasta ahora. 

 

Muchas gracias por leer. 

 

Si les gustó dejen sus reviews. ;D

Capítulo 5: Grupo de Apoyo.


Naruto.


Cuando llego a casa, la sensación de soledad vuelve a mi como un resorte. Aunque, en verdad, nunca se ha marchado. Estoy solo. Siempre. En la escuela, en la calle, en mi casa... en mi vida. Soy un alma solitaria arrastrada a la nada. Pero no importa.

-Kyuuby.- Grito, cuando llego al pasillo. Mis pies descalzos -solo llevo calcetines- se sienten fríos y tengo que tener cuidado para no caerme cuando resvalo por la madera.- ¿Estás en casa?.- Intento, al decirme que quizá está con la música puesta y no me ha escuchado. Pero nada. No hay respuesta.

Camino a la cocina.

"Cariño, he tenido que salir unas horas por una operación urgente.
Tu hermana ha ido a estudiar a la biblioteca.
La comida está en la encimera, solo tienes que calentarla en el
microondas.

Te quiero.

Mamá."

Quizá debería sorprenderme, pero no es así. Después de años viviendo esto día a día, es normal.

Miro el plato de mi comida e instantáneamente un nudo se forma en mi garganta, oprimiendome. Mi barriga hace cosas extrañas. Sin darme cuenta, tengo una cara de asco digna de fotografía.

"No voy a comer eso."- Camino hacia el frigorífico y cojo la lechuga, seguido del tomate. Después la sal y el aceite.- "Una ensalada."- Me digo. No me gusta comer. Bueno... en realidad si que me gusta, comer es un placer, lo que no me gusta es odiarme segundos después de haber ingerido algún alimento. Tampoco las ganas de llorar que tengo, o verme a mi mismo inclinado con la cabeza prácticamente metida en el inodoro, inttroduciendome dos dedos en mi garganta hasat la campanilla para sacarlo fuera.

Eso es exactamente lo que detesto.

No pasan veinte minutos antes de que esté llorando en un rincón de mi cuarto, apretando los puños con impotencia, intentando que mis pensamientos dejen de saturarme la mente. Y finalmente, segundos después... estoy en el baño. Torturándome a mi mismo, dejándome guiar por mi mente.

(...)

Lo malo de estar 'enfermo', no es el simple hecho de tener esa condición fisica o mental, lo peor de todo ello es lo que la gente piensa o dice. Las miradas. Lo que todo ello provoca. Por eso trato de ocultar lo que albergo dentro de mi. Callarlo y esconderlo bajo capas y capas de color negro. Algo así como un lado oscuro que real, realmente, no quieres que nadie vea. Como tu autodestrucción silenciosa. Tu muerte callada. Tus gritos a voces que nunca son escuchados.

Porque así lo he elegido.


Miro al cielo mientras intento concentrarme de nuevo en la carretera y salir de mis pensamientos. Odio los días como hoy. No de tiempo, por supuesto, está nublado y eso me alegra; si no este día en general. Un día de la semana. Soy extraño, porque todo el mundo odia los lunes por empezar de nuevo con la rutina, pero a mi no me molestan, en cambio yo odio los jueves. Demasiado. Porque es cuando estoy cara a cara con mi tortura. Y, aunque hoy era el tercer día, estaba seguro de que iba a odiar ese lugar por mucho tiempo.

Me digo a mi mismo que el día de hoy estoy muy negativo. Siempre estoy siendo bastante pesimista -o realista, siendo sincero- cuando se trata de mi, de mi vida, pero en cambio, cuando se trata del resto del mundo, siempre muestro mi más falsa sonrisa y muestro mi apoyo incondicional, sin dejar de repetir un: 'Todo estará bien, tranquilo. Todo mejorará. Solo se fuerte.'. Siempre me he preguntado porqué es tan dificil tener esa mentalidad conmigo mismo, cuando se tratan de mis asuntos.

Me quedan dos calles para llegar y por más que quiero salir corriendo y esonderme debajo de mi cama hasta que este día pase, me obligo a mi mismo a pensar en mi madre, y en que estoy haciendo esto por ella -aunque sea obligado-, así que solo sigo caminando, pensando y pensando.

Eso es lo malo de estar verdaderamente destruido, que solo puedes pensar más para seguir rompiéndote.

Cruzar la esquina me hace sentir nervioso al sabber que estoy a solo unos pasos del lugar que se convertirá en mi 'caja de secretos' durante todo el tiempo que esté en esta ciudad. Es un edificio bastante grande, color blanco, con unas ventanas verticales y una gran puerta enorme. Si soy sincero, me había imaginado un edificio enano, color gris, con un duende de un solo ojo vigilándolo. Quizá debo dejar de leer comics.

Abro la puerta lenta y pesadamente, y camino hasta la recepción, pero mi cuerpo se congela cuando veo que alguien -alguien que me suena- está hablando con la chica morena tras el mostrador.

-¿Ha llegado ya el Señor Tomoha?- Su voz suena grave y fría.

-Si.- Contesta la chica, que levanta la vista de los papeles que tiene junto al ordenador.- Se le queda mirando unos segundos. Parece que se queda embobada unos segundos y yo me veo en la necesidad de carraspear para traerla de vuelta.- ¿Por?.- Cuestiona de nuevo, sin percatarse de mi presencia. Yo estoy a unos pasos de él, no consigo recordar quien es, pero me suena. Mucho.

-Grupo de apoyo.- Contesta simplemente.

-¿Me dices tu nombre?.

-Uchiha. Uchiha Sasuke.- Retengo un jadeo que nace desde el fondo de mi garganta. Sé quien es él. Es el chico que se siente algunas filas detrás de mi.

Me doy cuenta de que ahora sí, quiero correr todo lo lejos que pueda de él.

-En la puerta dos.- Lo miro fijamente, mientras paso a paso, se aleja de mi.

Mis hombros ahora mismo pesan. Yo peso. De nuevo viene a mi esa oleada de pánico que grita que lo deje todo salir y que corra a un cuarto de baño. Quiero gritar y llorar.

Esta es la tercera vez que vengo, pero las dos veces era yo solo con el 'cuerdo' de Tomoha, sin nadie más.

¿Por qué está Uchiha aquí?. Nadie debería saber que yo estoy aquí, nadie saber que estoy tan mal -aunque realmente ninguna persona conoce los verdaderos motivos- para ir a un maldito grupo de apoyo. ¿Le dirá a alguien?.

Cuando vuelvo en mi, la chica de antes me está llamando.

-¿Grupo de apoyo?.- Me pregunta. Yo paso la mano por mi pelo rubio, nervioso de nuevo. No puedo dejar de tocarme el estómago y separar las piernas.

-Si.- Susurro, y ni tan siquiera puedo reconocer mi propia voz ya que ha sido un susurro.

-Ya puedes pasar.- El pánico aumenta.

No quiero ver a Sasuke, no quiero que me vea. No estoy totalmente seguro de que me haya visto, o tan siquiera de que me haya reconocido, porque, hablando seriamente, solo soy un chico marginado que se sienta en el tercer lugar al final, perdido de todos, sin amigos y que no suele hablar ocn nadie a no ser que el profesor lo obligue. Respiro varias veces, intentando tranquilizarme.

"Él no teine que reconocerme. No soy nadie. Seguramente ni sabe quien soy."- Respiro otra vez, y me siento aún más tonto porque todo esto lo estoy haciendo en la puerta de donde debería entrar y todos me están mirando.

-¿Estás bien?.- Me pregunta la chica, a lo que yo asiento, y gritándome a mi mismo que no me reconocerá en la vida, porque solo soy un insignificante ser, entro.

Cuando me adentro al lugar, Tomoha ya está sentado en aquellas incómodas y básicas sillas blancas. Es extraño el estar en esta sala, cuando las dos veces anteriores solo habíamos estado él y yo.

Es agobiante.

Camino dos pasos, y veo que el sitio que me corresponde -porque pone 'Uzumaki'- está ocupado por... él.

"¿Todo esto es el karma por haber nacido, o qué?".

-Oye...- Me acerco unos pasos y cuando la mirada de Sasuke hace contacto con la mía, siento que todo a mi alrededor cae. Tiene los ojos más oscuros que he visto en mi vida, apagados y sin brillo alguno, pero aún así, son arte.- Este es mi...- No me deja finalizar la frase, solo se levanta y se sienta justo en frente de mi. Tomoha me mira extraño, como siempre, quizá porque esta vez he interrumpido su charla. Me da igual, la verdad.

Pongo mi falsa sonrisa y me siento, deseando que esta hora se pase en un suspiro.

Tomoha empieza a hablar, mientras se peina su cabello oscuro. Empieza a decir que todos los que estamos en la sala estamos en la misma condición – a lo que me gustaría gritar un: 'Si, claro.'- y que no debemos sentir vergüenza a hablar libremente.

-Empieza, Tamako.- La chica se levanta. Es pelirosa, con media melena, piel pálida y algo bajita. Lleva un extraño vestido de colores.

-Soy Tamako y he venido aquí por voluntad propia.- Es lo único que dice para luego sentarse, y como era de esperar a Tomoha eso no le vale, por lo que empieza a hacerle preguntas sobre su familia, amigos y sobre los supuestos problemas -si es que se les puede llamar así- que tiene.

Después de ella va Raúl, Nicholas y otras cuatro personas más.

¿Cómo voy a soportar esto, jueves tras jueves?. Ecuchando gente que está verdaderamente fastidiado, mientras que el restro, solo son felices pero no quieren estarlo.

-¿Y tú?.- Es el turno de Sasuke, y cuando se levanta siento que mi pecho cae al suelo. Sus ojos vuelven a conectar con los míos y yo, en un rápido movimiento, miro al suelo. No puedo mantener su mirada.

Carraspea y se toma algo de tiempo para comenzar. Mira hacia el suelo, y después fijamente al centro de la sala, donde hay una manta con extrañas flores y otras formas, bien estirada en el suelo.

-Mi nombre es Sasuke. Sasuke Uchiha.- Hay un silencio en toda la sala, quizá demasiado prologando, por su pausa.- Y estoy aquí porque mi madre, aconsejada de su nuevo marido, me han obligado a venir aquí. Porque creen que no he podido superar la marcha de mi padre, y porque piensa que ser solitario está mal.- Nadie hace ningún comentario, quizá por el tono que ha usado: frío, cargado de resignación, pero a la vez frágil y doloroso.

Pero, solo hacía falta estar aquí unos segundos para saber que nadie es completamente sincero en lugares como este. Nunca dices cómo de jodido estás en realidad. Nunca. Por lo que él mentía, todos mentíamos.

"Y yo soy un experto en mentiras. Tanto en decirlas, como en descubrirlas."

Y sabía que Sasuke mentía. Sus ojos gritaban que había mucho más que eso.

-¿Y qué piensas de eso?.- Pregunta Tomoha, mirandolo atentamente, como si al parpadear se perdiese una gran acción.

-No lo sé.- Su tono cada vez es más frío y se ve claramente que no quiere hablar de ello.

Empieza a preguntar más cosas, del tipo: ¿cómo te sientes sobre su abandono?, ¿has llorado recientemente por él?, ¿crees que ha afectado mucho su perdida?, y similares. Ni tan siquiera puedo escuchar las respuestas, porque cada palabra que sale de sus labios es una mentira mal formulada. Sus ojos gritan la verdad. Y parece que nadie puede verlo.

-Bueno, Sasuke, pienso que cosas como esas nunca se superan.- Él solo se encoje los hombros y me mira. De nuevo, aparta la mirada. Me sentía incómodo. Era como si él fuese a descubrir todos los secretos de mi alma, como si fuese a gritar en medio de la sala algo como: 'Eres un enfermo que no puede parar de vomitar. Un monstruo que no debería haber nacido. Deja de esconderte y cuentales a todos toda la mierda que cargas, maldito enfermo, que ni siquiera sirves para ello...'.

-¿Naruto?.- Vuelvo en mi. Es la segunda vez que me tienen que llamar para que deje de perderme en mis pensamientos y alucinaciones.

-Disculpa.- Es lo único que puedo decir. No quiero mirar a Sasuke, no quiero, por lo que solo estoy atento al 'profesor del grupo de apoyo' y como mueve sus labios al pronunciar palabra tras palabra.- ¿Cómo?.- Pregunto, y me grito que debo concentrarme, que así lo único que hago es llamar más la atención.

-Bueno, eres el último que queda. Cuentanos de ti.

Hago una pausa y pienso que es lo que debo decir. Exacto, debo. Porque en estas situaciones no puedes decir lo que quieras, si no lo que debas.

-Estoy aquí porque mi madre me ha obligado. Piensa que la muerte de mi padre me ha hecho caer en depresión o algo parecido. Está asustada de que me haya alejado de todos y que siempre esté perdido en mi mismo.- Lo bueno de saber mentir es que tienes el conocimiento suficiente para entrelazar una mentira con partes verdaderas para que pareciera real. ¿Lo malo?. Yo odiaba mentir. Lo detestaba más que nada.

-¿Y tú, como crees que estás?.

-Bien.- Casi quiero reir a carcajadas.

Estoy lo más lejos del 'bien' posible.

-¿Y la escuela?. ¿Te estás adaptando bien al nuevo curso?.

Asiento.

Quiero que esto termine y volver a mi oscura realidad tras las puertas de mi casa.

-La situación de Sasuke y la tuya son bastante parecidas. ¿Quieres decirle algo?.

Vuelvo mi marada sobre él, y esta vez hago un esfuerzo sobrehumano para no apartarla. ¿Qué decir a una persona que sabes que está jodiada, pero no sabes a que niveles?.

-Me gustan tus ojos...- Susurro y deseo que nadie lo haya escuchado. Pero Sasuke lo hizo, y por un segundo, mostró un amago de sonrisa.- Sonríe.- Es lo único que digo en voz alta, intentando ocultar lo anterior. Quiero añadir un: 'Y así nadie sabe el peso que cargas, que te hunde y destruye'.- Y verás como todo estará mejor.

Creo que no hay nadie tan dobe como yo.

La hora acaba tras otra charla sobre como debemos luchar contras las adversidades. Por fin soy libre -dentro de la asfixiante realidad-. La hora de tortura y mentiras había finalizado.

-¡Nos vemos la semana que viene!. ¡Recuerden que todo mejorará!.

Si claro, seguro que si.

Quizá esta habia sido la parte que más había odiado de toda la terápia, porque entre esas palabras se leía que estabamos mal, que no eramos chicos normales con problemas adolescentes.

A la salida saqué mi móvil y conecto mis auriculares, no deseando pensar en nada. No ahora cuando ya habia tenido suficiente. Pero a la salida estaba Sasuke, también con su música puesta.

Sonreí, una de esas sonrisas que gritan cuan mal estás pero no quieres que nadie lo sepa.

Sasuke no sonrio. Solo levantó la mano en un cordial gesto. Un simple hecho que había causado que mi día hubiese brillado con luz propia unos segundos.

-A mi también me gustan tus ojos.- Fue lo único que dijo, para después darse la vuelta y alejarse de mi.

Notas finales:

¿Qué tal?. 

 

¿No les parecieron adorables?

 

Estan tan jodidos y tan asklñsjdfañsdkf *-*

 

 

Nos vemos <3


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