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Reunión en el Parque de las Luciérnagas por Natanael

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Notas del capitulo:

¡Holas amigos! ¿Como están? Espero que genial, aquí les traigo un nuevo cap de este nuevo fic mío. Recuerden comentar sobre cosas que les gusta y otras que no tanto, para poder modificarlas a sus gustos. Lo cierto es que queria aclarar algunos tantos. La historia se centra en Naruto y en Sasuke, pero ellos no son los únicos que apareceran aquí. Habrá otras parejas y unos personajes antagonistas igual de importante que los principales. El fic será super inesperado en mil cosas, no todo será al pie de la letra y tendrá acciones de los personajes que probablemente no les agrade mucho pero que serán necesarias para la contribución de la trama. En fin, en breve les daré más explicaciones de todo. Les mando un beso, adiós!

 

Personajes creados por Kishimoto, historia creada por

Se levantó con la esperanza de que no estuviera. De que se hubiera perdido por entre los bosques y jamás volviera, de que su borrachera fuera tan intensa que una vez caído al suelo nunca más pudiera volver a ponerse en pie. Sin embargo, el olor a ginebra que le asalto apenas hubo salido de la habitación disipo toda falsa esperanza. Tirado en el pasillo que daba al baño, se hallaba Orochimaru. Estaba tan extrañamente posicionado que Naruto sospecho que había caído al suelo de forma muy violenta. En la cara del rubio no se encontraba ninguna expresión de sorpresa, mucho menos de preocupación. Esa escena la conocía de memoria, incluso podría relatar con lujo de detalles las acciones del mayor antes del golpe. Había abierto la puerta, a duras penas seguro y con la ayuda de algún amigo suyo de sus borracheras. Había revisado la casa en busca de que más beber y de no encontrar nada, se rindió y cayó donde se le antojo menos doloroso.

Pasó de él de un salto y, se adentró al tocador cerrando la puerta de un golpe. Poco le importaba si el mayor se despertaba o no. De hecho, si lo hacía era mucho mejor. Quería que se moviera de ahí antes de que Menma despertara y lo viera por milésima vez en ese estado. Se miró al espejo y tuvo hasta pena de su reflejo, porque sus ojos mostraban un cansancio pocas veces visto por ajenos y muchas veces visto por él. Estaba tan harto de todo aquello.

Deseaba tanto que se perdiera por el bosque y jamás volviera.

No lo deseaba muerto, lo único que deseaba era que desapareciera. Incluso se atrevía a decir que si no hubiera existido jamás nadie proclamaría por su existencia, pero sería estúpido pensar aquello. Ya que si no hubiera existido, Menma no hubiese nacido. Ese era el único mérito que le daba a ese hombre y el que seguramente sería el único que tendría en su mediocre vida.

Se lavó la cara con bruscas salpicadas de agua fría y se miró una vez más al espejo. Menma dijo, Menma repitió. Y puso una sonrisa, porque Menma no merecía ese rostro derrotado. Su hermano merecía todo lo bueno de él y todo lo bueno de esta vida. Jamás se permitiría mostrarse resignado o derrotado frente a él. Frente a él y frente a nadie.

 

Cuando termino de asearse y salió del cuarto, encontró a Orochimaru en la misma posición en que lo había dejado. Se obligó a controlarse y no montar un escándalo o darle una maldita patada para que se despertara de una vez. Lo movió con el pie con insistencia, pero seguía sin haber respuesta.

 

-¿Piensas estar tirado como basura por siempre? –exclamó sin subir demasiado la voz. Le dio un toque más fuerte en la cabeza, logrando que por fin el mayor abriera los ojos y lo mirara con confusión.

 

-¿Qué demonios haces estúpido? ¡Déjame dormir! –gritó Orochimaru, al tiempo que sacaba de un manotazo el pie del adolescente de su cabellera negra.

-Hazlo en tu recamara, Menma se levantara pronto. ¿Puedes siquiera no humillarte delante de él?

 

El hombre puso una expresión burlesca en la cara y juntando fuerzas fue levantando su cuerpo del suelo, maldiciendo varias veces por el esfuerzo. Una vez erguido, miro a Naruto desde su altura con una sonrisa que dejaba a la vista sus amarillentos dientes. El rubio soporto el asco y afronto su mirada. Tenía los ojos tan amarillos, que sin quererlo inmediatamente lo asociaba a una serpiente. No bastando con eso, el hombre portaba con un color de piel tan pálido que le daba cierto aspecto de enfermo. Naruto a menudo se preguntaba como Menma siendo su hijo, no había heredado casi nada de él. Lo único que el pequeño tenia de similar era su cabello, igual de negro que el otro.

 

-Podría… sí. ¿Pero no es un derecho de los hijos conocer bien a fondo a sus padres? Pues bien… que me conozca tal cual soy, con borrachera y todo.

 

-Con que yo te conozca basta por los dos –el menor paso por su lado, dando por finalizada la conversación. Pero el hombre no pensó lo mismo y, antes de que pudiera dar cuatro pasos lo tomo del brazo con fuerza, haciéndolo girar de sopetón. Naruto se sorprendió, pero trato de no demostrarlo. Ni siquiera hizo amago de soltarse.

 

-¿Te crees superior a mí, maldito? Recuerda que no eres más que un marica, blondie –dijo Orochimaru, pronunciando con sorna las últimas palabras y dejando escapar el apodo con que solía llamar al menor desde hace años. El rubio odiaba que lo llamara con ese apodo. Odiaba mucho más que lo llamara de esa forma a que le dijera que era un marica. No le humillaba que le dijera así, porque después de todo lo era. Pero odiaba que le dijera blondie, porque sabía que lo decía despectivo. Con burla y odio. Con fines hirientes.

Se soltó de una tirada y lo miro con un odio infinito. Se alejó un par de centímetros y una vez que se sintió seguro de nuevo dejando que su corazón se relajara y no palpitara tan violetamente, pronuncio con ira mal contenida:

 

-No vuelvas a llamarme así, maldito bastardo. ¡Vete de una vez y no me jodas más la vida!

 

Orochimaru rio a carcajadas por el insulto y, haciéndole un gesto con la cabeza se retiró a paso lentísimo con dirección a su recamara. Naruto lo vio irse y agradeció que la cosa hubiera terminado ahí y que Menma no se hubiera despertado a media pelea. Recompuso su rostro enojado y se permitió poner uno más decente.

Si hacia las cosas bien, era probable que ya no tuviera que soportar más amarguras.

 

Ojala te perdieras en el bosque y jamás volvieras, ojalá fue lo último que pensó, antes de dirigirse donde su pequeño hermano.

 

 

*

 

 

Pensó que el lugar en el que enseñaría sería más pequeño, pero evidentemente todo lo que pensó hasta el momento del pueblo era errado. La arquitectura del lugar se imponía ante él  con una majestuosidad increíble. La construcción era sumamente enorme, que abarcaba varios metros de lo que un instituto normal tendría. No era exactamente Harvard, ni en aspecto ni en tamaño. Pero sin dudarlo tenía algo que captaba la atención de las personas. Podría ser sus paredes sin pintar, su aspecto algo lúgubre o muchas cosas que hacían que una persona como él, lo mirara dos veces al pasar.

 

Se dirigió a la dirección, donde minutos antes Hinata le había dicho en donde se encontraba. Si no hubiera sido por ella, estaba seguro de que le hubiese costado un poco hallarla. Una mujer rubia lo recibió casi al instante.

 

-Señor Uchiha, ¿verdad? –preguntó la mujer, dando una rápida ojeada a unas hojas que tenía frente a su escritorio. Le ofreció la mano al pelinegro y este la estrecho sin pensarlo demasiado-. Me llamo Tsunade Senju, soy directora de este instituto. Es un gusto tenerle como profesor.

 

-El gusto es mío –respondió Sasuke, mientras se sentaba frente a la rubia.

 

-Su inglés es excelente, señor Uchiha. ¿Hace mucho lo habla?

 

-Lo tengo aprendido desde los doce años de edad, estoy acostumbrado a hablarlo debido que en el despacho de abogados en el que trabajo vienen personas de múltiples nacionalidades. No podemos darnos el lujo de perder un cliente por no saber algo tan trivial y fácil como un idioma.

 

-¡Vaya! ¡Si claro, me imagino! –exclamó sorprendida Tsunade, observando fascinada la cantidad de idiomas que presentaba en su curriculum el moreno-. No se lo tomé a mal Uchiha pero… con los títulos que tiene, su carrera en abogacía hecha en Harvard, su maestría en derecho internacional con prácticas en Alemania y demás… comprenderá que me sorprende que haya entrado en un programa de trabajo social, pudiendo hacer cosas un poco más de su estilo y más representativas. ¿Qué es exactamente lo que le motivo a venir aquí?

 

-Muchas cosas –le aseguro el moreno-. Hace tiempo venía con la idea de ausentarme de mi trabajo, pero todo lo definió cuando mi médico personal me recomendó alejarme un tiempo de la vida estresada. Mi padre tiene antecedentes cardiacos y yo herede eso. ¿Entiende?

 

-Si, por supuesto. Bueno… sin más preámbulos, le doy la bienvenida al Instituto Publico Kennedy. Su clase será la doscientos, permítame acompañarle.

 

Salieron del cuarto y la mujer lo llevo durante lo que para él no fue más que un laberinto plasmado de adolescentes entusiasmados por sabe quién qué. Los estudiantes le miraban y comentaban sobre quien seria. Y las femeninas, no pudiendo ocultar su atracción, le miraban con precisa atención a su masculina figura. Llegaron a una gran aula, que ya para ese entonces, contaba con gran cantidad de alumnos en ella. Les volvieron a observar una vez más cuando cruzaron el umbral, pero la directora no dio lugar a los murmullos cuando les pidió a todos que se sentaran y se callasen.

 

-Chicos, él es su nuevo y temporal profesor de derecho. Su nombre es Sasuke Uchiha y viene desde Japón. Sean amables con él, no armen alboroto o los suspende sin reparar demasiado si les perjudica o no en sus notas. ¿Está claro?

 

Todos dijeron un gran si y la mujer conforme con eso, se retiró sin decir más, dejando al moreno solo en el recinto. Hubo por unos instantes un silencio algo incómodo, pero Sasuke no lo sintió así. No era un chico, era un adulto. Y había estado infinidades de veces en magistrados que se encontraban el doble de llenos. Para él, esto no era un más que un trámite.

 

-Bien, como ya les dijeron me llamo Sasuke y seré su nuevo profesor de derecho. Ustedes me dirán como quieran eso no me importa. Lo único que me importa es que aprendan y que me dejen enseñarles –dijo inexpresivo, tomo una tiza del escritorio y empezó a escribir en la gran pizarra-. ¿Alguien sabe por cuantos miembros está compuesto el Tribunal Supremo de este país?

 

Una chica de cabello marrón amarrado en dos pequeños rodetes levanto la mano y le pregunto de que parte de Japón venia. Otras más levantaron la mano y preguntaron sobre cómo era allí y si había chicas tan bonitas como aquí. En un corto plazo de tiempo ya casi todo el recinto se encontraba hablando sin parar sobre cosas que no tenían absolutamente nada que ver con lo que Sasuke había preguntado. Lo que le hizo enojar muchísimo. Pero él sabía que no sería fácil tratar con adolescentes, así que se obligó a ser paciente.

 

-No contestare ninguna pregunta de esa índole, ¿entienden? He venido aquí a enseñar… y tú…- señaló a la chica que le había hecho la primera pregunta. Esta se sonrojo y sonrió-. ¿Cómo te llamas?

 

-Tenten –respondió con aire cariñoso.

 

-Bien, tu Tenten pasa y haz un esquema de la integración jurisprudencial.

 

La chica hizo un breve reproche, pero cuando vio que no tendría resultado se levantó y tomo de mala manera la tiza de la mano del mayor.

 

-No sé qué demonios es eso –contestó con hastió la morena.

 

-¿No? Bien, entonces te ayudaremos entre todos. ¿Alguien sabe cómo se integra una jurisprudencia?

 

Todos se observaron confusos, preguntándose de qué carajos hablaba el profesor. Pero solo uno levanto la mano y respondió con seguridad.

 

-Para dar lugar a una jurisprudencia, la decisión es integrada por el Tribunal Supremo o Tribunal Superior de Justicia. 

 

Sasuke que hasta ese momento se encontraba leyendo a unos papeles de su maletín, observo con atención al chico que acababa de dar la respuesta correcta. Era el rubio con el que se había encontrado días atrás en el parque cerca del lago. Y con el que también, sin lógica ni razón alguna había soñado días atrás. Había olvidado ese hecho, pero ahora viendo su cara de nuevo, se acordó de pronto de todo. Recordaba bien que el chico le había dicho que estudiaba allí, pero no recordaba que le hubiera dicho que sería su alumno. O tal vez sí, pero Sasuke le había aprestado tan poca atención en ese entonces que ya ni recordaba lo que le había dicho.

 

-Correcto.

 

El rubio sonrió contento y le saco la lengua juguetonamente a la morena, que solo rodo los ojos y rio a la par de él. 

 

-Vera profesor, nuestro querido Naruto tiene complejo de abogado, por lo que no dejara de parlotear sobre estas inentendibles cosas durante toda la clase –dijo confianzuda Tenten, dándole un pequeño golpe en el hombro al mayor. Sasuke levanto una ceja, reprobando la actitud de la chica, pero esta ajena a eso se reía con el rubio por lo recién dicho.

 

-A mí no me culpes por querer ser profesional en mi vida… tú dijiste que serias… adiestradora de focas, ¿verdad? –pregunto burlón Naruto.

 

-Oye, sueños son sueños –respondió despreocupada.

 

-Bien, basta. Toma asiento Tenten –dijo Sasuke, parando la conversación de los dos. La morena dejo la tiza en la pizarra y se marchó a su pupitre aliviada de no tener que hacer ese esquema.

 

El mayor siguió con la clase y durante el resto de la hora Naruto no paro de mirarlo ni un segundo. Parecía entusiasmado, pero a la misma vez Sasuke tenía la impresión de que constantemente quería decir algo, pero al último minuto callaba. Si bien se destacaba por ser un conocedor del mundo de las leyes, no paraba de parlotear con su compañero de pupitre. Un chico pálido que no dejaba de sonreír tensamente. Cuando el timbre sonó, todos lanzaron una exclamación de euforia ya que eso anunciaba la hora del almuerzo y, por ende, el final de la aburrida clase de derecho.

 

-Para mañana quiero que todos vengan sabiendo lo que es un hábeas corpus, será esencial para aprobar el trabajo que les daré.

 

Todos tomaron sus pertenencias e iban desalojando el aula. Sasuke tomó el borrador y se disponía a la pizarra. Se detuvo a medio borrar cuando noto la prescencia de alguien a su espalda. Era Naruto. Lo miraba con sus celestes y con una sonrisa plasmada en el rostro. Sasuke recordó el sueño, deseo no hacerlo. No era un muy buen sueño que digamos y, todavía trataba de conectar el hecho de que había soñado con alguien que apenas conocía y tenía un mínimo trato.  

 

-¡Naruto, vayamos a comer espagueti! –gritaron unos chicos desde el pasillo. El rubio les contesto que se adelantaran, que en unos minutos iba.

 

-¿Qué te ha parecido el primer día aquí? –le preguntó el rubio.

 

-Bien –respondió frio.

 

-¿Te acuerdas de mí?

 

-Vogue, ¿no es cierto? –contestó, tratando de no ser tan antipático. Después de todo, Naruto parecía ser el único que había prestado verdadera atención a su clase.

 

El menor largo una carcajada, meneando la cabeza de un lado para el otro. Se acercó un poco más hacía el Sasuke, dando más de intimidad a la charla.

 

-Vogue…-repitió burlón-. ¿Aún puedo llamarte Sasuke, verdad?

 

Sasuke afirmó y, noto una vez más esa expresión en la cara del rubio. Su boca se abría y en el momento justo en el que lo hacía se volvía a cerrar. Parecía no encontrar las palabras justas para decirle lo que quería. Parecía inconforme con algo. De pronto se puso muy serio, mirándole fijamente a corta distancia.

 

-¿Por qué estás aquí? –le preguntó. Aunque su voz dejaba detonar algo más, Sasuke contesto lo obvio.

 

-Ya te lo dije, para enseñar derecho.

 

Naruto negó con la cabeza y repitió la pregunta, como si él se hubiese equivocado en la respuesta. Sasuke ya no tenía más ganas de hablar, estaba cansado, y lo único que quería era llegar a la cabaña y tomar una larga ducha. Pensó en el tipo de respuesta que pretendía el rubio que le diera, pero solo encontró una que se ajustara a sus razones.

 

-Para enseñar.

 

-No es cierto –contesto de inmediato el menor. El azabache lo miro incrédulo. ¿Acaso el rubio pretendía saber más que él de sus razones de venir aquí? Definitivamente les estaba dando demasiada confianza a los alumnos de ese lugar. Estaba a punto de replicar, cuando el otro se le adelanto.

 

-Tú no estás aquí solo para enseñar, tú estás aquí también para aprender.

 

No supo que contestar a aquello. No porque no supiera qué decir, sino porque no sabía cómo hacerlo. No entendía a ese chico, no sabía de qué carajo hablaba. Pero estaba tan hastiado de todo aquello, que creyó mejor darle la razón e irse.

 

-Puede ser –dijo sin mucho ánimos más de hablar. Y el rubio esta vez pareció entender. Colgó su mochila al hombro y se dirigió a la salida. Antes de irse le miro desde el umbral tan intensamente, que para Sasuke le fue imposible no reparar en sus ojos.

 

-Sé que estás aquí para aprender. A pesar de tu arrogante actitud estoy seguro que serás de ayuda para todos –dijo Naruto, luego se marchó.

 

 

 

Esta vez Sasuke de verdad no supo que decir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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