Una sonrisa amarga se dibujó en el rostro de Shion, bajó la mirada, como hundiéndose en sus pensamientos; aquello era una mueca de dolor.
Veía a Nezumi en sueños y le temblaban las manos al despertar.
Debió haberse negado a dejarlo ir, sabía a lo que se exponía, pero el impulso había sido mayor, y lo que fuese alegría en su cara pronto se desdibujó a un gesto compasivo, comprendía que el no se sentía como en casa una vez que N° 6 había caído.
Sus manos querían alcanzar el rostro de Nezumi, pero no se atrevía, ni aun cuando sabía que no era verdad no lo hacía. No, no lo haría; y no, no estaba enojado consigo.
No.
Shion era feliz en lo que cabía, pero ver que Nezumi se iba, le partía el corazón.
Un “Nezumi por favor, déjame estar junto a ti” borboteaba en la mente del pequeño Shion; su mandíbula tembló, quería decírselo ahí, pero no, el calló, callaría… aún cuando Shion no pudiese controlar ese impulso de abrazarlo, de rodearle con sus pequeños brazos, de hacerle sentir que lo quería, que lo amaba.
Pero no.
El callaría, sonreiría y de ser posible le daría palmaditas en la espalda, animándolo.
Esa era la forma de permanecer con él, era un: “Estaré aquí para ti, para apoyarte, así que… ánimo”… sí, eso le diría en su próxima pesadilla, eso haría… quería convencerse que así fue…
Aún con ese gesto doloroso hecho sonrisa…
Todo eso Shion pensaba mientras sus manos se revolvían incomodas en su regazo… incapaces de actuar, incapaces de todo…
Atrapadas en una acción que nunca pudo hacer y que añoraba haber hecho.
Con eso en mente Shion decidió iniciar un nuevo día.
( He copiado dos veces el capítulo porque no me dejeban publicarlo :c )
Una sonrisa amarga se dibujó en el rostro de Shion, bajó la mirada, como hundiéndose en sus pensamientos; aquello era una mueca de dolor.
Veía a Nezumi en sueños y le temblaban las manos al despertar.
Debió haberse negado a dejarlo ir, sabía a lo que se exponía, pero el impulso había sido mayor, y lo que fuese alegría en su cara pronto se desdibujó a un gesto compasivo, comprendía que el no se sentía como en casa una vez que N° 6 había caído.
Sus manos querían alcanzar el rostro de Nezumi, pero no se atrevía, ni aun cuando sabía que no era verdad no lo hacía. No, no lo haría; y no, no estaba enojado consigo.
No.
Shion era feliz en lo que cabía, pero ver que Nezumi se iba, le partía el corazón.
Un “Nezumi por favor, déjame estar junto a ti” borboteaba en la mente del pequeño Shion; su mandíbula tembló, quería decírselo ahí, pero no, el calló, callaría… aún cuando Shion no pudiese controlar ese impulso de abrazarlo, de rodearle con sus pequeños brazos, de hacerle sentir que lo quería, que lo amaba.
Pero no.
El callaría, sonreiría y de ser posible le daría palmaditas en la espalda, animándolo.
Esa era la forma de permanecer con él, era un: “Estaré aquí para ti, para apoyarte, así que… ánimo”… sí, eso le diría en su próxima pesadilla, eso haría… quería convencerse que así fue…
Aún con ese gesto doloroso hecho sonrisa…
Todo eso Shion pensaba mientras sus manos se revolvían incomodas en su regazo… incapaces de actuar, incapaces de todo…
Atrapadas en una acción que nunca pudo hacer y que añoraba haber hecho.
Con eso en mente Shion decidió iniciar un nuevo día.