Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SeCcIóN De NiÑoS por beautiful demon

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: ^^ hola de nuevo!!!! jajaja espero que les guste esta pequeña historia medio rara, y espero que el lemon me haya salido bien jajaja =D ya ven todavía soy principiante T.T Bueno disfruten mucho de esta historia, dejen comentarios por fa!! ya saben que no importa si me la quieren mentar (bueno no tanto pero si digan si esta mal o ps bn) jojo bueno sólo espero que les guste y ya ^^ gracias por leer mis tonterías =P ahí se ven.
Sección de Niños
  

Nota: Todo lo aquí mencionado no es verdadero, ni los personajes ni la librería ni las calles (aunque bueno, la librería sería mi sueño hecho realidad *o* jojo).

Advertencia: contiene temática yaoi.

One Shot

 

La librería era tan grande que ocupaba toda una cuadra. Colindaba desde la siete poniente hasta la nueve poniente, entre la dos y cuatro sur. Se extendía en la calle empedrada como un edificio de cuatro pisos sobrio y magistral con sus paredes grises, sus puertas metálicas y automáticas, y su letrero grande con letras plateadas y fondo negro anunciando el nombre de la librería: Knowledge Sand.
Tal vez era muy moderna para el centro histórico de la ciudad, pero era hora de cambiar según los dueños habían dicho. Era casi como un centro comercial al entrar, un centro comercial de libros.
Ya que cruzabas esas puertas metálicas te topabas con un olor a café y libros pues frente a ti se encontraba una cafetería en donde se podía leer muy a gusto y al los lados podías fijarte en las hileras de libreros de madera fina y por un momento, como si el tiempo se detuviera para sólo dejarte observar la grandeza de aquel lugar, el asombro te invadía a ver tal cantidad de libros, de todos lo temas, de todos los tamaños, de todos los colores.
Esto mismo le pasó a Lucio cuando tenía de la mano a su hermanito de siete años.
-Lu, Lu- dijo apurado el chiquillo-vamos, apúrate- le agito la mano- ¡Lu!
El chico le miro como volviendo de otro mundo con sus ojos celestes y frunció el ceño.
-Ya te dije no me digas así, Santi.
-¡Ya vamos!
El chico rezongo.
-Bueno ya vamos.
-¡Yupi!
El pequeño salió corriendo enloquecido por comprar su libro, Lucio desaprobó con la cabeza mientras la gente miraba al niño como salido del manicomio y se dirigió a las escaleras eléctricas esperando a que su hermanito se diera cuenta de que debían subir para ir a la sección de niños.
El niño al verse solo, busco con la mirada a su hermano y lo encontró junto a las escaleras, esperándole. Sonrió tan inocente como un niño puede ser y se dirigió hacia él.
Ya cerca, Lucio le revolvió los cabellos finos y rubios antes de subir.
-Ay Santi, pareces cabrita loca.
El pequeño hizo un puchero cruzándose de brazos.
-Cabrita loca tú- dijo enojado.
-No te vuelvo a traer.
-¡No! no es cierto- dijo apurado levantando su pequeña cara para ver a su hermano más alto que él.
Lucio sonrió travieso viéndose encantador con su sonrisa de dientes blancos y parejos.
-Está bien.
Lucio suspiro, no comprendía como a su hermano de tan corta edad le interesaba leer. A él le aburría, mejor revistas, ni tan largas ni aburridas.
Llegando al segundo piso, Lucio miro el mapa del edificio que estaba a dos metros de las escaleras en una vitrina alumbrada, asegurándose de que ese era el piso.
El niño ya se iba por la derecha, Lucio lo agarro del gorro de la chamarra antes de que se fuera.
-Es por aquí.
-Ay…
Lo jalo hasta que los dos caminaron a la par en ese pasillo iluminado y le tomó de su mano pequeña para no perderlo.
Santiago balanceaba su mano con la de su hermano dando pequeños saltitos mientras miraba con atención a su alrededor buscando su tan deseado libro. Se veía gracioso en tan grande chamarra roja y él un pequeño de metro y veinte centímetros, menudito y carismático. Su hermano a su lado se veía casi paternal, mirando alrededor sin mucha atención buscando la portada con un mocoso de lentes redondos y escoba: Harry Potter, el libro que tanto quería su hermanito.
-¡¡¡Ah!!!- gritó de repente Santi- ¡Ahí esta!
Se soltó de su hermano corriendo hacia el estante lleno de los libros de Harry Potter.
Lucio lo dejo correr, levanto la vista percatándose del letrero con chispitas amarillo y colorido con las palabras: Sección de niños.
Siguió a su hermanito que hojeaba con emoción el libro. Le volvió a revolver los cabellos.
-¿Es ese?
El pequeño levanto la vista con una sonrisa iluminada.
-¡Si!
Lucio sonrió disimuladamente, complacido con la felicidad de su hermano menor.
-Entonces ya vámonos.
-Nooo…- dijo con decepción- quiero ver qué más hay.
Lucio ladeo sus ojos y suspiro cansado.
-Esta bien, pero no te tardes ni te pierdas.
-No
Y el niño salió corriendo.
Lucio volvió a mirar a su alrededor, sin saber que hacer, y un poco acalorado por la calefacción que había en la librería, decidió recogerse su cabello canela ondulado que le llegaba a los hombros con una liga que tenía en la muñeca.
Caminó mirando los libros que había sin interés alguno. Y caminó y caminó hasta que llego a un espacio con mesitas y sillitas donde había muchos niños poniendo atención al cuento que estaba siendo leído por la buena razón por la que empezaría a ir a la librería a la sección de niños: una chica de rubios y lacios cabellos que le llegaban a la mitad de la espalda, con ojos verdes y tan brillantes como la esmeralda, tan delgada y pálida como el aire que respirabas en un día de invierno, con unos labios rosas pronunciados y unas nariz chata que la hacía ver aniñada. Vestida con una playera verde, unos jeans deslavados y calzando unos cómodos tenis de vestir.
Lucio la miro fijo, observando cada detalle y movimiento que hacía al leerle a ese montón de niños hasta que la chica se percato de su mirada y le vio al tiempo que sonreía coqueta sin dejar de leer y hacer ademanes graciosos para los niños, pues después de todo, Lucio era atractivo.
El chico miro la hora en su reloj de muñeca preguntándose cuando terminaría. Sólo esperaba que antes de que su hermanito lo hiciera.
Para su suerte, tan sólo unos minutos después, terminó. La chica se despidió con cariño pidiéndoles que regresaran el día de mañana para escuchar el cuento del Gato con Botas. Un “Ah” de decepción se oyó y la chica se paró mirando a Lucio un poco incitante, lo que le animo a acercarse.
Ella acomodaba los libros que había leído hace unos momentos en los estantes correspondientes.
-Hola- saludo con voz acariciante.
La chica sonrió sin que él lo notara.
-Hola ¿se le ofrece algo?
-Háblame de tú.
La joven sonrió.
-¿Se te ofrece algo?
-Tu nombre.
La chica alzo su rubia ceja con una sonrisa burlona.
-¿Mi nombre? ¿Para qué podría serte útil mi nombre?
Lucio entendió, se estaba haciendo la difícil.
-Pues para muchas cosas- sonrió acercándosele.
La rubia abrazo el único libro que le quedaba en su pecho sin dejar de sonreír desafiantemente.
-¿Cómo que?
-Tal vez… para invitarte a salir.
Ella alzó las cejas con falsa impresión.
-¿A una desconocida?
-Dije tal vez- sonrió burlón.
-Bueno, pues…- sus ojos le brillaron de forma seductora-...tal vez mañana te de mi nombre- sonrió triunfante mientras metía el último libro en el estante y daba media vuelta para dejarlo solo.
-Entonces mañana- susurró.
Después de eso, Lucio busco a su hermano para irse y aunque Santiago no quería irse, Lucio le prometió que al día siguiente regresarían. Santiago aceptó emocionado mientras compraban su libro en una de las cajas.
Y así fue como Lucio empezó a ir a la sección de niños cada vez que iba a la librería, con o sin su hermanito, siempre a las cuatro de la tarde para visitar a la chica rubia de la cual después de tres días supo que su nombre era Emma gracias a uno de los compañeros de trabajo.
Después de una semana de cortejarla y hablar con ella se volvieron como amigos, pero aún así había más algo que amistad. Siempre insinuaciones, siempre sonrisas coquetas, siempre abrazos muy cariñosos, siempre casi besos. Lucio se divertía mucho con Emma, y quería que ser algo más que su amigo; era la chica perfecta para él, la chica que lo visitaba por las noches dormido con su sonrisa invernal sin dejar de ser lo suficientemente cálida, la chica de sus sueños. Pero todo cambió después de dos semanas, un día lluvioso en que hacía mucho frío a las cuatro de la tarde como siempre en la librería en la sección de niños, esperando esta vez a que Ema saliera porque le toco hacer dos turnos.
Estaba sentado en una de las sillitas de los niños mientras algunos le miraban como un gigante puesto que medía uno ochenta a la edad de los dieciséis. Los miraba un poco antipático pues no le gustaban los niños, mas que su hermanito, loco sin remedio parecido a él. Sonrió al pensarlo y extraño tenerlo cerca gritando de emoción por cada libro que veía.
Suspiro sin ánimo. De pronto, en medio de tanto silencio y una que otra exclamación por los niños, logro escuchar algo parecido al sonido de los platos de una batería sonando en un ritmo fuerte y rápido.
Busco con la mirada curioso por saber que era y al ver que no era cerca, sin nada mejor que hacer, se animo a buscar interesado en escuchar más. Caminó entre los estantes y a veces paraba para ver uno que otro libro, el cumpleaños de su hermano estaba cerca. El sonido lejano de la batería paro, Lucio alzó la cabeza tratando de escuchar, después siguió otra vez y ahora le resultaba más cerca el sonido de las baquetas pegando contra los platos.
Paro, al ver que, sentado en el piso con una pierna flexionada y otra extendida con la espalda recargada en uno de los estantes, estaba un chico con unos audífonos moviendo la cabeza al compás de su música y con un libro entre sus manos. Tenía el cabello negro y lacio un poco despeinado, un poco largo, pero no pasaba del principio de las orejas. Su tez era bronceada, su nariz recta y poseía una mandíbula fina al igual que sus labios. Vestía unos jeans gastados y una sudadera negra con gorro calzando unos tenis negros también.
Sin saber muy bien por qué, deseo que el tiempo se detuviera para siempre tener con él esa imagen que se presentaba ante sus ojos, con ese chico concentrado en el libro y su música, como si nadie más existiera, como si nada más importara; por alguna extraña razón sintió su estómago revolverse invadido por los nervios… por alguna extraña razón lo único que quería hacer era observarlo en esa misma posición sin que fuera descubierto, pero eso no fue posible, el grito de una niña lo distrajo a él como al otro chico que al voltear en la dirección en la que estaba pudo notar que la mayor parte de su cabello estaba de un lado cubriéndole parte de uno de sus grandes y expresivos ojos azul oscuro, el izquierdo.
El chico le miro confundido, y del otro lado salió una niña pequeña de no más de seis años con un libro en manos para asustar al chico.
-¡¡Ian!!- llamó la pequeña.
El chico volteo exaltado hacia el otro lado, donde estaba la pequeña de negros cabellos y ojos color miel.
La niña comenzó a saltar.
-¡Lo encontré, lo encontré!
-¿Qué?-preguntó el otro sin poderle escuchar por los audífonos.
-¡QUE LO ENCONTR…!-grito a su oído cuando rápidamente le quitaba el audífono de su oído.
-¡Ah! ¡Carajo! Lily no hagas eso.
Lucio sonrió un poco divertido con la escena. La niña dejo de saltar y lo vio triste.
El otro chico se quito el audífono.
-Ya, perdón, no quise decir eso pero me dolió.
-Perdón- dijo con la cabeza gacha.
-¿Qué encontraste?
-El cuento de Blanca nieves- sonrió feliz.
- ¬¬ lo hubiéramos encontrado hace horas si hubiéramos pedido ayuda.
-Ay ya no seas exagerado, ahora voy a buscar otro.
-¡No!- la niña ya se había ido-U.U maldición.
Se puso de nuevo sus audífonos cuando recordó al otro chico que le miraba hace poco, volteo, pero no lo encontró. Se encogió de hombros y se dispuso a leer otra vez.
Lucio había salido en cuanto pudo mover los pies de ahí. Se había sentido terriblemente nervioso y no sabía por qué lo cual lo asusto más.
Ian… su nombre era Ian…y sonrió gustoso de saberlo aún sin tener alguna razón para estarlo.

 

******************

 

El teléfono sonó una vez más para desesperarlo. Se paró del sillón refunfuñando y maldiciendo a cualquier cosa que se le cruzaba hasta llegar a la mesita en donde estaba el teléfono.
-Bueno…- contestó.
-Lu ¿Por qué no me esperaste?
-Maldición Emma ya te he dicho muchas veces que me choca que me digan Lu.
La risa de la chica resonó del otro lado del auricular.
-Pero si así te dice tu hermanito.
-¡Pero mi hermanito! ¡No tú!
-Bueno ya, que genio, te despertaste de malas ¿eh?
-No, disculpa, pero es que me caga que me digan así.
-Ok, perdón, ¿ya me vas a decir por qué no me esperaste?
-Ah…
Lucio recordó al chico sentado sobre el estante y a la niña gritona, y de nuevo sintió esa sensación de un tirón en el estómago.
-¿Y bien?
-Es que ya no pude ir.
La chica gruñía.
-Pero si me dijeron que te vieron ahí a las cuatro y que me estabas esperando, pero que de repente te fuiste.
-“Puta madre”- pensó, pero después recapacito, ¿Por qué se había ido?- Sí, pero lo que pasa es que me hablaron al celular mis papás para que fuera a recoger a Santi a sus clases de francés y ya no le pude avisar a nadie para que te dijera.
-Ah… no sabía que tu hermano iba a clases de francés.
-Bueno pues ahora lo sabes- ¿Por qué había mentido?
-Está bien…- dijo dudando- pero mañana si vienes ¿no?
-¿Y para qué quieres que vaya?- comenzó a bromear.
-Pues…-se oyó nerviosa- pues para…-carraspeó un poco.
-Jaja sólo estoy bromeando.
Ella gruño.
-¿Entonces mañana a las cuatro?
-Si.
-Entonces te veo mañana.
-Si, nos vemos.
Lucio colgó. Se quedo con la vista fija en el teléfono sin quitar la mano del auricular preguntándose a sí mismo, cuestionándose. ¿Por qué había mentido? ¿Por qué de repente ya no se sentía tan emocionado de ver a Emma? ¿Por qué lo único que rondaba en su cabeza era la sensación que le había causado ese chico? ¿Por qué de repente el frío le recorrió la espalda de tan sólo pensar en él?...Ian…pensó… tantas preguntas sin respuesta…caminó taciturno por el pasillo de su casa y detuvo sus pasos en la sala, detrás del sillón más largo de esta. ¿Qué le pasaba?... ¿Qué me pasa?- Se preguntó… suspiro, como si una oleada de dolor y confusión le pegara en los pulmones; nunca antes se había sentido tan mal, tan confundido, con tantas preguntas en su cabeza… preguntas que no tenía respuesta, que lo único que le traían a la cabeza era su nombre…Ian… subió las escaleras sin hacer mucho ruido, estaba solo... Ian… abrió la puerta de su cuarto dirigiéndose primero a su reproductor de CD’s. La espectacular voz del vocalista y guitarrista de Kashmir, Kasper Eistrup, se coló por las bocinas emitiendo la dulce canción de rocket brothers haciéndolo sentir más deprimido. Se dejo caer en su cama, de espaldas y poniendo su cabeza en sus manos, pensando con la mirada hacia el techo blanco con un póster de Verdena en él… Ian…pensó una vez más…-Ian… ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti?- se preguntó una vez más. Sus ojos se entrecerraban guiados por un sueño provocado a propósito como cada vez que se sentía mal prefiriendo dormir que pensar, prefiriendo escapar a un mundo conocido sólo por él, prefiriendo dejar esas preguntas en el aire, sin contestar, sin pronunciar, en olvido donde tal vez ya no las volvería a encontrar. Sin embargo se quedarían ahí, impregnadas como pintura en su mente…Ian…su voz, sus ojos, su mirada azul penetrante y oscura…Ian…y el nombre se le escapo de los labios igual que el aire antes de cerrar sus ojos por completo.

 

******************
Lucio había decido no pasar por la librería unos cuantos días, tal vez tres, tal vez cuatro, tal vez toda la semana; había faltado a la última cita con Emma. Pero ante la exigencia de la misma, fue dos días después aunque acompañado por su hermanito.
El aroma de café y libros nuevos lleno su nariz en cuanto entro. Sus manos estaban frías y sudaban. Lucio respingo molesto porque eso sólo demostraba que estaba nervioso, como si fuera a hablar en público, pensó. Agarró por el cuello a Santi para que este no se quejara de sus frías manos.
Caminaron directo a las escaleras eléctricas, Lucio metió sus manos en sus bolsillos tratando de calentar sus manos. Movía nerviosamente su pierna derecha mientras subía mirando alrededor de todo el lugar, sintió un incómodo nudo en la garganta.
-¿Te pasa algo Lu?
Lucio sonrió de lado.
-No.
El pequeño lo vio suspicaz.
Llegando a la segunda planta giraron hacia la izquierda, directamente a la sección de niños. Santi le tomo la mano como era costumbre y noto las manos frías de su hermano pero no les dio importancia.
Lucio siguió nervioso hasta llegar donde Emma hacía gestos chistosos que hacían reír a los pequeños. Ver a la rubia lo tranquilizó y sonrió al ver que ella ya había notado su presencia. Santi se echo a correr para sentarse junto con los otros niños para escuchar a la chica.
Emma hacía voces graves y aguadas dependiendo del personaje que interpretaba entreteniendo como mucho éxito a los niños. Daba movimientos rápidos, caminaba de un lado a otro con zancadas grandes, como las de un malévolo brujo, o pequeñas, como las de una delicada princesa. Lucio no pudo reconocer el cuento que interpretaba pero le entretenía ver los gestos de la chica. Y otra vez, estando ahí, observando a la chica de sus sueños, se sintió otra vez seguro y confiado, sin ningún problema en la cabeza que le hiciera flaquear. Miró su reloj de muñeca, faltaban treinta minutos para que la chica acabara. Entonces decidió sentarse en una de las sillitas hasta atrás para que nadie notara su presencia, cosa imposible porque de todos ahí- que medían apenas un metro o rebasándolo-, era el único que medía casi dos metros. No obstante, no importo, pues todos estaban concentrados en Emma.
La mente de Lucio voló pensando en lo que haría después con Emma. Había planeado ya: llevarla al cine, después a comer algo rápido, caminar por ahí sin hacer nada, y hablar de todo y nada con ella, como solía hacer.
-Sólo que tendremos que llevar a mi hermanito U.U- pensó
 Pero fue en medio de sus planes que la musiquita, como si estuviera a kilómetros, interrumpiera su concentración devolviéndole toda esa confusión de dos días en un segundo. Sus manos le temblaron y volvió a alzar la cabeza buscando de donde provenía aquel ruido ya conocido para él que era como el anuncio de aquél que raramente había llenado sus pensamientos hasta hace momentos atrás.
Por un momento, el impulso de ir a ver si era él lo invadió, pero se detuvo, más nervioso que antes moviéndose un poco en la pequeña silla.
La música se oyó más cerca y un poco alertado, volvió a buscar con la mirada. ¿Era emoción o miedo lo que sentía? Maldijo en su cabeza por no poder contestarse esa pregunta pues cualquiera de las dos hubiera sido bochornosa para él.
Abrió en demasía los ojos, el aire lleno sus pulmones en una gran cantidad, trago saliva y trato de respirar hondo para tranquilizarse. Ahí estaba, al lado de él de la mano con esa pequeña que lo acompañaba la última vez, con uno de sus audífonos colgando y el otro en la oreja, con sus jeans desgastados y otra sudadera color azul con letras rojas en el pecho, con unos tenis de vestir de nuevo negros y una mano metida dentro del bolsillo de su sudadera. De pronto se sintió chiquito en aquel espacio.
La niña tiro de la mano del chico que tenía la mirada en otro lado. El chico de cabellos negros miro abajo viendo la gran sonrisa de la niña.
-¿Puedo?- dijo señalando hacia Emma.
El chico torció la boca.
-No señales Lily.
-Oops, perdón- dijo apenada la niña.
Ian sonrió y Lucio a su lado lo vio fascinado.
-Si, puedes ir.
La niña dio un pequeño saltito y corrió hacia la bola de niños. Ian suspiró y se sentó en el suelo aún cuando de su lado derecho estaba otra silla. Se colocó el otro audífono que le colgaba y de la bolsa trasera de su pantalón saco un libro enrollado y un poco arrugado disponiéndose a leer. A Lucio le latía muy rápido el corazón, la sangre se le subió a la cara y de repente ya no sintió tanto frío sino mucho calor; quería que se lo tragara la tierra, que el otro no lo viera, y otra vez, no sabía por qué.
Quizás si Lucio no se hubiera movido tanto por el nerviosismo, Ian no lo hubiera notado, pero lo hizo, pues Lucio se removía incómodo en la sillita.
Ian volteo hacia donde él estaba, a menos de dos metros y le observó curioso. Se volvió a quitar un audífono.
-Eh…-carraspeó un poco para llamar la atención del chico- ¿Se siente bien?-preguntó en voz baja.
Lucio lo miro como si estuviera asustado, quedándose tan estático que le causo extrañeza a Ian.
-Ehh…sí-dijo apenas con un hilo de voz.
Ian sonrió forzadamente viéndolo como bicho raro.
-Ok…
Su mirada se dirigía nuevamente a su lectura cuando Lucio le interrumpió.
-Si-dijo un poco más alto- gracias.
-De nada.
Lucio sentía caliente su cara, creía que estaba sonrojado y no se equivocaba. Sintiéndose nervioso dejo de hablar e Ian se coloco de nuevo el audífono en la oreja y se concentro en su libro sin prestar mucha atención al otro.
-¿También traes aquí a tu hermanita?- preguntó de repente queriendo hacerle conversación. A pesar de todo, tenía muchas ganas de hablar con él, cruzar más de dos palabras.
Ian volteo.
-¿Perdón?-preguntó quitándose ambos audífonos.
-Eh…-dudó-¿Qué si tú también traes a tu hermana?
-Ah…Si ¿Y tú?
-Jajaja pues sí claro, ni modo que venga a ver yo los cuentos- dijo nervioso.
Ian lo miró raro, un poco desconcertado por su acelerada respuesta.
-Perdón- dijo apenado Lucio- es que… luego piensan que vengo aquí porque me gustan los cuentos de niños.
-¿Y eso esta mal?- le preguntó ceñudo.
-No, claro que no, pero...-las manos sudadas, los latidos de su corazón, no se sentía capaz de hablar.
-…- Ian le miro expectante.
Por primera vez en mucho tiempo, Lucio se había quedado sin palabras, no encontraba que decir para mantener la conversación con Ian y lo peor es que las malditas preguntas confusas es su cabeza iban aumentando no dejándolo concentrarse. Sentía como si tuviera trece años, cuando empezaba a hablar con las chicas para invitarlas a salir…otra pregunta en su cabeza ¿Por qué lo comparaba con chicas? Puta madre-pensó enojado.
-Entonces vienes por esa chica- le afirmo viendo a Emma con una mirada de sospecha haciendo así que la conversación siguiera- si muchos lo hacen…- bostezo cubriéndose la boca con el libro.
-Jaja, de hecho…- susurró-esto… no me he presentado, mi nombre es Lucio.
-Con que Lucio… yo soy Ian.
Estrecharon las manos.
-Entonces tú eres el chico del que me contó Emma…-entorno sus ojos azules Ian.
-¿La conoces?
-Claro- contestó sonriente- es mi amiga.
-¿Te ha hablado de mí?- preguntó curioso pero más cómodo.
-Pues... sí, más o menos.
-Ah… ¿qué estas leyendo?- preguntó refiriéndose al libro.
Ian levanto el libro y le enseñó la portada.
-Las muertas- leyó Lucio- ¿y que tal?
La plática se alargo y se hizo más amena pasando los segundos. Aunque Ian no se mostraba muy interesado al principio, al saber que ese chico era quien le gustaba a su amiga y era de quien tanto le había hablado maravillas se mostró curioso por conocerlo. Lucio, por su lado, ya no se sentía tan incómodo; sin embargo el nerviosismo seguía presente pero se convenció a sí mismo que era debido a que era el primer amigo de Emma que conocía aunque cada vez que veía la sonrisa medio seria, medio afable de Ian se sentía un poco cohibido, un poco maravillado, un poco confundido, un poco molesto.
Ian volvió a entornar sus ojos.
-Oye… ¿yo ya te había visto antes? ¿No?
-¿A mí?…-fingió sorpresa.
-Si…- meditó unos momentos-sí… ¡sí, ya me acorde!- exclamo- fue cuando vine como hace dos días con mi hermanita, estabas parado ahí-señalo un punto a lo lejos- como si hubieras visto a un fantasma, de seguro te asusto el grito de Lily- rió un poco.
Lucio oyó complacido la risa de Ian, y pretendió hacer memoria a pesar de que era en lo único que había pensado esos últimos días.
-¡Ah si! Ahora recuerdo jajaja-rió- sí lo que pasa es que no espere encontrarme con alguien en el suelo y después que saliera una niña gritando.
-Sí, Lily es muy gritona U.U
-También mi hermano.
-¿En serio?
-Si, la primera vez que vinimos se puso a correr como loco, nos veían raro ^^U
-Bueno, es que aquí hay pura gente eh… mmm… medio…- “idiota”- pensó para sí-prejuiciosa- sonrió de lado.
-Ehh si algo así...también un poco por el lujo que hay.
-Sí…Por eso no me gusta tanto venir.
-¿Ah no?
-No, la verdad prefiero quedarme dormido toda la tarde o andar por ahí con los amigos, pero mi hermana es tan chantajista…bueno también que la quiero-dijo esto último mirando hacia otro lado lo cual causo una sonrisa en Lucio.
-Si… yo también quiero al demonio de Santi…-susurró.
Ian lo observó, por primera vez, interesado realmente por el cariño similar que les tenían a sus hermanos, sonrió también notando los ojos celestes y profundos de Lucio mirando con cariño a uno de los pequeños dando la espalda. La sonrisa se le borro en ese momento y volteo un poco molesto consigo mismo.
-¿Tienes hermanos mayores?-preguntó Ian distrayéndose a sí mismo.
-Eh… sí, una hermana, pero esta en la universidad y ya no se la pasa tanto en casa ¿Y tú?
-No, soy el mayor, Lily y yo somos los únicos.
-Ah…y…-jugó un poco con sus dedos- ¿tienes n…?
Su pregunta fue interrumpida por un “Ah…” largo y lleno de decepción. Emma había acabado y les volvía a sonreír pidiéndoles que regresaran mañana.
Lucio se mordió el labio y con una extraña sensación de amargura se negó algo que quizás era la respuesta a todas sus preguntas, pero era imposible…imposible…volteo hacia Ian dándose cuenta que este ya se estaba levantando pues su hermanita había regresado con él, vio a Santi acercarse junto con Emma.
-¡Hola!- saludo animada la chica-¿te gusto?
-Eh… pues…
-No pusiste atención ¿Verdad?
Lucio trató de sonreír.
-Em…- la chica volteo distraída antes de reprender al chico- hola- saludo con una media sonrisa.
-¡Ian! Otra vez por aquí- lo saludo con un beso en la mejilla.
-Sí, por Lily.-dijo señalando un poco más abajo.
-Ehh…no hay nadie ahí- dijo Emma.
Ian buscó a su alrededor.
-Put…
-¡Hey, hey! No se usa ese vocabulario en la sección de niños-regañó Emma a la vez que le  tapaba los oídos al pequeño Santi quien se encontraba de la mano de su hermano mayor.
Lucio soltó una pequeña risa. Ian movió un poco el mechón que le cubría parte de su ojo izquierdo, el otro lo observó.
-Tan…- volteó queriendo quitar ese pensamiento de su mente.
-¿Qué voy a hacer con esta niña? T.T- dijo desesperado Ian.
Emma rió.
-Si que se mueve rápido la peque.
-No me resulta gracioso Em.
-^^ A ti, pero a mí sí jajajajaja
-¬¬…-masculló por lo bajo palabras que Emma no entendió.
-Ah, cierto, ¿ya te presente a Lucio?
Ambos se miraron, Lucio la desvió de inmediato, Ian lo vio extrañado.
-Si, hace poco que nos conocimos.
-¿En serio? Que bueno ^^ ¿Qué te parece? XD
-o.o oye estoy acá.
-Pues…-Ian lo vio fijo, Lucio le vio expectante, nervioso- no lo conozco bien todavía.
Lucio torció los labios en una mueca de desagrado.
-Ah…
-Pero me parece buena persona.
El chico sonrió levemente.
-Además de guapo ¿eh?
Ian blanqueo los ojos.
-Si tú lo dices.
El aludido se sintió un poco lastimado.
-¿Por qué?- Oye pero ¿cómo le preguntas a él? Es obvio que soy una guapura- trato de disimular.
-Ya le salió lo vanidoso U.U OH vamos Ian, ¿si o no esta guapo? Tú los criticas mejor que yo ^^
-Mi opinión no vale.
-Si, aparte es hombre- apoyo Lucio un poco molesto.
-Si, pero…-la chica le consulto con la mirada-¿puedo?
-¿Qué?
-Decirle.
-¿Decirme qué?- intervino Lucio.
-Me viene valiendo ma…
-¡Sección de niños Ian! ¡Recuerda! ¡Sección de niños!
-¬¬…-volvió a mascullar.
-Entonces ¿sí?
Se encogió de hombros.
-¿Qué?-volvió a insistir Lucio.
Emma no se decidía, Ian la vio un poco harto. Siempre era igual.
-Soy gay- dijo al fin Ian.
-Ah…- tardó en asimilarlo- No pues… bien.
Algo dentro de él sintió una cálida emoción, similar a cuando se es consciente de una oportunidad.

 

******************

 

“Soy gay” pasó por su cabeza una vez más, analizando cada palabra y movimiento con el que recordaba lo había dicho, aunque no había nada que analizar.
Ian lo había dicho sin el menor problema sintiéndose cómodo con decirlo y sin importarle lo que pensara de él cuando se lo dijo.
-Ian… ¿Por qué pienso tanto en ti?- se susurró.
Miraba meditabundo hacia un punto fijo. Era como si estuviera ahí pero a la vez no, sentado en esa banca del parque en una época donde el frío era dueño del clima. Se escondía cada vez más entre su chaqueta café metiendo la cabeza para sentirse más cálido.
Después de que le hubiera hecho tal confesión, se habían puesto de acuerdo para salir los tres juntos, más bien los cinco, ya que llevarían a sus pequeños hermanos. Ian se había demostrado muy serio, en la librería y más después de haberle dicho que era gay; era algo normal pues la contestación entrecortada y dudosa de Lucio le había hecho pensar a Ian que era un homofóbico como tantos otros, pero no era así. De hecho Lucio tenía la ligera sospecha de que le había alegrado oír eso. Cada vez más pensaba en la misma posibilidad que hace unos días, al entablar la primera conversación con Ian, la respuesta a todos sus por qué  había llegado con ver su sonrisa ladeada y su mirada profunda como el mar, hablando desentendido y tranquilo. Pero cada vez que lo más lo pensaba, más se lo negaba.
Sí, era cierto que en los últimos días pasaba mucho tiempo con Ian, incluso más que con Emma. Había descubierto en él una inteligencia admirable y una afabilidad y humor que no había notado antes gracias a su seriedad; le gustaba gastar una que otra vez bromas llenas de sarcasmo, divertirse con cosas simples y sin complicaciones; era alguien que no te criticaba y con quien podías ser tú mismo, sin fingir ser alguien más, sólo tú. Sí, le gustaba pasar el rato con él, pero eso no significaba que le gustara de otra manera, no, era imposible...Ian
Pero cuando lo sorprendía por detrás saltando sobre él y rodeando el largo cuello de Ian, cuando “jugaba” con él, cuando rozaban sus manos sin querer, cuando sentía cosquillas al verlo, cuando lo miraba a los ojos…
-Ian…-volvió a susurrar.
-¿Qué?
Lucio salto un poco del banco, sorprendido ante la repentina aparición del chico.
-Eh…yo…esto…te…eh vi y esto…
Ian alzó una ceja mientras le ofrecía un vaso de plástico con café en él, el otro negó con la cabeza. Había olvidado que el otro sólo se había ido por un momento a comprar algo caliente para después irse a hacer nada juntos por ahí.
-¿Siempre tartamudeas tanto?- se sentó a tu lado.
-No…
-¿Entonces por qué siempre que te hablo te pones hablar como tonto?
-Eh, no, es que siempre me tomas por sorpresa.
-Ah… ¿y eso es bueno o malo?
-No pues no sé jeje.
Le vio directamente a los ojos, fijamente, haciéndole a sentir a Lucio como si no hubiera nadie más que ellos dos. Desvió el rostro, nervioso, no le gustaba cuando hacia eso porque era como si… como si…
-¿Por qué nunca me mantienes la mirada?
-Es que no aguanto la mirada de nadie- contesto sonriendo- soy muy tímido…
Ian rió burlón.
-Eso nadie te lo cree Lu.
Después de tres semanas de casi siempre encontrarse en la sección de niños debido a sus hermanos, de a veces hablar por teléfono, o de salir a dar una vuelta por ahí juntos, ya habían tomado confianza aunque Ian no sabía que a Lucio no le gustaba que le dijeran Lu, pero a Lucio le había agradado que le llamara de esa manera así que no le dijo nada. Sin embargo, había algo extraño siempre presente entre ellos y era ahora cuando Ian empezaba a preguntar para saber qué era; consideraba ya a Lucio como a uno de sus amigos, se preocupa por él, pero más que por Lucio, por él mismo, por lo que sentía hacia él no le hiciera daño a ninguno de los dos.
-A Emma sí, siempre que hablas con ella la miras a los ojos, a mí no.
Lucio entorno los ojos y frunció un poco el ceño al oír el tono de voz con que lo había dicho: con una suavidad amarga, casi dolorosa. Volteo para ver el perfil de Ian quien miraba el café, sus ojos vacíos e inexpresivos le hicieron sentir mal. Y fue ahí, cuando la opresión en el pecho y el dolor palpitando por su cuerpo preocupado por hacerle daño a Ian, le afirmo con fuerza lo que había estado en su mente hace tres semanas.
Se mordió el labio mientras desviaba una vez más el rostro; un silencio ahogante se mantuvo entre los dos. Lucio dudo, inseguro como nunca antes.
-Ian es que yo…- el chico volteo hacia él- últimamente no me he sentido seguro en nada, me siento muy confundido, de hecho me he sentido muy mal; odio estar confundido, me deprime…a veces siento que no soy yo.
-¿Por qué?- Ian lo vio preocupado.
Lucio sonrió con un poco de ironía asomándose en él.
-¿Sabes? Es lo mismo que yo me preguntaba ¿Por qué?...-le miro a los ojos ahora seguro- y tras haber pensado tanto, de confundirme tanto, de negarme tanto, encontré una respuesta… una respuesta a todos mis por qué; la respuesta siempre estuvo ahí sólo que no le hice caso, no quise hacerle caso, la deje tan abandonada como me deje a mí en medio de todo esto… todo empezó cuando te vi- Ian frunció levemente el ceño sin entender todavía bien- sentado en el suelo oyendo tú música y leyendo ese libro que siempre traes en el bolsillo trasero de tus jeans…desde que oí a tu hermana gritar tu nombre no pude olvidarte, te mentí cuando te dije que no recordaba haberte visto ese día, claro que lo recordé, me estuvo confundiendo por dos días y no quise pisar de nuevo la librería porque tenía miedo de verte otra vez y yo me preguntaba por qué… era tan obvio que no quise aceptarlo, pero ahora… hacerte daño con esto no es lo que quiero, pero sin querer lo hice y ahora lo sé, estoy seguro de ello, de lo que siento… Ian… me gustas…-bajo la mirada- no te pido que me correspondas… sólo te pido que no que no me ignores después de esto, que sigamos siendo amigos…sólo eso.
El silencio volvió más incómodo que la vez anterior. El frío se intensifico así como el nerviosismo de Lucio. ¿Por qué no dice nada?- se preguntaba, y al hacerse esa pregunta supo que Ian no sentía nada por él y aunque no esperaba más, era una bonita ilusión imaginar que Ian le hubiera besado en esos momentos. Sonrió un poco, sí, un beso no hubiera estado mal.
Quiso correr de ahí, desaparecer en el momento que había dicho me gustas, vivir sin se consciente de lo que había hecho.
-Yo…
-Mejor me voy- interrumpió a Ian antes de que dijera más.
No quería oír un “tu no me gustas” o un “sólo te quiero como amigo”, quería irse antes de oír crujir su corazón en su pecho, quería irse antes de que el dolor se esparciera más en sus venas para envenenar sus ojos con ridículas lágrimas.
Se levantó.
-Lucio…
-Nos vemos después…
Caminó a paso rápido dejando a Ian con la palabra en la boca. Con sus manos dentro de las bolsas de su chaqueta apretó los puños, y todo lo que no quería que pasara pasó, el dolor se hizo más fuerte cuando un nudo en su garganta apareció y las amenazantes lágrimas invadieron sus celestes ojos.
Caminó, caminó, no quería pensar, no quería sentir… Me voy a quebrar…pensó de repente apretando con fuerza sus ojos cerrados… Me voy a quebrar…

 

******************

 

-¿Qué haces aquí?...
Se sentó a su lado, el chico miraba hacia otro lado con la mirada perdida.
-Lucio… ¿estas bien?
No contesto.
-Ian me contó…
Lucio volteo con rapidez dándose cuenta de la mirada y sonrisa triste en su bello rostro.
-Yo…
-No tienes por qué disculparte ni nada… no te voy a mentir, me sentí mal… pero sé que Ian me lo dijo para no lastimarme después cuando…-suspiro.
-Y ahora…- le vio preocupado- ¿Estas bien?
-La verdad…- le miro a lo ojos con confianza, Lucio asintió con la cabeza- no jaja… eres el primer chico que realmente me gusta…- torció sus pronunciados labios- pero…
-¿Pero qué?
Emma volvió a sonreír.
-¿Por qué no hablaste bien con Ian?
-No había nada más que decir.
Ella le vio inexpresiva, sin dejar a Lucio que adivinara lo que pensaba.
-Estar aquí no te va a hacer sentir mejor- miro alrededor- es gracioso verte escondido en la sección de niños.
-No me estoy escondiendo.
La chica se levantó, ya eran las cuatro.
-A mí no me engañas.
Se fue antes de que Lucio pudiera decir algo.
Habían pasado tres días desde que se le había declarado a Ian. Le había llamado pero no quiso recibir sus llamadas… se había sentido tan mal esos últimos días que hubiera preferido no haberle dicho, no haber aceptado al fin lo que sentía por él, pero ¿Hubiera sido mejor vivir una mentira?... tal vez sí… tal vez no…
Había dormido mucho, unas ojeras se le pronunciaban bajo sus grandes ojos. Como cuando no quiero pensar- se dijo así mismo en su cabeza…El cansancio se la marcaba en sus rasgos aquilinos.
Viendo a lo niños pasar con su ropa primaveral no sintió más que frío. Apenas empezaba el calor de la primavera y el aire acondicionado estaba encendido, pero parecía que el invierno se había refugiado en su cuerpo pues el no sentía el calor de la estación.
Estaba sentado en el mismo lugar que Ian cuando lo vio por primera vez, con las piernas cruzadas y sus manos en los bolsillos de su sudadera azul oscuro con gorrito, con sus pantalones de mezclilla medio rotos de la bastilla, con sus vans verde opaco sin amarrar de las agujetas y con su ondulado y largo cabello canela suelto y desordenado. Movía las piernas de un vaivén de arriba hacia abajo como cuando se esta nervioso. Y lo estaba, por alguna desconocida lo estaba.
-Lu…- oyó esa voz tan serena, tan lisa, tan extrañada.
No tuvo que voltear para saber que era Ian con su apacible expresión en su rostro; no quiso voltear ni verlo a los ojos… Me voy a quebrar… volvió a pensar mientras apretaba la mandíbula.
-¿Ya no me vas a hablar?
Se sentó junto a él, un poco separado.
-Sí…- susurró.
-¿Entonces?
Volteo hacía él sin mirarlo directamente a la cara.
-¿Entonces qué?
-¿Por qué no me hablas ni contestas mis llamadas? ¿Por qué te escondes de mí?
-No me escondo de ti.
-Pensé que todavía querías que fuéramos amigos.
-Sí… es sólo que yo…
-¿Sabes?- le interrumpió- me gusta estar aquí.
-Ah… ¿sí?-le vio extrañado por el cambio abrupto de tema.
-Sí- sonrió- me recuerda a cuando era niño y mi mamá me llevaba a las librerías de niños para comprar cuentos y leérmelos en la noche, por eso vengo, porque el olor a café y libros me recuerda a mi mamá… y también porque a Lily le gusta.
Lucio miro el rostro de Ian con su expresión meditativa y una sonrisa en sus delgados labios al recuerdo de su madre quien se encontraba ahora viajando. Lucio sabía que Ian resentía la ausencia de su madre pues ella trabajaba y viajaba mucho.
-Yo entiendo- siguió- el por qué de que no me quieras hablar- dijo mirándolo a los ojos, poniendo nervioso a Lucio-lo he vivido, es muy difícil declarársele a alguien, más cuando es un hombre y saber que él no siente nada por ti… es peor- a Lucio se le retorció el corazón- pero…tú no me dejaste hablar.
-¿Qué quieres decir?
-Creo que ya has notado que no soy muy bueno con las palabras- dijo desviando la mirada, inseguro.
Lucio sonrió un poco después de no haberlo hecho los últimos días.
-Sí, un poco.
-Por eso…
Ian volteo hacia Lucio una vez más, dudó un poco, y en un movimiento rápido y sorpresivo se acercó a él tomando su cara juntando sus labios con los suyos. Lucio no podía cerrar sus ojos de la impresión, no se había lo esperado. Sin embargo pareciera como si todo el dolor y la depresión por los que había padecido hasta entonces se disolvieran en ese preciso momento.
Dulce, suave, sin que ninguno se moviera o intentara mover sus labios para hacer de ese pequeño beso en uno más intenso. Se quedaron así por lo que parecía una eternidad mientras miles de pensamientos rondaban por la cabeza de Lucio.
Lucio no se sintió capaz de corresponder todavía, pero en el momento que lo iba a hacer al tiempo de posar su mano en una de las mejillas del otro, Ian comenzó a separarse lentamente dándole inseguridad para hacerlo. Ian no le miro cuando se separó totalmente.
-Tal vez… lo mejor es que me vaya- dijo a unos centímetros de su cara, sintiendo su aliento caliente.
Se levantó y antes de que Lucio pudiera reaccionar, Ian ya había desaparecido de su vista.
¿Por qué  huyes?

 

******************
Miro de nuevo el papelito entre sus manos temblorosas. Se llamo estúpido por estar nervioso, pero nunca había hecho algo como eso.
Recordaba la cara sonriente de Emma con su mirada de te lo dije mientras se hacía de rogar para darle la dirección de Ian.
-Es que no me acuerdo- dijo con ganas de reírse ante la cara de desesperación de Lucio- como se mudo recientemente…-blanqueo los ojos fingiendo recordar.
-¡Emma!
-¿Qué?- preguntó ella tranquilamente.
-¡Sí sabes! No te hagas pe…
-¡Sección de niños Lucio! ¡¿Cuándo entenderán tú e Ian que esta es la sección de niños?! Ash…- le dijo desesperada por estar a cada rato diciendo lo mismo cada vez que ellos estaban ahí.
-Emma… ya dime, juro que no vuelvo a decir una palabrota por aquí.
-¬¬… bueno ya que lo pones así te la doy- Lucio sonrió- aunque te la iba a dar de todos modos ^^ pero ya lo juraste y te aguantas.
-U.U Está bien.
-Jeje, vive en a seis cuadras de aquí…mmm en la veintitrés poniente entre la tres y cinco sur.
-¿Tan cerca?
-Sip… ¡ah sí! El número es 1625, es una casa con una puerta de madera y al lado tienen un zaguán de color ladrillo.
Lucio le dio un beso en la mejilla después de haberlo anotado en un pedazo de papel.
-Gracias.
Era esa dirección con esas indicaciones lo que estaba buscando, estaba cerca, pero no encontraba el número ni veía el zaguán color ladrillo. Fue el estruendo cercano de la música que llamo su atención, no sólo por ser música sino también porque era un grupo que le gustaba a él el que se estaba oyendo. Caminó, hasta descubrir que la música provenía de una casa con una puerta de madera y un zaguán color ladrillo unos metros al lado.
Sonrió triunfal pero al momento de hacerlo regreso su nerviosismo inicial y dudo en tocar. Miro ante él la casa que se imponía con sus dos pisos y su bonita decoración, con plantas colgantes de un balcón.
Se dirigió a la puerta, más decidido parando su dedo antes de tocar el timbre. Pegó su oreja a la madera de la puerta logrando oír la canción de Spaceman de Verdena en su mejor parte y a una niña dar grito distorsionado por el grosor de la puerta.
Despego su oreja y toco el timbre. El volumen de la música fue bajada, unos pasos queditos se oyeron al otro lado de la puerta como el sonido de girar la perilla y abrir la puerta.
Ante él, Lily, con su cabello azabache amarrado en una coleta, una sonrisa en el rostro y su vestido y carita manchadas con algo que parecía harina.
-¡Hola!- saludo alegre al reconocer al chico.
-¡Lily! ¿Cuántas veces te he dicho que no abras la puerta?- se oyó el regaño a lo lejos para después ver a Ian con un delantal saliendo de una parte de la casa mientras se sacudía la harina del cabello y la playera.
La cara se le iluminó a Lucio al verlo, Ian paró sus pasos sorprendido.
-¡Es Lucio!-anunció la niña muy animada.
Ian frunció un poco el ceño.
-Para tú suerte, imagínate que hubiera sido un ladrón, te roba- dijo al estar ya con ella en cuclillas y limpiándole la carita con el delantal- No quieres que te roben ¿verdad?
La niña negó con la cabeza enérgicamente, asustada.
-Bueno, promete que no vuelves a abrir la puerta tú solita aunque este papá o yo.
-Lo prometo-dijo sincera la niña.
Ian sonrió cariñoso y Lucio sólo pudo pensar en lo hermoso que se veía.
-Está bien, ahora ve a tu cuarto si quieres, luego seguimos con el pastel- la niña subió las escaleras corriendo- ¡regresas para ayudarme!
-¡Síiii!- grito ya en el segundo piso su hermanita.
Se reincorporó. Estaban frente a frente hundidos en un silencio que se volvía asfixiante. Ian se rascó la cabeza con un gesto de nerviosismo para después sonreírle.
-¿Quieres pasar?
-Eh… sí.
Lucio entró mientras que el otro cerraba detrás de él. Y otra vez se miraron, parados en ese pequeño vestíbulo sin palabras para comenzar, nerviosos ambos aunque Lucio no sabía que Ian lo estaba.
-¿Quie…?
-Tenemos que hablar- interrumpió Lucio, Ian le vio serio- ¿Por qué?... ¿Por qué te fuiste?
-…-Ian se quedó callado.
-Ian ¿Qué significó ese beso? ¿Qué me correspondes o qué estas jugando conmigo?
-Yo nunca jugaría contigo- intervino.
-¿Entonces que significa? ¿Qué me quisiste decir?
-Que te correspondo.
-¿Y por qué te fuiste?
Ian desvió la mirada.
-No pensé que era lo que querías.
-¿Qué?
-Lucio no me correspondiste, no estas preparado aún para tener algo conmigo.
-No, no es eso.
-¿Entonces por qué no me correspondiste? No sentí que lo disfrutaras…
-Te equivocas, lo hice… sólo que no me lo esperaba…
-Pero aún así… te quedaste quieto, sin saber que hacer…
-Es mi primer beso… con un hombre ¿Qué esperabas?
Ian frunció el ceño.
-No hay diferencia Lucio, no hay diferencia entre un hombre y una mujer cuando se trata de amor.
-Te equivocas…si la hay… no es lo mismo.
La expresión de Ian fue siendo más seria, más llena de enojo.
-Entonces Lucio con eso me quieres decir que no estas preparado, que te gusto pero no estas dispuesto a aceptarlo.
-Ya lo he aceptado- dijo elevando un poco su tono de voz.
-Pero ¿le dirías a alguno de tus amigos que sales conmigo? ¿Que te gusto?
Lucio dudo, bajo la mirada.
-Sí…- dijo decidido volviendo a levantar la cara.
Ambos callaron un momento encontrándose de nuevo sin palabras.
-No me sentía seguro de que hacer, no me sentía seguro de lo que tu sentías por mi- confesó Lucio- por eso no correspondí y cuando lo iba a hacer tu te alejaste, te fuiste.
-Pero ahora estoy aquí…
Lucio sonrió.
-Sí…
Ian se acercó despacio a él tomando su cara otra vez, juntando sus labios como ayer.
Un toque de labios, un roce tan cálido que hizo que Lucio fuera cerrando sus ojos poco a poco disfrutando de la suavidad de los labios de Ian convirtiéndose en un juego de lenguas en el instante que rodeo su cuello acercando sus cuerpos. La música al fondo con Kashmir y su canción Melpomene haciendo que el corazón se les inflara lleno de emoción. Sus labios húmedos, su suave piel, sus sedosos cabellos entre sus dedos, el brazo de Ian rodeando su cintura mientras su otra mano estaba en su nuca profundizando el beso. No había sensación igual, el nerviosismo, la emoción, el calor entre ellos, las palpitaciones de sus corazones en una carrera en la que no había perdedor. Se apretaron uno contra otro queriendo estar más cerca. Dando pasos inconscientemente hasta llegar al sillón, cayendo uno sobre otro con caricias que llenaran sus cuerpos.
Las respiraciones agitadas, las manos nerviosas y torpes quitando botones y bajando pantalones haciendo algo inesperado pero deseado. Zapatos volando chocando contra una lámpara que al caer se rompe en pedazos. Observando sus cuerpos desnudos, esbeltos, acariciantes, perfectos a los ojos de ambos. Mirando su pene rodeado por esa mata de pelo para después atraparlo en su boca. Gemidos extasiados, siendo callados al apretar sus labios. Las caderas levantadas para que su miembro entre en su boca. Regresando hasta su cara para besar sus suaves labios antes de que explotara en su boca. Consultando con la mirada azul oscura y asintiendo con los ojos celestes, esperando con las piernas abiertas la invasión de dos dedos dentro de él, juntando sus miembros haciendo crecer la excitación, mordiendo la punta de su miembro de nuevo para oír un gemido amortiguado por un beso, mordiendo sus labios, jugando las lenguas enredándose una con otra. Las mejillas rojas por el esfuerzo, los labios hinchados y  rozando su miembro contra el suyo una vez más, y al fin un gemido de dolor retenido en la garganta para no hacer ruido. Un “lo siento” por parte del de oscuros ojos, una sonrisa excitada por parte del otro pidiendo más con la mirada. El tercer dedo, los ojos cerrados apretados con fuerza.
-Relájate- dijo Ian a su oído.
El movimiento circular dentro de él, pareciéndole placentero después de unos segundos, moviendo él ahora las caderas junto con esos dedos largos.
-Ahora…-dijo ronco.
El otro sonríe complacido y, antes de entrar a su cuerpo, besa sus labios para calmarlo.
La sustitución de sus finos dedos por su pene. Rápida, dolorosa, deteniéndose para que se acostumbre. Las respiraciones entrecortadas se dejan oír al parar ellos unos segundos y se ven a los ojos con el brillo de excitación, con el brillo de confianza, con el sentimiento de cariño, amor.
Ian moviéndose poco a poco en embestidas pequeñas hasta que Lucio se mueve con él aumentando el ritmo, sosteniéndolo por la cintura mientras una de sus manos masturbaba su pene. Un beso de nuevo, profundo, fogoso, con más de mil palabras en él. “No soy bueno con las palabras” recordó Lucio mientras sonreía sin dejar de besarlo.
-Ah…- rompió el beso dejando caer su cabeza hacia atrás.
Placentero, con el calor quemándole el vientre, con la excitación quemándole su miembro rodeado por la mano de Ian, con el cristalino sudor recorriéndole, mordiéndose el labio  inferior sintiendo el éxtasis del placer embargándole todos sus sentidos. Con los brazos dejándolos caer mientras era sostenido por Ian. Con los ojos entrecerrados viendo al otro mirarle fijamente con unos ojos profundos, dulces.
Y ahí, con Ian embistiendo y controlando sus gemidos con él para no ser escuchados, pensó: Lo amo.
Sus músculos se tensaron al llegar el clímax, al sentir el semen de Ian llenarle su cuerpo mientras ambos daban un gemido que fue callado con un beso.
Sus cuerpos temblaban aún sin recuperarse, abrazados en ese sillón testigo de su pasión; sus miradas se entrelazaban creando una combinación de azul cielo con azul oscuro, sin palabras, sin nada que decir, sólo un Te amo en la mente de ambos, con miedo a salir por sus labios.
Ian sonrió de lado, dudando. Lucio le devolvió la sonrisa, dudando. Ambos con el titubeo bailando en sus ojos.
-Te quiero- dijo Ian.
-Yo también- sonrió de nuevo Lucio.
Y el Te amo se quedo callado mientras ambos se daban un beso entrelazando sus manos. Por el momento era suficiente, pensaron ambos. Mejor un Te quiero, no un Te amo…todavía  no…todavía no.

 

FIN

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).