Key se movía de manera frenética en la silla. Un reloj enfrente de él le daba a entender que llevaba dos horas esperando ver salir a Jonghyun pero nada de eso había pasado. No podía más con el nerviosismo, le estaba consumiendo. Había llamado a Taemin un par de veces buscando su compañía pero su celular estaba apagado. Escuchó cómo unos pasos se acercaban a la puerta y vio salir a Jonghyun. No lo pensó ni un poco y se le lanzó a los brazos
- ¿¡Cómo está?! ¿¡Qué tiene mi niña?!
Jonghyun le tomó las manos y lo miró a los ojos con semblante serio.
-Key...
A Jonghyun se le quebró levemente la voz y lágrimas volvieron a brotar de los ojos de Key
-Hye…- apenas alcanzó a decir Key con un hilo de voz.
-No despierta Key, no despierta.
Como si algo hubiera impulsado a Key, empujó a Jonghyun y entró a la habitación, con su vista localizó lo más rápido que pudo la cama, y vio a Hye recostada. La sola imagen hacía que su corazón se partiera en mil pedazos ¿Qué había hecho mal? ¿Cuándo había permitido que se enfermara? Simplemente colapsó delante de sus ojos cuando aparentaba ser un día normal para salir a pasear al parque. Cuando menos lo pensó ya estaba manejando de camino al hospital conduciendo como uno de esos locos que roban bancos en una película.
Se acercó a Hye y se sentó en el borde de la cama. Le removió su cabello, aparentaba estar dormida, como aquellas veces que tenía pesadillas y Key no dormía hasta que ella conciliaba el sueño. Se acostó a su lado y comenzó a llorar, esto no le podía pasar a él, no ahora que su vida parecía que estaba tomando sentido.
Jonghyun entró lentamente, limpiándose las lágrimas con el puño de su bata. No podía creer que Hye se haya puesto tan mal. Onew ya había mandado a hacer todos los análisis posibles para determinar que había hecho que Hye hirviera en temperatura y colapsara por ello; ahora sólo esperaba que de nada grave se tratara. No es normal que una niña sana colapsé tan rápido sin haber dad antes síntomas previos y menos, que quede en coma. Ahora sólo deseaba que Hye abriera los ojos y le regalara una de esas sonrisas a las cuales se había acostumbrado tanto.
-Key…
-Déjame sólo
-Necesitamos hablar, Key…
-¡No lo entiendes Jonghyun! ¡Quiero que te vayas y me dejes sólo, solo!
Jonghyun suspiró y se fue de ahí, tenía que darle tiempo a Key de asimilar lo que estaba pasando, si no quería tenerlo a su lado lo dejaría sólo, y realmente le dolía que lo alejara de él y de la que ya consideraba su hija.
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Minho había terminado su jornada a tiempo, a pesar de que Jong le había contado lo que había pasado. Pensó en decirle a Tae, pero al pasar por su oficina se dio cuenta de que no estaba. Le marcó varias veces pero no le contestó. Pensó en dirigirse a su departamento, dejaría sus cosas y después iría a casa de Taemin.
Todo parecía normal hasta que al abrir la puerta de su departamento se dio cuenta de que ésta no tenía candado. Eso no podía ser, él siempre cerraba su puerta con candado, era algo muy habitual como para que de repente se le olvidara. Abrió la puerta lentamente, mirando si había alguien dentro de la casa, pero todo estaba en silencio. Camino cautelosamente, hasta que unos sollozos hicieron que todo su cuerpo se tensara, se le erizara la piel y se le cortara el aliento.
Los sollozos provenían del antiguo estudio de Francesco. Debía de reconocer que amaba estar ahí, pero desde que conoció a Taemin, ya había dejado de frecuentar entrar ahí, incluso se había propuesto vender las pinturas del estudio y donar l dinero, como a Francesco le hubiera gustado.
Lentamente y con el corazón en la mano abrió el estudio. Los sollozos se hicieron más audibles y la imagen que vio lo alteró todavía más. Su maleta choco contra el piso de manera inevitable, sus labios temblaban y sentía escozor en sus ojos como si estuviera a punto de llorar.
En frente de él estaba Francesco. Tenía su bata de trabajo y su cabello levemente desordenado, sólo le faltaban mechones llenos de pintura para que fuera como antes…como antes. Francesco levantó la mirada y vio a Minho a los ojos, y sus sollozos se hicieron más fuertes.
-Fran…
Minho enfocó bien su vista y cayó en la realidad total. No podía ser Francesco, ya no. Miró hacia sus ojos y vio que eran de color café claro…
era Taemin.
-Tae…
-Así que de esto se trataba todo. Una vida perfecta la cual se te termino.
-Tae, déjame hablar…
-¡no Minho! No puedo creer que me usaras así
Taemin se quitó el blusón y la peluca y los arrojó al suelo
-¡te dije que no jugaras conmigo! Y ha sido así desde el principio…Kai tenía razón respecto a ti…que ciego fui al creer que enserio estabas interesado en mí.
-no Taemin, no es verdad, yo no me acerqué a ti para usarte.
-¿Te acercaste a mí porque me parezco a Francesco?
Preguntó Taemin con dolor y enojo en su voz. Había creído que Minho era ese príncipe azul que había soñado y ahora la caída de esa ilusión le estaba doliendo mucho.
-Sí, lo hice porque me recordabas a Francesco; pero Taemin…
-Eso es todo lo que quería oír.
Taemin tomó sus cosas y salió corriendo de ahí perseguido por Minho. Taemin bajó las escaleras lo más rápido que pudo, muy enojado por la mentira de,Minho, y lo escuchaba correr y gritar detrás de él.
-Tae, ¡déjame explicarte las cosas! no son como tú crees
-Oh no Minho, ¡son peor! No es posible que después de tanto tiempo decidas comenzar una relación sólo porque te recuerda a tu ex. No puedo creerlo, simplemente no puedo... ¿qué planeabas en un futuro? ¿Decirme Franc de cariño? ¿Hacerme usar la peluca castaña del cajón? Minho, se terminó.
Minho siguió a Tae hasta su carro, pero éste corrió y se subió en el sin detenerse en ningún momento.
Maldita sea, ¡maldita sea! él era sólo un muñeco para Minho, y él tan iluso creyó que enserio Minho lo podía amar. Qué fácil había caído en manos de Kai en el pasado y ahora sin ningún problema había caído en brazos de Minho ¿acaso era tan fácil de manipular? Lleno de coraje llegó a su casa y destapó una botella de vino, se dejó caer en el sillón y comenzó a pensar en todo lo ocurrido.
Realmente lo intentó, pero al final terminó llorando por lo que había pasado. Realmente lo había dado todo; después de tanto tiempo escondido y sin abrirse a nadie, llegó Minho sólo para volverle a recordar lo manipulable que era, ¿Qué acaso no había aprendido la última vez? La última vez, fue cuando cayó en cuenta que el primer paciente que iba a tener iba a ser él mismo.
Salió de la casa, después de que Kai lo perdonara por haberlo hecho enojar. Sentía su labio levemente hinchado, esta vez, Kai no lo había roto y se lo agradecía, ya no sabía que decir cuando lo miraban así. Sus costillas estaban adoloridas y sus piernas y brazos con moretones. Ese día llevaba playera de manga larga pues tenía que ocultar los moretones; la base de maquillaje ya era algo rutinario, algunos días más, otros menos, dependiendo de las marcas que le dejara en el rostro.
Camino hasta llegar al parque central. El sol brillaba fuerte mente y se le antojaba una playera de manga corta, pero no podía usarla. Caminó hasta llegar a las bancas que estaban más al centro del parque, ese lugar al cual muy pocas personas iban, pues era como adentrarte en un mini bosque dentro de tanta urbanización.
Todavía era temprano, no era normal que alguien estuviera en el parque a esas horas, y sin embargo delante de él había alguien con las piernas cruzadas dibujando algo. Me acerqué un poco más, invadido por la curiosidad, pues tenía el cabello largo, sujeto por una coleta, una gorra y lentes de sol. En su libreta se encontraba dibujando, me miró y me sonrió.
Él jamás me dijo su nombre, y sin embargo me ayudó a dejar a Kai, a ver que era un daño para mí y si no lo dejaba, las consecuencias serían muy graves.