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KNIGHT por Fuerza Friki

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Notas del capitulo:

Muchos saludos, ya pasaron 15 días, estamos muy felices por su apoyo. Por lo general estas historias no son tan populares, pero estamos muy felices haciendo esto imaginándonos que harían nuestros personajes en cada situación.

Muchisimas gracias

II

SEGUNDO CANTAR

[Una mirada a Lencia]

 

~*~*~

 

El sonido gutural que salió de mi labios fue tan extraño y espeso que dudé que fuera mío.

Abrí los ojos lentamente y vi el cielo azul ser surcado por un grupo de liebres voladoras, ¿dónde me encontraba?

Intenté girar el rostro para poder ubicarme pero una fuerte punzada en la cabeza me hizo gruñir; cerré los ojos y entonces varias imágenes atacaron mi mente: remembré el rostro del bandido corpulento, mi huída por el puente colgante, la expresión de Jong In y mi intento por escalar la ladera del precipicio.

—¡Aghh!— exclamé e hice acopio de toda mi fuerza para poder sentarme. La cabeza dolía, aún mucho más que cuando Jong In y yo bebimos litros de licor en una taberna celebrando nuestro ingreso a la Orden de la Libélula, al día siguiente pensé que el cráneo me explotaría; pero definitivamente esto era peor.

Llevé la diestra al costado de mi cara, cerca de mi oreja puesto que sentía una humedad, entonces vi sangre entre mis dedos; estaba algo seca, casi del color de mi cabello. Esperaba no haber perdido mucha, por lo que miré a mi alrededor y noté donde estaba: mi caída se había interrumpido por una piedra plana sobresaliente, el golpe no fue demasiado fuerte como para matarme pero sí el necesario para dejarme inconsciente por varias horas, eso supuse puesto que el sol ya no estaba en su punto más alto.

Seguí mirando más detalles de lo que me rodeaba y entonces vi la espada de mi padre a un par de metros de mí, al menos no la había perdido; me arrastré hasta llegar a ella, la tomé y con su ayuda me incorporé, ahora debía trazar un plan para salir de allí de lo contrario moriría de hambre, frío o algún animal salvaje volador podría aprovecharse de mi condición.

Debido a mis heridas, incluso en mis extremidades, no iba a poder escalar, así que lo mejor sería buscar alguna cueva o depresión en la pared para pasar por lo menos una noche en lo que me medio recuperaba. Caminé tambaleándome a lo ancho de la gran roca plana, ignorando que a cada paso que daba mi cabeza me dolía más, hasta que encontré una cavidad.

Me introduje con cuidado de no cortarme con los filosos bordes, pero para poder apoyarme mejor con ambas manos en las superficies planas decidí guardar mi espada en su funda, colgada en mi cinturón.

Caminé un poco más hacia el fondo y lo sorprendente fue que la cavidad parecía no tener fin; por un instante decidí dejar de avanzar pero luego pensé que debía seguir explorando, tal vez había algo mejor del otro lado, nada podría ser tan horrible como quedarme solo en aquella roca plana.

Los pasos se hicieron más vacilantes, me estaba mareando pero no iba a dejarme morir en esa cueva, debía luchar hasta el último aliento. Pronto divisé una luz, sonreí suavemente y de manera inconsciente porque sentí algo de paz y seguridad al saber que había una salida, luego el sonido de una corriente inundó mis oídos y la frescura se sintió en el ambiente. Continué avanzando y noté que llegaba a un manantial, cerca debía haber alguna cascada, el sonido me le decía aunque la imagen se me hacía algo borrosa porque estaba bastante cansado y adolorido. Salí de la cueva y caminé, cada vez sentía mi avanzar más pesado y la vista más nublada, probablemente sí había perdido una cantidad de sangre considerable o la caída me había dejado demasiado atolondrado y con efectos secundarios.

De repente noté una silueta, no podía distinguir su rostro o señas particulares, sólo sabía que era una persona. Con mucho esfuerzo levanté el brazo izquierdo, entonces vi cómo dejó caer su balde dentro de la masa de agua, tal vez estaba sorprendido, no creo que fuera común ver a alguien lleno de sangre desplazándose de manera errante.

Quise pedir ayuda, pero esa persona se me adelantó al preguntar, —¿e… estás bien?

"No, no lo estoy", intenté responder pero no pude emitir ni siquiera un sonido lastimero, luego inesperadamente mis piernas flaquearon y caí de rodillas.

Se acercó, entonces pude ver sus enormes ojos oscuros, parecía sorprendido y a la vez preocupado, agradecí mentalmente que no fuera un ladrón o matón, o al menos no lo parecía. Cerré los ojos y lo último que escuché fue su grave y armoniosa voz; —reacciona—, luego volví a hundirme en la oscuridad.

 

 

Escuché unos suaves murmullos acompañados de risas fugaces, la superficie en donde me hallaba recostado era bastante cómoda, el ambiente era cálido, se sentía muy bien; pero una luz se colaba a través de mis párpados así que decidí abrirlos.

Cual no fue mi sorpresa al encontrarme con cinco pares de ojos oscuros que me miraban curiosamente.

—Sshh, ya lo despertaste— susurró el mediano. Eran cinco niños que se asomaban al borde de la cama en la cual me encontraba postrado, parecía que estaban ordenados del mayor al menor, sus alturas me lo decían.

—Hola— exclamó el más pequeño y salió de su escondite dejando al descubierto más que su rostro. Vestía algo sencillo, las telas eran marrón salpicadas con algo de barro, típico de los niños de su edad, eso me recordó la época en la que Jong In y yo nos colábamos en el chiquero del vecino y jugábamos.

—Hola— contesté al sentarme, sonreí por la nostalgia y la simpatía que me daba. Su cabello era oscuro como el carbón, era corto por lo que las puntas estaban suspendidas dándole un aíre bastante tierno y gracioso. Él rió nervioso, tal vez nunca había visto a un forastero.

Miré a mi costado, allí en el suelo estaban mi armadura y mis pertenencias, de inmediato levanté las cobijas y noté que tenía puesto una ropa de campo, similar a la de los infantes. Toqué mi cabeza y me di cuenta que tenía enrollado un trozo de tela, alguien había curado mis heridas.

—Señor, ¿es usted un caballero?— el mayor habló, atrayendo mi atención hacia los cinco de nuevo.

—Sí, lo soy— no mentí.

—¿Y ha luchado contra dragones?— dijo otro. Pero antes de que pudiera responder fui atacado por más preguntas.

—¿Es verdad que los caballeros acampan al aire libre?

—¿Ha peleado contra alguna bruja?

—¿Puede volar?

—¿Es usted inmortal?

—Alto pequeños, déjenlo respirar— un hombre mayor ingresó a la habitación, —les permití estar aquí con la condición de que me avisaran en cuanto despertara, y no han cumplido con su palabra.

—Perdón— los cinco bajaron la cabeza apenados.

—Lo lamento, los niños son muy curiosos— me dijo el hombre, —¿te sientes mejor?

—Sí, un poco; muchas gracias.

—La lesión no era profunda pero sí hubo mucha sangre, afortunadamente no fue algo grave— explicó sonriente, dejando ver las arrugas en la comisura de sus labios.

—Muchas gracias— repetí, —pero, ¿dónde estoy y cómo llegué aquí?

—Estas en Lencia— dijo un niño.

—Tío Minho te encontró cuando mamá lo mandó a buscar agua— explicó otro.

—Te trajo y después lo acompañamos a buscar tu armadura— habló un tercero. Yo miré al hombre mayor esperando que confirmara la historia de los niños.

—Así es— meneó la cabeza, —Minho te encontró hace dos días y te trajo de inmediato; se veía muy preocupado y no era para menos, estabas cubierto de sangre y muy débil.

—¡Omo!— exclamó el más pequeño, —debemos avisarle también a tío Minho que ya has despertado— y sin despedirse los diez piececitos marcharon fuera de allí.

—¿Hace dos días?— pregunté analizando las palabras del hombre.

—Dejamos que descansaras, era lo mejor para que te recuperaras. Por cierto, mi nombre es Jin Young, Choi Jin Young. Y esos niños traviesos y a veces sin modales son MinHyuk, MinSoo, MinWoo, MinYoung y MinKwang.

—Yo soy Lee Taemin— me presenté.

—Ven Taemin, debes comer algo— me tendió la mano para ayudarme a ponerme de pie; dejé que me guiara hasta la pequeña y modesta cocina notando cómo el lugar me traía gratos recuerdos, pero no era momento de ponerme sentimental, moría de hambre y mi estómago me lo estaba recordando.

—Ten— puso un tazón de estofado frente a mí y una cuchara de madera; —primero bebe el caldo lentamente, debes comer despa…—, antes de que continuara con su instrucción yo comencé a devorar el contenido del pocillo. Mi cuerpo demandaba alimento y no iba a negárselo, no cuando tenía más de dos días sin comer.

—Ey, dije que despacio; no has probado bocado en mucho tiempo y hacerlo de manera repentina y en exceso puede resultar contraproducente— escuché su intento de reprimenda pero luego el estómago se me apretujó y sentí que devolvería todo; dejé caer la cuchara sobre la mesa y me paré de inmediato buscando con la mirada la salida. Vi la cortina que fungía como puerta siendo ondeada por la brisa, no lo dude más y salí por ella. El olor a excremento de porcino, lodo y hierba seca golpeó mi rostro, el aroma era leve pero debido a mi estado sólo me causó más nauseas; me apoyé en una cerca de madera, me doble hacia el frente y tras una horrorosa arcada dejé salir lo poco que había engullido.

Respiré profundamente tratando de recuperarme y entonces sentí una gran, áspera pero cálida mano posarse en mi espalda, me acarició suavemente queriendo hacerme sentir mejor.

Giré el rostro para encontrarme con esa persona, de esa manera reconocí los ojos de mi salvador en aquél manantial, pero de inmediato sentí vergüenza por haberme encontrado con él en ese estado tan deplorable: devolviendo el contenido de mi estómago.

 

~*~*~

 

—¡TÍO MINHO, TÍO MINHO!—, salí corriendo de mi habitación pensando que algo se quemaba, de seguro esos pequeños traviesos estaban jugando con carbones encendidos. Me dije mientras se asomaba por el borde de las estrechas escaleras.

—¡¿Qué pasa?!— Estaba alerta para cualquier cosa a la que me debiese de enfrentar.

—¡Corre!— MinYoung con sus cabellos desalineados como siempre me ordenó y puse mi brazo en el barandal para impulsarme y saltar desde lo alto de las escaleras al primer piso mientras me veían asombrados.

—¡¿Qué sucede?!— Estaba un poco desesperado de no obtener respuestas —¿Todos están bien?

—Ya despertó el caballero, tío— el menor dijo con inocencia y me apresuré a cubrir su boca.

—Cuidado con su padre, no debe saberlo—. Justo lo había dejado por unos momentos y el chico despertaba. Tal vez estaba sofocándolo y por eso no había podido emerger de su profundo sueño. Creo que le tomé interés porque era lo más interesante de este agobiante y soporífero pueblo. Solté a mi sobrino con cuidado notando que lo había sujetado por un rato

—Voy a verlo— Les avisé antes de salir por la puerta de madera unida por fajas de metal.

—¿Puedo ir?—MinWoo preguntó, si le decía que sí era decirle que sí a todos, y estaba seguro de que el muchacho del manantial deseaba descansar más después de terminar casi hecho pedazos.

Salí por el taller con paso decidido a ver como se encontraba, en el camino me topé con Bora que cruzaba uno de los pequeños puentes de roca con otro de sus frescos vestidos.

—¡Hola Minho!— Me saludó efusivamente.

—Tú no existes hoy— dije con una sonrisa mientras pasaba, para que entendiera que le iba a ignorar en ese momento. Solo tuve que caminar un par de casas más para llegar a la casa del curandero-barbero-boticario-escribano. En ese momento vi al chico salir disparado al lado izquierdo de la casa de madera donde se encontraban las porquerizas. Intenté llamarlo pero luego le vi vaciar su estómago sobre el lodo, salté la cerca y me acerqué un poco más sintiendo un poco de compasión por él. Vi su estrecha y delicada espalda y no pude evitar pasar mi mano sobre ella para que el reflejo del asco se disipara rápido.

Cuando giró su rostro para verme pude apreciar sus obscuros ojos, con el rostro limpio se veía aún más delicado. Muchas veces mientras le veía dormir me preguntaba si se trataba de alguien noble o hijo de una opulenta familia. Nadie podía ser tan hermoso en el tosco ambiente que vivíamos, bueno por lo menos eso pensaba.

—¿Te sientes enfermo?— Resolví a preguntar después de nuestro momento de silencio. El chico solo giró su rostro y negó dándome la espalda.

—Por eso dije despacio— el curandero-barbero-boticario-escribano a quién me referiré como JinYoung para no listar sus oficios salió con cara de preocupación de la casa y yo saludé con una ligera reverencia.

—Perfecto, debo salir por unas hierbas— tomó su sombrero de junto a la puerta. – Te lo encargo Minho, has que coma aunque sea algo y de preferencia despacio… Despacio en términos de persona normal, no velocidad Minho—. Me regaño un poco, debo aceptar que si comía un poco rápido. Pero cuando vives con un hermano mayor y un quinteto de traviesos sobrevive el que come con más prisa.

—¿Min… Ho? – Él chico se aferró a la cerca de la porqueriza con fuerza, tanto que sus nudillos se emblanquecieron, se veía sin un gramo de energía.

—¿Qué pasó?— Pregunté tomándolo de los brazos con cuidado para girarlo y ayudarle a volver a la casa, —¿Cómo sabes mi nombre?

—El señor Jin Young le llamó así— lo llevé hasta la silla frente a la cual estaba el plato a medio comer.

—Mi señor, mi honor de caballero de la Orden de la Libélula, me obliga a mostrar la gratitud que convalece mi corazón ante su bondadoso acto que salvó mi vida—. Se intentó hincar con una de sus rodillas sosteniéndose con torpeza de la mesa, pero lo detuve.

—¿Salvar tú vida?— Quería reírme, un caballero estaba diciendo que había salvado su vida, aunque este se veía algo delicado, —Debería contarle a mi hermano, para él soy un bueno para nada—. Lo volví a sentar mientras él me observó extrañado, supongo que notó que no tenía contacto con muchos caballeros y tampoco modales tan refinados. —Debes comer. – Le entregué los cubiertos y el afirmó. Me senté frente la mesa viéndole con asombro, tenía una armadura, hablaba como caballero pero no era como los caballeros de mis historias, se veía fino y delgado.

Además ahora que comía despacio y parpadeaba al verme con sus largas pestañas el grado de delicadeza seguía subiendo. Me lanzaba miradas entre ratos y luego me di cuenta que le estaba incomodando ya que le veía fijamente recargado en mi mano mientras tenía mi codo en la mesa. No puedo negar que era entretenido verle.

—Choi Minho— dije intentando cambiar el ambiente. —Ese es mi nombre, nacido, criado y ejerciendo como asistente de herrero en Lencia, ¿tú perteneces a la Orden de la Libélula? Escuché sobre ellos hace tiempo, a mi abuelo le gustaba contarme sobre caballeros—. El chico trago e inclinó un poco la cabeza.

—Lee Taemin, caballero de tercer rango de la noble Orden de la Libélula.

—Lee Taemin— repetí contento memorizando su nombre con alegría, podría contar muchas historias a los niños sobre él. Pensaba en cientos de preguntas— ¿Has luchado contra dragones? ¿Acampas al aire libre? ¿Peleas con brujas? ¿Has volado alguna vez?

—¿Soy inmortal?— Completó mientras me observaba con sus sonrientes ojos obscuros.

—Si lo fueses no me hubiese quedado helado cuando perdiste el conocimiento.

—Sus sobrinos preguntaron lo mismo.— Comió otro poco —¿Por dónde empezar? La vida de un caballero no es tan interesante, no he visto un dragón aún, casi siempre acampamos al aire libre, más si eres de bajo rango. Pero acampar no me gusta tanto y tenemos que hacer guardias por lo que se duerme poco. He visto un par de brujos, pero mis superiores pelean con ellos. Soy parte de una caballería andante donde somos varios, algunos estamos en entrenamiento o acabamos de ser incorporados como caballeros a la Orden y estoy seguro que nunca he volado, aunque desearía poder hacerlo, caer duele.

—¿Cómo fuiste incorporado a la orden?— Taemin bajó su vista con un hondo suspiro.

—Mi aldea fue devastada cuando era pequeño y fuimos tomados bajo el cuidado de la Orden.

—¿Tienes un caballo?— Intenté cambiar el tema, era obvio que le dolía, no quería que recordara, perder a tu familia no es agradable. Yo tampoco tenía a mis padres.

—Sí, una yegua.

—¿Si no peleas con brujas contra quién peleas?— Quería saber más sobre su vida, parecía que apenas comenzaban sus aventuras.

—Con bandidos para proteger las aldeas y los puentes— suspiró mirando a su plato y comenzó a mover la cuchara de un lado al otro. —Yo… — me miró por un momento. —Intenté deshacerme de unos bandidos, pero rara vez lucho sin la caballería, así que todo se salió de control, más después de que deshonré a mi padre dañando su preciada espada. Terminé intentado lanzarlos a un precipicio a costa de un viejo puente. He de ser el caballero más patético por caer tan torpemente y sin lograr defender a quienes debía.

Sentí un nudo en la garganta, se veía abatido, supongo que los nuevos caballeros no triunfaban siempre, pero tampoco los más experimentados.

—¿Un puente viejo? – Me di cuenta de lo que había dicho —¿Tu derribaste al Anciano?

—¿Anciano?

—Es un puente muy viejo de aquí, no le digas a la gente de Lencia, todos se aferran a las cosas familiares, no serás bienvenido si se sabe.

—¡Ya volví!— Di un salto de mi silla al escuchar a Jin Young. —También me encontré a los cinco Mins escuchando desde la puerta— Abrí grande los ojos sintiendo un  poco de temor al ver a mis sobrinos, no quería que la gente tuviese prejuicios con el chico. Parecía que deseaba deshacerse de los bandidos y estaba arrepentido de llegar a esa última solución.

—¡Apenas llegamos!— El mayor se quejó y el hombre adulto dejó una canasta con diferentes hierbas en la cómoda cerca de nosotros.

—Bueno, entonces es hora de poner un poco de ungüento en esa herida—. Se acercó a la cabeza de Taemin y comenzó a remover la venda. Las risas y empujones de los escuincles se apaciguaron.

—Tío— el más chico se acercó y subió a mis piernas para susurrarme a mi oreja —¿El cabello del señor es mágico?— Sonreí por la tierna pregunta y noté los hermosos cabellos rojizos del chico que caían sobre su rostro enmarcando su ovalada figura.

—¿Por qué no le preguntas?— MinKwang se volteó a verle mientras me abrazaba por el cuello.

—Señor, ¿su cabello es mágico?

Notas finales:

*Tenemos un RETO - JUEGO para nuestros apreciados lectores: "¿Quién es quién?" La idea es que, haciendo uso de su intuición y conocimiento sobre nuestros estilos, se atrevan a decir quién escribe qué pov; para que sea válido deben incluir su argumento o razón al asegurar que Star es tal o cual personaje y que yo (FF) soy el otro. [Igual podría ser que solo una escriba ambos]. Nosotras estaremos eternamente agradecidas con su participación, además de que de esa manera alimentarán nuestro deseo de continuar.


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