Capítulo 3.- ¿Quién eres?
-Hey, te traje fideos, puede que no sean tan buenos, pero aquí tienes- Dijo Jace entrando a la habitación y avanzando hacia Ian para entregarle la comida, la cual este acepto con placer, y comenzó a comer como si su vida dependiera de ello.
-Eshta elishiosho – Trató de decir Ian, pero la comida en su boca le impedía articular bien las palabras
-No hables con la boca llena, es de mala educación, ¿que tus padres no te enseñaron eso?-
-No tengo padres- Dijo con una completa tranquilidad –Y el abuelo no es del tipo de persona que se preocupa por estas cosas-
Jace no supo que decir, él tampoco tenía padres, y no le afectaba en lo más mínimo hablar sobre eso, pero sabía que a otras personas si podía llegar a afectarles, No tenía más opción que desviar el tema.
-Nunca había visto ese color de ojos en nadie más que en mí y unos cuantos conocidos-
-Sí, yo no conocí antes a nadie, bueno solo a una persona cercana, pero no es muy amable que digamos, siempre que me visita no hace más que regañarme por seguir viviendo con mi abuelo… en verdad es un poco odioso, pero sé que lo hace por mi propio bien, él sabe que cuando llegue el momento, terminaré lastimado- Su voz se fue apagando poco a poco.
-En mi caso es aquel hombre, y unos cuantos familiares, pero nada más, es un color muy extraño de ojos-
-los ojos de los hijos del bien y del mal, los amados hijos de Tea- ambos dijeron esto al mismo tiempo y se quedaron viendo sorprendidos.
-Si… hehe es una vieja leyenda que el abuelo me contó- Ian comenzó a ponerse nervioso, y de alguna forma Jace también.
El silencio reinó la habitación, ambos estaban metidos en sus pensamientos, y algo asustados de que lo que pensaban fuera realidad.
-Creo que deberías quedarte aquí un tiempo, tus heridas tardaran en sanar, y sería bueno que no te movieras demasiado, iré por un teléfono, por si quieres marcar a algún lado-Ian agradeció, y vió con atención al pelinegro, que en ese momento le daba la espalda, y luego salía de la habitación.
Ian se sentó en la orilla de la cama, cualquiera que lo viera pensaría que se encontraba perfectamente bien, nadie imaginaría que le acabaran de dar una golpiza.
-Al fin sanaron, creí que no lo harían- El castaño se estiró, y soltó un suspiro al mismo tiempo, y en cuanto escuchó pasos acercándose a la habitación, de una forma increíblemente rápida volvió a acostarse en aquella cama.
-Aquí tienes- el pelinegro habló y le lanzó un teléfono, el cuál Ian fingió que le costaba trabajo moverse para atraparlo. Una vez lo tuvo en sus manos marcó un número de memoria, pero nadie contestó, colgó y volvió a marcar nuevamente, pero nadie volvió a contestar.
-Deben estar dormidos, es demasiado noche, mañana les podrás marcar nuevamente, por ahora descansa un poco-Jace tomó el teléfono y nuevamente salió de la habitación, dejando a Ian con un mal presentimiento.
Habían pasado unos cuantos minutos y Jace no había regresado, de hecho había dejado la puerta habierta, y no lo había visto atravesar el pasillo una sola vez. Una sombra que entró corriendo a la habitación lo sacó de su duda, y pronto se vió tumbado sobre la cama y con su cara siendo lamida, y un peso sobre su estómago.
-JAJAJAJAJA deja de hacer eso… no espera jajajaja- Ian había abierto los ojos y había logrado distinguir que aquello que se encontraba encima suyo no era otra cosa que un enorme perro.
-Cerbero detente- El perro paró de inmediato al recibir la orden de su amo, y bajó de encima del castaño –Veo que te sientes mejor- habló demasiado serio, incluso más que antes –Tus heridas sanan rápido, eso es algo fuera de lo común… ¿Quién eres realmente?-
-N…no sé de qué hablas- Ian se puso nervioso e inconscientemente comenzó a morder su labio inferior.
-No finjas, dime quien eres realmente, tu verdadero nombre- El castaño miraba con miedo a Jace mientras este lentamente se acercaba a él, y pudo distinguir como esos ojos ámbar iguales a los suyos comenzaban a tomar un color anaranjado que se acercaba poco a poco al rojo. –Cerbero posición de ataque- El husky miró con duda a su amo, y retrocedió un poco no quería obedecer esa orden- He dicho posición de ataque- Cerbero no obedeció y salió corriendo de la habitación dejando sorprendido y enojado a su amo, quien miró ahora con furia a quien descansaba en su cama. –¿Quién eres realmente?-
-Yo…-
-Perteneces a la luz ¿cierto?- Ian miró con asombro a Jace, después de unos segundos para salir de su asombro sus ojos reflejaron tristeza, y finalmente se levantó de la cama demostrando que sus heridas si se habían sanado.
-Y tú de la obscuridad- Jace asintió, y observó cómo los ojos de quien tenía frente a él se volvían purpuras –Debemos respetar las leyes creadas por los sabios después de la muerte de nuestra señora-
-Así es, debemos seguir la ley de Amichitzia-
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………….…..CONTINUARÁ……………..
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