Capítulo 2.- Ojos ámbar
Todo el cuerpo le dolía, sentía la cabeza pesada, y estaba seguro que su brazo izquierdo estaba roto, tardaría un poco en sanar. Pero aparte de eso se sentía cómodo… Un momento ¿¡Cómodo!?
Trató como pudo pararse pero el dolor lo volvió a tirar en lo que con anterioridad estaba recostado.
-Hey cuidado, podrías lastimarte más de la cuenta- dijo una voz a su lado, que sonó tranquila, pero con un toque seductor que no pareció para nada forzado, debía ser natural. Volteó a ver al dueño de aquella voz, y se encontró con un hombre, de aproximadamente su edad, con el cabello de color negro un poco largo y alborotado, y unos hermosos ojos ámbar, pero estos eran opacados por las enormes ojeras que su dueño tenía, seguramente por insomnio.
-¿Dónde estoy?- Preguntó finalmente sin apartar la mirada de aquella persona, que se encontraba sentado en lo que parecía ser un sofá dentro del cuarto.
-Estás en mi casa, en mi cuarto y en Mi cama- esa contestación no le agradó mucho, y el pelinegro lo notó, así que decidió decir otra cosa- Te traje aquí luego de que te dieran esa golpiza, no sabía a donde más llevarte, no tenías ninguna identificación contigo, por lo tanto no podía saber a donde llevarte-
-Gracias- le contestó sonriendo como pudo, ya que esa simple acción le provocó un agudo dolor. -Me llamo Ian, supongo que es un placer- El pelinegró lo miró fijamente.
-Jace- el otro soltó una carcajada, pero comenzó a quejarse por el dolor en poco tiempo -¿Qué te provoca tanta gracia?-
-Vaya nombre que te han puesto, ¿acaso te gusta Cazadores de sombras? Jace Wayland- El otro lo miró con enojo, no le agradó la pequeña broma hacia su nombre, pero Ian no lo notó para nada, y si lo hizo, no le importó.
-Iré a la cocina por comida, debes estar hambriento- El pelinegro salió inmediatamente de la habitación. Ian comenzó a ver cómo era la habitación, distinguiendo colores obscuros como café, negro y azul marino por toda la habitación, y pequeños adornos con colores claros como blanco y crema.
-Tiene buen gusto, debo admitirlo, pero se ve un poco deprimente-
-Hey Jace creí que no estarías…- Ambos se quedaron viendo, tanto el extraño que acababa de entrar por la ventana, como Ian- Yo lo siento me equivoqué de ventana- Dijo el hombre apenado mientras salía por donde entro, pero al poco rato volvió a entrar –No me equivoqué, quien diablos eres tú, y donde demonios está…-
-En la cocina- contesto de forma automática, seguramente era algún conocido del pelinegro, este corrió fuera de la habitación dejando solo a Ian en ella nuevamente, y fue a buscar a su amigo, a quien encontró en el pasillo.
-Jace.. hay un chico castaño en tu cuarto en tu cama, por cierto es bastante lindo, y sus ojos woow, jamás había visto ese color en nadie mas que en ti y en mi, los has visto son ámbar, eso le da un toque un poco erótico- el hombre entró en cuenta de lo que dijo y entonces -¡ Está en tu cama! Vaya ya era hora, he de decir que te has encontrado a uno muy mono, y tirártelo tan rápidamente, estoy tan orgulloso de mi hijo- gritó con lágrimas en los ojos, mientras el otro lo miraba indiferente.
-¿Cuántas veces te he dicho que no eres mi padre? tan solo eres mi tutor, por cierto, que haces aquí ¿No deberías estar con tu amante de la semana?-
-Qué crueeel- volvió a gritar-me hecho, necesito que me dejes quedarme aquí por un tiempo hasta que se le pase el enojo- Jace suspiró.
-No quiero ni preguntar por qué lo hizo, ya me lo imagino… no podrás quedarte Ilan, lo lamento-
-o vamos, no me molestaré si quieres hacer cositas con el castaño que tienes en tu ca…- Ilan se detuvo al sentir un aura asesina.
-Primero, no me acosté con él, solo lo traje después de que le dieran una golpiza y lo dejaran inconsciente, Segundo no puedes quedarte aquí porque voy a dormir en la habitación extra del departamento. Así que busca a alguien más que te de asilo-
-¿Tú… lo salvaste de una pelea?- preguntó con incredulidad –eso no es algo que tu harías Jace, tu disfrutas de las peleas, jamás salvarías a nadie ni por que fuera una viejita siendo asaltada-
Jace decidió ignorarlo y avanzó de nuevo a su habitación, para darle de comer la sopa de fideos que había hecho a aquel que se encontraba acostado en su cama.
-Jace, esos ojos ámbar, no me dan buena espina, Ten cuidado- dijo en tono bajo y serio (nada común en él), pero sabiendo que su protegido lo escucharía.
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………….…..CONTINUARÁ……………..
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