LA PEQUE—A TRAVESURA.
Parecía un duende travieso y Harry al verlo sonrió con ternura.
Tenía el pelo verde, los ojos también verdes y una sonrisa demasiado parecida a la que portaba en ese momento su novio. Que no denotaba confianza alguna.
—Teddy, cariño, ¿Qué estás haciendo?
—Nada, padrino, Draco y yo estamos haciendo la cena.
— ¿La cena? ¿Tú y Draco?
Harry estaba por demás sorprendido y algo receloso: Draco nunca entraba a la cocina si no era por obligación.
— ¡Siii! Estamos cocinando algo muy rico, ¿verdad Draco?
—Por supuesto, Ted, la cena va a estar deliciosa. Venga, campeón, volvamos, que sino no dejamos trabajar al oso gruñón.
— ¡Eyy!— exclamó el moreno indignado— ¡no soy un oso gruñón!
—Pues en ocasiones si lo aparentas.
Y cogiendo a Teddy en brazos se dirigió a la cocina para continuar con los preparativos de la cena, burlándose de Harry al sacarle la lengua.
—Ya verás lo que le voy a hacer a esa lengua. Un oso gruñón, ¡ja! El sí que lo es mientras duerme, no hay más que escucharlo.
Y riéndose por su propia broma, volvió al trabajo, sin percatarse de nada de lo que sucedía a su alrededor, para agrado de los dos revoltosos que le tenían preparada una pequeña sorpresa.
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—Vamos, Draco, eso es arriba.
—No, Ted, si miras las instrucciones va abajo.
— ¡Que no! Mira cómo encaja.
Y sin más, levantó la pieza, encajándola a la perfección, dejando al mayor muy avergonzado al ver a un niño de cinco años acertando lo que él no pudo.
—Vale, venga, vamos a seguir, y no le cuentes esto a tu padrino, ¿vale?
—Claro que no Draco, esto es un secreto nuestro.
Y sonriéndole con cariño, volvió a lo que estaban haciendo. Este momento hizo que Draco se sintiese infinitamente bien, el poder estar con el niño era una de las mejores cosas que le habían pasado, aparte de estar con Harry, claro. Ted era como una brisa fresca en medio de un océano, y no sabía cuánto lo había llegado a añorar hasta que lo conoció y convivió con él. Desde luego, no se arrepentía de nada.
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Estuvo trabajando al menos dos horas más, hasta que Teddy lo llamó para poder ir a cenar. Una vez en la cocina, se detuvo a mirarla sospechosamente, pero para su sorpresa estaba tal y como la había dejado él después de comer.
—Venga, siéntate, que hoy te vamos a servir nosotros— Draco lo guió hacia la silla y se la separó para que se sentara.
—Vaya, me gusta el cambio, normalmente soy yo el que lo hace todo. Voy a disfrutar entonces.
Se arrellanó en la silla y esperó su cena con ansia.
La cual se acrecentó cuando descubrió lo que había para cenar.
—Estuvimos toda la tarde haciéndolo, así que esperamos que te guste, nosotros lo hemos probado, un poco, claro y sabe bien, así que esperamos que a ti te parezca bien— le dijo Teddy bastante nervioso.
Harry estaba dudando un poco, y no precisamente por la pinta que tenia, que era estupenda, sino por las habilidades culinarias de los cocineros, pero al ver la expresión ansiosa de ambos y, sobre todo de Teddy, lo empezó a comer.
—Mmmmm
— ¿Te gusta? ¿Te gusta? ¿Te gusta?
—Teddy, respira, ya nos lo dirá.
Y aunque no pareciera, Draco también estaba de lo más nervioso.
—La verdad es que está bueno, bastante bueno. Creo que de vez en cuando estará bien que vosotros cocinéis— les sonrió con cariño y le dio un beso a cada uno, haciendo que ambos se rieran de la situación— venga, a comer todos juntos.
Y así pasó la noche, comiendo amenamente, y cuando Harry parecía que había olvidado sus recelos sobre la comida, Teddy y Draco sacaron el postre.
—Esto es para que sepas que apreciamos todo lo que haces por nosotros.
—Si, cuando nos cuidas cuando estamos malitos, cuando nos preparas la comida para el trabajo o la escuela, cuando nos…
—Creo que ya entendí, cariño. Bueno, tendré que probarlo, ¿no?
Y con una sonrisa, acercó el tenedor a la porción que le había servido Draco, no dándose cuenta de los dedos cruzados y las sonrisas traviesas de los demás.
PUMMMMM
Eso fue lo único que se escuchó en la casa, además de las carcajadas de Draco y Teddy, por la cara que tenia y que había puesto anteriormente Harry al saltarle toda la tarta encima. Era tanta la risa, que ambos estaban por el suelo tirados y agarrándose el estomago.
—Ja Ja Ja— se rió irónicamente Harry mientras se limpiaba el dulce.
Pero los otros no podían hacer nada más que reírse y él, a pesar de la situación, se rió con ellos. Nada era mejor que compartir un momento así con su familia, a pesar de que estaba lleno del pastel, que supuestamente, iba a ser un regalo.