IRRESISTIBLE TENTACI”N
—Fue un buen momento, si obviamos todo lo referido al pastel en mi cara.
Harry y Draco estaban tumbados en la cama, después de haber recogido, limpiado todo en la cocina y que Teddy se hubiera ido a dormir.
—Quería hacer algo divertido, Ted últimamente está algo triste.
—Ya lo sé, a pesar de esa sonrisa pilla, sus ojos dicen otra cosa. Y la verdad es que no se que le puede pasar.
—Creo que tiene que ser algo de la escuela, algo que le hayan dicho sus compañeros o algo así.
Se quedaron en silencio pensando en que pudo haber hecho que su pequeño duende estuviera tan desanimado.
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Draco por su parte estaba recordando la primera vez que lo vio:
Llevaba saliendo con Harry cerca de un año, por lo que ya se podría considerar que su relación era bastante seria. Considerando esto, el moreno le propuso irse a vivir juntos, pero que antes de hacerlo, tenía que conocer a Teddy, con quien vivía desde que Andrómeda había decidido que era mejor que él lo cuidara.
Draco le puso muchas pegas: los niños no le gustaran, de hecho no había estado cerca de ninguno por eso, le daban asco, le irritaban y no se portaban bien.
Después de mucho insistir, Harry desistió y por lo tanto también la idea de vivir juntos se fue a la basura: si Draco no aceptaba a Teddy ningún plan de futuro era posible para ellos. El rubio al ver durante cerca de una semana tan decaído a su novio, claudicó. Se armó de valor ante lo que le esperaba y se presentó por sorpresa en la casa de campo que ambos compartirían si lo que había planeado funcionaba.
Lo que no esperaba era la imagen que le recibió nada más abrir la puerta:
Al llamar, se oyeron gritos de alegría y mucho ruido de pasos que llegaron rápidamente hasta la puerta, después de esperar un momento, ésta se abrió, dejando paso a una pequeña personita toda vestida de verde.
—Hola.
—Hola— respondió Draco un tanto vacilante— ¿está tu padrino en casa?
—Si.
—Amm, ¿Tu eres Ted Lupin?
—Si.
— ¿Cuántos años tienes?
—Cuato.
— ¿Cuatro? ¡Que mayor estás!
Draco estaba haciendo todo lo posible para no ponerse nervioso, no sabía cómo reaccionar ante el pequeño. Pero después de unos minutos, Harry apareció.
— ¡Teddy! ¿Cuántas veces te he dicho que no puedes abrir la puerta de la calle? Puede ser muy peligroso, cariño.
Con cuidado, levantó al niño del suelo y lo agarró con fuerza.
—Pasa, Draco.
A partir de ese momento, selló su destino, solo bastó esa tarde para caer enamorado del niño y todavía más de Harry. Verlos juntos era maravilloso, la confianza, la alegría que desprendían… todo y decidió que quería ser parte de ello. Que no podía estar separado de ellos por nada del mundo.
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A la semana ya estaba viviendo con Harry y Ted, y en todo el año que llevaban juntos, no se había arrepentido de su decisión ni una sola vez.
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—Draco, ¿Qué te pasa?
—Nada, amor, estaba pensando en el día que conocía al duende.
—Me sorprendiste muchísimo ese día, no esperaba que quisieras venir a conocerlo.
—Ya, yo también me sorprendí, pero en cuanto lo vi… fue mi perdición. Me tentó con sus ojillos verdes y su sonrisa de pillo.
—Muy cierto.
Pasaron algunos minutos sin hablar, solo recordando ese día en el que empezaron a ser una familia de verdad.
— ¿Sabes que otra cosa me tentó para quedarme aquí a vivir?
Harry ante ese comentario solo sonrió, ya sabía por dónde iba el rubio.
—No, dime. Estoy deseando saberlo.
Draco con una sonrisa, se dio la vuelta en la cama y lo encaró.
—Tú y tu comportamiento con él. Pero en este momento, solo tú.
Harry no dijo nada, sólo se limitó a besarlo y le dio la vuelta, quedándose él encima, para poder adorar la piel que se le ofrecía, mordiendo y chupando en los puntos que sabía que le volvían loco de placer.
Cuando Harry se cansó de ahí, bajó hasta los pezones, mientras le acariciaba suavemente el abdomen y las caderas, todavía cubiertas por el pantalón del pijama. Cuando ambos pezones estuvieron erectos, bajó ensalivando toda la tripa de su novio hasta llegar al ombligo.
Después de un rato, se separó de él y se quitó el pijama, haciendo lo mismo con su novio, el cual lo atrajo hacia él para besarlo con desesperación, mientras le daba la vuelta y esta vez era Harry quien le daba las atenciones requeridas. Pero Draco no tenía tanta paciencia como el moreno, por lo que enseguida empezó a prepararle, metiendo primero un dedo para abrirse camino y cuando ya lo tuvo añadió un segundo dedo, penetrándolo rápidamente , tocando su próstata la mayoría de las veces, mientras, atendía su miembro y le hacia una mamada a su pareja, todo al mismo ritmo.
Cuando Harry estuvo preparado, Draco conjuró un lubricante y se embadurnó el miembro, luego le dio un beso y lentamente fue introduciéndose en esa estrecha cavidad que se le ofrecía gustosamente, cuando estuvo completamente dentro, se esperó un poco para que Harry se acostumbrara y cuando lo hizo, empezó a moverse, primero lentamente, disfrutando de la fricción a la que eran sometidos, pero después, aumento el ritmo, haciéndolo desesperado y desenfrenado. Cada poco tiempo se inclinaba para poder besarlo, eso era algo que le encantaba, sentirse dentro de su pareja doblemente. Cuando notó que estaban a punto de correrse, empezó a masturbar a Harry, llegando ambos al clímax pocos minutos después.
—Te amo, Harry. De verdad que lo hago. Pero sobre todo, amo a Ted y ten por seguro que es lo más importante para mí.
—Lo sé, mi amor, lo sé. Ya veremos cómo arreglamos lo del duende.
Se besaron con ternura y cariño, para después caer rendidos, cuidar a un niño de cinco años, desgastaba a cualquiera.