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Kuroda es un famoso empresario de Japón, enviudo muy pronto, debido a una extraña enfermedad que le dio a su difunto esposo. Él tenía el carácter fuerte, sin embargo era bondadoso y siempre veía por el bien de los demás.
Al estar solitario por mucho tiempo, decidió que era tiempo para tener una cita, con los años se estaba haciendo viejo, y necesitaba un heredo que siguiera con la tradición que había pasado por generaciones en su familia, necesitaba un varón, alguien sé que ocupara de su puesto y de su fortuna.
¿Pero que podría hacer? Nadie se comparaba con la belleza de su Tsukishima, Odiaba la idea de buscar a otro y traicionar el amor que se tuvo con su amado.
Un accionista de su empresa, lo motivo para que alquilara un vientre y tuviera así aquel niño que tanto deseaba, pero no podía ser cualquiera, sino uno realmente hermoso.
Le pasó en una tarjeta de un prostituto que hacía lo que fuera por dinero, este conservaba la belleza del mismo diablo al igual que su manera de ser.
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Se escuchaban los rechinidos de la cama, los movimientos eran bruscos que le prolongaban placer al menor.
—Oh dios, ¡Más fuerte! … hmmm—gritaba el contrario que recibía gloriosamente al mayor.
—E-eres demasiado estrecho—al sentir que se venía se salió, para evitarle un posible embarazo. Este inevitablemente se corrió al sentir las caricias del mayor en su urgido miembro.
—Cada día me gusta más acostarme contigo Haitani—le comentó viéndolo cambiarse. — ¿Te deposito el dinero en la misma cuenta?
—Si Onodera-kun.
Empezó a sonreír y sin más se fue del lugar, con muy buen humor. Él era uno de los clientes que lo solicitaban mucho, tenía acciones de una famosa empresa, y era multimillonario, pero estaba casado con su jefe del trabajo, y aunque tenían buena química, este sabía que el otro lo engañaba con un joven de la oficina.
Haitani procuraba no enamorarse de sus clientes ya que esto arruinaría su tipo de vida y traería consecuencias, pero no podía negar que le gustaba divertirse con el joven que apenas se metía a la ducha, mientras él ya estaba en la puerta de salida del lujoso hotel.
¿Amor? No lo necesitaba, con el dinero que le pagaban era más que suficiente. Con este se podía comprar todo lo que quisiera; no tenía amigos debido a su profesión, pero con sus clientes salía a citas amistosas, y les regalaba cosas incluso, les pagaba la cena.
Si el invertía en sus clientes, ellos iban a pagar más por él. Su reputación había subido por los cielos. Nunca le faltaba la compañía de un buen hombre. Estar abajo o arriba era lo que menos le importaba y la edad también estaba en el mismo término.
Al subir a su glamuroso automóvil e irse a su departamento que tenía una hermosa vista al mar, alguien lo detuvo, él frunció el ceño, lo único que quería en ese momento, era acostarse en su cama y dormir, no trabajar más de lo normal.
Al voltearse vio a un tipo bien vestido, era de su misma estatura, se veía un poco viejo, sus ojos eran de un azul fuerte, llamaron su atención, era muy guapo.
— ¿Haitani Shin?—pregunto el mayor.
—Sí, ¿Para qué me quieres?—contesto de mala gana—Mi tiempo de servicio ya término, si quieres un acostón vete a buscarlo en otro lugar.
—No es eso lo que quiero Haitani—musito—Yo necesito una cosa en particular, una que tú puedes traerme.
—Si no quieres tener sexo, entonces ¿Qué quieres? Cómo verás yo no soy la madre teresa para ser tu amigo fiel sin un pago justo—se subió con indiferencia para dejarlo hablando solo, cuando escucho algo que seguramente dejaría su cabeza en blanco.
—Lo que quiero es un hijo Haitani, quiero alquilar tu vientre.
— ¿¡Que!?