Nunca se sintió bien celebrar su cumpleaños. Demonios. Nunca celebro su cumpleaños. No de una manera sana, debe decir.
Sus primeros años estaban llenos de sillas vacías y el solo comiendo un pastel.
Cuando tuvo la edad suficiente para consumir alcohol, se la pasaba bebiendo hasta olvidar todo.
Cuando tuvo más edad de la reglamentaria para beber, las fiestas eran tan comunes que sus cumpleaños pasaban desapercibidos.
Y desde la última fiesta en la que él y Rhodey casi destruyen su casa de Malibu –estaba muriendo, por el amor de Dios. Tenía derecho a algo de destrucción antes de irse- no esta tan ansioso de festejarlo.
Pero claro, nadie le mando el memo al capipaleta.
Porque ese año, en la mañana del 29 de mayo, justo al salir de su taller -al pasar más de 36 horas allí- encontró a Steve con un pequeño pastel en sus manos.
No tiene idea de quien se lo dijo, ni porque él, precisamente, era quien estaba allí.
Pero no importo mucho cuando el pastel termino en el suelo. Al igual que él sobre el rubio.
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A partir de ese año, Steve aparecía con un pastel frente a su taller ese día.
Se volvió algo tan común que su cumpleaños nunca volvió a pasar desapercibido.
Debe aclarar que nunca probó los pasteles. Ni un bocado. Ya que en ves siempre terminaba probando los dulces labios del rubio.
No es como si Steve pudiera quejarse sobre los pasteles.
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Así fue por 5 años seguidos, eso hasta que la Guerra sucedió.
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No podría decir que no valió la pena, porque si lo valió.
Él había ganado. De alguna u otra forma el gano.
Pero, ¿a qué costo?
No solo murieron muchos en esa Guerra Civil.
Murió Steve.
Que ya no era solo un compañero de equipo, un amigo. No. -La cajita en su laboratorio decía todo lo contrario a eso.-
Lo ve inmóvil en esa camilla.
El solo puede poner su cara entre sus manos tratando de respirar porque sus pulmones arden al no poder conseguir tomar aire.
Trata de respirar pero sigue sin poder.
Como si su cuerpo supiera que ya no tenía razón de seguir funcionando.
Tiembla y no puede evitar sacar un grito ahogado.
Entonces el reloj suena.
Son las 12 am del 29 de mayo.
-Feliz cumpleaños a mí-
Ríe, pero no de felicidad. Claro que no de felicidad.
Sus lágrimas comienzan a empapar sus mejillas mientras en su mente sigue escuchando la voz de Steve.
-vamos Tony… aunque hayas tirado el pastel, sigues teniendo derecho a tus deseos de cumpleaños. Pide algo-
-¿no es de mala suerte decir tus deseos en voz alta?-
-jamás imagine que fueras supersticioso, Tony…-
-oh, ¡calla Rogers!-
-vamos… tan solo dilo…-
-deseo... que los cumpleaños sean así de buenos... ya sabes... Sexo y todo.-
Steve rio.
-eres un completo tonto-
-y aun así, el Capitán América está conmigo, desnudo, en el suelo de mi torre. Eso no me hace tan tonto. ¡Ja!-
-no, supongo que no-
-Steve…-
-¿mm?-
-prométeme que mis cumpleaños serán así a partir de ahora-
-Tony…-
-…contigo-
-claro… lo prometo-
-bien-
-bien-
El reloj estaba hecho trizas contra el suelo, había ya un pequeño incendio en la habitación y parte de su armadura estaba regada por allí.
Pero eso no importaba, no cuando el solo podía aferrarse al cuerpo frio de Steve, tirando de su traje mientras seguía llorando.
-lo prometiste, Steve…-
-Feliz cumpleaños, Tony…-
-Feliz aniversario Steve-