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The Jackpot por Lord_Dara

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Notas del capitulo:

Hola, soy Dara y por fin vengo a actualizar. Esta vez venimos con un cap especial, esperamos que les agrade mucho <3

 

¡A Leer!

Capítulo 10

 

Sábado 29 de marzo de 2014

 

Estaban parados enfrente de la puerta a la espera de Seokjin. Hoseok se miraba al pequeño espejo que habían acomodado en una de las paredes de la sala y se acomodaba su lacio y negro cabello, el cual lucía bastante bien con su camiseta gris y sus blue jeans rasgados. Yoongi estaba sentado en el sillón hablando con Jungkook y SeRa mientras transmitían un aburrido programa en la televisión, también se había vestido bastante bien para la fiesta. Llevaba una camiseta blanca de mangas cortas, un jean doblando al final y un par de converses negros. Ninguno de los dos llevaba chaqueta.

 

Unos golpes en la puerta les anunciaron que aquel a quien estaban esperando había llegado. Hoseok se apuró y abrió la puerta, un sonriente Seokjin lo saludó con un abrazo y un fuerte apretón de manos. SeRa, emocionada con la llegada del Príncipe Jin —como le gustaba llamarlo—, corrió hasta donde él y cayó en sus fuertes brazos, siendo elevada como una pequeña en un avión. El pelinaranja se acercó a sus amigos y saludó al más alto, éste puso a la menor en el suelo y ella corrió alegre para sentarse en su lado del sillón.

 

—¿Seguro que no quieres ir a la fiesta? —dijo Hoseok saliendo de su hogar—, siempre los estás cuidando y no recibes nada a cambio, ni te quejas. Me siento fatal.

 

—Descuida —Seokjin puso una mano en el hombro del pelinegro—, sabes que lo hago con gusto. No pasa nada.

 

—¿Estás seguro? —Yoongi lo miró apenado también.

 

—Aquí me quedo.

 

—Entonces nos vamos ya —Hoseok se asomó por la puerta junto con Yoongi y ambos se despidieron de los más chicos—. Te los confío —se dirigió al castaño y luego se alejó con su mejor amigo calles abajo.

 

Vio al par de chicos marcharse y cerró la puerta. Se dirigió hacia el living y contempló con mirada curiosa a los dos pequeños que desde hacía un tiempo formaban parte de su rutina diaria. SeRa estaba absorta en el programa que estaban dando, y Jungkook lo miraba de reojo. Aquello le causó gracia y un repentino contento.

 

—Hay un buen lugar cerca donde venden una excelente comida —anunció—, vamos a cenar afuera.

 

—No podemos aceptar —dijo Jungkook con un puchero—, hyung nos ha reprendido por aceptar todo… de ti —se rascó el cuello, sonriendo—. Ya es justo con que cuides de nosotros todos los días.

 

El mayor asintió muy a su pesar y se dirigió a la cocina dispuesto a preparar él mismo la cena. Jungkook le siguió hasta la cocina, dejando a su hermana sumergida en un documental que pasaban por Discovery Channel. Jin fue directamente al refrigerador para sacar algunos ingredientes, pero no encontró mucho, estaba casi vacío, no había algo con lo que pudiera hacer una combinación y una buena comida. El pelinegro, que estaba detrás de él, se sintió avergonzado y se sonrojó. «Dios, mátame. Olvidamos hacer las compras». Pero a Seokjin pareció no importarle, se las arreglaría para hacer algo grande con lo poco que había.

 

Extrajo algunas cosas del refrigerador y otras de la despensa y se puso manos a la obra. Jungkook lo observaba de cerca, atento a cualquier gesto, cualquier movimiento inconsciente o consciente que realizara el otro.

 

—¿Cómo te va en la universidad? —la pregunta salió de su boca sin su consentimiento, pero tenía ganas de escuchar la voz de Jin.

 

—Supongo que bien —respondió sonriendo, le dedicó una breve mirada y siguió con lo suyo—. Todavía me cuesta un montón superar a tu hermano. No entiendo cómo puede ser tan bueno teniendo tantas responsabilidades.

 

—Bueno… —Jungkook se sentía muy orgulloso de su hermano mayor—, él siempre ha sido muy capaz con todo y nunca se ha quejado de nada.

 

—Es verdad…

 

Fue interrumpido al escuchar su celular sonar en uno de los bolsillos traseros de su pantalón. Le dedicó una mirada a Jungkook, pidiéndole que lo sacara de allí, éste se acercó sonrojado y lo tomó. Miró la pantalla, había una foto de una chica con su nombre debajo, le enseñó la pantalla al otro, éste sonrió y le pidió que lo pusiera en altavoz. Un poco dolido, el menor acató a obedecer y contestó la llamada.

 

¡Haz silencio! —la chica al otro lado de la línea reía—. La fiesta está que arde, Jin, no deberías perdértela. ¿Dónde estás?

 

—No me ha apetecido ir —respondió, dando una probada a la sopa que preparaba.

 

Qué tramposo —protestó la chica.

 

Seokjin rió al escuchar la voz caprichosa de su amiga. Jungkook lo observaba, en silencio, algo pesado dentro de él crecía sin que pudiera impedirlo. De algún modo se sentía celoso, quería ser el único que hiciera reír de esa manera a su hyung.

 

—¿Y por qué estás tan molesta? —Jungkook bufó al ver al otro buscándole pelea a la chica, como si estuviera coqueteando.

 

Me prometiste algo —su voz sonaba confidencial, como si él fuera el único que pudiera saberlo. El pelinegro se la imaginó mordiéndose los labios, y aquello le irritó—, ¿no lo recuerdas?

 

—Sabes que no —replicó Jin con su misma sonrisa, a Jungkook se le revolvió el estómago—. Te lo daré después, lo prometo.

 

Había quedado con la chica en ayudarle a conseguir algo con Namjoon. Namjoon y su extensa lista de pretendientes. El menor abrió la boca y miró al celular bastante enojado. Dedicó una última mirada a Seokjin y abandonó la cocina sin que el otro se percatara, echando humos de los celos. Se dejó caer de mala gana en el sillón al lado de su hermana, tomó el mando y cambió el canal sin importarle lo que ella estuviera viendo. ¿Cómo podía Jin, su Jin, ser tan idiota?

 

—Dame el control remoto —amenazó SeRa, mirándolo con ojos asesinos—. Eres un atrevido, devuélvemelo.

 

—No.

 

—¡Jungkook!

 

Se lanzó encima de su hermano para alcanzarle la mano y quitarle el control, pero el otro cada vez se estiraba más y más sin permitirle siquiera rozar el aparato. Se apartó, dando un grito de exasperación y se dirigió a la cocina para quejarse con el mayor.

 

—¡Oppa!

 

Jin salió de la cocina, siendo empujado por la pequeña SeRa, encontrándose a un Jungkook muy encogido en su asiento, con los brazos cruzados, mirando sin prestar atención la televisión, cambiando de canal desenfrenadamente.

 

—¡Vino de repente y cambió el canal! —la menor señaló al pelinegro.

 

El castaño la miró y después se acercó a Jungkook.

 

—Jungkook, ¿estás bien?

 

No obtuvo respuesta, el susodicho seguía pasando los canales, con el rostro inexpresivo, hasta dar con uno de música; luego respondió que estaba bien.

 

—¡Eres un amargado! —gritó la pequeña, Seokjin se preocupó de que se fuera a hacer daño en la garganta—, ¡atrevido!

 

Mientras la niña gritaba, el pelinegro subía el volumen del televisor, creando ambos un alboroto que hasta la persona más sorda podría haberlo escuchado. Jin los miró desconcertado, sin saber qué hacer, era la primera vez que se comportaban de aquella forma tan descontrolada y ruidosa. Se relamió los labios y se tornó serio, cosa que pasaba muy rara vez.

 

—Jungkook, acompáñame a la cocina. —Su voz sonó más a súplica que a orden, temía que todo se saliera de definitivo control. El pelinegro le dedicó una mirada breve, bufó y se levantó para dirigirse a la cocina, dejando el mando del televisor en el sillón. SeRa se apuró a cogerlo y le sacó la lengua. Suspiró y se dirigió a la menor—. Estabas aquí primero, así que el televisor es todo tuyo. Pronto estará lista la cena. Bájale el volumen.

 

La pequeña asintió, tranquila, y se acomodó en el sillón, regresando a su programa, ahora una película romántica. Seokjin entró a la cocina y vio a Jungkook recostado en la pared, con los brazos cruzados y haciendo pucheros. No se creía que estuviera enojado realmente. Intentó acercarse para hablarle, pero el otro retrocedió, evitando cualquier intención que tuviera el mayor.

 

—¿Estás bien, Jungkook? —Jin se preguntó qué había hecho para que el menor actuara de forma tan reticente.

 

—Lo estoy —respondió sin mirarlo—. Estoy perfectamente, el hambre me pone de mal humor.

 

Se mordió el labio al inventarse tan ridícula excusa, ya que hubo días en los que moría de hambre pero seguía tranquilo, aunque creía que era perfecta.

 

—Espera un poco más —Jin se acercó a la cacerola que tenía en el fogón, apurado, y echó un vistazo—, ya casi está listo.

 

Como respuesta recibió un “no importa” y una encogida de hombros, lo cual lo hizo sentirse un poco dolido, teniendo en cuenta lo mucho que le gustaba ese chico. Cuando la cena estuvo lista y servida, se sentaron los tres alrededor de la mesita que había en la cocina, sumidos en completo silencio. SeRa comía de buen humor, fresca, sin notar el ambiente tenso que reinaba en la estancia. Jungkook no levantó la vista de su plato en toda la cena, y Seokjin no dejaba de mirarlo, preguntándose qué pudo haber hecho mal, si no le había gustado el sabor, empezaba a inquietarse.

 

Al terminar la cena, se pusieron a ver televisión, un programa infantil que le gustaba a SeRa, pero los mayores realmente no estaban prestando atención. Estaban hundidos en sus pensamientos. Caídas las once de la noche, SeRa anunció que era hora de jugar, Jungkook se había quejado de que era muy tarde, Seokjin sólo reía con las repentinas ideas de la pequeña, pero su sonrisa pronto desapareció cuando SeRa dijo que quería jugar al Príncipe y La Princesa y que él sería la princesa.

 

—Yo dirigiré la obra —dijo, cruzando las piernas en el sillón—, y no será una obra como las de Disney, en ésta habrá drama y sangre.

 

Aquello hizo reír a los dos chicos mayores, que no tuvieron más que hacer que actuar y cumplir con lo que ella pedía. La historia iba de que la princesa era capturada por un enorme ogro que había asesinado a toda su familia y quería casarse con ella para crear una nueva raza inmortal de humanos-ogro, a Jungkook le correspondió hacer el papel de El Ogro Malo —como dijo SeRa que se llamaba—, lo cual aprovechó para tratar a Jin de forma brusca, maltratándolo por ser un idiota y no respetar sus sentimientos. Al principio Jin pensó que Jungkook estaba muy metido en su papel, pero luego comprendió que lo lastimaba a propósito. Luego de un largo curso de abusos para la princesa Jin, SeRa pidió a su hermano que regresara al papel de príncipe.

 

—Tendrás que salvar a la princesa de El Ogro Malo —explicó, sosteniendo un pequeño cojín—. Éste podrá ser el ogro mientras tú haces de príncipe.

 

Explicó que el príncipe, en su desesperado rescate por la princesa Jin, había perdido una pierna luchando con un Troll de Arenas —Jungkook había fingido luchar contra el televisor y logró hacer carcajear a Jin y a SeRa cuando su pierna derecha fue cortada, exclamando con voz dramática “Oh, no, ¡la pierna con la que escribo!”— y que cuando llegó al escondite y se enfrentó con El Ogro Malo, había perdido un brazo. A pesar de la pérdida de sus extremidades, había logrado salvar y enamorar a la princesa.

 

—Ahora —dijo, bostezando y recostando su cuerpo entero en el acolchado sillón—, improvisen una escena romántica final que me haga derretir de amor.

 

—Deberías ser escritora —la elogió Seokjin con una amable sonrisa, lo cual hizo enojar mucho más a Jungkook—, o directora de cine, no sé.

 

—Lo tendré en cuenta —sonrió débil, adormilada—, ahora prosigan con la obra.

 

Seokjin la miró enternecido y luego pasó su vista al rostro de Jungkook, el cual parecía que en cualquier momento lanzaría rayos desintegradores a través de ellos. Tragó saliva y habló:

 

—Oh, mi príncipe —aquella ridícula voz logró hacer reír a la pequeña—, has venido a salvarme de esta bestia malvada.

 

—Sí —le cortó el príncipe—, ¿y todo para qué? Para perder mi pierna de futbolista y mi brazo de basquetbolista, ¿estás feliz?

 

Jin tuvo el impulso de inflar los cachetes y decirle a SeRa que Jungkook no estaba actuando bien, que no era un buen príncipe, pero no lo hizo, no quería parecer un llorón enfrente de ella. Miró al pelinegro desafiante y el sonido de algo cayendo al piso llamó su atención a su izquierda. Se giró y vio a SeRa completamente dormida, había dejado caer el control remoto, tenía la boca medio abierta y el aire salía expulsado de ella tranquilamente.

 

—Supongo que es todo por hoy —dijo, levantándose para llevar a la chica a su habitación.

 

Cuando chequeó la hora en su reloj, se dio cuenta que eran las doce de la madrugada, y se preguntó qué estarían haciendo y cómo la estaban pasando Hoseok y Yoongi en la fiesta de Namjoon. Sonrió inconscientemente y regresó a la sala para hablar con Jungkook, quería preguntarle qué mosca le había picado, pero cuando llegó la sala estaba vacía y en orden. Jungkook había puesto todo en su sitio y se había ido a su habitación. Aquello bastó para hacer enojar a Seokjin. «¿Qué diablos pasa con ese chico?». Fue a buscarlo a su cuarto, no se molestó en tocar la puerta siquiera, necesitaba explicaciones, iba a obligarlo a hablar. Irrumpió en la habitación ajena y cerró la puerta tras de sí.

 

Jungkook estaba en su cama leyendo un cómic americano, aprovechó que no había notado su presencia y se escabulló por las sábanas del otro. Al sentir que su espacio era invadido, Jungkook se dio media vuelta, entre asustado y sorprendido, y encaró a Seokjin, que estaba prácticamente encima de él.

 

—Estoy cansado, tengo sueño —dijo con voz firme, aunque estaba temblando de los nervios—. Salte de mi cama.

 

—Lo haré cuando me digas lo que te sucede —le cortó.

 

El pelinegro lo miró y desvió la vista hacia otro lado. Sus mejillas se estaban ruborizando, podía sentirlo. Relamió sus labios y volvió a mirar al otro, con una dura expresión.

 

—Será mejor que te vayas a esa fiesta.

 

Seokjin se quedó en silencio, perplejo, asimilando las palabras dichas por el menor. Entonces lo entendió. Todo se debía a la llamada de su amiga reclamando que le ayudara con Namjoon. Hizo un intento de separarse, pero su cuerpo no reaccionó, algo le decía que debía jugar un poco con el otro por haberlo maltratado.

 

—¿A qué te refieres? —dijo con voz tranquila, pero llena de inocente malicia.

 

Jungkook se sonrojó por la repentina forma de hablar de Seokjin.

 

—No es nada —se limitó a decir, mirando la pared donde descansaba una fotografía de su familia—, déjame en paz.

 

Jin se acercó un poco más, rozándole el cuello con la nariz. El pelinegro se estremeció.

 

—Me estás mintiendo —dijo en un murmullo—, dime qué te pasa.

 

Jungkook se ofuscó más y lo empujó con los brazos en el pecho.

 

—¡Sal de mi cama! —gritó, sin importarle si su hermana dormía o no—. ¡Y no seas idiota, si no te vas pronto tu novia se liará con otro!

 

El castaño lo miró una vez más, y sin soportarlo, tomó al otro de los brazos para frenarlo y se acercó mucho más, si es que era posible. Su cuerpo bloqueaba cualquier salida que tuviera el otro, pues estaba encima de él y no pensaba dejarlo ir. Intercambiaron una mirada cómplice, sin decir nada.

 

—¿Estás celoso?

 

El rostro del más pálido se tornó rojo de la vergüenza, incapaz de creer que estuviera en una situación similar a la que había en el cómic que estaba leyendo hacía un momento. Su voz se tornó débil y no lo pudo evitar.

 

—Eso no es cierto… —desvió la vista de nuevo, pero Jin lo tomó de la barbilla y lo obligó a mirarlo, y sin darle tiempo a reaccionar, unió los labios con los suyos.

 

Por un momento, el mayor creyó que el otro lo golpearía para defenderse y se pondría a llorar de lo asustado que se encontraba, pero Jungkook no hizo nada por separarse. De hecho, correspondía al beso de forma acertada, como si fuera un experto en eso. Su forma de mover los labios era lenta y tentativa, lo cual lo cegó por un momento. Mientras ambos continuaban con aquel beso, Jin dejó colar una de sus manos por debajo de la camisa del menor, acariciando la suave y blanquecina piel de su torso. Jungkook dejó escapar un gemido, pero eso bastó para regresar a Seokjin a la realidad.

 

Aquél era el hermano menor de uno de sus más preciados y admirables amigos, conocía a ese pequeño desde que conoció a Hoseok, no era justo aprovecharse de esa amistad para acercarse al otro. Se detuvo y se fue alejando lentamente. Jungkook lo miró confundido, con la respiración agitada y los labios hinchados. Ambos quedaron sentados en la cama, en silencio, mirándose con culpabilidad. El pelinegro abrió la boca para hablar pero en ese preciso instante Seokjin reaccionó y se levantó precipitadamente.

 

—Es tarde —dijo, sin mirarlo—. Tienes que dormir, y yo debo regresar a casa.

 

Salió de la habitación tan rápido que no le dio tiempo a Jungkook de decir nada. El pelinegro escuchó el sonido de la puerta abrirse y luego cómo se cerraba de forma cautelosa. Se quedó mirando la puerta de su habitación, parpadeando sin comprender nada y sintiéndose desnudo y solo. Jin ni siquiera se había despedido. Ni siquiera le había deseado las buenas noches, cosa que había prometido hacer desde el primer instante en que los sentimientos empezaron a crecer dentro de él, o quizás desde mucho antes. Quién sabe.

 

 

≡≡≡

 

 

Domingo 30 de marzo de 2014

 

Hoseok entró a su habitación, Jungkook llevaba ahí dentro todo el día. La tarde estaba tranquila, aunque hacía bastante calor. El pelinegro le vio entrar, pero sin reparar en lo que decía su hermano mayor. Se había quedado despierto toda la noche y cuando se hizo de mañana fue que empezó a sentir el sueño.

 

—¿Qué quieres? —dijo.

 

Hoseok lo miró sorprendido, luego suspiró. «Este chico nunca me va a respetar ni me tratará adecuadamente».

 

—¿Qué fue lo que pasó con Seokjin?

 

Jungkook se irguió y lo miró asustado. Sentía la garganta seca y no era capaz de hablar. «Oh, no, ya lo sabe». El mayor se quedó mirándolo, con una ceja arqueada.

 

—¿Qué pasó de qué? —su voz sonó indiferente, lo cual lo tranquilizó.

 

—¿Por qué se fue y no se quedó de amanecida como acostumbra a hacerlo?

 

—Ah… —respiró profundamente, quitándose el peso de encima. Había sido un paranoico—. Anoche le surgió algo repentinamente y tuvo que irse.

 

Hoseok sólo profirió un “oh” mientras asentía y salía de la habitación, estaba demasiado distraído como para preocuparse por Jin. Jungkook lo miró raro, su hermano actuaba muy extraño desde que llegó en la madrugada, lo sabía porque, mientras trataba de conciliar el sueño, pudo oírlo caminando de un lado para otro, susurrando siempre la misma frase: “¿Qué diablos hice? ¿Qué ha sido eso?”. Supuso que había ocurrido algo en aquella fiesta, pero no le prestó mucha atención, tenía sus propios asuntos que resolver, como por ejemplo… «Jin me ha besado. Él y yo, nos besamos».

 

Se le revolvió el estómago de sólo imaginar cómo transcurrieron las cosas la noche anterior. Recordó cómo trató de apartarse y luego Jin detuvo sus espasmos con facilidad, poniéndose encima de él como en las películas que veía SeRa. Sus mejillas se pusieron calientes y de un vivo color rosa. Sacudió la cabeza para alejar aquellas imágenes, se levantó de la cama y se sentó en su escritorio, tomando sus cuadernos y revisándolos uno por uno para dedicarse a hacer los deberes. Eligió la tarea de matemáticas. Empezaría por donde le iba mejor. Estaba casi acabándola cuando sus pensamientos viajaron de nuevo hacia el chico alto de cabellos castaños y terminó haciendo un ridículo boceto de una pareja, muy cursi.

 

Suspiró, derrotado, se levantó de su silla y se dirigió a la cocina para sacar agua. Entonces pensó en Seokjin de nuevo, en la deliciosa comida que preparó la noche anterior y debido a lo enojado que estaba no pudo decirle lo mucho que le había gustado todo. Despeinó sus cabellos en un ataque de irritación y salió de la cocina para volver a su habitación, sin haber dado un sorbo a su vaso de agua. Cuando estuvo a punto de continuar con su tarea, no encontró su lápiz. Bufó y se devolvió a la cocina, pero no lo halló ahí; así que fue hasta el living donde su hermano hablaba solo y su hermana comía cereal en silencio.

 

—¡Hoseok! —llamó—. ¿Has visto mi lápiz? Creo que lo dejé en la cocina cuando vine por algo de agua, pero ahora ya no lo encuentro.

 

—¿Hoseok? ¡Soy tu hermano mayor, debes respetarme! —exclamó el nombrado indignado.

 

—Ayúdame a encontrar el lápiz, sólo me queda un ejercicio de Límites y termino —bufó sin mucho humor.

 

—Está en tu bolsillo trasero —dijo su hermana a sus espaldas.

 

Hoseok negó con la cabeza y le sacó el lápiz del pantalón. Le preguntó en qué pensaba, pero había dejado de prestar atención, por un instante le pareció ver el nombre de Seokjin donde se suponía iba el nombre de la marca del lápiz, y sus mejillas se sonrojaron. SeRa los unió a ambos y les metió la idea a la cabeza de que estaban enamorados. Su hermano se sobresaltó más que él y luego propuso que fueran a comer afuera. No le importaba mucho, no tenía hambre de todos modos, así que cuando Hoseok les preguntó si iban al viejo lugar donde él y Yoongi solían reunirse hacía un tiempo atrás se encogió de hombros.

 

Suspiró nervioso cuando la pequeña propuso llamar a Jin para que los acompañara y después convenciera a Hoseok de que él no podría ir. No consideraba necesaria su presencia ahora, si lo veía no iba a poder controlar los latidos de su corazón y probablemente éste explotaría y lo dejaría sin vida en un abrir y cerrar de ojos. Cuando llegaron al lugar y terminaron de comer, él no dijo nada. No quería hablar, sólo quería estar en su cama con sus pensamientos. Pero entonces su celular sonó y Yoongi y Hoseok lo miraron intrigados. Miró la pantalla y se levantó rápidamente.

 

—Voy al baño.

 

Caminó a grandes zancadas y se encerró en uno de los cubículos del baño, creyendo que así nadie le observaría. Respiró hondo antes de contestar.

 

—¿Sí?

 

Del otro lado de la línea no oyó más que interferencia. Miró de nuevo la pantalla, ésta contaba los segundos de la llamada, y puso de nuevo el celular al oído. La idea de que lo llamó por accidente mientras estaba con su noviecita inundó sus pensamientos y se sintió decepcionado. Cuando se decidió a cortar, Seokjin se animó a hablar.

 

Veámonos —fue directo, a Jungkook le costó asimilar las palabras—. Ah, Dios… Jungkook, quiero verte.

 

Su corazón golpeaba fuertemente en su pecho con cada palabra pronunciada de la boca del mayor. Tragó saliva y preguntó dónde se iban a ver.

 

En el puente del río Han, te estaré esperando.

 

Colgó y se quedó congelado por un instante. Acomodó el orden de las cosas que debía hacer en los próximos minutos y tomó aire. Salió del cubículo y se asomó por la puerta del baño, Yoongi y Hoseok seguían conversando y SeRa jugaba como retrasada en la zona de juegos del local. Asintió y salió, pero no por donde habían entrado, sino por la puerta trasera. Si Hoseok lo veía, iba a hacer muchas preguntas y no lo dejaría ir, era mejor que lo regañara después. Una vez puso un pie fuera del lugar, emprendió la carrera a su destino.

 

El aire era gélido y venteaba muy fuerte, pero aquello no le impidió seguir corriendo y llegar al puente, donde Seokjin lo esperaba recostado en su auto, con las manos dentro de los bolsillos y el viento alborotándole los castaños cabellos. Sonrió al verlo y apuró más la carrera. Seokjin estaba nervioso, no sabía qué iba a decir cuando el otro llegara, le había costado un montón hablarle por celular y ahora tenía miedo. El pelinegro frenó en frente suyo y lo sobresaltó.

 

—No tenemos mucho tiempo, tuve que escaparme —dijo, sofocado después de correr una maratón.

 

El castaño parpadeó un par de veces, luego se restableció.

 

—No te demoraré mucho —dijo, con la voz más cálida y firme que pudo utilizar—. Se supone que no debo estar aquí, pero no pude contenerme y terminé tomando el celular y marcando tu número. Quería verte.

 

—¿Y eso por qué? —preguntó, aunque sabía de sobre la respuesta. Sabía que Seokjin lo quería tanto como él lo hacía, que necesitaba verlo—. Si de verdad fuese así, no me hubieras abandonado ayer.

 

El mayor lo miró, levantando las cejas, y empezó a acercarse, sonriendo.

 

—¿Te estás haciendo el rudo? —el otro bufó.

 

—No me hago el rudo, es que eres un idiota —declaró—. Debiste esperar al menos a que dijera lo que pensaba.

 

—¿Y qué piensas?

 

—Que me gustas mucho.

 

El tiempo se detuvo alrededor de Seokjin, pero avanzaba rápido para Jungkook. El menor estaba decidido a dejar las cosas claras desde ya, lo había decidido mientras corría sin parar. Seokjin sonrió y se mordió el labio inferior, conteniendo las ganas de reír como idiota.

 

—Tú también me gustas —cortó la distancia que los separaba y envolvió al contrario en un cálido abrazo. Se quedaron aferrados el uno con el otro, siendo golpeados por las ráfagas de viento. Seokjin inhaló el olor del cabello de Jungkook, siempre le había gustado lo negro como boca de lobo, lacio y bien cuidado que tenía el cabello—. ¿Qué hará Hoseok cuando se entere?

 

—Te matará —respondió el pelinegro sin vacilar.

 

Ambos rieron, pero por dentro un repentino miedo empezó a florecer, realmente temían a la reacción de Hoseok, porque Hoseok daba miedo cuando estaba enojado. Respiraron un poco más del frío y fresco aire antes de separarse.

 

—Quiero quedarme un poco más contigo antes de volver.

 

—Hoseok debe estar preocupado —dijo, mirando la hora en su reloj—, él no merece que le des un susto así —el pelinegro hizo un puchero y se recostó en su pecho, abrazándolo más fuertemente. Jin le despeinó los cabellos—. Te lo recompensaré.

 

Fueron en el auto del mayor hasta la casa de Jungkook, hablando animadamente e intercambiando leves miradas, miradas que pedían besos, otras que pedían abrazos, quizás alguna que otra pedía algo más. Al llegar, Jungkook bajó del auto, se despidió de Jin, ahora su novio, y se encaminó con pasos lentos hasta su casa. Jin lo llamó desde atrás, se giró curioso.

 

—Buenas noches, Ogro Malo.

 

Y no lo soportó. Corrió hasta el mayor, y cuando estuvo cerca, volvieron a besarse. Esta vez con más necesidad, a Jin todavía le sorprendía la precisión con la que Jungkook movía sus labios, de una forma que lo hipnotizaba. Sus cuerpos reclamaron aire y se separaron, con tímidas sonrisas y una que otra mirada. Volvieron a despedirse con un corto beso y Jungkook se dirigió a casa, caminando como un tonto. Antes de que tocara, la puerta fue abierta por un molesto Hoseok, que irradiaba un aura oscuro a su alrededor.

 

—Puedo explicarlo —fue lo único que se le ocurrió decir.

 

Se había concentrado en su situación sentimental que había olvidado que se había escapado de la nada. El pelinegro lo fulminó.

 

—No explicarás nada —dijo en tono gélido—. Vete a tu cuarto.

 

—No te enojes, hyung, yo… —el mayor lo calló con la mirada.

 

—Estoy muy aliviado de que estés en casa, Jungkook —relajó el gesto y respiró hondo—, pero estoy muy decepcionado y enojado.

 

Y se retiró. Jungkook dejó escapar el aire y fue derecho a su habitación, cerró la puerta con cautela y se recostó en su cama. Estaba rebosante de felicidad, su noche había sido perfecta. Con una enorme sonrisa sacó su celular del bolsillo trasero de su pantalón y se dispuso a enviarle un mensaje a Seokjin.

 

Ya estoy en casa. Sano y salvo ♥♥♥

 

—Así como llegaste tarde espero que te levantes temprano mañana para ir a estudiar.

 

Hoseok entró en la habitación y vio a su hermano sonriendo como SeRa cuando estaba Yoongi cerca. Abrió la boca para hablar y decirle que estaba actuando muy raro, que le preocupaba su salud, pero entonces Jungkook le dedicó una mirada y sonrió tontamente. Aquello lo molestó, considerando que se había escapado y le había causado el susto más infernal de todos los que llevaba experimentados en su vida.

 

—Hey… —lo llamó, el otro lo miró con una sonrisa—. Estás castigado.

 

La sonrisa en la cara de Jungkook desapareció y Hoseok abandonó la habitación.

Notas finales:

El JinKook es amorshhhh, el problema es el joven Hoseok D: X_X En fin, espero que les haya gustado y nos leemos el próximo fin de semana. 

PD: Ya mismo me dispongo a responder reviews ya que tengo un mínimo espacio para luego ponerme a estudiar :') 

¡LES MANDO MUCHOS BESOS Y ABRAZOS, ADEMÁS LES AGRADEZCO POR LEER! 

 

¡Los Adoro!


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