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The Jackpot por Lord_Dara

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, soy Dara y vengo a actualizarles luego de una larguísima semana.

¡A Leer!

Capítulo 14

 

Se lanzó sobre su cama con desgana y mal genio. Después de llegar a casa con el rostro oscuro de la frustración, Taehyung se encerró en su habitación y tomó una larga ducha con agua caliente para que la ira abandonara su cuerpo y se fuera por el desagüe. Cuando empezaba a calmarse, la cara de Hoseok llegaba a su mente y lo oía decir: «Entre nosotros no hay nada y nada sucederá» sin compasión; entonces volvía a enojarse y lanzaba puños y patadas al aire. Odiaba a Hoseok. Era un idiota.

 

Tomó uno de los libros que reposaban en la mesa auxiliar que estaba al lado de su cama y lo abrió en la mitad, donde un separador le indicaba dónde había quedado, y comenzó a leer, con la esperanza de que la lectura le ayudara a despejarse. Pero no logró concentrarse y decidió mejor empezar un nuevo libro. Dejó el ejemplar a un lado y tomó La Ilíada, con la que logró entretenerse, hasta que llegó a la parte donde Agamenón le exige a Aquiles que le dé a una de sus sirvientas, llamada Briseida, y le quita todo su botín sólo porque tenía poder y era el rey, sabiendo que Aquiles estaba enamorado de ella, y sintió que la rabia volvía a su cuerpo; pasó a la siguiente página con fuerza y ésta se rompió casi entera, pero no se despegó del libro. Taehyung ahogó un grito y miró el libro como si tuviera vida propia y estuviera llorando porque se cayó y se hizo un raspón.

 

Los ojos se le aguaron pero reprimió las ganas de llorar.

 

—Esto es por tu puta culpa, Hoseok —maldijo, cerrando el libro con cuidado y dejándolo cuidadosamente encima de la pila de libros que había sobre su mesita, como si fuera el tesoro más frágil del mundo—. Págame el maldito libro.

 

Se encogió y se abrazó las rodillas. El pelinegro era un idiota, un idiota que no valoraba sus sentimientos. Y se odiaba a sí mismo por ser tan transparente, nunca le había demostrado a nadie que le gustaba, sin embargo, Hoseok lo había notado y lo había rechazado. Dejó caer el cuerpo sobre el cómodo colchón y miró el techo de su habitación, con ganas tremendas de arrancarse el pelo de las cejas con cera. Respiró hondo y trató de calmarse, tomando su celular para llamar a su mejor amigo, tal vez si lo escuchaba se sentiría mejor. El idiota tardó en contestar, cuando Taehyung decidió que el otro estaba demasiado ocupado como para atender su llamada, oyó la voz de Jimin en la otra línea.

 

Tae, ¿qué sucede? —su voz era cantarina, se preguntó qué estaba haciendo y de nuevo la rabia lo consumió.

 

—¿Por qué no has vuelto, por qué ya no te quedas en mi casa? —reclamó, notablemente indignado—. Eres un maldito estúpido. Te odio tanto como a tus malditos perros.

 

Taehyung odiaba a los caninos, no soportaba verlos ni tenerlos cerca, esas bestias peludas con hocico húmedo y bocas babosas que parecían estar felices con cualquier cosa. De hecho, odiaba a los animales en general. Jimin era todo lo contrario, él amaba los animales, tenía dos perros enormes de razas distintas, un Pastor Alemán bastante juguetón y un San Bernardo un poco perezoso pero con ataques de hiperactividad muy cómicos. Oyó a su mejor amigo reír en la otra línea.

 

Debería llevarlos uno de estos días a tu casa para que te molesten.

 

—Le diré a Suga que le has comprado un apartamento —dijo cortante—. Hoy llamaron diciendo que el martes lo tendrían todo listo.

 

Sonrió triunfante cuando escuchó que el moreno tragó fuerte.

 

Entonces debes ayudarme.

 

—¿Qué? —aquello lo tomó por sorpresa, luego recordó que su amigo quería que dijera que el apartamento era suyo—. Olvídalo, Park Jimin, ya tuve suficiente de tus mierdas.

 

Era consciente de que se estaba desquitando con Jimin, que se estaba comportando como un niño debido a su mal humor, pero así era Kim Taehyung. El frío y caprichoso Kim Taehyung, alguien que había construido, había dejado de ser un chico débil para ser alguien más independiente.

 

Tae, te prometo que haré lo que quieras —dijo suplicante Jimin, con voz aguda—. Haré todo lo que me digas si me ayudas.

 

—¿Lo que sea? —inquirió, se imaginó al pelinegro asintiendo descontroladamente—. ¿Qué te parece si convences a Yoongi para que le diga a Hoseok que deje de ser tan malditamente idiota?

 

El mayor se quedó en silencio por un buen rato.

 

¿Por qué estás tan interesado en J-Hope? —habló con recelo—. Si es un amargado.

 

—No te importa.

 

Me dijiste que no te interesarías por él, Kim Taehyung —el nombrado bufó, exasperado.

 

—Entonces no me ayudes —replicó—. Cuando SeRa crezca le ayudaré a casarse con Yoongi. —Y colgó.

 

Se quedó mirando la pantalla de su móvil, controlando las ganas de estrellarlo contra la pared que tenía. No pasaron más de dos minutos cuando su celular empezó a sonar. Era Jimin.

 

—¡¿Para qué llamas de nuevo?! —gritó.

 

¿Quién diablos es SeRa y por qué va a casarse con Yoongi? —la voz de su mejor amigo era seria. Taehyung bufó y volvió a colgarle. De nuevo su celular empezó a sonar y tomó la llamada—. Por favor, Tae.

 

El castaño negó con la cabeza y frunció el ceño, la cabeza empezaba a dolerle otra vez. Dio un largo suspiro y refunfuñó.

 

—Está bien —accedió de mala gana—. Déjame en paz.

 

Te amo, Tae, lo sabes. Te debo una grande, muy, muy grande. Eres el único que brilla en mis ojos, eres mi-

 

Cortó la llamada y apagó su celular, tirándolo a un lado. Apagó las luces y se escabulló por entre las sábanas de su cómoda cama. Por un momento había pensado en decirle a Jimin que hablaba en serio cuando quería que Yoongi convenciera a Hoseok de madurar, pero se retractó a tiempo. Era demasiado orgulloso como para permitir que alguien le ayudara. La cabeza le palpitaba y cerró los ojos, como si aquello fuera suficiente para apartar el dolor.

 

 

≡≡≡

 

 

Odiaba los miércoles. Por alguna extraña razón los miércoles en el bar eran especiales, con demasiado trabajo, había bastante gente, Taehyung se imaginó que todos estaban frustrados porque los lunes y los martes siempre eran una pesadilla… o por lo menos los suyos fueron así. Después de pensárselo mucho, había decidido auxiliar a su padre en su oficina así éste no lo quisiera cerca con el fin de evitar a Hoseok por todos los medios.

 

—Taehyung —habló su padre, tomando asiento en la mesa y mirándolo con cansancio—. Ya me has ayudado bastante, me ahorraste un montón de trabajo. Creo que ya puedes irte.

 

—¿Seguro? —el castaño tragó nervioso y se relamió los labios—. Te ves muy cansado, podría hacer un poco más…

 

—Taehyung —la voz del mayor era amenazante—. Insisto.

 

El menor gruñó y salió de la oficina, arrastrando los pies hasta la barra. No quería estar cerca de Hoseok, quería irse y dejar todo atrás. Desde donde estaba pudo ver que la barra estaba vacía, caminó un poco más y se topó con alguien, encontrándose con la brillante mirada de un sonriente Namjoon. Profirió un inaudible “oh” de la sorpresa y sonrió.

 

—¡Taehyunggie, qué milagro verte! —exclamó el rubio con su acostumbrado buen humor, extendiendo los brazos para abrazarlo.

 

El más bajo le correspondió el abrazo un poco incómodo.

 

—Creí que nunca volvería a verte —dijo Namjoon bastante animado—. Apuesto que Jimin te esconde de mí… Eh, ¡hey, Hoseok!

 

Taehyung se tensó al ver al alto saludar a alguien a sus espaldas con la mano en alto. Miró a todos lados menos atrás, nervioso.

 

—Tengo algo que hacer —se excusó y salió disparado a algún lugar, perdiéndose entre la multitud.

 

Namjoon lo siguió con la vista arqueando las cejas, minutos después Hoseok se acercó con cara de pocos amigos, el traje negro de barman ajustado al cuerpo, y el rubio se dio cuenta de que miraba en la misma dirección. Ambos estaban sorprendidos con la repentina huida del castaño.

 

—¿Por qué Taehyunggie actúa tan raro? —preguntó el rubio al cabo de unos segundos—. ¿Y desde cuándo trabaja? No aquí, sino en general, ¿por qué está trabajando?

 

El alto se rió ante la idea de aquel chico gruñón trabajando. Taehyung siempre había odiado ensuciarse, y le asqueaba ese tipo de lugares con mucha gente alborotada y demasiado ruido. De repente se sintió muy intrigado cuando el pelinegro se encogió de hombros, soltando un amargo “yo qué sé”, dejando claro que le importaba una mierda lo que hiciera el otro, aunque por dentro ardía de la rabia; por alguna extraña razón odiaba que Taehyung lo evitara. Bufó y alejó, dejando al rubio haciéndose algunas ideas en la cabeza.

 

—Qué extraño —habló para sí mismo, con una sonrisa maliciosa—. Qué interesante.

 

No necesitó empinarse para localizar a Jimin por encima del gentío, estaba sentado en unas mesitas para dos próximas a la barra. «Sería bueno sacar un poco de información», pensó, «necesito saber qué se traen estos dos personajes tan contrarios». Se acercó con paso sigiloso sin necesidad de hacerlo hasta quedar a tan sólo tres pasos de él, lo atrapó observando a Yoongi atendiendo una mesa, con una mirada salvaje mientras se relamía los labios. El alto reprimió las ganas de reír escandalosamente, bastante divertido con la situación. «El amor vuela en aire, puedo sentirlo y huele horrible», se rió de su broma y acortó la pequeña distancia que lo separaba del menor.

 

—Terminarás acabándolo si continúas mirándolo así.

 

El pelinegro se sobresaltó, golpeando con el codo el vaso de tequila que tenía al lado, haciéndose añicos en el piso al caer. Miró enojado a Namjoon por haberle causado tal susto, el corazón le iba a mil, por un momento pensó que había sido Hoseok.

 

—Por Dios… —ambos levantaron la vista y vieron al pelinaranja, bandeja vacía en mano y negando con la cabeza—. Qué torpe.

 

Saludó a Namjoon con un abrazo, el rubio amaba saludar de esa forma, para luego alejarse en busca de una escoba. Jimin suspiró para después ponerse a recoger los restos de vidrio roto que había esparcidos por el suelo. Namjoon iba a decirle que lo dejara, pero entonces Yoongi regresó, apartando al menor y diciéndole que iba a lastimarse, luego volvió a alejarse, de vuelta al trabajo. El alto se quedó boquiabierto y asintió, haciendo un reporte mental sobre las parejas que acaba de ver, sorprendido de que todos se conocieran. Tomó asiento en el banco contiguo a Jimin y lo miró.

 

—¿Sabes qué pasa con Taehyung y Hoseok? —el menor arqueo una ceja.

 

—¿Qué pasa de qué? —Jimin lo miró interrogante, ya empezaba a preocuparle eso de oír “Taehyung y Hoseok” en la misma frase. Ya tenía suficiente con escuchar el nombre del mejor amigo de Yoongi de la boca de su mejor amigo.

 

—Es como si se gust-

 

—Se odian. —le interrumpió Jimin—. Mutuamente —puntualizó—. No hay nada entre ellos, ni siquiera podría creer que lleguen a ser algo. Taehyung es demasiado perfecto para J-Hope, él es una pulga al lado de Tae.

 

Namjoon rió, pero insistió.

 

—De veras creo que hay algo entre ellos…

 

Jimin se encogió de hombros y le contó todo lo que sabía, sin darle mucha importancia, no lo consideraba así de todos modos. Le explicó que los dos se habían besado en su fiesta pero que no había significado nada, que sólo fue el momento, “tenían unas copas de más”, dijo. El rubio asintió, decidido a seguir investigando.

 

—¿Y qué pasa contigo y Yoongi?

 

Dio la casualidad de que Hoseok pasaba por allí, y que a pesar del volumen alto de la música pudo escuchar perfectamente el nombre de su mejor amigo. Frunciendo el ceño, se escondió y echó un vistazo a las personas que hablaban de su mejor amigo, resultaron ser Namjoon y Jimin. El menor parecía pensativo, y sonreía de una manera idiota.

 

—Yoongi realmente me gusta mucho —afirmó el pelinegro.

 

La sangre de Hoseok le subió a la cabeza y sintió cómo el odio crecía en él. Le parecía increíble que ese pedazo de mierda dijera que le gustaba su mejor amigo después de haber abusado de él en un principio, aún no lo superaba y guardaba un rencor muy grande hacia él debido a ello. Apretó los puños y se quedó donde estaba guardando silencio, conteniéndose para no salir y estamparle unos buenos golpes en la cara.

 

—Todavía no nos hemos definido bien —continuaba diciendo Jimin, siendo ignorante de la persona que los espiaba—, pero en este momento estamos juntos en mi casa.

 

Namjoon silbó, contento por la suerte de sus amigos. Conocía muy bien a Yoongi tanto como a Jimin, y creía que juntos se complementaban el uno al otro. Hoseok estaba estupefacto. «¡Lo está obligando a quedarse allí!, es por eso que viene tanto al bar, para vigilar que no se escape». El pelinegro se montó un drama en la mente, decidido a planear algo para ayudar a su mejor amigo. No iba a hacer nada, para no levantar sospechas, se iría con cuidado, temía que Jimin secuestrara o le hiciera daño a Yoongi por su culpa.

 

El rubio miró al moreno y le palmeó la espalda amistosamente.

 

 —¿Y qué opina Hobi de ti? —el otro lo miró sin entender—. Hoseok.

 

Jimin perdió la sonrisa y bufó.

 

—Hoseok es un entrometido que interfiere en mi relación con Yoongi —escupió—. Es un amargado posesivo con su mejor amigo.

 

Namjoon se largó a reír y Hoseok regresó al trabajo, con la mandíbula apretada. El transcurso de la noche a la madrugada marchó igual que todos los miércoles, con mucho que hacer y limpiar, complaciendo a personas con un poco de licor. Llegada la una de la mañana y el finalizar de la jornada, Hoseok se cambió rápidamente para llevarse a Yoongi antes de que Jimin lo hiciera. Tomó sus cosas y salió del despacho, encontrándose a Yoongi cruzando la estancia para dirigirse a la salida. Corrió hasta él, ignorando las miradas de todos y lo guió fuera.

 

—¿Hoseok? —el pelinaranja parecía sorprendido—. ¿Qué sucede?

 

—Vamos juntos a casa —dijo el pelinegro atropelladamente, vio cómo el otro se tensaba—. Descuida, estarás bien.

 

—Es que hoy no puedo irme contigo... —el más bajo se mordió el labio inferior—. Debo volver a casa…

 

El pelineggro abrió grande los ojos, incrédulo. ¿Yoongi le estaba mintiendo? Bufó y le dedicó una mirada furiosa.

 

—¡No seas mentiroso! —gritó, perdiendo la calma—. ¡Hace unas horas escuché que no estás yendo a casa, sino a la de ese niño con cara de culo! —a Yoongi le temblaban los labios, asustado por ser descubierto—. Creí que Jimin te estaba obligando, y yo como idiota me molesté en venir a buscarte para llevarte a mi casa, pero ahora veo que no es cierto.

 

—Ho-Hoseok, espera… —el otro lo interrumpió.

 

—¡Abandonaste a tu padre para irte con el chico que te violó! —siguió gritando, sin medir sus palabras, haciéndolo sentir culpable.

 

El rostro del pelinaranja se tornó más pálido, si era posible, y los ojos le brillaban de las lágrimas que se acumulaban en las cuencas.

 

—¡Yo no violé a nadie!

 

Jimin apareció de repente, con Taehyung y Namjoon detrás de él. Cuando vieron cómo Hoseok tomó a Yoongi y lo guió afuera creyeron que se irían juntos a algún lugar, pero los gritos y el alboroto del mayor los había puesto nerviosos y habían decidido salir para averiguar lo que ocurría.

 

—¡Él no me violó! —replicó Yoongi.

 

Aquello hizo enojar un poco más al pelinegro. Abrió la boca para protestar pero Taehyung se le adelantó.

 

—Deja de decir tonterías, Jimin no es un violador —el castaño lo miraba encolerizado—. Ellos se gustan y debes entenderlo. Sólo porque tú seas un insensible con corazón de piedra no significa que todos sean igual.

 

Había tomado ventaja de la situación para desquitarse con el pelinegro. Lo odiaba porque le gustaba. Hoseok le dedicó una cruda mirada.

 

—No te metas.

 

—Wow, wow, wow —Namjoon se puso entre los dos chicos, sintiendo que los rayos láser de los ojos de ambos lo estaban traspasando—. Cálmense un poco. Tú —señaló a Hoseok—, debes hablar a solas con Yoongi de forma tranquila, y escucharlo, no lo has dejado defenderse… —se giró a ver al pelinaranja y torció el gesto—. Lo hiciste llorar.

 

El pelinegro se sorprendió brevemente, pero aún seguía enojado. Yoongi estaba hipeando, con la preocupación reflejada en el rostro. Sabía que había dado con su punto débil y que ahora debía de estar con remordimiento por dejar a su padre, pero en aquel momento no le importó, sabía que tenía razón. Se dio cuenta de que los cuatro chicos lo miraban, cada uno de forma distinta, y se encogió de hombros. Ajustó su mochila en la espalda.

 

—Hagan lo que quieran.

 

Dio media vuelta y se alejó. El aire estaba frío y caminaba a grandes zancadas, gruñendo y maldiciendo sin cesar. Sintió que alguien lo tomaba del hombro para detenerlo y lo obligaba a girarse. Era Taehyung.

 

—Eres un estúpido —dijo—, ni siquiera eres bueno con tu mejor amigo.

 

Aunque sabía que no era cierto. SeRa le había dicho que Hoseok era muy amable y admirable, todo lo contrario a ese Hoseok terco, grosero y cabezota. Estaba tan enojado que no podía verlo con otros ojos. El otro lo juzgó de arriba abajo y le dedicó una mirada gélida.

 

—Te dije que no te metieras.

 

Dio media vuelta y se alejó calles abajo. El castaño lo siguió con la mirada hasta que lo perdió de vista en una esquina y pateó pavimento, bastante enojado. Al doblar la esquina y cruzar unas cuantas calles, Hoseok se mordió el labio y se hizo daño. «Eres un idiota». La imagen del rostro herido y serio de Taehyung llegó a su mente y le hizo sentir fatal. Tenía razón, se había comportado muy mal aquella noche.

 

—Bien hecho, Hoseok —suspiró—. La has cagado.

 

 

Jimin estaba sentado al lado de Yoongi, abrazándolo y dándole suaves palmadas en la espalda para que se calmara. Luego de la discusión, Jimin llevó a Yoongi a su casa, ya que éste no paraba de llorar. Taehyung los había acompañado y fueron juntos en el auto del pelinegro, porque había dejado su auto en un taller de mantenimiento. Namjoon se había despedido y se había ido en su moto, con una extraña sonrisa en el rostro. Se encontraban en la habitación de Jimin, Taehyung observaba a la pareja en silencio.

 

—Deja de llorar, Yoongi —pasó sus manos por las mejillas del mayor para retirarle las lágrimas—. Quiero que conozcas a dos seres muy hermosos —intentó animarlo, el pelinaranja lo miró a los ojos—, te encantarán.

 

Le dio un beso en la frente y se levantó para después salir de su alcoba y dejar a Yoongi y a Taehyung en completo e incómodo silencio. El mayor se llevó el dorso de ambas manos a los ojos e hizo presión sobre ellos para calmar el ardor que habían causado las lágrimas. Taehyung lo miraba con una mueca, él nunca dejaría que lo vieran llorar en público. Y Jimin odiaba ver a la gente llorar, pero con Yoongi había actuado diferente, se preguntó cuántas veces lo había visto así, con lágrimas que caían como una fluyente catarata. Entonces recordó que le había prometido a Jimin ayudarlo con lo del apartamento.

 

Se aclaró la garganta antes de hablar:

 

—Tengo un apartamento libre, creo que puedes mudarte allí —dijo, fingiendo amabilidad—. No tengo problema con que te mudes mañana mismo.

 

El mayor abandonó sus pensamientos y miró impactado al castaño, no tenía idea que fuera tan blando.

 

—Es muy amable de tu parte —empezó—, pero no estoy seguro de dejar a papá solo.

 

Con exagerada paciencia, Taehyung sonrió y relajó el gesto, suavizando también su tono de voz.

 

—Si Jimin te está ayudando es porque realmente algo malo está pasando. Confía en lo que él hace por ti, deberías mudarte —habló en forma convincente, como quien hace un negocio—. Al menos intenta quedarte allí unas cuantas noches, hasta que todo pase y tengas la mente despejada.

 

Escucharon un leve siseo, y luego dos criaturas enormes irrumpieron en la habitación, corriendo y saltando de un lado para otro con la lengua afuera de sus bocas. Taehyung se echó hacia atrás y se plantó en el centro de la cama de su mejor amigo, asqueado. Jimin apareció un momento después, observando cómo sus mascotas jugaban con Yoongi, y cómo éste les sonreía, mirando con diversión al castaño. Sintió un cosquilleo en el estómago.

 

—Eres un gallina, Taehyung —se burló Jimin, acercándose y tomando asiento donde anteriormente estaba el menor—. Los perros son inofensivos. —Negó con la cabeza y se dirigió al pelinaranja—. Te los presentaré. Este grandote de aquí es Mike —dijo, señalando al pastor alemán que le lamía una mano a Yoongi— y este otro es Sulley —apuntó al San Bernardo que estaba recostado con pereza en el suelo.

 

Yoongi rió.

 

—¿Como la película?

 

—Sí —Taehyung asomó la cabeza y se sentó entre los dos mayores—. A este inmaduro de aquí le gusta mucho Monsters, Inc.

 

Asintió, sonriendo, enternecido por el lado infantil del pelinegro. Jimin bufó molesto porque su amigo lo separó de su pareja y chasqueó los dedos, mandando al canino Mike a lanzarse sobre Taehyung. Éste exclamó y volvió a correrse hacia el centro de la cama mientras discutía con Jimin. Yoongi rió débil, acariciando las orejas del San Bernardo, y fue sintiéndose triste, sin creer que había peleado con su mejor amigo. De repente Hoseok apareció en sus pensamientos, y recordó cuando se conocieron.

 

Aquel día llovía, él corría para protegerse, pero más por llegar hasta la cajita que había estado visitando hacía un tiempo, donde alguien había abandonado a un cachorro. Cuando había llegado, se encontró a otro chico parado frente a la cajita, por un momento creyó que iba a lastimar al cachorro, pero lo llevaba en brazos y tenía una expresión preocupada en el rostro. El chico pelinegro le había dicho que el perrito se estaba muriendo, y así fue. Quedó inmóvil en sus brazos unos diez minutos después.

 

—Me llamo Hoseok —se había presentado el chico después de haber enterrado al cachorrito juntos y haberlo bautizado como Mariposa.

 

—Yo soy Yoongi.

 

Sonrió con amargura al recordar aquel encuentro y decidió marcharse, su ropa estaba llena de pelo. Miró al par de jóvenes, que seguían insultándose como viejos borrachos, y carraspeó.

 

—Bueno… creo que ya me voy.

 

Jimin se giró y lo miró sin comprender. Pasó de Taehyung y se puso al lado de Yoongi, tomándolo de un brazo. Los perros lo miraron mientras caminaba.

 

—No tienes que irte —dijo—. Sabes que puedes quedarte.

 

El castaño los observaba preocupado, era bastante raro ver a Jimin suplicarle a alguien que no fuera él, y se preguntó qué tan grave era la situación de Yoongi.

 

—Sí que debo irme —lo contradijo el otro.

 

—Tu padre va a lastimarte, y lo sabes.

 

Pero Yoongi no lo escuchaba, los ojos volvieron a escocerle y las lágrimas volvieron a descender por la curva sus mejillas. Se sentía muy mal por haberle mentido a Hoseok todo aquel tiempo y por haber dejado a su padre solo.

 

—Yoongi —esta vez habló Taehyung, tratando de convencer al mayor. Sintió lástima por Jimin, no le gustaba ver la cara de su mejor amigo tan desesperada—. No te vayas. Piensa mejor las cosas, estás actuando así porque... Hoseok se comportó muy mal. No te dejes afectar, seguro no lo hizo a propósito. —Aunque de eso no estaba muy seguro, porque cuando Namjoon le había dicho que había hecho llorar a Yoongi, vio en su rostro la culpa, pero también el placer—. Cuando estás alterado no puedes tomar decisiones.

 

El pelinaranja miró al castaño, que asentía para animarlo a quedarse, y después miró a Jimin, que tenía el rostro fruncido de la preocupación, y accedió, derramando lágrimas sin parar. Taehyung siguió a Yoongi con la mirada, que se dejaba guiar por Jimin hasta recostarlo en la cama mientras le susurraba palabras de consuelo al oído, con ambos perros caminando a su alrededor. Vio cómo el pelinegro le dejaba tiernos besos en los ojos… y luego en los labios. Desvió la vista incómodo y sintió que ya había cumplido con lo suyo, ya no era necesario que siguiera allí.

 

Salió de la habitación de su mejor amigo y luego de la mansión. Debido a que no tenía el auto decidió caminar un poco por las desoladas calles, para despejar su cabeza. El aire estaba frío pero era agradable. Había sido un día bastante agotador y ya se imaginaba el dolor de cabeza que lo atormentaría después. De alguna forma se sintió solo. De pronto unos cuerpos surgieron de las sombras y lo empujaron contra la pared más cercana. No entendió lo que sucedía hasta que uno de los atracadores le sacó el celular de uno de los bolsillos del pantalón y él otro lo golpeó en el vientre y le dio una bofetada, y salieron corriendo.

 

Se quedó en el suelo bastante en shock, con el cuerpo temblando, y comenzó a llorar. Era la primera vez en su vida que algo así le ocurría y se había asustado tanto. Intentó ponerse en pie pero estaba conmocionado. Siguió llorando, lágrimas del susto, pero también lágrimas que había estado conteniendo los últimos días.

 

—¿Taehyung? —oyó su nombre y calló de repente, un momento después Hoseok estaba acuclillado a lado suyo, con el rostro alarmado—. ¿Estás bien? ¿Qué ocurrió, Taehyung?

 

Pero no recibió respuesta, porque el castaño volvió a estallar en un llanto descontrolado. De todas las personas que no quería ver tenía que aparecer Hoseok, pero lloraba porque había llegado, lloraba porque odiaba que lo viera en ese estado tan lamentable, pero también lloraba de alivio.

Notas finales:

Quiero agradecerle a todas las personas que me dieron ánimos para afrontar esta semana, los exámenes que tenía eran muy importantes, siento que lo hice bien pero aún no me pasan las notas X_X qué susto. Espero que les haya gustado el capítulo. Este cap debería tener un nombre, algo así como: "Todos contra Jung Hoseok" jajajaja o más bien "Jung Hoseok contra todos" porque el bendito está bien pinche ... no sé ni cómo decirle. JAJAJAJ En fin, me marcho a seguir aprovechando mis casi vacaciones (aunque realmente tengo exámenes pendientes aún T_T) MUCHAS GRACIAS POR TODO.

 

¡LOS ADORO!

 

PD: no sé pero ese primer gif me llegó al alma <3

PD2: díganle a Lord que debe respetarme porque soy mayor

PD3: ¿no les gusta iKON? *-* A mi me gustan Jinhwan y Donghyuk


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