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The Jackpot por Lord_Dara

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Notas del capitulo:

No los distraigo.

Capítulo 17

 

Observó el cuarto que compartirían, los tonos pasteles de sus paredes, la decoración que lo haría sonreír. Miró hacia el lado izquierdo de la cama, donde dormía Taehyung en ese momento, suspiró con desgana, ahí no debería estar su mejor amigo sino Yoongi. Y él no debería estar mirándolo todo sino durmiendo a su lado, despertando a su lado.

 

Se bajó de la cama porque le dolían los hombros, se la había pasado dando vueltas, pensando en dónde estaba Yoongi y por qué no recibía sus llamadas. Temió al creer que su chico había regresado a la casa de su padre, que habían arreglado sus problemas y que él y Yoongi ya no compartirían aquel lugar que Jimin había comprado sólo para su adorado pelinaranja. No debía sentir ira y rabia con el padre de Yoongi, ¿por qué lo haría? Él tenía el derecho de vivir con su hijo, aunque Jimin no lo viera así. El señor Min no merecía nada que su hijo pudiese darle, además él tampoco permitiría que su pareja regresara con él. Se levantó de la cama, decidido a ir hasta la universidad a buscar a Hoseok, le costaba reconocer que sería más fácil para aquel gruñón chico encontrarlo. Se duchó y salió del lugar sin tomar un solo bocado de comida, al fin y al cabo no tenía ni una pizca de hambre.

 

Se tardó más de la cuenta en llegar debido a la gran cantidad de autos que había ese día en la ciudad, y estuvo a punto de rendirse al no encontrar a Hoseok por ningún lado, hasta que lo vio cruzar plena plazoleta con su rostro serio, que le advertía a todos que podría matarlos si le dirigían al menos una sola palabra. Jimin lo miró mal, no quería arruinarse más el día hablándole, pero necesitaba hacerlo. Se le acercó como si fuese un león a punto de cazar a su presa, sin contar que debía estar alerta porque su presa podría simular un enorme elefante, algo que no cualquier león podría atreverse a seguir.

 

—¡J-Hope! —gritó a más de dos metros de distancia, el mayor no lo miró—. ¡Oye, Hoseok!

 

El aludido se giró y lo miró como si fuese un asqueroso ser, algo no muy común y nada bueno para la biología.Jimin exhaló sin tomar en cuenta aquella mirada y se le acercó, con una sonrisita ladina que ocultaba un poco su irritación.

 

—Te ves mejor que ayer, no pareces tan enojado —mintió porque sabía que Hoseok estaba peor y que no debía estar tan cerca porque en cualquier momento podría estamparle un fuerte golpe en su rostro.

 

—¿Qué quieres? —preguntó de mala gana.

 

—¿Sabes algo de Yoongi? He estado buscándolo y no he podido saber nada de él, realmente estoy preocupado.

 

—Ya te dije que no sé nada.

 

—¿Piensas buscarlo luego? —indagó con una leve esperanza.

 

—Tal vez —J-Hope se encogió de hombros mostrando su despreocupación. No esperó a que Jimin modulara algo y se fue dejándolo sin habla.

 

—¿De verdad eres su mejor amigo? ¡Idiota de mierda! —dijo, pero Hoseok no lo escuchó o tal vez aparentó no hacerlo.

 

Jimin lanzó su bolso al suelo y luego lo pateó. Sabiendo que no podía hacer nada más se marchó, deteniéndose en una tienda japonesa y comprando un poco de sushi para que su mejor amigo se alimentara cuando despertara. Terminó comprando un poco de Udon a parte del sushi y siguió su camino en el auto, recibiendo un par de insultos por ir mucho más despacio de lo permitido.

 

Al llegar a casa descargó todo en la cocina y se burló al ver el aspecto de su mejor amigo. Su cabello estaba revuelto y sus ojos medio abiertos mientras lo miraba con un rostro neutro, como si estuviese medio dormido medio despierto.

 

—¿Has dormido bien? —le preguntó sacando todo de las bolsas y buscando con tristeza los platos que Yoongi debía haber usado por primera vez.

 

—Tengo hambre, mi estómago me ha despertado con sus rugidos —se quejó, tomando asiento en la barra de la cocina y mirando con ansias la comida que Jimin servía.

 

—Calma —el castaño recibió una palmada en su mano al ser visto intentando robar una rodaja de sushi.

 

—Aliméntame —se quejó y llenó su boca de comida en bien Jimin le puso los platos delante—. Dime que lo encontraste —Jimin hizo una mueca de asco al verlo hablar con la boca llena.

 

—No lo hice.

 

—Debí haberte acompañado, aunque realmente no sé a dónde te fuiste —dijo luego de esforzarse por tragarlo todo.

 

—Fui a buscar a Hoseok —la manera animada de comer de Taehyung desapareció.

 

—Ah…

 

—Y dijo que no sabía nada de Yoongi, ¡además!, al parecer no quiere buscarlo, es un idiota.

 

—Comprendo —murmuró y siguió comiendo con menos ganas.



Se pasaron la tarde llamando a diferentes hospitales. Taehyung insistía en que era una estupidez porque él estaba completamente seguro de que Yoongi estaba bien, quizá se había cansado de Jimin o había quedado mal al recibir las crueles palabras de Hoseok y se había ido lejos a meditar un poco sobre lo que estaba sucediendo. A Kim Taehyung no le gustaba ser negativo.

 

—Tengo hambre, debemos desistir, Yoongi no está en ninguno de esos hospitales, él está bien, Jimin —se quejó lanzando su teléfono móvil sobre el sofá.

 

—¿Qué hora es? —inquirió marcando otro número.

 

—Son las siete de la noche, recuerda que también debo ir a trabajar —sonrió—. Posiblemente Yoongi llegará al bar, sabes lo cumplido que es con su trabajo —agregó animándolo un poco. Le dolía ver a su mejor amigo tan desesperado.

 

—Puede que tengas razón —colgó la llamada sin esperar a que le respondieran—. Iré a cambiarme y pediré que te traigan algo para cenar. ¿Quieres algo en específico?

 

—Quiero Deokbokki, pide suficiente para los dos. No permitiré que te pases el día entero sin comer —lo reprendió a la vez que limpiaba la cocina para pasarse a ordenar la sala de estar.



Estaban a punto de cerrar y Yoongi no aparecía. Jimin se sintió como un acosador al ver el montón de llamadas que le había hecho. A pesar de que su mejor amigo le decía que el pelinaranja estaba bien él no lograba confiarse de eso. Algo le decía que en cualquier lugar se encontraba su chico gritando su nombre, pidiendo ayuda y llorando. Levantó su cabeza un poco y la esperanza volvió a su cuerpo al ver a Hoseok hablando por teléfono. No deseó esperarlo, salió corriendo hasta la barra, sin disimular la enorme sonrisa que se plasmaba en su rostro. J-Hope colgó y guardó el móvil en su bolsillo sin entender por qué Jimin lo miraba de esa forma.

 

—¿Era Yoongi? ¿Qué te dijo? ¿Dónde está? —Jimin terminó dentro de la barra. Taehyung los miraba a ambos intrigado.

 

—No me he puesto en contacto con él. Hoy tuve muchas cosas por hacer, mi mundo no gira alrededor de Yoongi.

 

Hoseok sintió un fuerte dolor expandiéndose por su rostro. Sus ojos se habían cerrado y estaban llenos de lágrimas, de igual forma se encontraba tendido en el suelo. Jimin lo había golpeado.

 

—¡Estoy cansado de tu puto comportamiento! Te comportas como un mocoso, ¿acaso no sientes vergüenza? Está bien, me odias tanto como yo a ti, pero esa no es una excusa para que te comportes de igual forma con Yoongi, él no tiene la culpa de todo. Realmente no te entiendo por más que me esfuerce. ¡Tu mejor amigo ha desaparecido y no estás haciendo nada por buscarlo!

 

Hoseok se levantó del suelo un poco tambaleante, el golpe de Jimin se había estampado perfectamente en su nariz. La ira que los últimos días había aumentado explotó como una bomba. Empujó a Jimin sin preocuparse por lograr que éste se golpeara con la barra o tal vez que terminara rompiendo las copas.

 

—Por tu culpa Yoongi está pasando por todo esto, si no hubieses aparecido todo estaría tranquilo, no tendríamos problemas —Jimin alcanzó a sostenerse de la barra para no caer y se impulsó hacia adelante, plantando una patada en el estómago de J-Hope.

 

—Debes aprender a enfrentar tus problemas sin tener que culparme de todo, tu vid… —el menor fue callado con un puño del otro, que resoplaba con enojo mientras su rostro se contorsionaba por el dolor.

 

Los golpes aumentaron, haciendo que Taehyung reaccionara por fin y buscara la forma de detenerlos. El lugar estaba prácticamente vacío porque la mayoría de los empleados ya se habían marchado a casa, por lo que el ruido que ambos hacían al pelear se esparcía por todo el recinto y aun así nadie se acercaba a ver qué sucedía.

 

Al caer en cuenta de que se había perdido en otra de sus ensoñaciones volvió a mirar al par de chicos y viró los ojos al ver que estos ya sólo estaban dándole puños al aire. Se sintió un poco ridículo al presenciar aquella pelea y con paso lento decidió separarlos. Taehyung creyó que ambos no tendrían fuerzas para continuar por lo que se paró en mitad de los dos, mirándolos con pena hasta que ambos volvieron a retomar un poco de sus fuerzas y lo empujaron unos cuantos centímetros lejos.

 

El par de jóvenes sedetuvo en seco al ver al castaño en el suelo mirándose el dedo meñique con una expresión totalmente alarmada. De aquel salía un hilillo de sangre que logró que Taehyung pegara un grito lleno de espanto.

 

—¡Son unos idiotas! —exclamó con sus ojos llenos de lágrimas—. ¿Y si se infecta? No quiero perder mi dedo, ¡es su maldita culpa! ¿Por qué deben comportarse como animales? ¿A caso tu padre te enseñó a arreglar los problemas de esa manera, Jimin? Y tú —señaló a J-Hope—, cuando SeRa se entere de esto no vas a vivir para contarlo —añadió haciendo un puchero y controlando su respiración para no ponerse a llorar.

 

Hoseok y Jimin se miraron sin saber qué decir. El último flexionó sus rodillas con un gesto de dolor y se acercó a su mejor amigo demostrando su preocupación.

 

—¿Te duele mucho? —preguntó revisando la cortadita como si fuese todo un profesional.

 

Hoseok comenzó a limpiar su ropa, mirando de reojo el comportamiento del par de amigos. Un deje de celos se plantó sobre él. Jimin no debía estar ayudando a Taehyung, él debía ser el que estuviese preguntándole si le dolía o si necesitaba una bandita para tapar la herida. Se golpeó la frente al caer en cuenta de lo que estaba pensando y volvió a mirarlos con el ceño fruncido.

 

—Estoy bien, métete al auto y espérame ahí, debo arreglar todo el desorden que ustedes han causado —Jimin se le quedó mirando, a punto de proponerle que podría ayudarlo, pero Taehyung lo miró de manera amenazante, haciendo que el moreno saliera corriendo fuera del lugar, pasando por el lado de Hoseok e ignorándolo por completo.

 

Taehyung comenzó a recoger y limpiar, pasando por alto la presencia de Hoseok hasta que éste se le acercó y habló:

 

—Yo terminaré, puedes irte a casa —el castaño lo miró extrañado, se encogió de hombros y dejó el trapo a un lado para marcharse.

 

—Está bien, te veo luego —dijo intentando no prestarle mucha atención. No quería quedarse curándole las heridas, aunque algo muy dentro de él suplicaba porque lo hiciera.

 

—Taehyung —llamó y el mencionado se giró—. La vida no te traerá buenas cosas si continúas juntándote con Jimin —puntualizó, limpiando por última vez la barra.

 

El menor se quedó mirándolo sin comprender a qué venían aquellas palabras. Dio media vuelta con un rostro neutro y a la vez medio confundido. Cuando llegó al apartamento de Jimin se mantuvo de tal forma y luego obligó a su amigo a dormir mientras que su cabeza continuaba repitiendo aquellas palabras.



≡≡≡



El sol había calentado de tal forma que quemaba su cuello y brazos. Abrió los ojos y se quejó al sentir todo su cuerpo acalambrado. Estiró cada una de sus extremidades con lentitud, sintiendo como si un montón de hormigas comenzaran a trepar por sus pies y manos, pasando a sus piernas y de igual forma a sus brazos. Su estómago rugió debido al hambre, luego, comenzó a doler por lo mismo.

 

Sin desear seguir en aquel cuarto corrió como pudo hasta la puerta, rogándole a los cielos que ésta abriera. Se pegó del pomo y lo giró intentando no hacer mucho ruido. La puerta abrió y se encontró con un pie fuera de la habitación, temiendo porque su padre pudiese golpearlo si lo veía.

 

Aquel miedo se convirtió en un poco de valor. Su padre no podría correr tanto como él, así que salió disparado de la habitación con un solo objetivo en mente: escapar de aquella casa que tanto le había gustado tiempo atrás. Chocó contra la puerta principal e intentó abrirla pero fue inútil, ésta tenía llave. Sintió pánico al intentar por todos los medios que la puerta abriera. La golpeó, la pateó e intentó lanzar lo que estuviese a su alcance para que cediera.

 

—¡Ayuda! —gritó. Su cuerpo se sacudía violentamente por los nervios—. ¿Alguien puede escucharme? ¡Abran la puerta!

 

Se pasó la mañana haciendo lo mismo, sus manos picaban por el montón de veces que la había golpeado, de su garganta sólo salían graznidos por lo mucho que la había esforzado y su cabeza dolía por haber llorado tanto. Se acercó a una de las ventanas, recordando cuando estaba a tan solo un metro, que su padre las había protegido porque la casa se mantenía sola durante las otras estaciones. Confirmó aquello al observar los barrotes de hierro forjado con forma de flor que el señor Min había puesto en cada ventana.

 

Caminó entre el desorden que había causado en la entrada, con la esperanza de que su padre le hubiese dejado algo de comida en la cocina o encontrar de pronto un poco de medicina para la cabeza y la garganta. La situación al llegar a la cocina no mejoró nada, abrió cada uno de los cajones de la encimera y luego el refrigerador sin encontrar por lo menos un pan mohoso o un poco de comida enlatada.

 

Luego de abrir y cerrar la puerta del refrigerador muchas veces, decidió recorrer la casa, mientras apretaba su estómago con ambas manos como si aquello pudiera detener su hambre. Pasó por cada una de las habitaciones, recordando los buenos momentos y sonriendo, detuvo sus pasos en frente del que había sido su cuarto, se sentó sobre la cama y por un momento su cabeza comenzó a confundirlo haciéndolo creer que todo lo bueno había sido un sueño y que su vida siempre había sido una mierda.

 

Planteó una enorme pregunta en su cabeza. ¿Realmente había conocido a Jimin? Brincó fuera de la cama asustado al pensar en esas cosas, temiendo perder la cabeza en algún momento. Salió corriendo de nuevo hasta la puerta e intentó abrirla de nuevo, hasta que no pudo más y se encogió en frente de ésta, esperando a que su padre apareciera algún día, aunque algo le decía que posiblemente aquel señor lo había dejado allí encerrado para que muriese de hambre en algún momento.

 

A las tres pasadas de la tarde la puerta se abrió. El señor Min mantenía una sonrisa radiante, que se mantenía debido al sufrimiento de su hijo. Cerró la puerta con llave, mirando a Yoongi como si fuese una basura, el menor se encogió más en su lugar, mirando con detenimiento cada paso que daba su padre. El viejo hombre se mantuvo parado en el mismo sitio, sin quitar esa horrorosa sonrisa de su rostro.

 

—El chico que te ayudó a escapar de casa fue a visitarme hoy —habló y Yoongi se desencogió un poco—. Me dijo que se llamaba Jimin, se estaba comportando como un niño educado, tal estaba vez evitando que termináramos peleando y no le permitiera verte.

 

—¿Q-qué le hiciste? —preguntó preocupado por el estado de aquel joven que tanto quería.

 

—Nada malo —su sonrisa por fin desapareció—. Le dije que tu tío había enfermado y te habías marchado a Daegu. Si vieras su mirada, si no hubiese estado de tan buen humor lo habría golpeado por irrespetuoso, pero no lo hice, lo dejé pasar a casa, revisó cada una de las habitaciones, fue gracioso ver su cara desconsolada al no haber encontrado nada.

 

Yoongi se sintió un poco aliviado al saber que a Jimin no le había pasado nada. Deseó poder decirle que no lo buscara, que no se metiera en problemas por su culpa.

 

—El problema es que ahora sí estoy de mal humor. Ese chico no tuvo por qué visitar mi casa, ¿qué tal si le avisa a la policía y me mete en problemas? Aunque ellos no podrían hacer nada, eres mi hijo, mi propiedad, y yo puedo hacer lo que me dé la gana con lo que me pertenece, ¿no crees? —su voz fue aumentando de tono.

 

Yoongi volvió a encogerse en su lugar, lleno de miedo.

 

—¡¿No crees?! —insistió mientras agarraba a Yoongi del cabello, poniéndolo a su misma altura.

 

El pelinaranja no respondió, cerró los ojos con fuerza y luego gritó al sentir un fuerte golpe en su vacío estómago. Cayó al suelo e intentó alejarse a gatas de su padre, manteniendo sus ojos apretados e hipando por no querer llorar más. Sintió un nuevo golpe en su espalda, estuvo seguro que había sido una patada, luego su padre lo obligó a levantarse de nuevo para hacerlo caer de nalgas por un fuerte puño dirigido a su blanquecina mejilla. Otro nuevo puño llegó a golpearle su ojo y ceja izquierdos. Los siguientes fueron menos dolorosos debido al aturdimiento de Yoongi.

 

—No te quejes —dijo inhalando y exhalando—. Esto es lo que mereces por destruir la hermosa familia que construí —dirigió otro par de patadas al abdomen y espalda de su hijo—. Te dejaré aquí hasta que mueras, para que no puedas ser feliz, no, no tienes ese derecho porque por tu culpa yo dejé de serlo. Nadie necesita un asesino en sus vidas, estoy librando al país de alguien como tú —expuso con orgullo.

 

Yoongi no respondió nada, no tenía los ánimos ni la fuerza necesaria para hacerlo. Vio una bolsa blanca estrellarse a su lado y un líquido esparcirse por el suelo. La puerta fue cerrada confirmándole que su padre ya se había marchado. Se sentó con rapidez al oler el delicioso aroma del ramen y comenzó a comerlo a pesar de que éste ya estaba frío. Su estómago rugió agradecido y se esforzó por no dejar nada del pan duro que acompañaba el plato.

 

Al terminar, limpió su rostro con ambas manos, creyendo que eran lágrimas. Miró sus manos horrorizado al verlas llenas de sangre, de su sangre.Reparó la ropa que Jimin le había prestado y se preocupó al verla manchada de sangre y mugre. Se la quitó con el mayor cuidado, no quería estropear lo único que le quedaba de él y fue a lavarla agradeciendo que aún hubiera una vieja barra de jabón un poco rajada por la falta de humedad. Extendió la ropa en la cocina con la ayuda de unos ganchos viejos que tanto le gustaban a su madre y luego fue a ducharse, sintiéndose asqueado por el olor a sudor y sangre que emanaba.

 

Le costó a horrores llegar al baño, había gastado sus pocas energías lavando la ropa, y cuando llegó al baño, pegó un enorme chillido al sentir el agua pasarse por cada una de las heridas causadas por su padre. Trató que el tiempo en el baño fuese más corto de lo que necesitaba, salió a tientas, buscando algo con lo que secarse y cayéndose en el camino por tener los pies mojados, hasta que llegó a su antigua habitación y buscó una toalla en el armario además de un poco de ropa que le sirvió a la perfección.

 

Se recostó sobre la cama mientras desenredaba su cabello mojado con los dedos. Las saladas lágrimas hacían que todo su rostro ardiera. Pensó en qué podría estar haciendo Jimin, Hoseok e incluso Taehyung. Deseando que ninguno lo estuviese buscando, para que no lo vieran en aquel estado deplorable en el que se encontraba. Su rostro estaba hinchado por los golpes y su cuerpo estaba lleno de moretones que tardarían en desaparecer.

 

Temió al pensar que se pasaría el resto de su vida encerrado, recibiendo los golpes y maltratos de su padre, recordando a su madre muerta en la habitación continua y escuchando sus propios gritos mientras intentaba rescatar el cuerpo de su hermana en el lago.

 

—Debo escapar —susurró con una voz temblorosa.

 

Se levantó profiriendo un grito de dolor y comenzó a buscar algo que le sirviera para escapar, hasta que lo vio. Vio el teléfono móvil de su padre en una esquina de la sala de estar, justo donde lo había golpeado. Se alegró de que se le hubiese caído durante ese momento y se arrojó a su lado para llamar a Jimin, no quería preocuparlo, sin embargo, su número era el único que recordaba en ese momento, además sabía que Hoseok estaba lo suficientemente enojado como para colgar la llamada en bien escuchara su voz.

 

Marcó el número sin detenerse y escuchó la voz de Jimin con el ruido del bar al fondo. Su cuerpo se relajó al escucharlo decir su nombre cuando él ni siquiera había hablado.

 

—¿Yoongi? —musitó con esperanza.

 

—Jimin, tienes que ayudarme, mi padr… —escuchó un pitido y luego alejó el móvil de su oído. Lo único que alcanzó a ver en la pantalla fue la señal de que el teléfono se había quedado sin batería.


Se quedó durante unos largos minutos observando la pantalla negra del móvil, intentando reaccionar de la mejor manera pero no pudo. Lanzó el móvil lejos y se levantó del suelo para golpear y destruir todo lo que estuviera a su paso. Gritaba con todas sus fuerzas, ya no salían lágrimas de sus ojos y a pesar del dolor su garganta sólo podía soltar chillidos de dolor e ira. Odió a su madre por haber sido una cobarde y haberlo abandonado cuando él más la necesitaba. Odió a su padre por creer que era el único que sufría y también se odió sí mismo por no haber sido cuidadoso. Se detuvo en seco al llegar a la última foto familiar que se habían tomado, al ver la bella sonrisa de su hermanita. Tomó la foto con ambas manos y se recostó en uno de los sofás más cercanos. Repasó con sus dedos el contorno del cuerpo de aquella niña. Lágrimas traicioneras se escaparon de sus ojos, haciendo que su cabeza volviera a doler, logrando que luego de un largo día pudiera quedarse dormido de nuevo.

Notas finales:

¿Cómo han estado? ¿Bien, mal, más o menos?

Pues yo tengo muchísima pereza, desde el martes que salí de un examen mortal de una materia de mierda, y tengo miedo de la nota, por lo que también ando preocupada y triste, haha.

¿Qué les pareció el capítulo? A mí me gustó de principio a fin, y me ha encantado Jimin, se comportó muy bien y le dio a Hoseok lo que se merecía por capullo. No sé ustedes pero yo ansío saber qué pasará la próxima vez, lol.

Ya, muchas gracias a todas las que nos apoyan, de verdad les tenemos un aprecio inmenso. ♥♥

Siempre agradecida, Lord.


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