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The Jackpot por Lord_Dara

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Notas del capitulo:

¡Hola! Soy Dara. Por primera vez en la vida Amor Yaoi me hizo bullying y no me subió el cap, no es justo T_T

 

¡A Leer!

Capítulo 2

 

—¿Qué estás haciendo aquí? —dijo Yoongi con una no muy disimulada sorpresa.

 

Entendía que aquel niño fuera un loco, un hijo de mami y papi, pero eso era acoso. Hizo un esfuerzo por relajar su expresión de alarma.

 

—¿No es obvio? —respondió el de cabellos negros con una sonrisa burlona—. Vine a comer a este restaurante.

 

Yoongi tensó los hombros y apretó los labios. Le inquietaba el silencio que había a su alrededor, o no, el silencio de aquel otro chico que no paraba de sonreír y no decía ninguna palabra. Apretó la libreta de pedidos con las manos y levantó la mirada. Una chica llamada Jiwoo, que limpiaba y recogía los platos en otra mesa al frente suyo, le miraba con reproche.

 

—«¿Qué estás haciendo?» —moduló mientras terminaba lo que hacía—. «El jefe se va a enojar si te ve».

 

Tragó saliva cuando Jiwoo pasó a su lado; se aclaró la garganta para hablar pero Jimin le interrumpió.

 

—Si no me atiendes van a despedirte —dijo. Yoongi abrió la boca para protestar pero el pelinegro lo jaló del brazo para que se inclinara y le susurró en el oído—. Disimula.

 

Yoongi se irguió, molesto, y se inclinó nuevamente, como se le permite a un mesero.

 

—¿Qué desea ordenar?

 

—¿A qué hora terminas de trabajar? —preguntó Jimin ignorando su pregunta y mirando con atención el menú.

 

Yoongi se mordió el labio, no quería decirle, pero debía. Era su culpa por haberle engañado, además, aquel otro chico podía hacer que le despidieran y eso era último que necesitaba. Jimin frunció el ceño al no obtener respuesta del peli naranja.

 

—A las siete.

 

—¡Perfecto! —Exclamó de buen humor—. Que sea un plato de bulgogi, por favor.

 

Yoongi tomó su orden y se marchó, dejando atrás al pelinegro que lo seguía con la mirada y tenía miles de ideas perversas en su cabeza. Tal vez su vida sería incluso más desastrosa después de lo que hizo la noche anterior en el bar. Había cometido un error y debía pagar las consecuencias.

 

Aunque algo, muy en el fondo, quería saber lo que le esperaba, algo le decía que tal vez las cosas no serían tan horribles. Se volvió a mirar al chico, que pegaba brincos en su asiento como niño pequeño y suspiró. Ni siquiera sabía su nombre.

 

 

Cuando terminó su clase a las tres de la tarde lo primero que Taehyung sintió fue un hambre insoportable. Sintió deseos de llamar a Jimin para decirle que fueran a algún lugar de lujo a comer juntos, pero supuso que éste partió a algún restaurante tan pronto rechazó su oferta de faltar a clases y estaba haciendo el vago por ahí.

 

Rondó la universidad antes de regresar a su aburrido hogar, con la esperanza de matar un poco el tiempo. Se paseó por el campus y, en unas mesillas al aire libre, vio a Hoseok. Entrecerró los ojos tratando de recordar el nombre de aquel chico.

 

—J-Hope, así era —susurró sin que fuera necesario, ya que estaban a una distancia considerablemente larga.

 

El pelinegro tenía algunos libros y cuadernos entorno a él, y escribía y tomaba apuntes en unas hojas y en otras, estudiando en completa concentración. Se preguntó por qué no lo hacía en la biblioteca, allí era más tranquilo. Bufó molesto cuando J-Hope se estiró y volvió a sus apuntes. Recordó que cuando lo vio unas horas antes cerca de la fuente estaba sorprendido, aunque supo ocultarlo tras la máscara de indiferencia que había creado para el mundo.

 

Hoseok volvió a estirarse en su asiento y dio un largo suspiro antes de sacar otro libro de su bolso y escanear su contenido. Aquello le molestó. Odiaba ver a la gente trabajar duro, esforzarse tanto en algo hasta el punto de no descansar. Le molestaba la gente inferior a él. Sumido en asco y rabia dio media vuelta y salió de la universidad.

 

No haría mal molestarlo un poco. Tampoco haría mal molestarlo mucho. Taehyung apresuró el paso hasta llegar a su coche, de un repentino buen humor. Esta noche iría joder a J-Hope.

 

 

Yoongi estaba cansado, le dolía la espalda de tanto estar con la espalda recta, aunque prefería mil veces estar de mesero que de lavaplatos. Al caer la noche y terminar su turno, sintió un alivio inmenso. El chico de cabellos negros había pedido otro plato de bulgogi al haber acabado el primero y pidió la cuenta. Cuando fue a darle la carta de la cuenta le dijo en un tono bastante irritante que pagaría con tarjeta de crédito ya que no quería que la misma persona le robara dos veces.

 

—Maldito mocoso de los mil demonios —murmuró recordando la estúpida sonrisa de aquel chico.

 

Se despidió de los demás y salió del restaurante tranquilamente. Tenía pensado dar unas vueltas antes de ir al bar, pero al ver a Jimin esperándolo con el cuerpo apoyado sobre un auto muy lujoso supo que no podría ni respirar en aquella noche tan tranquila.

 

—Suga —dijo el pelinegro—, entra al auto.

 

El mencionado lo miró con recelo y luego miró a la acera. Dio un paso y emprendió la carrera. Oyó a Jimin gritando su nombre y maldiciendo, estaba seguro que iba tras él. Entonces sus pies se enredaron y cayó de bruces al suelo. Trató de incorporase y de alcanzar su bolso que había ido a parar lejos, pero Jimin lo tomó antes y se le acercó.

 

—Levántate —dijo, sofocado. Yoongi se levantó, planeando otra huida—. Vuelves a hacerlo y te juro que te demandaré por robo, haré que te despidan y me aseguraré de que no vuelvan a contratarte nunca en otro sitio.

 

Yoongi ahogó un grito y se dejó arrastrar hasta el auto por Jimin. Al estar dentro, el auto inmediatamente arrancó. Yoongi miró sorprendido a Jimin, conducía rápidamente y con una brillante sonrisa que podría dejar ciego a cualquiera. «Incluso tiene un auto». Miró por las ventanas, alarmado.

 

—¿Adónde me llevas? —Dijo, pero el otro le ignoró—. Quiero bajarme, ¡detén el auto!

 

—Si quieres bajar abre la puerta, no voy a detener el auto —respondió sin mirarlo.

 

Lo cierto era que tenía nervios de que Suga fuera a arrojarse a las calles, con lo impredecible que era. Cuando el otro se dejó caer derrotado de mala gana en el asiento pudo tranquilizarte. «Si muero no podré cuidar a papá desde mi tumba», pensó el peli naranja. Recorrieron unos diez minutos en silencio hasta que el mayor volvió a hablar.

 

—¿Adónde me llevas?

 

—Hablarás cuando yo te lo diga —le cortó, pero Yoongi no se calló.

 

—¿Disculpa? Puedo apostar que soy mayor que tú, ¡ten más respeto, mocoso! —Gritó, mirándolo fijamente—. ¿Cómo te llamas?

 

Jimin lo miró confundido, aquel cambio repentino de voz le hizo gracia, después sonrió ladino.

 

—Soy Jimin, y esta es mi casa.

 

Yoongi miró a través del vidrio de la ventana y se encontró con una enorme casa —si podría llamarse así— llena de luces y árboles a los alrededores. Tragó saliva, atónito. Jimin se quedó mirándolo mientras reprimía las ganas de reír, y cuando le iba a decir que se bajara del auto su celular empezó a sonar. Chequeó la pantalla, era Taehyung.

 

Abrió la puerta para salir y hablar más tranquilamente, pero observó a Yoongi.

 

—Tu teléfono —dijo, extendiéndole la mano—, no voy a arriesgarme contigo.

 

El pálido le miró inexpresivo y le entregó su móvil. Jimin vio la pantalla y se dio cuenta que estaba a punto de llamar a un tal Hoseok. Enarcó una ceja y Yoongi se encogió en su asiento.

 

—Ya vuelvo.

 

—Espera, debo ir a trabajar al bar, llegaré tarde… —Yoongi habló con voz temblorosa—. No puedes dejarme aquí.

 

Jimin lo miró a los ojos y rompió el contacto. Cerró la puerta y les puso seguro a las demás, no quería que se le escapara de nuevo.

 

—¿Qué hay? —contestó.

 

¿Por qué tardaste en contestar? ¿Dónde estás y qué diablos haces? —Taehyung sonaba emocionado, parecía tener un plan. Jimin rió al oírlo.

 

—¿Qué tramas?

 

Quiero jugar un rato. En el bar de la otra vez. Ya estoy dentro, así que ven pronto.

 

Jimin volvió la vista a su auto y vio a Yoongi de brazos cruzados, con los naranjas cabellos que caían por su frente escondiéndole los ojos. Sintió un cosquilleo en el estómago y se mordió el labio.

 

—Pero hay un problema. Quiero llevarme a Suga a mi casa —dijo, y apartó el celular del oído cuando Taehyung dejó escapar una sonora carcajada.

 

Sabes que tiene novio ¿y aun así le insistirás?

 

—No es eso… —respondió a la defensiva—. Él fue quien me buscó. Así que no rechazaré la oferta, sabes que soy irresistible. Habla con el dueño y trata de convencerlo para que le dé la noche libre.

 

Eres malo, ¿sabes? —dijo Taehyung, riendo—. De acuerdo, buscaré al dueño y te espero aquí.

 

Terminaron de hablar y regresó al auto, Yoongi lo miró.

 

—Está bien, te llevaré al bar —anunció, poniendo en marcha el auto—. ¿Quién es Hoseok? ¿El chico con el que sales?

 

Yoongi le miró confundido sin entender muy bien a qué se refería, pero no quiso responder. Pasados unos siete minutos el teléfono de Jimin volvió a sonar, con el tono que le decía que tenía un mensaje. Lo leyó y los ojos le alumbraron como estrellas.

 

«No me lo vas a creer. Mi padre es el dueño del bar. ㅋㅋㅋ»

 

 

Tan pronto entró al lugar, se cambió y se puso a atender las mesas VIP y otras. Se acercó a su mejor amigo con expresión exhausta, el otro parecía molesto.

 

—¿Dónde has estado, Yoongi?

 

—Hoseok, yo…

 

—Suga, ve a hacer otra ronda en el VIP —interrumpió un chico que trabajaba con ellos y se marchó.

 

Los dos intercambiaron miradas y se separaron.

 

Taehyung y Jimin se encontraban en la oficina central con el padre del primero. El señor Kim había mandado a salir a todos los hombres y mujeres que estaban ahí reunidos con voz temblorosa al ver al par de jóvenes que lo miraban con chantaje.

 

—¿Tienes algo que decir, papá? —habló Taehyung con voz burlona.

 

—Sí —respondió el mayor—. ¿Qué rayos estás haciendo aquí?

 

El chico no respondió. Miró a su mejor amigo, el cual le señalaba su reloj de muñeca apuntándole que no tenía tiempo. Taehyung asintió y se volvió a su padre.

 

—Si no quieres que le diga a mamá déjale a Suga la noche libre —dijo, mirando la expresión de pánico de su padre—. Tienes más trabajadores, ¿no? No veo ningún problema.

 

—Te pregunté que qué haces en este lugar.

 

—Tenemos un trato —volvió a ignorarle Taehyung, sosteniendo en la mano su celular con el número de su madre en pantalla—, ¿o no?

 

El señor Kim miró a su hijo con reproche y luego asintió. No sabía qué había hecho mal para que su hijo creciera y se volviera de esa forma, si le había dado todo. Miró a los dos chicos con un intento de puchero, Taehyung y Jimin chocaban las manos mientras reían triunfantes y se acercaban a la puerta para salir.

 

—Nos vemos en casa, papá —dijo, sacudiendo su mano para despedirse—, me quedaré un rato más.

 

Los chicos salieron de la oficina y se dirigieron a la pista de baile. La chica con la que Jimin se había besado la noche anterior se le guindó al pelinegro encima, Taehyung viró los ojos molesto.

 

—Ahora has lo que te dé la gana —dijo, haciéndose escuchar por encima de la música—, yo jugaré un rato —Taehyung miró a la chica y la escaneó de arriba abajo con irritación, ella le devolvió la mirada—. Desaparece —escupió.

 

Indignada, la chica se marchó y se reunió con sus amigas, al parecer eran universitarias. Jimin lo miró medio reído y salió del gentío para buscar a Yoongi. Lo encontró saliendo de la zona VIP con una bandeja vacía, se acercó rápidamente y lo tomó de la cintura.

 

—Cámbiate, nos vamos —dijo.

 

—¿Estás tonto? Estoy trabaj… —tan pronto Jimin lo miró seriamente, con una expresión de advertencia, guardó silencio y se dirigió al despacho para cambiarse, con el chico pisándole los talones.

 

Taehyung se aproximó a la barra y se sentó a observar a Hoseok. Tenía el ceño fruncido mientras hacía las bebidas. Cuando las entregó a un mesero, limpió la barra y se dio cuenta de la presencia del otro. Torció el gesto.

 

—J-Hope —dijo Taehyung en tono de burla.

 

—¿Qué desea tomar?

 

El menor arqueó una ceja al ver que el otro estaba siendo muy cortante.

 

—Me quedaré toda la noche, ¿entiendes? —Decía mientras se acercaba—. Mi padre es dueño de este bar, así que más te vale atenderme como debes —se alejó lentamente, Hoseok lo miraba apretando los labios, y sonrió al fin—. Empecemos con un Daiquiri, y que esté bueno.

 

 

Las sirvientas y mayordomos intercambiaban miradas mientras veían al señorito arrastrar a un chico hasta su habitación escaleras arriba. Jimin les había dicho que era un amigo y que no necesitaban de sus servicios, por lo que no se atrevieran a molestar. Sus padres habían ido a cenar, así que tendría más tranquilidad y más comodidad para hablar con Suga.

 

—Suéltame, idiota —peleó Yoongi.

 

—¡Entonces camina, ladrón!

 

Cuando estuvieron dentro de la habitación Jimin cerró las puertas y se volvió a mirar a Yoongi con una expresión que a éste le dio escalofríos. Aquellos ojos reclamaban algo, y no era dinero. Sabía lo que quería. De pronto todo el enojo que tenía hacía menos de un minuto fue reemplazado por miedo.

 

—Oye, niño… —empezó a decir, retrocediendo, tratando de recordar el nombre del que tenía al frente suyo y se acercaba con elegancia—. Jimin. Te… ¡te pagaré el dinero!, lleguemos a un acuerdo.

 

—No quiero un acuerdo —dijo y empujó al otro a la cama.

 

Yoongi levantó la vista y lo miró. Jimin empezó a quitarse la camisa, mostrando todos sus contornos: las curvas de los duros músculos, la fina línea de la clavícula, enseñando un torso bien trabajado y una piel de un color bastante atractivo. Yoongi empezó a retroceder sobre la cama, embobado por la imagen que estaba viendo.

 

—E-espera… —miró atrás pero ya había llegado a la cabeza da la cama y Jimin ya lo había alcanzado—. Podemos solucionarlo de otro mo… modo.

 

Jimin rió al ver al otro tartamudear y empezó a soltarle los botones de la camisa mientras acercaba su rostro al ajeno. Entonces se oyó el timbre de un celular. Se llevó la mano a los bolsillos traseros de su pantalón oscuro y sacó el móvil de Yoongi. El tal Hoseok estaba llamando. Frunció el ceño, un poco molesto, y Suga aprovechó la distracción para apartarse pero Jimin había sido más rápido y lo frenó.

 

El pelinegro soltó una especie de gruñido y dejó el celular a un lado de la extensa cama. Entonces le bloqueó cualquier salida al que tenía debajo suyo e intercambiaron miradas, inmóviles. Había algo en la forma salvaje de mirar de Jimin que hizo que toda la sangre de Yoongi le subiera a las mejillas; era como si mirara a través de él, como si le leyera el pensamiento. Sintió los fríos dedos del moreno rozar su abdomen y salió de su ensoñación al darse cuenta de que tenía el torso desnudo.

 

—Espera —volvió a decir, con un nerviosismo en la voz—. Te devolveré el dinero, te lo…

 

Entonces sintió los labios de Jimin sobre los suyos y se idiotizó. Fue corto pero no se sintió mal, y se sintió vacío cuando el otro se apartó y volvió a mirarlo con aquellos ojos que le hacían sentir mil cosas al mismo tiempo. Yoongi abrió la boca para hablar pero nada salió de ella y Jimin volvió a besarlo con más suavidad y presión, porque sabía que iba a corresponder.

 

Y eventualmente fue así. El de piel más pálida empezó a ceder, con las mejillas pintadas de rosa y la respiración agitada, apoyando sus manos en los hombros del que tenía encima suyo, disfrutando de cada caricia que el otro le daba. Tenía las cejas arqueadas, como si algo le preocupara, pero Jimin no vio indicios de que quisiera detenerse. Las camisas de ambos fueron a parar al suelo. Jimin se encontraba apretando las tetillas de Yoongi mientras le lamía el cuello. Éste suspiraba ante el tacto, una mezcla entre terror y placer.

 

Entonces Jimin se apartó y se desabrochó el botón del pantalón y se despojó de él junto con su bóxer. Yoongi lo miró y sintió cómo su miembro empezaba a palpitar.

 

—Jimin —logró decir entre jadeo y jadeo—, no creo que debamos seguir.

 

—¿Estás seguro?

 

El pelinegro se le lanzó encima y con una rapidez impresionante dejó a Yoongi desnudo. El mayor quiso cubrirse, su cuerpo no era muy atractivo y no poseía tantos músculos ni tantas proporciones perfectas como el otro, pero a Jimin pareció no importarle. Como si hubiera escuchado los pensamientos de Yoongi, se acercó a él con una sonrisa y le susurró al oído:

 

—Yo pienso que eres muy atractivo.

 

Entonces se apartó, con una extraña botella en las manos que no supo de dónde sacó. Yoongi lo vio esparciendo un poco del gel en su mano y el otro le hizo dar media vuelta.

 

—Aquí empieza lo bueno —dijo, poniéndolo de cuatro y separándole las piernas—. Querrás tomar aire.

 

Yoongi iba a preguntarle qué hacía, alarmado, pero entonces sintió un intruso en su interior y se mordió el labio. Jimin había empezado introduciendo su dedo medio en el trasero de Suga, y sonrió al ver que éste mordía las sábanas y empezaba a acostumbrarse al dolor. Entonces metió el índice y el otro se arqueó la espalda. Cuando por fin introdujo el último, se posicionó entre las piernas del peli naranja.

 

Y con un rápido movimiento, entró. Y el mayor soltó una exclamación ahogada. Lo que Yoongi sintió no se comparaba con el dolor que le causaban los golpes de su padre, por un momento pensó que se partiría en dos y que iba a morir desangrado, pero Jimin sólo había metido su pene en su trasero sin moverse aún.

 

—Acostúmbrate —dijo éste, y luego empezó a salir lentamente, y después volvió a entrar.

 

Por un momento Jimin estuvo entrando y saliendo pausadamente, pero después empezó a acelerar sus movimientos. Yoongi gemía, gemía como si lo disfrutara, como si fuera la primera y mejor experiencia de su vida. Tenía los ojos cerrados y apretaba las sábanas con toda su fuerza, pero no podía negar que se estaba sintiendo bien.

 

El celular de Suga volvió a sonar, y Jimin se acercó un poco más y agarró con la mano el miembro de Yoongi para empezar a masturbarlo y distraerlo. Yoongi dejó escapar un quejido y abrió la boca para tomar aire, el estómago empezaba a cosquillearle.

 

Jimin

 

El mencionado gruñó al escuchar la voz del otro, parecía un susurro, pero un susurro excitado. Escucharlo decir su nombre de esa forma lo enloqueció. Chocó su pene más profundo dentro de Yoongi, golpeando su próstata, éste prácticamente estaba gritando. Y entonces Yoongi se corrió en la mano de Jimin y a su vez Jimin lo hizo dentro de Yoongi. Pero Jimin siguió con las estocadas y Yoongi siguió gimiendo, hasta que fueron perdiendo ritmo y sus movimientos se hicieron irregulares.

 

Jimin salió de Yoongi y se dejó caer a un lado de éste, con el pecho subiéndole y bajándole, sofocado. Era la primera vez que se sentía tan satisfecho después de haber tenido sexo y sentía tantas ganas de repetirlo con la misma persona. Silbó sonriente y se giró a mirar a Yoongi. Éste se había dado media vuelta y miraba al techo de la cama, como pensativo, y repentinamente las lágrimas empezaron a caer por sus mejilla.

 

Jimin lo miró sorprendido y se incorporó sobresaltado. Yoongi se sentía un idiota, merecía ser castigado por lo que había hecho. ¿Cómo iba a dejar el trabajo para irse a acostar con otro hombre? ¿Cómo fue capaz de abandonar a Hoseok en el bar sin despedirse o tan siquiera explicarle? Era un estúpido, su padre se lo repetía día y noche, y no se equivocaba. El pelinegro no estaba muy seguro de qué hacer o qué decirle. Quiso ponerle una mano en el hombro pero no estaba seguro si sería lo correcto.

 

El móvil de Yoongi volvió a sonar. Jimin lo miró y después miró a Yoongi, que no dejaba de murmurar que era un idiota y que daba asco, y tomó la llamada.

 

¡Yoongi! —Entrecerró los ojos tratando de localizar aquel nombre en su memoria—. ¡Gracias a Dios por fin contestas! Estaba preocupado. ¿Yoongi?

 

Concluyó que ese era el verdadero nombre de Suga y sintió celos.

 

—No soy Yoongi, soy Park Jimin —dijo, cortante—. Tú debes ser Hoseok, ¿no?

 

¿Quién eres? ¿Dónde está Yoongi? —Hoseok sonaba alarmado y bastante preocupado, lo que irritó a Jimin.

 

—Ven a buscarlo, te enviaré la dirección.

 

Y sin decir nada más cortó la llamada. Yoongi siguió sollozando mientras Jimin lo vestía. No estaba seguro si el otro se daba cuenta de que lo estaba vistiendo, pero agradeció que no reaccionara violentamente, porque se estaba sintiendo mal. No le gustó para nada verlo llorar, así que no iba a tener la conciencia limpia en toda la noche.

 

 

Hoseok parpadeó un par de veces antes de volver en sí y escuchar la risa macabra de Taehyung. Recuperó la compostura y se apoyó en la barra con una expresión tensa. Su celular sonó y leyó el mensaje con la dirección del lugar al que debía ir para buscar a Yoongi. Corrió hasta la salida de la barra y Taehyung lo frenó con un grito.

 

—¿Adónde crees que vas, J-Hoppie?

 

A pesar de las bebidas que había tomado, y de no parecer cansado de molestarlo desde que llegó, Taehyung estaba impecable. Hoseok entrecerró los ojos y lo miró de arriba a abajo.

 

—Tengo que irme. Es importante.

 

—No saldrás de aquí hasta la hora indicada —le advirtió Taehyung—. Sabes que mi padre es dueño del bar, si pones un pie fuera del local le diré que te despida, y estoy seguro que no quieres que eso suceda, con lo trabajador que eres.

 

Hoseok miró al chico con odio y desprecio. Miró su reloj inquieto. No quería esperar hasta las cuatro de la madrugada para ir por su amigo.

 

—Hey, J-Hope, dame dos Piñas Coladas y déjame una botella de ron para el VIP —anunció uno de los meseros, que parecía tener prisa.

 

Taehyung rió y le hizo un gesto para que se pusiera a trabajar. Hoseok apretó los dientes y se puso manos a la obra con los cocteles. Iba a tener que esperar mucho para salir, pensó, con un leve dolor de cabeza. Porque los viernes eran el principio de la fiesta que se acaba los sábados.

 

Cuando el lugar empezó a vaciarse y todos limpiaron la basura y ordenaron el desastre de los clientes, Hoseok respiró hondo y salió disparado del bar. Con el celular en mano corrió calles abajo y cruzó otras con cuidado. En la madrugada no transitaban muchos vehículos, pero él prefería tomar precauciones. Hubo un instante en que se detuvo a recuperar aire, sin saber muy bien cuánto tiempo llevaba corriendo. Apresuró el paso una vez más hasta que llegó a una enorme mansión —sin saber muy bien si era correcto definirla como una enorme casa— y se preguntó qué hacía Yoongi allí.

 

Oyó unas risitas a su espalda y se volvió asustado. Era Taehyung. Lo había seguido hasta allí para ver la cara que pondría al enterarse de que su novio le ponía los cachos con alguien mucho más apuesto y bien formado.

 

—Si hubiera sabido que vendrías por aquí, te hubiera traído en mi coche —dijo.

 

Hoseok lo ignoró y enfocó a dos sombras que salían de la realeza —concluyó que esa era la mejor manera de llamar a la casa—. Yoongi iba cabizbajo, pero no lo suficiente como para ocultar que tenía la nariz y los ojos rojos, y que hipaba como su hermana menor cuando estaba triste. Corrió hasta él y lo abrazó.

 

—Yoongi, Yoongi, ¿estás bien? —Hoseok aproximó su rostro al del peli naranja para verlo bien y le sostuvo las mejillas con las manos, luego alzó la vista—. ¿Qué le hicieron?

 

El hombre que acompañó a Yoongi tenía una dura expresión en el rostro. Hoseok tragó saliva y empezó a alejarse con Yoongi entre sus brazos.

 

—Lo siento —dijo el pálido.

 

—Calla, vamos a mi casa.

 

 

Taehyung entró al cuarto de Jimin con una expresión de exagerada diversión, esperando verlo desnudo en la cama como un rey; pero en vez de eso se encontró con las luces apagadas y lo vio frente a la ventana. Bufó y se acercó hasta él, apoyándose en el vidrio de la ventana con las manos dentro de los bolsillos.

 

—¿Todo bien?

 

—No —dijo Jimin, Taehyung lo miró curioso—. Algo no está bien.

 

El par de chicos siguieron con la vista al par de puntos que se alejaban a paso lento. Jimin no hacía más que pensar en Yoongi, en cómo había llorado, y en lo mal que le había sentado verlo así. Quería saber todo de él. Taehyung en cambio tarareaba una canción de moda mientras sonreía. No sabía qué le había pasado a su mejor amigo con esa puta pero estaba seguro de que quería seguir jugando con ellos.

Notas finales:

Lord les manda a decir lo siguiente: 

"Gracias por los comentarios que han dejado y por haberse molestado en leer esto y haberle dado una oportunidad. El YoonMin con Jimin de seme es la cosa más hermosa posible, god. Y vamos, que Hoseok es lo más hermoso del fic entero ;;;; Denle mucho amor a esta historia, porque lo vale. ¡Saludos¡"

 

Yo también quiero agradecerles el que le hayan dado una oportunidad al fic. Me encantaría seguir leyendo sus reviews y que cada vez les guste más nuestra historia.  Nos leemos la siguiente semana.

¡Los Adoro!


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