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The Jackpot por Lord_Dara

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Notas del capitulo:

Jelou~ ¿Todo bien? Hoy ha sido un día bastante largo y aburrido, bueno, no las lleno de caca.

¡Espero disfruten el capítulo, a nosotras nos gustó mucho! ♥

Capítulo 23

 

Madrugada del domingo, 20 de abril de 2014.

 

Seokjin se mantuvo abrazando a Jungkook esperando que se calmara un poco. Las lágrimas habían disminuido, pero aun así el menor continuaba hipeando. Y es que le era difícil detenerse, más cuando el rostro decepcionado de su hermano permanecía en su mente. Él no quería que Hoseok se enojara, sólo deseaba que lo apoyara, pero el temor a que fuese lo opuesto y lo separara de Jin lo había obligado a ocultarlo todo llegando a esa lamentable situación. Por otro lado, el mayor permanecía fundido en sus pensamientos, aquellos que le gritaban lo culpable que era, y lo juzgaban por haberse enamorado del hermano de su amigo. Hubiese sido un poco diferente si ese hermano no fuera tan solo un joven de 17 años. Aunque para él aquella diferencia de edades no importaba, pero para Hoseok, al parecer sí importaba.

 

Salió de sus pensamientos cuando notó que los sollozos de Jungkook ya se habían detenido. Se detuvo un momento a pensar si debía hablar en ese momento o esperar un par de minutos más. Su mirada se cruzó con la triste mirada de su novio. Las palabras salieron solas.

 

—¿Te encuentras bien? ¿Quieres que te lleve a casa? —la voz de Seokjin era suave, y estaba cargada de preocupación.

 

—Sí, por favor —pidió Jungkook—. Necesito hablar con mi hermano.

 

—Está bien.

 

El castaño intentó aguantar un triste suspiro que estuvo a punto de salir. Le dolía ver a Jungkook de esa manera. Le dolía haber visto cada una de las expresiones en el rostro de Hoseok y además, le dolía no poder ser el amigo que él siempre esperó ser. Pasó su brazo por la cintura de Jungkook preparado para más adelante luchar con el montón de personas que ya habían perdido lo poco de sobriedad que les quedaba. Les faltaba menos de un metro para comenzar a bajar los escalones cuando Namjoon se apareció frente a ellos. Jungkook pegó un salto horrorizado al no haber visto al rubio antes. Había aparecido como por arte de magia con esa sonrisa amable que podría enamorar a cualquiera.

 

—¿La están pasando bien? —inquirió. Seokjin no pudo definir si su amigo estaba completamente ebrio o aún le quedaba un corto camino para estarlo.

 

—Nosotros ya…

 

—¿Quieren bailar? ¡Esto apenas está comenzando! —gritó para ser escuchado debido al aumento inesperado del volumen de la música.

 

—No, debemos marcharnos. Jungkook… no se siente bien y quiere regresar a casa —excusó intentando evadir a su casi ebrio amigo. En cualquier otro momento aquella situación le hubiese causado risa. Ahora sólo quería que su novio estuviera tranquilo en casa.

 

—¡Oh! —exclamó el rubio y apresó a Jungkook entre sus brazos—. ¿Qué le sucede al pequeño Kookie? ¿Por qué estabas llorando? —dijo mirándolo muy de cerca. A simple vista parecía que iba a besarlo, no obstante, esas no eran sus intenciones.

 

—Debemos marcharnos —Jin jaló al moreno para que quedara de nuevo a su lado. No quería admitirlo, pero los celos estaban logrando que su cuerpo ardiera—. Luego te enterarás.

 

—No, no —Namjoon volvió a acercarse e hizo de lado a su amigo—. ¿Qué te hizo Jin? —Jungkook miró a su novio asustado y negó con la cabeza muchas veces—. ¿Estás seguro que no te hizo nada? ¿Cómo puedo confirmar que no te está amenazando y llevando a un lugar para abusar de ti?

 

Una risa irónica salió de Seokjin. Sus niveles de estrés aumentaban de manera considerada. Ya no quería estar más allí, y su adorable amigo, Namjoon, se estaba pasando con su exceso de cariño con Jungkook. El menor, que apenas asimilaba lo que el rubio había dicho, sintió sus mejillas enrojecerse, miró a su pareja antes de responder, notando lo enojado que estaba.

 

—T-todo está en orden. Es mejor que nos vayamos —Jungkook tomó la mano empuñada de Jin para que no terminara golpeando a su amigo y salió arrastrándolo escaleras abajo—. Gracias por todo, Namjoon.

 

El camino hacia el estacionamiento fue mucho más rápido evitando que Namjoon los siguiera hasta allí. Ambos subieron al auto en silencio. El malestar provocado por el rubio ya se había desvanecido del tranquilo cuerpo del mayor. De nuevo lo atacaba la culpa mezclada con la preocupación.

 

—¿Estás seguro que quieres hablar con tu hermano? Es muy repentino que vayas a hablar con él sabiendo que apenas ha pasado una hora —exageró un poco. Llevaban sólo cuarenta minutos en pena—. ¿Qué te parece si le das su espacio? Déjalo dormir, ya en la mañana o bueno, en unas cuantas horas, platicas con él.

 

Jungkook se mantuvo en silencio. Seokjin aprovechó y encendió el auto iniciando una marcha lenta haciéndole entender al menor que podría tomarse su tiempo en responder.

 

—Será lo mejor —musitó sabiendo que su hermano cuando estaba enojado olvidaba lo que era razonar—, pero creo que es necesario que vaya a casa ahora mismo. No quiero que Hoseok se enoje más contigo porque me llevas tarde. Ya te he causado muchos problemas.

 

—No me causas problemas —profirió Jin derrotado, dejando escapar el suspiro que tanto se había guardado.

 

El viaje continuó en silencio. Ambos chicos luchaban contra sus pensamientos y culpas hasta que la casa de Hoseok hizo presencia al lado derecho del auto.

 

—Te veo… —un cierto temor se estableció en el pecho de Jungkook. ¿Cuándo volvería a verlo? Jin captó aquello y le sonrió tratando de consolarlo.

 

—Vendré a hablar con Hoseok luego de que tú lo hagas. Así que nos veremos más tarde —expuso para luego quitarle el cinturón de seguridad a Jungkook, y darle un lento y tierno beso en los labios.

 

El moreno echó una mirada rápida a su hogar y frunció el ceño.

 

—Es extraño, las luces están apagadas —habló y salió del auto.

 

Seokjin se mantuvo esperando. No se marcharía hasta ver que su novio se encontraba dentro de la casa sano y salvo.

 

Jungkook maldijo al llegar a la entrada. Había olvidado sus llaves en casa al confiarse de que regresaría junto a Hoseok, y que el mayor se encargaría de abrir. Algo dentro de él le dijo que sería estúpido tocar la puerta, si las luces estaban apagadas era porque Hoseok se había dormido y no tenía por ningún motivo pensado abrirle. Lo dejaría en la calle aguantando frío, tal vez ese era su castigo. Miró hacia los lados pensando en dónde podría dormir hasta que la presencia de Seokjin lo hizo caer a la realidad. Su hermano no podría dejarlo en la calle.

 

—¿Por qué no has entrado?

 

—No llevo mis llaves y Hoseok no pretende abrirme la puerta —musitó encogiéndose un poco debido al malestar que le provocaba la actitud de su hermano.

 

El mayor no dijo nada. Se acercó a la puerta y tocó unas cuantas veces recibiendo la misma respuesta de Jungkook: silencio.

 

—Creo que… —el castaño sacó su teléfono del bolsillo con manos temblorosas— tendré que llamarlo.

 

El otro tragó con fuerza y asintió sin quitar la mirada de la puerta. Jin sintió que a pesar de que la noche estaba fría, un leve sudor surgía en cada espacio de su cuerpo. Llamó tres veces seguidas, a la tercera escuchó la anonadada voz de Hoseok.

 

Jimin... y Yoongi... en tu cama... —Seokjin frunció el ceño sin saber qué responder a ello.

 

—¿Hola, Hoseok? —creyó que tal vez el mayor hablaba con alguien más y que tal vez no se había enterado de que había contestado el teléfono.

 

No puedo… hablar —colgó sin dejar que su amigo dijera algo más.

 

—¿Te ha contestado? —preguntó el moreno en un murmullo, acercándose un poco.

 

—N-no. Su teléfono no funciona —mintió. Definitivamente no era aconsejable que intentaran hablar con él en ese momento—. Tendrás que ir a mi casa —se deshizo de su chaqueta y cubrió a Jungkook con ella al verlo estremecerse por culpa de una ráfaga de viento que los azotó.

 

—¿Qué?

 

—No puedes negarte, prometo traerte de vuelta antes de que SeRa regrese a casa —tomó su mano y lo llevó otra vez al auto.

 

Los nervios hicieron que Jungkook se mantuviera en silencio mientras jugaba con sus manos. ¿Ir a la casa de Jin? ¿Alguna vez se había imaginado algo así? Repentinamente, al recordar que el mayor tenía más dinero de lo que podía imaginar —o eso es lo que una vez había dicho Hoseok— pensó en lo incómodo que sería para la familia del castaño recibir a alguien que no se encontraba en su misma posición social. ¿Qué le diría Jin a sus padres? “Es mi amigo”. ¿Sus padres estarían gustosos de que su adorado hijo tuviese un amigo pobre que además de eso llega su casa en plena madrugada? ¿Tal vez le diría que era su novio? Abrió los ojos desmesuradamente al pensar en ello. Sus padres lo matarían por ser homosexual y aparte tener un novio pobre. Aquel montón de preguntas lo hicieron marear y verse obligado a hablar:

 

—¿Tu madre no va a enojarse? —soltó con pena.

 

—Mi madre murió hace muchos años —Jin sonrió ocultando la tristeza en sus palabras.

 

—Oh… lo siento —Jungkook se sintió como una mierda.

 

—No te preocupes —el auto se detuvo en frente de una enorme reja. Al fondo, el moreno pudo ver una gran mansión que se mantenía a oscuras—. Hemos llegado —la reja se fue abriendo con lentitud.

 

Seokjin bajó las ventanillas del auto para saludar a unas cuantas personas que cuidaban de la entrada, luego, siguió su camino hasta un lugar que a Jungkook le recordó el estacionamiento del edificio donde vivía Namjoon. Estaba repleto de autos lujosos. Salieron de allí en silencio y tomados de la mano, la oscuridad del lugar obligó a Jin a iluminar el camino con la pantalla de su móvil.

 

—¿Quieres que también ilumine el camino con mi teléfono? —preguntó Jungkook admirando lo poco que podía ver.

 

—No te preocupes, cuando entremos las luces se encenderán automáticamente.

 

—Oh… —soltó Jungkook al comprobar que lo que recién había dicho su novio era cierto.

 

Al entrar al living un par de arañas de cristal iluminaron el lugar, y se apagaron cuando terminaron de subir las escaleras. El visitante se detuvo al quedar a oscuras de nuevo, ganándose una risita burlona de Jin.

 

—Si te quedas quieto no funcionarán las otras —el mayor lo jaló y otro par de luces se encendieron en el segundo piso donde habían unos cuantos sofás y una mesita de café justo antes de que la mansión se dividiera en dos pasillos.

 

—Es… asombroso —musitó mirando las lámparas.

 

—Tuvimos que instalar el sistema luego de que estuviera a punto de caer por las escaleras unas cuantas veces. Siempre llegaba algo tarde los fines de semana y no me gustaba dejar las luces encendidas. Era un gasto innecesario. Nadie las usaba, pues siempre dejo que los empleados se vayan a descansar el fin de semana a sus casas, menos los de seguridad, sería peligroso —siguieron el camino por el pasillo derecho. Las luces volvieron a apagarse hasta que las del pasillo se activaron por el movimiento de la pareja.

 

—¿Se van todos los fines de semana? —preguntó Jungkook con voz baja. No quería que el padre de Jin se despertara a causa de un intruso que podría ser indeseable para él.

 

—Todos —las luces se apagaron. Jungkook se tropezó con sus propios pies, cayendo de rodillas al suelo, y causando que las luces siguientes se encendieran. Seokjin no pudo contenerse y soltó una sonora carcajada antes de ayudar a su novio a levantarse.

 

—Haz silencio, despertarás a tu padre —demandó el menor con las mejillas coloradas de la vergüenza. Aquello hizo que Jin se riera más fuerte confundiendo al joven invitado.

 

—¿Por qué te ríes?

 

—Mi padre vive en Nueva York, no sé si mi risa pueda hacer que despierte estando tan lejos. Además no debe estar durmiendo —el castaño miró la hora en su reloj de mano—, supongo que está cenando con alguna persona importante en estos momentos.

 

—¿Quieres decir que a excepción de las personas que están en la entrada, este enorme lugar está vacío? —un sentimiento raro se instaló en el pecho de Jungkook.

 

—Eh… sí. Aunque puede que haya fantasmas pero nunca han molestado —bromeó, y se detuvo en frente de una puerta doble a la cual entró con tan sólo empujarla.

 

El moreno permaneció afuera pensando en la solitaria vida de Seokjin. A eso se debía que prefiriera estar con él en casa que allí. Miró a su alrededor y sintió escalofríos luego de ser golpeado por la desolación de saber que a pesar de llevar siete años conociéndolo no sabía nada de él. Nada.

 

—¿No vas a entrar? —escuchó la tranquila voz de su novio y se introdujo dentro de la habitación.

 

Era más grande que su sala de estar y cocina juntos, incluso creía que podía unirle el cuarto de SeRa. Estaba pintada de un color azul pastel y decorada con diferentes estanterías pequeñas pegadas a la pared donde se podían leer los títulos de los libros de Biología que Hoseok tanto prestaba en la biblioteca de la universidad. También había un sofá, una televisión con un Xbox One dorado, un escritorio en forma de ele cerca de un —a simple vista— agradable balcón y una cama en la que podrían caber tres personas.

 

—Es muy… —buscó alguna palabra adecuada para calificar aquel lugar— acogedor —sabía que no era la palabra correcta pero no fue capaz de corregirse.

 

—Eh, ¿lo es? —preguntó. El menor asintió sin cerrar la boca—. Puedes ponerte esta pijama e irte a duchar mientras que cocino algo, debes tener hambre —Jungkook por fin se concentró en lo que decía su novio—. Ya he llenado la bañera de agua tibia y le eché un poco de sales efervescentes para que te relajes un poco.

 

—Entendido —balbuceó. Seokjin lo tomó de la mano y lo llevó hasta una puerta que se encontraba al lado de la televisión, con una sonrisa se despidió y cerró la puerta para que su novio pudiese bañarse en paz.

 

Pegó un respingo al escuchar un raro sonido y se acercó hasta la bañera viendo que aquella tenía algo dentro que hacía que el agua tomara un tono azul aguamarina. Se quedó mirando hasta que lo que causaba todo aquello desapareció obligándolo a debatirse en entrar o no al agua. A pesar de mantener aquella confusión en su cabeza, se deshizo de la ropa y metió un pie soltando un gemido de satisfacción al sentir lo agradable que estaba el agua. Se recostó en la bañera creyendo que podría relajarse un poco hasta que se vio invadido de nuevo por el rostro decepcionado de Hoseok.

 

Acercó sus rodillas al pecho y jugó con la espuma del agua azulada. «No merezco ser su hermano. Hoseok siempre ha confiado en mí y ha hecho todo lo que está a su alcance por hacerme feliz. Soy un mal hermano, no respeté su amistad, se la arrebaté sin pensar un poco en él. Merezco su decepción. Si hubiese confiado en él, tal vez… nada de esto estaría sucediendo.», la culpa era demasiado pesada como para permitirle olvidar. «Pero… si le hubiese dicho posiblemente habría sido igual, su amistad se hubiese roto y nunca hubiese podido volver a ver a Seokjin», argumentó. «Aun así no me arrepiento de lo que he hecho. Quiero a Jin, Hoseok debe entenderlo. No es justo que se enoje con él cuando sabe lo bueno que es. Además está solo, nos tiene a nosotros, nada más.», sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas por las dos personas que tanto quería. No deseaba que ninguno de los dos estuviese mal por su culpa.

 

Golpeó el agua pensando en lo injusta que era la vida. Le imploró a su cabeza que lo dejara en paz, ya no quería pensar, sólo deseaba pasar un rato agradable con Jin y luego dormir.

 

Salió de la bañera y tomó una de las toallas para ir en busca del pijama que permanecía sobre la cama. Meditó en si debía apagar las luces antes de vestirse, le apenaba estar completamente desnudo. Al final, terminó vistiéndose sin separar la toalla de su cuerpo, regresándola de nuevo al baño y mirándose en el espejo con una sonrisa brillante. Sentía su corazón palpitar al saber que Jin ya había usado aquella prenda que le quedaba un poco grande. Se sorprendió al ver la cara de tonto que puso y volvió a sonreír. Abandonó de nuevo el baño decidido por ir en busca de Seokjin. Abrió la puerta y sacó sólo la cabeza mirando el largo pasillo. Ninguna luz se encendió haciéndolo arrepentirse de ir en busca del otro. Cerró la puerta de nuevo justo cuando las luces se encendieron. Decidió que mejor se quedaría allí.

 

Caminó por la habitación admirando cada espacio hasta detenerse en el escritorio el cual estaba lleno de carpetas y papeles. Se sintió asombrado al ver lo organizado que podía ser el castaño. Lo imaginó allí concentrado en sus deberes y sintió que podía morir ridículamente de amor. Mordió su labio al sentir que lo que estaba haciendo no estaba bien pero no pudo contenerse y abrir uno de los cajones. Encontró álbumes de fotografías, sus ojos se iluminaron. Observó gran parte de ellos. Algunos eran de los viajes de Jin, otros de él con su padre y al final, se tomó más tiempo en mirar un álbum que en la portada tenía una foto de su novio con Hoseok.

 

Aquella foto fue cuando el par de amigos recién se habían conocido, tenían quince años. En ese tiempo llevaban tan sólo un año de haber perdido a su madre. Jungkook tenía tan sólo diez años y se encargaba de la pequeña SeRa debido a que no tenían el dinero necesario para pagar a alguien más, y Yoongi no podía ir todos los días a cuidarlos. Hoseok había conocido a Seokjin en un restaurante donde trabajaba cuatro horas debido a que era menor de edad. Había sido un milagro que a sus quince años alguien lo contratase. Sin embargo, el dueño de ese lugar lo hizo conmovido por su historia. Jin iba a cenar constantemente allí, volviéndose rápidamente amigo de Hoseok.

 

Pasó a la siguiente página, agradeciendo que el mayor tuviese el álbum organizado por fechas. Se encontró con una foto de Jin y Hoseok cuando tenían dieciséis años, al fondo podía verse colado en la foto posando con la mano en forma de uve. El recuerdo de ese día lo hizo sonreír. Seokjin los había invitado al parque de diversiones y luego a comer. Siguió con la siguiente fotografía, estaban todos, y sonreían, incluida la bebé SeRa. Habían ido a una agradable caminata ecológica. Al seguir a la siguiente página su corazón palpitó con fuerza. De todas las fotos que había visto hasta el momento, sólo en esa la sonrisa de Seokjin se veía mucho más radiante. Estaban los dos juntos y Jin tenía cargada a SeRa. Jungkook entendió por qué se veía tan feliz, aquel había sido el día en el que Jin había comenzado a ser su niñero sin recibir nada a cambio por parte de Hoseok. Jin ya tenía diecisiete años, y como siempre, se veía guapo. Decidió seguir con la otra página encontrándose con una foto de su cumpleaños número trece, Jin fue el que horneó y decoró el pastel. Sus mejillas dolieron de tanto sonreír, y no pudo continuar al escuchar dos leves golpes en la puerta.

 

—¿Jungkook? ¿Ya te has vestido? —el mencionado guardó todo como pudo y corrió a sentarse en la cama fingiendo verse tranquilo.

 

—S-sí.

 

—¿Puedo pasar? —el moreno sonrió y negó con la cabeza. ¿Por qué pedía permiso para entrar a su cuarto?

 

—Claro que sí.

 

—He terminado de cocinar. Ven, tu estómago debe estar suplicando por algo de comida —lo tomó de la mano y juntos bajaron hasta la cocina.

 

Seokjin le señaló la silla donde podía sentarse y así lo hizo. El olor de la comida evitó que se pusiera a reparar el lugar, y cuando dio el primer bocado, sintió el sabor del consuelo. Sabía que podía calificar la comida de su novio como comida mágica ya que le exigía olvidarse de sus problemas y preocupaciones. No sabía cómo alguien podía cocinar de una manera tan exquisita. Tal vez Jin era un ángel, no pertenecía a aquel mundo y por ende era tan perfecto y solitario.

 

El mayor no pudo contener su sonrojo al ver el rostro feliz de su novio, tenía curiosidad de saber qué de especial tenía aquella comida como para que el menor se viese tan satisfecho, pero su estómago sólo podía con el café humeante que había preparado antes de ir por Jungkook. Con cada minuto que pasaba su mente lo hundía en un río negro y caudaloso llamado culpa. ¿Qué había de esos siete años de amistad con Hoseok? ¿Iba a permitir que se fueran al caño? Pero… ¿entonces debía sacrificar los años que estuvo intentando conquistar a Jungkook de la forma más disimulada que pudo encontrar?  

 

—Ha estado delicioso, como siempre —la voz de Jungkook lo hizo salir de su incómodo momento de culpa.

 

—¿Quieres algo más? —el moreno negó con la cabeza—. Entonces vamos.

 

La pareja volvió a encaminarse hasta la habitación. Seokjin corrió a ducharse con prisa dejando al menor de nuevo fundido en los mismos pensamientos que estaban comiéndoselo en vida. «Hoseok…», no supo cuántas veces repitió el nombre de su hermano hasta que la puerta del baño se abrió y pudo ver a Jin apenas poniendo la camisa de su pijama, dejando ver su trabajado abdomen. Se sentó en la cama y lo miró con la boca abierta. Sintió su miembro endurecerse obligándolo a taparse con una almohada y pensar en algo más.

 

—Iré al cuarto de enseguida para que puedas dormir en paz —anunció el castaño dando cortos pasos hasta la puerta.

 

Jungkook tragó con fuerza por culpa de la imagen recién vista. ¿Cómo podría dejarlo escapar así?

 

—¡No te vayas! —estuvo a punto de saltar fuera de la cama—. ¿Puedes quedarte conmigo, por favor? No quiero dormir solo.

 

Seokjin soltó el pomo de la puerta y se acercó a la cama sin ser capaz de negarse. El menor al ver la respuesta positiva del mayor quitó las sábanas y se metió dentro de la cama con una enorme sonrisa que dejó al mayor atontado.

 

—¿Te vas a quedar ahí? —Jungkook lo jaló, lo arropó y se recostó muy cerca de él, oliendo el aroma a lavanda que desprendía por los jabones usados en la ducha.

 

—¿N-no quieres que apague las luces? ¿O tal vez que te traiga más mantas?

 

—Deja de tratarme como un niño. Yo mismo apagaré las luces —dijo riéndose. Luego salió de la cama, apagó el interruptor, y de nuevo se pegó a su novio.

 

Una risa nerviosa salió del mayor en bien el cuarto estuvo un poco a oscuras. Y de la misma forma la habitación quedó en silencio, un silencio que al final se vio interrumpido por el mayor.

 

—¿Estás cómodo?

 

—Lo estoy.

 

—¿De verdad no necesitas otra sábana?

 

—Con tu calor me es suficiente —susurró abrazándolo con más fuerza.

 

—¿Almohadas?

 

—Estoy bien así. No necesito nada más, sólo quiero que estemos así y no te apartes de mí —dijo con un suspiro lastimoso.

 

Jin lo miró esforzando sus ojos, aunque realmente la luz del balcón le ayudaba un poco pero no lo suficiente para repasar las facciones de su novio —que ya conocía a la perfección— y buscar algún gesto de tristeza en su rostro.

 

—Lo siento, si no me hubiera descontrolado Hoseok no se habría enfadado —la culpa que estaba ahogándolo hizo presencia.

 

—Creo que debemos dejar de pensar en ello. Al final fue lo mejor que pudo suceder, ¿no lo crees? En algún momento Hoseok terminaría enterándose de ello y terminaría siendo lo mismo.

 

Un suspiro fue la respuesta que recibió Jungkook.

 

—Es mejor que durmamos, ya se ha hecho muy tarde —terminó diciendo el castaño.

 

—Tienes razón —mordió su labio inferior—. ¿No le darás un beso de buenas noches a tu novio?

 

Seokjin sonrió y se acercó para besarlo comenzando de forma lenta y pasando después a una mayor intensidad. Le era imposible despegarse de su novio, era como si algo lo tuviese atrapado y no tuviera la suficiente fuerza para deshacerse de él. Los besos de Jungkook eran adictivos, como una droga que no causaba ningún daño. No fue capaz de mantener sus manos quietas, el deseo lo capturó y se vio pasando sus manos por el pecho y abdomen de Jungkook hasta llegar a su entrepierna donde lo esperaba su duro miembro. El menor gimió al sentir la mano del mayor apretarlo. Deseó que Jin no se detuviera, separó sus labios del otro para tomar un poco de aire, y luego fue directo a morder y lamer su cuello. A tiendas buscó los bordes de la camisa de Seokjin y al intentar quitarle la camisa lo hizo salir de aquel momento de lujuria.

 

—No —susurró el mayor, que no supo en qué momento había terminado sobre el otro—. Sólo… duerme —dijo con una voz ronca, ocultando sus ganas de seguir y se levantó de la cama—. Es mejor que duermas solo, ten una linda madrugada —besó la frente del moreno y se marchó de la habitación.

 

Jungkook tuvo un montón de emociones girando sin control dentro de su pecho y estómago. Clavó la mirada en el techo y dejó escapar un par de lágrimas antes de fundirse en un sueño que le recordó todo lo sucedido con Hoseok.



≡≡≡



Nunca había disfrutado menos un desayuno hecho por Jin, era como si el ánimo del mayor influyera en el sabor de sus comidas y ese desayuno había tenido un sabor a tristeza. Además, aún tenía sueño por lo poco que había dormido. Ya se encontraba en frente de su casa mirando el serio rostro de su novio y pensando en que se venía una enorme tormenta que podría ahogarlo y acabar con su existencia.

 

—¿Te encuentras bien? —preguntó Jungkook con miedo, nunca se había sentido tan vulnerable.

 

—Creo que… debemos romper, Jungkook —el castaño hizo el mayor esfuerzo para que su voz no se quebrara como él lo estaba haciendo por dentro.

 

Un silencio que incrementó más su desazón lo obligó a mirar a su pequeño. «Tal vez es la última vez que lo veas», le dijo su subconsciente, y se forzó a repasar de nuevo las ahora tristes facciones de Jungkook. En ese preciso momento juró que su corazón se había partido en miles de pedazos que nunca podría volver a unir.

 

—¡No seas idiota, no vamos a hacerlo! —el moreno quiso no gritar pero al final fue lo que terminó haciendo—. Mejor me marcho antes de que continúes con esas barbaridades.

 

—Jungkook, por favor —Jin lo tomó del brazo—. Vamos a parar —lo jaló para depositarle un beso, el último, en los labios.


El otro no encontró palabras en su cabeza, su rostro ya estaba repleto de lágrimas. En silencio, y sin dejar de mirar a su ex pareja, se bajó del auto y cerró la puerta. Seokjin sintió las lágrimas bajar por sus mejillas y nublarle la vista. No quería lastimar a Jungkook  y para ello, la mejor forma era alejarse para que Hoseok pudiera perdonarlo y continuar la tranquila vida que llevaban. Miró por su retrovisor y lo encontró parado en el mismo lugar. ¿Cómo podría recuperarse de eso? Se preguntó antes de girar a la izquierda en la esquina siguiente, alejándose del menor que por tanto tiempo había amado.

Notas finales:

¿Qué tal les pareció el capítulo especial? Ay, podre Seokjin, pobre Jungkook. No sé quién está más confundido o lo pasa peor. ;;; Vida cruel. Es gracioso, casi todos la pasan mal por querer ver a Hoseok feliz, hahaha, ay Dios. ¿O qué opinan ustedes?

¿Ya saben quién soy? Sí, soy Lord, y quiero agradecerles por esos 200 comentarios, también gracias por los 100 likes en nuestra página de Facebook. Estoy muy contenta de saber que hay personas apoyándonos y gustando de nuestra historia. Aunque recibimos pocos reviews yo estoy muy feliz con todas ustedes. ;;;; ♥

¿Vieron en MV de RUN? Nuestro Jin y sus álbumes de fotografías me recordaron a la historia que desarrollan los chicos en sus últimos vídeos. Es muy interesante.

Bueno, no me quiero alargar más. Esperamos sus comentarios, ¡hasta luegou~! ♥


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