Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The Jackpot por Lord_Dara

[Reviews - 328]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Soy Dara y vengo a actualizar a las 8:26 pm (Domingo, aun es domingo!!!) 

¡A Leer!

Capítulo 34

 

Una joven empleada se acercó al castaño con una bandeja con una humeante taza de té. Antes de que la chica pudiera ofrecérsela, Taehyung la fulminó con la mirada para que no diera un paso más, ésta paró en seco y empezó a retroceder, alejándose hacia la cocina con el cuerpo rígido.

 

Taehyung volvió la vista a su madre. Vestía casual, pero aun así elegante. Un vestido azul zafiro se ajustaba a su figura, y sus piernas cruzadas parecían pulidas y suaves, dignas de una súper modelo. El castaño la miró a los ojos y, como siempre que la miraba a los ojos, sólo sintió apatía y fastidio. Muy en el fondo, un sentimiento de soledad.

 

—¿Qué haces aquí? —habló sin pensar.

 

Sabía que había hecho la pregunta equivocada. «Está aquí porque es su casa». Esperó un comentario sarcástico de su parte, pero ella sólo le ignoró.

 

—Toma asiento, hijo —señaló el sillón vacío con desinterés—. Tenemos que hablar.

 

El cuerpo del menor empezó a sentirse débil. Tenemos que hablar nunca fue un tema de su agrado. Por un momento pensó que algo malo le había ocurrido a su padre, y tomó asiento para que no fuera a caer de rodillas al suelo. Tomó aire y miró de nuevo a su madre, ésta sorbía de su taza con lentitud, por lo que decidió calmarse. Si algo le hubiera ocurrido a su padre, seguramente mamá no estaría tan tranquila, pensó, pero de todos modos tenía sus dudas. La señora Kim dejó la taza de porcelana sobre una mesita y sonrió.

 

—¿Cómo has estado? —su voz sonó ajena a oídos de Taehyung, carente de algún sentimiento, sólo percibía burla en ella—. ¿Te va bien en la universidad? ¿Los sirvientes te han tratado bien?

 

La mujer dedicó una mirada al grupo de empleadas que esperaban a su lado y les hizo un gesto para que se retiraran. Taehyung no respondió a ninguna de las preguntas, se hizo con el silencio y asintió con cautela; hacía mucho tiempo que su madre no le preguntaba por su vida, y que apareciera de repente con aquel interrogatorio lo ponía de los nervios. Al ver que su hijo no se molestaba en entretenerla, la señora Kim decidió desviarse entonces.

 

—¿Dónde estabas? ¿Por qué llegas tan tarde?

 

Taehyung la miró e hizo un repaso mental de lo que había hecho horas atrás en casa de Hoseok, sin evitar medio sonreír al recordar lo inteligente y rápida que era SeRa para resolver sus tareas, lo simpático que era Seokjin con Jungkook y lo bromista que era este último. Jimin abrazando a Yoongi en el sillón, y Hoseok… Siempre había tenido una perspectiva bastante melancólica de la vida, pero eso había cambiado los últimos meses; con todo lo que había ocurrido, casi podía afirmar que se sentía lleno.

 

—Estaba con mis amigos —respondió en tono suave, sumido en sus pensamientos.

 

Su progenitora arqueó una ceja.

 

—Amigos… —repitió con voz pastosa.

 

Taehyung salió de su ensoñación y borró la sonrisa que no sabía que había formado. Tragó fuerte cuando la señora Kim empezó a mirarlo de arriba abajo, como examinándolo, buscando algo para atacarlo.

 

—Bueno… —se acomodó en la silla—. ¿Y ya tienes pareja?

 

El menor se tensó.

 

—N-no ten-

 

—A mí me han dicho que sí.

 

Una empleada se presentó y recogió la taza vacía en la que había estado bebiendo la señora Kim y le puso una nueva. Taehyung le dedicó una breve mirada y ésta hizo una rápida reverencia y se retiró, con las mejillas sonrosadas. ¿Aquello qué le decía? ¿Que todas esas veces que creía estar solo en casa habían sido sólo su imaginación? Empezó a sentirse incómodo bajo la mirada acusadora de su madre, pero luego decidió que era mejor discutirlo todo de una vez. ¿Para qué retrasar lo inevitable?

 

—Y si sabes, ¿para qué preguntas? —soltó con amargura.

 

La mayor irguió la espalda y en su cara se reflejó una evidente indignación.

 

—Ese tipo de reacciones no son de un chico tan educado como tú —su tono era demandante.

 

La actitud de Taehyung se fue recobrando de a poco, lo suficiente como para sonreír burlón y responder:

 

—¿Y quién crees que me crió? ¿No fuiste tú? —la señaló, fingiendo pensar—. Si mal no recuerdo, fuiste tú.

 

La mujer tensó los labios y dio un sorbo a su nueva taza de té, haciendo un gesto que indicaba que se había quemado, pero aquella mueca fue casi que imperceptible. Guardó silencio un rato, el castaño se puso en guardia a cualquier comentario que viniera después.

 

—Creí que mi hijo era lo suficientemente grande como para saber comportarse, pero al parecer no es así —tenía algo de dureza en su voz, y algo más que no lograba descifrar—. Tendré que enseñarte a comportarte de nuevo, no quiero que tu futura esposa se avergüence de ti.

 

Los labios del menor temblaron, y por un momento no halló las palabras.

 

—No es necesario —fingió indulgencia—. Además, como dijiste saber, no tendré esposa.

 

Apretó los puños sin que su madre lo notara, porque escuchar la palabra "esposa" había activado un tipo de alerta roja en su cabeza. Escuchó la risa de la mayor.

 

—¿Y quién dijo que no?

 

Exaltado, Taehyung se levantó del sillón al darse cuenta de lo que iba a hacer su madre. Aquello era injusto.

 

—¡No puedes obligarme! —miró al suelo con enfado y trató de medir la tonalidad de su voz—. No tienes derecho a decidir por mí cuando saliste de mi vida hace mucho tiempo.

 

—Soy tu madre, por lo tanto siempre tendré derechos sobre ti —se encogió de hombros y lo miró con suficiencia—. Así que no me importa si tengo que obligarte.

 

 El castaño apretó los dientes y se señaló a sí mismo.

 

—Ya tengo la edad legal para tomar decisiones.

 

La señora Kim se apoyó más en su silla, tranquila, mirando a su hijo desde ahí. Sabía que iba a ganar esa pelea. Y Taehyung también lo sabía, su padre siempre le había dicho: “Quien grita y se descontrola primero, acaba perdiendo”.

 

—Aunque seas mayor —continuó su madre—, aún tengo control sobre ti.

 

Un agresivo resoplido salió del interior del castaño y se giró exasperado, haciendo ademán de irse.

 

—Ah, sí —exclamó la mujer desde atrás—. Déjate del jueguito homosexual y dile a tu novio que estás comprometido.

 

A tales palabras, Taehyung se giró a mirarla entre incrédulo y mucho más enfadado que hacía unos minutos.

 

—¡Estás loca! —alzó la voz—. ¡No voy a casarme con nadie! Y no pierdas el tiempo, no tienes forma de obligarme.

 

Su madre no respondió, se limitó a terminar de tomar su té para después bostezar de aburrición. Asumiendo que la señora Kim había dado la conversación por terminada, y meditando en que no sabía qué más decir para defenderse, el castaño le dedicó una última mirada de desprecio y abandonó precipitado la gran mansión, dejando todo atrás. Algo en su interior le decía que su madre no volvería a viajar en un buen tiempo.

 

Llegó hasta su auto y divagó por todas las calles de la ciudad, por las más amplias y por las más estrechas, por las iluminadas y por las oscuras, necesitaba pensar, aclararse la mente para no actuar de forma acelerada y arruinar más su situación. Se negó a ir en busca de su novio, no quería indisponerlo; tampoco quiso ir donde su mejor amigo, porque lo más probable era que Jimin se lo contara a Yoongi, y el pelinaranja no dudaría en compartírselo a Hoseok. No quería que se enteraran, era injusto ponerlos mal cuando recién habían salido de otro problema. Apretó el volante con los puños. ¿Por qué las cosas debían ser así? ¿Por qué su madre tenía que aparecer y estropearlo todo?

 

Taehyung se la pasó recorriendo diferentes lugares sin detenerse en uno en específico, hasta que vio una pequeña librería de libros usados, de aspecto clásico, con luces amarillas en todas partes decorando las paredes. Se quedó allí y leyó dos libros de pocas páginas, historias cortas que le gustaron mucho. Cuando los encargados, una pareja adulta muy amable, le dijeron que ya iban a cerrar, Taehyung regresó a su auto y buscó un buen hotel en el cual quedarse. No le importaba realmente el tipo de hotel, sólo quería echarse en una cama y no saber nada de nada ni nadie en un buen tiempo. Al hallar uno, pidió una habitación, y tan pronto estuvo dentro la ansiedad se apoderó de su cuerpo.

 

¿Qué iba a hacer? ¿Qué pasaría a partir de ahora? ¿Podría evitar aquella terrible suerte que le esperaba? Caminó de un lado a otro, desesperado y frustrado, con tremendas ganas de acabar con todo. La idea de llamar a su padre se le antojó consoladora, pero no sabía si sería bueno hacerlo, el mayor había estado ocupado en su trabajo —el trabajo diurno— y no quería interrumpirlo. Hizo un puchero y miró por la ventana, chequeó la hora en su celular y decidió llamar a Jimin. Necesitaba oír su voz. No quería molestarlo, pero le era inevitable porque se estaba ahogando en su tristeza.

 

¿Tae? —la suave voz de Jimin le hizo sonreír pese a la pesadez que lo atosigaba.

 

—¿Dónde estás?

 

Voy en camino a recoger a Yoongi y Hoseok —le sintió el tono un poco apagado, como soñoliento, y aquello le inquietó.

 

—Suenas cansado —expresó.

 

No es nada —le oyó suspirar, pero lo imaginó sonriendo—. ¿Por qué me estás llamando a las dos de la mañana? Deberías estar dormido.

 

El castaño se apartó de la ventana y se recostó sobre el frío colchón de la cama, vestido, sin molestarse en quitarse los zapatos. Apoyó la cabeza sobre una almohada que le pareció muy incómoda y se concentró en mirar el estúpido techo, con luz nocturna reflejada y sombras deformes en ella.

 

—¿Recuerdas nuestra primer pijamada? —dijo de la nada—. Esa en la que me obligaste a vestir como mujer y jugamos a las bodas. Íbamos a casarnos.

 

Su mejor amigo se quedó en silencio un momento antes de volver a hablar con una risita.

 

Tu madre llegó un rato después, en la parte del beso, gritando: “¡Yo me opongo!”.

 

Taehyung se rio por la mala imitación de su amigo y compartieron unos minutos de risa nostálgica.

 

¿Y por qué recuerdas esto tan de pronto? —inquirió el mayor.

 

—S-sólo quería confirmar si lo recordabas —mintió—. Ese mismo día me prometiste que cuando tuviéramos 20, y los dos pareja, tendríamos una cita doble —fingió reclamar.

 

Escuchó a Jimin hablar con alguien, y supuso que ya se encontraba con Hoseok y Yoongi. Su corazón latió con fuerza, tanto que le dolió, y se sintió triste… Y solo.

 

Sí, sí recuerdo la promesa —volvió a hablar el moreno, pero sonaba distraído—, y la cumpliré.

 

Taehyung sabía que no lo decía en serio, por su tono de voz, pero tampoco le importaba; estaba demasiado decaído como para emocionarse por una futura cita doble en la cual no sabía si estaría junto a Hoseok o con su… prometida. Se despidió de su mejor amigo y estiró el cuerpo en todos los extremos de la extensa cama. El sueño no acudió a él a pesar del infierno por el que estaba pasando, y estuvo a punto de arrancarse los cabellos si no hubiera escuchado el sonido de su móvil, indicando que tenía un mensaje. Lo abrió de mala gana.

 

 

Ya llegué a casa y me iré rápidamente a la cama.

Buenas noches, Tae. Te extraño.

 

 

Los ojos se le humedecieron y las lágrimas no tardaron en bajar. Odiaba llorar, pero es que no podía retenerlas, y más cuando se sentía tan perdido y abatido. Quería abrazarlo, besar a Hoseok, extrañaba su calor y su cuerpo reclamaba las caricias de éste que no llegarían. Se abrazó por los costados, se puso en posición fetal, y siguió llorando, con la impotencia y la rabia entremezcladas. Hubo un punto en el que castaño se quedó completamente en blanco, con la sonrisa de su novio detrás de sus párpados; aquella imagen lo obligó a encogerse y llorar de nuevo. No quería perderlo, ni alejarse de él. Lo quería.

 

No supo en qué momento se quedó dormido.

 

 

≡≡≡

 

 

Su cuerpo dio una sacudida al sentir la continua y brusca vibración de su celular, emitiendo a todo volumen una canción de moda que le había gustado mucho. Estiró la mano por todo el colchón hasta tocar el aparato y tomó la llamada, voz ronca y aún con los ojos cerrados.

 

—¿Hola?

 

¡Deja de comportarte como un niño! —la voz de su madre lo hizo despertar completamente y erguirse bien recto—. Regresa a casa, hoy conocerás a tu futura esposa.

 

Su estómago se revolvió, y no por el hambre, sino por lo mal que le sentaba aceptar que lo de la noche anterior no había sido un sueño. De verdad lo iban a obligar a casarse.

 

—No voy a ir —soltó con sequedad.

 

¿No? —su voz se había vuelto dura, el tipo de tono que utilizaba cuando iba a decir algo que lo iba a hacer enojar—. Entonces le diré a Hoseok que vaya en tu lugar, le vendría bien una novia rica.

 

Taehyung se levantó de golpe y se quedó callado mientras escuchaba a su madre reír. ¿Cómo mierdas investigó el nombre de su chico?

 

No llegues tarde.

 

Y colgó. El castaño se mantuvo de pie, congelado como una roca, preguntándose una y otra vez por qué Kim Suyeon, su endiablada progenitora, había averiguado el nombre de Jung Hoseok, su novio. Tiró el teléfono al colchón cuando vio el mensaje de la señora Kim indicándole la hora y el lugar de encuentro para la cita que tenía programada. El enojo volvió a apoderarse de él y empezó a caminar de un lado a otro sin saber qué hacer. ¿Saltar por la ventana era una opción? Se despeinó el cabello y gritó desilusionado, llorando de nuevo, esta vez dando pataletas en el suelo.

 

Cuando logró calmarse, se levantó de donde había estado tirado, tomó una larga y fría ducha y se vistió con las mismas ropas. Salió del hotel sin mirar a nadie, con el rostro serio, y condujo hasta el lugar que le había indicado su macabra madre, un restaurante cuatro estrellas en el que había comido una vez con Jimin, antes de que Yoongi y Hoseok entraran en sus vidas. Buscó con la mirada a Suyeon pero se llevó una gran sorpresa al ver que, sentado junto a ella, estaba su padre. La mesa que ocupaban tenía tres asientos desocupados. Tragó fuerte y se acercó a sus padres sin saludar, tomando asiento entre ellos e ignorando lo que estaban discutiendo.

 

—Esto es muy precipitado —estaba diciendo su padre—. Has estado afuera por mucho tiempo, no puedes venir de repente a alterarlo todo.

 

Taehyung hubiera abrazado a su padre si hubiera estado atento a la conversación, pero no, se mantuvo con el rostro inexpresivo, con la vista clavada en la entrada del lugar. La señora Kim ignoró las palabras de su esposo y se acercó al oído de su hijo, haciéndole estremecer y volver a sus sentidos.

 

—¿Por qué no fuiste a cambiarte? Me estás avergonzando —le riñó con molestia.

 

El castaño no le hizo caso, demasiado enfadado como para replicarle. «Si visto la misma ropa quizá esa chica no quiera estar conmigo y quiera terminar antes de empezar». El señor Kim miró con pena a su hijo y tomó su vaso de agua, tragándosela toda de un gran sorbo, no quería explotar ahí mismo. Su mujer se estaba pasando. Taehyung hizo un sonido con la garganta al ver dos figuras femeninas entrar al local y dirigirse a su mesa, sus hombros se tensaron.

 

La chica, de cabello negro azabache y buena estatura, vestía una camisa coral que le sentaba muy bien, puesto que era un poco pálida, y un jean blanco se le ajustaba a las piernas, haciéndola ver delgada, pero no en exceso. Su rostro era curioso, sus cejas le daban un aspecto serio pero al mismo tiempo adorable, y no sonreía. La morena arqueó una ceja al ver el rostro en blanco de su futuro esposo, sin decir nada. La señora que la acompañaba debía ser su madre, la había visto unas cuantas veces cuando era pequeño. Tomaron asiento frente a los Kim y las dos mujeres mayores se sonrieron y saludaron con un beso en cada mejilla.

 

—Querida, luces fantástica —expresó la dama.

 

—Qué dices, si tú te ves más genial, ¡mira ese corte de cabello! —rió Suyeon y palmeó a su hijo en la espalda—. Este es Taehyung, ¿lo recuerdas?

 

—¡Por supuesto!, mira que se ha puesto muy guapo —la otra mujer sonrió y miró a su hija, sin tocarla—. Mi hija, Lee Dohee.

 

—Estás preciosa.

 

La chica hizo una leve inclinación de cabeza. El joven Kim vio cómo su madre pasaba una mano por debajo de la mesa y pellizcaba a su pareja en los muslos, causándole un sobresalto y obligándolo a unirse a una aburrida conversación que no entendía. Ignoró la mala cara de su padre y se dedicó a observar a Dohee, su prometida; casi se sonrojó al encontrarse con su mirada. Había algo en sus ojos, algo fugaz, desafiante, que le hizo erizar.

 

—Mamá —todos en la mesa, incluyendo a Taehyung, miraron a la morena, que de repente estaba sonriendo—. Quiero una mesa aparte para hablar con mi guapo prometido.

 

El castaño viró los ojos y trató de no hacer una mueca de fastidio. Aunque la chica tenía voz áspera, ya se imaginaba que sería una de esas jóvenes cabezas huecas que tanto le irritaba ver.

 

—Hmm, suena bien —sonrió la madre de Dohee mirando a la de Taehyung—. ¿Hay algún problema?

 

—Claro que no —repuso la señora Kim—. Estoy encantada.

 

El par de jóvenes se levantaron y fueron a unas dos mesas más alejados de los mayores, ninguno se molestó en hablar. Cuando el chico estuvo a punto de tomar asiento para dejarle las cosas claras a esa chica, ella lo tomó del brazo con esa sonrisa que no le gustó para nada.

 

—¿Podrías arreglarme la silla? —inquirió, y se acercó un poco más—. Y finge mejor, tu madre está que te echa la bronca.

 

Taehyung la miró desconcertado pero hizo lo que le pidió. Apartó una silla y la ayudó a acomodarse para luego él sentarse a su lado. Dejaron pasar unos minutos en silencio, el chico pensando en cómo decirle a Dohee que no era su tipo, pero ella habló:

 

—¿No me recuerdas? —soltó, examinándole el rostro. El castaño achicó los ojos y negó con la cabeza, la morena volvió a sonreír—. Zorra con cara de serpiente, ¿no te suena?

 

Taehyung se encogió de hombros.

 

—Suena a algo que diría yo, pero no recuerdo.

 

Dohee puso los ojos en blanco.

 

—Claro que recuerdas, esa fue la vez que me viste bailando con Namjoon en un club de Gangnam, cuando él aún no se había ido del país para huir de mí.

 

«¿Qué diablos?». Taehyung se quedó en blanco por un momento, procesando las palabras de aquella joven. Parpadeó un par de veces hasta que se repuso.

 

—¿Namjoon?

 

Dohee suspiró con exasperación.

 

—Sí, Namjoon. Kim Namjoon, tu amigo —miró más allá de él rápidamente, mascullando por lo bajo, y apoyó los codos sobre la mesa, inclinando un poco el torso—. Tómame las manos.

 

—No —soltó con sequedad.

 

—Ahg, ¿por qué eres tan terco? —expresó cansada—. No me casaría contigo aunque me pagaran muchos billetes.

 

El chico le siguió la vista, un poco perdido, y miró de reojo la mesa donde estaban los padres de ambos, éstos observaban expectantes. Suspiró rendido y miró las manos de Dohee, dedos largos y pálidos, con un anillo de oro en el meñique izquierdo y las uñas pintadas de un rosa pastel. Eran bonitas. Levantó las manos y las juntó con las de ella, Dohee pareció aliviada.

 

—Te conviene ayudarme y seguirme el juego para terminar beneficiado —anunció la chica.

 

Taehyung arqueó una ceja y apartó la vista de sus manos a los retadores ojos de la morena.

 

—¿En qué me beneficiaría el fingir que quiero casarme contigo?

 

Ella se acercó un poco más, como si fuera a besarlo, y le sostuvo la mirada.

 

—Lo que te voy a decir debes guardártelo —dijo—, no puedes ni decírselo a tu novio.

 

El castaño asintió lentamente y ella suspiró.

 

—Me gusta Namjoon —soltó sin pelos en la lengua. Taehyung agrandó los ojos y abrió la boca para hacer algún comentario, pero ella negó con la cabeza—. No me interrumpas —demandó y prosiguió—. Estudio historia con él. Empezamos nivelados, sólo que reprobé un semestre entero y él siguió adelante; cuando logré alcanzarlo él ya se había ido del país a visitar a sus padres… —su voz fue bajando—. Reprobé por ir detrás de él.

 

Taehyung estaba boquiabierto y empezó a unir las piezas una por una, y al notar que llevaba un buen rato sin decir nada, se aclaró la garganta.

 

—Lo siento, pero no puedo obligar a mi amigo a quererte —expresó con indiferencia—. Él no puede querer a una sola mujer.

 

Cuando vio el rostro dolido de Dohee se arrepintió de haber dicho aquello, los ojos de ella se habían puesto vidriosos, pero sacudió la cabeza para reconfortarse. Algo en ese gesto le dijo a Taehyung que ella sabía cómo era Namjoon, y que seguramente lo había visto con un montón de mujeres. La morena tomó aire, cerrando los ojos para mantener las lágrimas en su lugar, tratando de lidiar con la dureza de las palabras.

 

—Eso no es verdad —su mirada retadora había vuelto a ella—. Él finge verse así pero realmente me quiere, por más que lo niegue.

 

A pesar de haberse arrepentido por decir algo tan cruel segundos atrás, Taehyung sonrió burlón, pensando en que Dohee sí que estaba hueca.

 

—¿Cómo estás tan segura de que él te corresponde? —le era inevitable hablar con gracia, es que era absurdo—. Seguro muchas chicas piensan lo mismo de él que tú, ¿qué te hace pensar que eres diferente de las demás como para que él te quiera?

 

La chica permaneció en silencio y bajó la vista hacia sus dedos entrelazados, acariciando sin darse cuenta el dorso de la mano contraria. Taehyung se golpeó mentalmente, pensando en que esta vez sí que se había pasado de hijo de puta.

 

—Voy a demostrártelo —había fuego en los ojos de Dohee, y el castaño se vio tentado de seguirle la corriente con ojos retadores—. Salgamos esta noche, al bar, e invita a Namjoon.

 

—No —contestó sin vacilar. No sabía cuántas veces tendría que decir “no” el día entero—. ¿Por qué iría al lugar donde trabaja mi novio con otra persona?

 

El rostro de la morena se endureció y despegó las manos de las de él, recostándose en el respaldo de la silla con los brazos cruzados.

 

—Como quieras —dijo en una encogida de hombros, como dando por finalizado el asunto—. Cásate conmigo entonces.

 

El castaño se secó el sudor de las manos y suspiró harto de todo. «¡Mujeres!». Primero su madre, ahora su prometida, ¿con cuántas locas más debía tratar? Se rascó detrás del cuello, incómodo, y antes de decir nada, sintió su celular vibrar en su pantalón. Chequeó la pantalla y casi se alegró al ver que su mejor amigo lo llamaba. Justo en el momento indicado.

 

—¿Qué?

 

¿Salimos a tomar algo esta noche? —de nuevo ese tono cansado en su voz.

 

Taehyung miró a Dohee y ella arqueó una ceja.

 

—Bien, nos vemos en el bar.

 

Terminó la llamada y guardó su móvil sin una palabra, la chica se inclinó en la mesa, con ojos brillantes y esperanzados.

 

—¿Era Namjoon?

 

—No —el rostro de Dohee cambió a uno serio, a Taehyung le sorprendía la rapidez con la que sus expresiones modificaban su cara—. Espero que me demuestres todas las estupideces que me dijiste, y si quieres ir al bar tendrás que ir a mi casa a las 10pm, porque no voy a recogerte.

 

—Estás loco —soltó ella, seria—. Debes ir a mi casa para que nuestras madres crean que salimos juntos, no seas estúpido.

 

«Bueno, tiene razón». El castaño puso los ojos en blanco y se masajeó el puente de la nariz, pensando en que nunca se casaría con alguien como Dohee aunque le pagaran muchos billetes. Se detuvo a pensar y se reprendió por usar las mismas palabras que ella, sólo que en la mente.

 

—Está bien, pero no te tardes, no pienso esperarte.

 

—No me robes las líneas, soy yo la que debe decir eso.

 

Extendió el brazo y le golpeó en la cabeza con los nudillos. Taehyung la miró impactado y sin ser capaz de reaccionar a ello, por alguna razón sentía que Dohee era la versión femenina de él mismo, pero no la soportaba. Se giró para mirar si su madre se había dado cuenta del golpe que había recibido pero gruñó al verla riendo a más no poder con la señora Lee, su padre sonriendo forzadamente a su lado. Escuchó a la chica al lado suyo suspirar y se volvió hacia ella.

 

—Deben estar riéndose de algo que les sucedió en su último viaje —comentó sin interés.

 

Un mesero se aproximó y les tendió a cada uno la carta con el menú. Los dos jóvenes escanearon los productos, ceños fruncidos y mirada crítica, para después cerrar la carta con gesto aburrido.

 

Ssambap —pidieron al unísono.

 

El empleado achicó los ojos y los miró, creyendo que eran hermanos, unos muy odiosos, luego se retiró anotando el pedido mientras caminaba. Taehyung miró a Dohee con curiosidad, ella jugaba distraídamente con el anillo que llevaba en el dedo meñique, un recuerdo de su difunto padre.

 

—¿Tu madre estaba con la mía en el último viaje? —preguntó.

 

Dohee se encogió de hombros, su rostro expresaba disgusto.

 

—Ellas siempre viajan juntas. Por culpa de tu madre siempre estoy sola en casa.

 

El castaño siguió mirándola, queriendo pensar lo mismo de la señora Lee, pero prefirió quedarse callado. No quería discutir aquello, porque pensaba que la culpa de que él estuviera solo era únicamente de su madre. Ella lo había abandonado, por su culpa él cambio, ella le dio la espalda y lo olvidó. La única culpable de su vida solitaria era ella. O bueno, eso quería creer.

 

Gruñó irritado apretando los puños. El tema de la soledad siempre iba a ser de su total desagrado. Cuando los meseros llegaron y les prepararon la mesa para que pudieran comer, Dohee y Taehyung no intercambiaron más palabras.

 

 

 

Ayudó a la morena a bajar del auto y, luego de activar la alarma, la siguió hasta la entrada del bar. Se había cambiado de ropa, y ahora lucía su bonita figura en unos pantalones negros ajustados y una camisilla sin mangas del mismo color que la hacía ver el tripe de pálida. Taehyung también cambió sus ropas, lo cierto era que también había elegido el negro para esa noche.

 

—Confía en mí, sé lo que hago —Dohee se giró a mirarlo firmemente—. No me contradigas en ningún momento.

 

—Eso de confiar en otras personas no es mi estilo —replicó siguiéndola, ella había empezado a hacerse camino entre la gente que bailaba mientras entraba al lugar.

 

—El mío tampoco —explicó, girándose de nuevo hacia él—. Sólo por esta vez haré una excepción, porque me conviene, y esto se trata de mi futuro y mi felicidad.

 

A Taehyung se le encogió el estómago al escucharla; aunque admitía que tenía un poco de razón, tenía un mal presentimiento de todo aquello. Alzó la vista para mirar al frente y chequear la barra, allí vio a Jimin sentado al lado de Namjoon, conversando con Hoseok. El corazón se le aceleró al ver a su novio sonriendo y empezó a avanzar más rápido hacia él, con el deseo incontenible de abrazarlo hasta que se sintiera protegido y lleno. Vio a Yoongi llegar con una bandeja y extenderle una copa vacía a su mejor amigo.

 

Dohee lo miró preocupada y vio la intención del castaño de ir a saludar a su pareja; como pudo, lo sujetó de la mano para tratar de frenarlo justo cuando ya habían alcanzado a los otros chicos. Los cuatro jóvenes miraron asombrados a la pareja. Hoseok frunció el ceño al ver a su novio sosteniendo la mano de otra persona, Namjoon se fue incorporando lentamente con los labios entreabiertos, como en shock. El castaño miró a Yoongi y Jimin, quienes paseaban su vista de Dohee a Taehyung y de Taehyung a Dohee.

 

—Eh… —carraspeó con cuidado, aferrando la mano de la chica para que diera un paso adelante—. Chicos, déjenme presentarles a…

 

—Lee Dohee —se adelantó ella—, su prometida.

Notas finales:

Esa má de Tae es toda maldita, en serio, maldita. La odio, Lord también, es una... MALDITA XD ¿QUÉ TAL? ¿Les gustó el capi? ¿Qué esperan que sucederá? ¿Será que al final Taehyung si se casa con Dohee? ¿Será que Dohee no está mintiendo con eso de que Namjoon está enamorado de ella? ¿Será que por ella es que nuestro Namjoon bebe tanto? CHANNN CHANNN  CHANNN. Aghhh soy muy mala para esto. 

¿Cómo fue su semana? la mía fue... dahh no los molestaré con mi aburrida semana. ¿No desean que ya sea Junio? Yo sí :/ 

¡Cuídense muchoooooooo! Pasen una buena semana por mí

¡Los adoro!

 

PD: esto se está yendo T_T

PD2: es tan tristeeeeee

PD3: -se va llorando- 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).