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The Jackpot por Lord_Dara

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Notas del capitulo:

¿Jelou~? Qué vergüenza venir luego de tanto tiempo sin actualizar, en serio, pero de verdad estuvimos más ocupadas de lo esperado. Por cierto, hoy las saluda Lord, mis más sinceras disculpas.

Lamento mucho nuestra falta, así que... esperamos que les guste el capítulo.

Capítulo 39

 

Namjoon pasó su mirada de Taehyung a Dohee, “Sólo contamos con un puto mes para deshacer el compromiso, así que mueve tu maldito culo y ve a hablar con la señora Lee, porque estoy seguro de que Dohee ya te ha perdonado”, las palabras de Taehyung se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿qué estaba sucediendo? ¿Cómo…?

 

—Espera, ¿qué?

 

—Que debes sacarnos de este mald… —Namjoon hizo un rápido movimiento de manos que obligó a Taehyung a callarse.

 

—Creo que deberíamos ir más despacio, todo esto me está mareando, ¿o acaso están jugando conmigo?

 

—Joon tiene razón, ¿qué pasa con ustedes? ¿Por qué siento que todos están enterados de algo y que Namjoon y yo somos los únicos que están fuera de base?

 

Taehyung cerró los ojos ocultando sus ganas de reírse, aquellas ganas que le contagió Hoseok mientras se tapaba el rostro burlándose de Jimin. Odiaba repetir las cosas y más tener que contar lo sucedido de nuevo, pero debía hacerlo. Abrió la boca dispuesto a hablar de la manera más resumida posible pero de nuevo, su mejor amigo, ese joven que estaba a punto de ganarse un fuerte golpe, lo interrumpió:

 

—¿Y si vamos a hablar al apartamento? Yoongi dijo que iba a cocinar algo rico —propuso antes de mirar con irritación a Hoseok—. Además, necesito que vayas y despreocupes a mi novio porque no se ha dejado tocar en los últimos días por tu culpa.

 

—No, no cuento con tanto tiempo, lo mejor es que aclaremos todo de una vez —alegó Dohee mientras Hoseok miraba a Jimin como si fuera una anormalidad que había aparecido repentinamente ante sus ojos.

 

—Y yo tengo clase a la cual no puedo faltar —agregó el pelinegro ignorando por fin al mejor amigo de su novio.

 

Jimin asintió algo pensativo y luego los miró.

 

—¿Entonces qué esperan? Suéltenlo todo.

 

Taehyung gruñó por lo bajo y luego prosiguió a recitar lo sucedido con ayuda de Dohee y Hoseok. La historia fue contada más rápido de lo esperado, y Namjoon junto con Jimin se mantuvieron en silencio hasta el final, o tal vez estaban en shock.

 

—Por eso debemos arreglar todo lo más pronto posible, o por lo menos antes de que nuestras locas madres quieran adelantar la fecha de nuevo —expresó Dohee estremeciéndose al sólo imaginar que podrían adelantar mucho más la fecha de la boda.

 

Namjoon y Jimin asintieron a la vez mágicamente, y de la misma forma, se lanzaron sobre Taehyung para estrujarlo.

 

—Eres un tonto, nos habías asustado —gritó Jimin, el cual lo tenía agarrado del cuello.

 

—Debiste haberme dicho todo antes —prosiguió Namjoon teniéndolo de la cintura sin dejar de sacudirlo.

 

—¡Maldita sea, suéltenme! Me van a arrugar la ropa, tomen a Dohee, ella es la culpable, moléstenla a ella —gritó desesperado.

 

La mencionada puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos ignorando la situación, ¿qué podían hacer? Su cabeza estaba maquinando un millón de planes que terminaban siendo tontos y carecían de sentido. Hoseok permanecía en su punto, observando divertido el desespero de su novio hasta que pasó la vista a Dohee, cayendo en cuenta de lo diferentes que eran ella y Namjoon, pero también, pensando en lo bien que podían complementarse.

 

Namjoon y Jimin al fin soltaron a Taehyung, sin importarles lo ofuscado que se encontraba éste mientras arreglaba su ropa y cabello. Aquel estado medio divertido en el que se encontraban había pasado de nuevo a estar lleno de preocupación.

 

—¿Ya enviaron las invitaciones? Porque yo estuve con mis padres el fin de semana y ellos no mencionaron nada.

 

Taehyung dejó de alisar su camisa con las manos para mirar a su mejor amigo sorprendido.

 

—¿Cuándo arreglaste todo con tus padres? —su boca estaba tan abierta que hizo que Hoseok muriera de ternura.

 

—El fin semana —Jimin no pudo controlar sus facciones, formando una exagerada sonrisa que lo hizo verse como un tonto.

 

—Ooh —musitó Taehyung bastante animado por lo que escuchaba.

 

—Las invitaciones llegarán en un par de días —soltó la chica con desgana.

 

—¿Y si impedimos que las invitaciones sean repartidas y luego las quemamos? —propuso Namjoon con los ojos abiertos como platos al creer que se le había ocurrido la mejor idea del mundo. Los jóvenes presentes lo miraron con pena.

 

—No creo que eso pueda detener la boda —murmuró Hoseok.

 

—¿Y si le pagamos el doble a los supervisores de la boda para que no la lleven a cabo? —formuló el rubio sin perder las esperanzas en sus ideas locas.

 

—Sé que tenemos mucho dinero, Joon —sonrió Jimin para luego mirar a Hoseok y guiñarle el ojo—. Aun así las bodas son muy costosas para nosotros, y más cuando todavía vivimos del dinero de nuestros padres.

 

Taehyung se masajeó las sienes, al igual que su prometida. Ni siquiera con el apoyo de sus amigos y parejas podían ingeniarse algo que los salvara. Namjoon miró a Dohee con tristeza, deseó tenerla entre sus brazos para darle fuerzas, sin embargo, una timidez nunca antes vista en él se incorporó sin permitirle dar un paso, lo único que pudo lograr fue tomarla de la mano, haciendo que ésta pegara un respingo y lo mirara con sus mejillas sonrojadas.

 

—Todo esto me está hartando, ¿qué tal si vamos a hablar todos con ellas? ¿Qué podemos perder? —expuso Jimin con los brazos cruzados y una fuerte mirada.

 

—Conoces bien a mi madre, sabes que no cederá por nada del mundo —obvió Taehyung mirando a su amigo tomado de la mano con Dohee, le gustaba aquella vista pero sentía nervios de no poder verlos de nuevo así o de no poder volver a acercarse a Hoseok.

 

Dohee suspiró y miró al rubio, sólo necesitó de un par de segundos para que en su cabeza se formara una sorprendente idea.

 

—Tú puedes hablar con mi madre, ¡por supuesto! Debes intentarlo —dijo con una mirada expectante. El cuerpo de Namjoon tembló en bien escuchó todo.

 

—No… —el rubio negó con la cabeza, tenía mucho miedo, no sería capaz de hablar en bien la señora Lee posara la mirada sobre él.

 

Dohee lo miró con súplica y le apretó la mano sin mucha fuerza.

 

—Yo voy a estar contigo, contamos con la ventaja de que mi madre te quería tiempo atrás, a lo mejor logras convencerla en un par de minutos —los ojos de la chica brillaban haciendo sentir mal a Namjoon por verse tan débil.

 

—Está bien —interrumpió Jimin—. Es una maravillosa idea pero… y si la señora… la madre de Dohee perdona a Joon, ¿quién se ocupará de la madre de Tae? Estoy seguro de que ella se enojará bastante y será capaz de buscar una nueva chica en ese mismo instante para continuar con su estúpido plan —nadie respondió, haciendo que Jimin se viera en el puesto de elegir—. Tú también debes hablar con la madre de Taehyung —señaló a Hoseok entrecerrando los ojos dispuesto a estrangularlo en caso de que éste se negara—, él no puede enfrentarla solo.

 

Hoseok no asintió pero tampoco negó, si aquello era necesario debía hacerlo. Tragó con fuerza dispuesto a decirle a Jimin que lo haría, pero éste continuó hablando luego de aprovechar el corto silencio del mayor.

 

—Oye, Tae, ¿tu padre qué opina de esto? —Taehyung bufó y luego negó con la cabeza.

 

—Nada, él no dice nada, se la pasa en silencio, demostrándome que le da igual lo que pase conmigo.

 

—¿Estás seguro? —inquirió Jimin frunciendo el ceño—. No creo que tu padre esté actuando de esa forma.

 

Taehyung viró los ojos irritado, ¿cómo no podía estar seguro de cómo era su padre?

 

—Lo estoy, a mi padre no le importa nada de esto.

 

—Yo hablaré con él —habló Hoseok repentinamente—, le pediré que me ayude a convencer a la señora Kim —Jimin asintió satisfecho al ver al mayor con una faceta seria—. Hablaré con el señor Kim esta misma noche —dirigió la vista hacia su novio—. Sería bueno que me acompañaras, debemos confesarle nuestra relación.

El castaño bufó.

 

—Estoy seguro de que ya lo sabe, es imposible que desde su oficina no nos haya visto besándonos —sonrió torpemente al recordar el contacto de sus labios con los de su novio mientras todos los clientes bailaban en el bar.

 

Jimin achicó los ojos al ver la cara de su mejor amigo.

 

—Oh, por Dios, ya va a empezar.

 

Dohee los observó a todos por un momento y dejó escapar el aire del alivio, debía agradecer que por lo menos habían avanzado, que por lo menos tenían un plan —si a hablar se le consideraba plan—. Y a lo mejor lograban algo, o bueno, al menos eso esperaba.

 

—Aun así te acompañaré —prosiguió Taehyung luego de un rato.

 

—Bueno —habló Namjoon, mirando a Dohee y luego a los demás, su voz denotaba que ya era hora de ponerse en marcha—, por ahora todos debemos hablar con los adultos.

 

—Espero que les vaya bien —Jimin ya estaba despidiendo a Taehyung y Hoseok—. En caso de que les vaya mal pueden contar conmigo y mis padres para esconderse si se les ocurre escapar —Namjoon rió.

 

—Mis padres también les darán refugio en Inglaterra.

 

—Ya, déjate de bromas y vamos a hablar con mamá —interrumpió Dohee tomando la mano de su chico. Miró entonces a Hoseok—. Será mejor que vayas pronto a tu clase, me han dicho que Seokjin parece tu esclavo pasándote todas sus notas y que ni siquiera le das las gracias —antes de que el moreno pudiera decir algo, ella desvió su mirada hacia Jimin, escaneándolo de arriba abajo con una ceja alzada—. Tú puedes ir a ponerte al día con Taehyung y explicarle todo a tu novio.

 

El rubio la miró como si hubiera dicho las palabras más bellas del universo, porque, claro, todo lo que dijera Dohee era hipnótico para él. Aunque fuera una mandona.

 

—Nos reuniremos luego —expresó en tono serio—, si salimos vivos de ésta.

 

Con una mirada que expresaba que lo iban a matar como siguiera con sus chistes, y que mejor se alejaban de ahí antes de lincharlo con fuego, todos se separaron.




Luego de un viaje en auto cargado de una extraña timidez para nada característica de ellos dos, Dohee abrió la puerta de su casa y entró junto a Namjoon. El rubio estaba nervioso, piernas temblando y estómago revuelto, era la primera vez en mucho tiempo que pisaba de nuevo la casa de la familia Lee y debía admitir que todo estaba muy diferente a lo que recordaba. Allí donde había habido luz dorada, ahora era todo blanco; las paredes cálidas, ahora eran más pastel frío, y el aire allí ya no parecía ser de bienvenida. Había algo que faltaba allí, pero no sabía exactamente qué era.

 

Una empleada que limpiaba el piso en ese momento pasó moviendo una trapeadora de un lado a otro, resoplando, cuando vio al par de jóvenes irguió la espalda sorprendida e hizo una reverencia.

 

—Señorita Dohee, su madre está en el despacho —la chica arrugó el gesto. Aquel despacho solía ser el lugar de trabajo de su difunto padre, y cuando su progenitora se escondía allí era difícil lidiar con el mal humor de ésta—. Hoy hemos preparado un delicioso postre, tiramisú, ¿gustan un poco?

 

Antes de que Namjoon pudiera decir que si era posible que le dieran dos porciones de postre, porque le encantaba el tiramisú, Dohee lo agarró de la muñeca y lo jaló escaleras arriba para ir a su habitación.

 

—Dile a mamá, cuando salga del despacho, que me busque —le gritó a la empleada antes de adentrarse en un pasillo.

 

Sólo dieron unos cuantos pasos cuando vieron a la señora Lee saliendo de una habitación, cerrando lentamente la puerta. Se petrificaron. La mujer levantó la vista y se encontró con los ojos castaños del joven que una vez había sido una alegría para la vista, pero que ahora sólo era una molestia; su ceño empezó fruncirse y su rostro empezó a tornarse frío. Sin duda estaba enojada, y más si ambos estaban cogidos de la mano.

 

—Kim Namjoon —profirió, voz dura y firme—. ¿Cómo es que tienes la osadía de venir a mi casa después del mal que le causaste a mi hija? —caminaba hacia ellos, el rubio sintió la necesidad de lanzarse hacia el primer piso y aterrizar sobre la trapeadora de la empleada.

 

La pelinegra se mordió el labio inferior.

 

—Espera… —pero la mayor la tomó del brazo con el que estaba sosteniendo a Namjoon y los separó bruscamente.

 

Dohee miró a su madre con ojos horrorizados, sabía que su madre estaba disgustada con Namjoon, pero no esperaba que fuera a tener aquella reacción. Iba a ser difícil convencerla.

 

—¡No vuelvas a tocar a mi hija! —puso a la nombrada a su lado, señalando con la mano libre al joven—. Ella está comprometida y será feliz.

 

—Precisamente de eso quería hablarle —Namjoon se aclaró la garganta al sentirla seca, no sabía cómo iba a ir el asunto, pero no quería ser separado de Dohee—. No puedo permitir que ese compromiso siga en pie, yo amo a su hija.

 

—¿Amas a mi hija? —había acritud en su voz—. ¿Pretendes que crea esa barbaridad? ¡Tú no amas a nadie, Kim Namjoon! Ahórrate tus juegos para otra ocasión y otra persona, porque ya no voy a permitir que ella vuelva a sufrir por tu culpa.

 

Al pronunciar la última palabra dio un fuerte empujón en el pecho del chico para obligarlo a irse, éste trastabilló al retroceder y la miró anonadado. ¿Tanto había dañado a Dohee para poner a su madre así?

 

—¡Mamá, cálmate! —decía la morena detrás de ellos, tirando de su madre para que dejara de empujar al rubio—. Él viene a hablar contigo, mamá. Esta vez sí haremos las cosas bien.

 

—Sí —Namjoon reaccionó al último instante, la voz de Dohee lo mantenía fuerte—. Por favor, deme una oportunidad y escuche lo que vengo a decirle.

 

—No —le cortó ella—. No quiero escucharte, ya no confío en ti. Yo no soy tan tonta como mi estúpida hija.

 

Y, bueno, a nadie le gusta ser llamado estúpido, y mucho menos por sus propios padres. Era una ofensa enorme. Dohee se soltó fuertemente del agarre de su madre, enojada y seria, sus ojos eran oscuros.

 

—Deja de empujarlo —advirtió tajante. La señora Lee miró estupefacta a su primogénita, aquella que le había hablado tan gélidamente e informal—. No lo toques, lo harás rodar escaleras abajo.

 

La mayor fue a hablar, pero la chica se lo impidió.

 

—Por una vez escúchame, nunca escuchas —levantó la barbilla—. Si tan preocupada estás por mí, al menos fíjate bien en lo que estás haciendo, porque me estás llevando a un futuro que no es mío y en el que seré... en el que no seré feliz.

 

Los invadió un exasperante silencio. Intercambiaron una breve mirada y lentamente Namjoon y la señora Lee empezaron a separarse, él para un lado, ella para otro. Dohee apretaba los labios en una fina línea. La mayor se limpió la ropa en un intento de recuperar la compostura y se echó el cabello a un lado con una sacudida de cabeza.

 

—No hay nada de qué hablar —dijo después de un rato, mirando al chico y luego a su hija—. Y  llegas tarde, tienes que ir a probarte los vestidos para la boda.

 

—No —su  voz cortante la volvió a tomar por sorpresa—. No iré a ningún lado hasta que escuches a Namjoon.

 

La señora Lee no pudo controlar sus gestos y mostrar su rostro ofendido por lo que recién decía su hija.  

 

—Tú no eres la que manda aquí, señorita —señaló sin poder fingir calma. Aun así la menor se mantuvo con su rostro serio como si su madre no tuviese el derecho de mandarle.

 

Namjoon dio un paso adelante acercándose de nuevo a la madre de la chica que tanto amaba, se suponía que él era el que debía hablar, sin embargo, prácticamente se estaba escondiendo tras ella, dejándole todo en sus manos. Ya era hora de darle a entender a Lee Hwayoung lo mucho que amaba a Dohee y lo dispuesto que estaba a recuperarla.

 

—Sé que fui un tonto —al fin la miró a los ojos—. Sé que hice sufrir a Dohee, sobrepasé sus límites, pero todo fue porque estaba confundido, no sabía qué hacer ni cómo actuar al tener a alguien tan perfecto a mi lado. Por eso vengo a pedirle otra oportunidad, porque ya tengo todo definido, le prometo que esta vez no arruinaré las cosas, así que déjeme ser feliz con su hija, yo la cuidaré como el ser más preciado porque ella lo merece.

 

Algo dentro del rubio se alivianó un poco, ¿por qué le había costado tanto admitir lo que sentía antes? Si tan solo hubiese hecho las cosas bien no estarían en aquella situación. Por otro lado, la señora Lee sólo se dedicó a sonreír, haciendo que el chico deseara volver a alejarse.

 

—No, Namjoon,esto no es un cuento de hadas, Dohee va a casarse y tú ya has llegado muy tarde.

 

—Por favor no sea tan dura conmigo, señora Lee —un extraño miedo lo estaba abarcando, ¿qué haría si la madre de Dohee no cedía?—. Ambos sabemos que lo que más desea usted es ver a su hija feliz y yo le aseguro que así será, pero esto sólo se cumplirá si usted le permite estar conmigo.

 

La mayor se mantuvo en silencio por un extrañamente largo minuto, su mirada iba de su hija al joven estúpido que había jurado no dejar entrar a su casa de nuevo, pero había olvidado lo persistente que era. La pelinegra suspiró cansada de esperar una respuesta, no importaba las veces que su madre dijera no, ella no podía rendirse.

 

—Mamá…

 

—¿Qué estás dispuesto a hacer para compensarla por todo el daño, Kim? —habló cortante, antes de que su hija siguiera con lo que fuese a decir.

 

—Lo que sea —contestó sin pensarlo. De nuevo, la señora Lee volvió a reírse, haciendo que Namjoon se preguntara qué era tan gracioso en él.

 

—No me has respondido nada, Namjoon.

 

El mencionado tragó con fuerza, aquella mujer lo ponía demasiado nervioso y su cabeza ya estaba comenzando a dar muchas vueltas. Miró a su chica, tratando de esconder el miedo y dejó salir lo primero que se le vino a la cabeza:

 

—Justo ahora no se me ocurre nada para remediar las cosas —se sintió respondiendo una muy difícil pregunta hecha por un maestro en una clase a la cual no estaba prestando lo más mínimo de atención—, por eso he venido a verla, para que usted me dé una segunda oportunidad de ganarme a su hija. Yo la adoro demasiado, y no me imagino mi vida sin ella. Y... si usted nos deja  estar juntos, yo… estoy seguro de que la primera cosa que haríamos juntos sería ir de shopping.

 

Namjoon no podía con otra pregunta más, estaba seguro de que nunca en su vida se había sentido tan torpe y nervioso. Había dicho muchas cosas, pero en bien terminó de hablar no recordó qué había dicho exactamente como para que Dohee lo mirara como si hubiese estado hablando en otro idioma no conocido en la Tierra y para que la señora Lee estuviese burlándose de nuevo de él.

 

—Debes calmarte, Joon —dijo la pelinegra con las orejas rojas de la vergüenza—. Sé que estás nervioso pero, por favor, no continúes diciendo estupideces que no van a ayudarnos.

 

Namjoon asintió sintiendo sus mejillas sonrojarse mientras observaba por el rabillo del ojo cómo la señora Lee continuaba riéndose hasta luego culminar aquel momento con un suspiro.

 

—Aunque trates de arreglarlo todo, la boda sigue en pie, Namjoon, y no seré yo quien la impida —aclaró. Ambos jóvenes se miraron y luego pasaron su vista a ella.

 

—¿Eso significa que nos dejará salir? —inquirió el rubio, esbozando una enorme sonrisa. La señora Lee le miró disgustada y gruñó por lo bajo.

 

—Puede que mi hija te haya perdonado, pero yo no, así que más te vale no volver a arruinarlo todo —volvió a suspirar—. Pueden hacer lo que quieran, aun así deben saber que no van a contar con mi apoyo.

 

La sonrisa de Namjoon tomó un mayor tamaño, además de que el joven no pudo contener su alegría y se lanzó sobre la mujer para agradecerle el que no les impidiera estar juntos.

 

—Ya, Namjoon, suéltame. Aún te queda un gran camino por recorrer si quieres que yo te perdone.

 

El rubio hizo caso y se despegó de ella para comenzar a hacer un conjunto de reverencias hasta detenerse y tomar la mano de Dohee.

 

—Debemos ir a… —el joven calló e hizo un puchero al ver cómo la pelinegra era separada de él, nuevamente.

 

—Hasta que ustedes no logren detener la boda ésta sigue en pie, así que vamos, señorita, debemos elegir el vestido —declaró.

 

—¿Puedo acompañarlas? —inquirió Namjoon—. Quiero ver a Dohee con vestido de novia, debe verse hermosa.

 

La mencionada le dirigió una mirada cargada de ira, apretó los puños y luego señaló con su mano la puerta de la mansión:

 

—Vete de aquí, ahora.



≡≡≡



Habían pasado sólo quince minutos desde que los últimos trabajadores habían abandonado el bar, en aquel instante sólo quedaban Taehyung y Hoseok, a la espera de que el señor Kim saliera de su oficina. La mayor parte de las luces se encontraban apagadas, a excepción de los ojos de buey que iluminaban parte de la barra y algunas zonas del suelo, y la luz que se veía a través de la ventana de la oficina del padre de Taehyung.

 

—Vamos, Seok. Él no saldrá, así que debemos entrar —insistió el castaño.

 

—Esperemos un poco más, tal vez está muy ocupado —argumentó el mayor ocultando sus nervios.

 

—Debimos haber entrado en bien se marcharon Yoongi y Jimin —bufó—. Estamos perdiendo tiempo y ya estoy cansado.

 

Taehyung hizo un puchero que llamó por completo la atención de Hoseok, el cual necesitó de tan solo dos pasos para atrapar a su novio en un necesitado beso. Aquello era todo lo que precisaba para recargar su energía. Pasó sus manos por el cabello del castaño sintiendo el suave tacto de las hebras pasando por sus dedos hasta que éste lo obligó a detenerse.

 

—Es hora.

 

—Si tu padre no ha salido es porque está ocupado, nunca ha permanecido tanto tiempo ahí encerrado —expresó el moreno.

 

—No creo que lo esté, o posiblemente está engañando a mi madre allí adentro.

 

El mayor le picó la nariz mientras sonreía por aquella ocurrencia.

 

—Tú ganas.

 

Lo tomó de la mano y sin pensar más en lo que debía decirle al señor Kim dio los pasos necesarios para llegar a la puerta, tocar suavemente y abrirla sin siquiera esperar una respuesta. Hoseok asomó su cabeza por la puerta y admiró —como siempre lo hacía—, lo pulcra y ordenada que era aquella oficina. Fijó su vista en el hombre que no se  inmutaba en la irrupción del joven, y se mantenía concentrado en lo que pensaba, porque eso era lo único que hacía en ese momento: pensar.

 

—Señor Kim —le llamó Hoseok algo apenado por tener que sacarlo de su trance.

 

El mencionado sacudió la cabeza y miró a uno de sus mejores trabajadores.

 

—Oh, Hoseok, pasa.

 

Taehyung entró en la estancia mirando a su novio y luego a su padre, el señor no dijo nada, se dedicó a arquear una ceja mientras su hijo cerraba lentamente la puerta y se ponía al lado del moreno. El mayor les hizo un gesto para que se sentaran. El pelinegro lo hizo, pero el castaño no.

 

—¿Tiene un poco de tiempo? —habló Hoseok—. Hay algo que queremos pedirle.

 

No dijo nada gracioso, pero el hombre sonrió, con expresión exhausta.

 

—Estoy perdiendo mi tiempo aquí, no me molestaría que me robaran un poco más.

 

Soltó una risita por su broma, logrando que los otros dos intercambiaran una mirada llena de duda, creyendo que el señor Kim se encontraba borracho. Su esposa siempre le había dicho que era un mal bromista, que debía agradecer que sólo ella había sido capaz de aguantarlo como para casarse con él, por lo que suspiró de mala gana al no recibir reacción a sus intentos de ser gracioso.

 

—Ya, ¿qué pasa? ¿Rompieron la caja registradora?

 

El menor inspiró hondo antes de empezar a hablar:

 

—Papá, es sobre mi compromiso.

 

El señor Kim miró a Hoseok en silencio, de pronto éste se sintió muy nervioso, lo invadió el calor y su frente comenzó a sentirse húmeda.

 

—¿Qué opinas de ese compromiso? —soltó tan de repente que el moreno no pudo hacer más que parpadear de confusión.

 

—Emm, yo… umm… —lo había pillado con la guardia baja, como si le hubiera preguntado cuál era la raíz cuadrada de veintiocho.

 

—Dime —continuó aquel hombre—. ¿Qué se siente saber que tu novio se va a casar con otra persona?

 

El chico estaba en blanco, era un disturbio de preguntas a las que no hallaba respuesta por lo súbitas que llegaban. Taehyung endureció el gesto y levantó la mano para frenar a su progenitor.

 

—Detente, ¿qué te pasa?

 

—¿Qué piensas tú de esto? —lo miró—. ¿Estás de acuerdo con casarte?

 

—U-um… No quiero… —negó con la cabeza y señaló a su novio—. No venimos para eso. Hoseok tiene algo que decirte, así que guarda silencio, papá, no estoy para tus malísimas bromas.

 

Hoseok le dedicó una mirada que pedía que se callara y no fuera tan tosco, el señor Kim bufó decepcionado y selló los labios, haciendo caso a su hijo. «De tal palo, tal astilla».

 

—Perdón, señor —se disculpó el pelinegro—. Vine a pedirle que me dé una mano para hablar con la señora Kim, su esposa —asintió—. Taehyung es mi novio y no quiero que esté comprometido ni que se case, por eso necesito su ayuda, para convencer a la señora Kim de que detenga esto. No sólo nos está dañando a nosotros, sino también a su prometida, Dohee, y a la persona que ella ama.

 

El mayor los contempló a cada uno, expresión meditabunda y ojos entornados, para luego apoyar los codos sobre la mesa y soltar el aire.

 

—Creí que nunca dirían nada —admitió—. Justo en eso estaba pensando cuando llegaron, de qué forma podría detener la boda. Pero sí, tienes razón, Hoseok, lo mejor es hablar con Suyeon y luego recurrir a algo extremo si es necesario —asintió—. Bien, ¿qué han pensado?

 

—Detente ahí —intervino Taehyung con rostro entre perplejo y sombrío—. ¿Por qué no me dijiste que estabas en contra de todo esto? Hubiéramos luchado juntos.

 

—Suyeon es imposible, lo sabes, entre los dos no íbamos a pararla —respondió su padre con calma y cansancio—. Es demasiado llevada de su parecer, y pelear con ella solo era casi… imposible —repitió, incapaz de buscar una palabra diferente para describir a su esposa.

 

Taehyung se revolvió el cabello.

 

—¿No pudiste al menos acercarte y decirme que estabas de mi lado… o algo...? —se detuvo, no tenía caso quejarse con él ahora. Aunque no podía negar que estaba frustrado, y su corazón dolía, le hubiera gustado saber que al menos contaba con el apoyo de su padre, no sentir que estaba completamente solo.

 

El señor Kim observó con pena a su hijo y luego desvió la vista a su barman.

 

—¿Entonces, cuál es su plan? —prosiguió—. ¿Qué tienen en mente? ¿Qué piensan decirle, cómo planean convencer a Suyeon de darle fin a este asunto?

 

Hoseok se encogió en su asiento y se rascó el cuello con incomodidad.

 

—Bueno… nosotros esperábamos que usted nos dijera qué hacer.

 

El mayor se apartó y apoyó su espalda en el respaldo de la silla, de repente se había puesto muy serio.

 

—Pues están en problemas, ni siquiera a mí se me ocurre cómo acercarme a ella sin acabar discutiendo —se encogió de hombros—. Deberían ir y decirle las cosas como son, que Taehyung no va a casarse y que ella no tiene por qué obligarlo.

 

El castaño arrugó el ceño.

 

—Eso es muy rudo, a ella no le gustará si vamos y lo soltamos todo así como así.

 

—Esto… —intervino Hoseok—. No quiero sonar machista, pero… señor Kim, ¿cuál es su papel en su relación? Quiero decir, la que toma las decisiones es su esposa, y sus opiniones no valen nada. ¿No puede hacer algo al respecto?

 

El mayor se sonrojó levemente y prefirió ignorar su pregunta.

 

—No veo de qué otra forma puedan a hablar con Suyeon —trató de sonar duro ante las anteriores palabras del moreno—. Ella es muy cabezota, pero deben encararla, porque sino las cosas se quedarán como están.

 

Se levantó de su asiento y por inercia Hoseok lo hizo a su vez.

 

—Definitivamente van a hablar con ella de la forma más sincera posible, a ver si los comprende.

 

Los chicos asintieron. El señor Kim se encaminó hacia la puerta y los miró como expectante.

 

—¿Qué esperan?

 

—No pienso ir a esta hora a hablarle… —el castaño chequeó la hora en el reloj de la pared que marcaban las dos de la madrugada.

 

El hombre mayor exhaló en una encogida de hombros.

 

—Pues tendremos que arriesgarnos.

Notas finales:

Sé que Dara dijo que éste sería el último capítulo, pero no. Ella es una tonta y se dejó llevar por los feelings(? so... no, éste no es el último. De hecho, tengo la certeza de que lo será el siguiente.

Lo que viene lo publicaremos en bien terminemos de escribir y organiar las ideas faltantes. Tal vez pensarán que somos unas conchudas, pues aún no terminamos de escribir pese a todo ese tiempo de ausencia, pero créanme, tenemos demasiadas cosas que hacer y apenas sacamos el tiempo para tramar y escribir.

Y bien, nos esforzaremos por no tardar demasiado y traer lo que falta. ♥ Espero que esté muy bien todas y, de nuevo, disculpen la demora.

Lord fuera.


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